La minga es la alegría de nuestro pueblo
Cric
La minga es un espacio para compartir trabajo, alegrías, chistes, guarapo y un buen sancocho; es una de las tradiciones que mantiene vivo al pueblo Nasa, muy propia en el territorio.
El corazón de la palabra minga está en el compartir, en el encontrarse pueblo con pueblo para vivenciar la fuerza que convoca a la unidad dentro de un territorio y que lleva al fortalecimiento de la identidad y autonomía de las comunidades.
Es por ello que desde la estructura de gobierno propio Kwe kwe Nej’wesx del territorio de Kwet Yu (Tacueyò) y el plan de vida proyecto Nasa, se viene trabajando en el fortalecimiento de las prácticas culturales (que como la Minga) vienen dando soluciones a las necesidades que se presentan dentro de la comunidad.
El mejoramiento de las vías y ‘bregar’ a armar un puente provisional en el sector de Rio Negro, resguardo indígena de Tacueyo, fueron unas de las invitaciones mingueras que se realizaron como plan de vida Proyecto Nasa y a las que comuneros y comuneras de los tres territorios que lo conforman, asistieron. Fueron llegando nasas desde las distintas veredas, graneaditos (uno por uno) en montonera, a pie, no falto quien llego en moto o en carro, madrugados, otros no tanto, pero todos con el ánimo de trabajar y compartir con la comunidad.
¿Qué cuantos ingenieros y cuantos días se necesitaron para construir el puente?
Pues vea, fueron casi 800 ingenieros los que participaron en la construcción de este puente, 800 personas, hombres y mujeres de las distintas edades haciéndole minga ¿No le parece eso a usted muy hermoso? Porque como dijeron “acá convocan a minga y es todo el día, acá la gente no se cansa” es por eso que solo se necesitaron dos días para darle continuidad a ese sueño de unidad que hace parte del buen vivir de las comunidades.
Pero el trabajo no termino ahí, aun se sigue puliendo (que un poquito de balastro por acá y otro por allá) porque así es el Nasa, hace las cosas bien hechas o no las hace.
Le sigo contando: resulta que la comunidad no había terminado de descansar y por allá en la vereda el Trapiche, convocan a otra minga, porque la vía está bien jodida, llenita de huecos y disque casi se va una volqueta de ahí pa’ bajo ¡que peligro!
Así que con la misma dinámica minguera, fueron llegando uno por uno a esta nueva cita. Como buenos trabajadores, llegaron con la ‘pechancha’, ‘gato’, refrigerio o como usted le entienda. A esta cita llevaron palines, palas, palendras, barras, buguis y costales; tocaba regar balastro, así que se tenía que ir bien preparados; aunque no faltó quien fue solo con las meras ganas “allá se consigue la herramienta”. Eso también hace parte de la minga.
Llegado el medio día y con el propósito cumplido, no queda de otra que ir a cobrar el jornal. Un vaso lleno de guarapo y un buen plato de sancocho (con productos del territorio) preparado con amor por manos de mujeres Nasa, es la recompensa de la jornada.
Uno siente que no está comiendo ñanga, que se ganó el jornal; al estar frente a frente con ese plato de sancocho, las ampollas y el cansancio valen la minga y déjeme decirle que ese almuerzo a usted le sabe a buen vivir.
No ha terminado este día y ya se programó otra minga y no ha empezado la minga cuando ya se invita a otra, así se pasan los días en el territorio, de minga en minga, conociendo y encontrándonos, compartiendo mucha vida, porque la minga es eso, es la alegría del pueblo, es la palabra hecha acción con la que la comunidad sigue caminando.
¿Qué hasta cuando andaremos en esas?
Hasta que se apague el sol, compa. Porque la vida se trata de eso, de vivir minguiando.