Desde la Lacandona para el mundo. Sobre la navegación de los zapatistas

El alcance de la iniciativa sólo puede comprenderse a plenitud si se deja de lado la mistificación de suponer que todo se resuelve en el Estado y por el Estado. Las luchas actuales, tomadas en su mundialidad, en lugar de aceptar la homogeneidad del Estado, del capitalismo, de la técnica, conducen a diferencias. La nostalgia por la Cortina de Nopal nada tiene que ver con la izquierda. Las luchas emancipadoras han sido siempre internacionalistas.



Desde la Lacandona para el mundo
 
Luis Hernández Navarro
La Jornada

La historia de la colonización del Nuevo Mundo y de la expansión capitalista sigue la ruta del Atlántico. A través del océano llegaron a América los primeros colonizadores y religiosos, acompañados de sus armas y su fe. Inseparables, la cruz y la espada surcaron los mares, seguidas de esclavos y mercaderías. Transportadas por vientos y corrientes marítimas, las naves retornaban a Europa cargadas con los frutos del saqueo y la expoliación.

Este 3 de mayo, Día de la Santa Cruz, Chan Santa Cruz, el nombre que se dio al santuario y gobierno maya autónomo que durante medio siglo mantuvieron vivos los indígenas rebeldes, se invertirán los papeles. En esa fecha, también a través del Atlán-tico, el barco zapatista La Montaña, zarpará de Isla Mujeres rumbo al puerto de Vigo, en España, para encontrarse con sus camaradas y con una multifacética serie de figuras y movimientos sociales. La antigua ruta de la Conquista será la vía para que la expedición emancipatoria bautizada por el EZLN como Travesía por la Vida, arribe a Europa.

Se reeditará así, ahora en sentido contrario, el apasionante encuentro entre insumisos, proscritos y protagonistas de las revueltas populares anticapitalistas de los dos continentes, narrado por Peter Linebaugh y Marcus Redinker, en su maravilloso libro La Hidra de la Revolución. Marineros, esclavos y campesinos en la historia oculta del Atlántico. Los marineros –escriben Linebaugh y Redinker– traían a Europa relatos que hablaban sobre las sociedades alternativas de América. En el camino enlazaron el comunismo primitivo del Nuevo Mundo con el comunismo plebeyo del Viejo Mundo.

El alcance de la iniciativa sólo puede comprenderse a plenitud si se deja de lado la mistificación de suponer que todo se resuelve en el Estado y por el Estado. Las luchas actuales, tomadas en su mundialidad, en lugar de aceptar la homogeneidad del Estado, del capitalismo, de la técnica, conducen a diferencias. La nostalgia por la Cortina de Nopal nada tiene que ver con la izquierda. Las luchas emancipadoras han sido siempre internacionalistas.

Ciertamente –como señalaba el historiador social inglés Edward P. Thompson– intentar influir el curso de la historia por medio de movimientos desde abajo es una tarea desagradecida y terriblemente larga. Pero, a la larga, es uno de los pocos lugares honorables para estar.

En su etapa europea, la delegación marítima del EZLN, a la que se sumarán otros delegados que llegarán por vía aérea, visitará más de 30 países. Y se encontrará allí con miles de activistas que, desde 1994, han visitado y vivido por temporadas en las comunidades autónomas zapatistas. Van a ver a sus viejos conocidos altermunistas, que hoy (como ayer), son incansables luchadores contra el fascismo, generosos organizadores de migrantes, constructores vitales de nuevas formas de convivencia urbana, aguerridos sindicalistas en un mundo laboral precarizado, aguerridos derrumbadores de estatuas de tratantes de esclavos y colonialistas (https://bit.ly/2PluaBF).

Las conexiones entre los zapatistas y sus interlocutores europeos, perdurables y sorprendentemente vitales, a pesar del paso de los años, han sido ignoradas o pasado inadvertidas para quienes ven el mundo desde arriba. Sin embargo, han marcado profundamente la dinámica de las luchas antisistémicas. Aunque formalmente lo sea, Bruselas no es ya más la capital de la Unión Europea. En el mapa de las resistencias, Atenas, Génova, Gibraltar o los centros donde llegan los migrantes han cambiado el mapa de las resistencias y ocupan su lugar.

Hay entre ambos una larga historia de cooperación, solidaridad desde abajo, lenguaje compartido, reivindicación y reinvención de lo común; un nosotros. Han elaborado un horizonte colectivista, antiautoritario e igualitario. Sus modos de vida alternativos están profundamente imbricados. Han forjado lazos de amistad, afecto y comunión a prueba de adversidades. Son una comunidad unida por ideas, sentimientos y experiencias comunes. Hay entre ellos, aunque sea de manera incipiente, un destino global creado conjuntamente (https://bit.ly/3gDMd14).

La travesía zapatista puede leerse como un éxodo del entramado organizativo en el que las ortodoxias se institucionalizan. Los rebeldes de ambos continentes comparten el que sus herejías nacieron de las periferias. Como señala el filósofo francés Henri Lefebvre, lo periférico se sitúa, a veces, en el centro, o es la clave para llegar a él. Sólo los periféricos alcanzan la conciencia y el conocimiento de los centros. La conciencia periférica dirigida metódicamente permite –dice– alcanzar el conocimiento del centro y de la mundialidad.

Muy lejos de la waltdisneyzación del pasado, con el reconocimiento de las memorias de los pueblos históricos del continente americano en prenda, confrontados radicalmente a la persistencia de la arrogancia colonial, muy lejos del victimismo paralizante que no rompe con la lógica del poder, han echado a andar una otra política por la vida, que no está sujeta al reloj de los negocios ni al calendario de los de arriba. Su propuesta, que evita repetirse y surge de sus realidades terrenales, evade los tiempos de la economía y los momentos de la representación.

En la hora de la palabra, desde la Lacandona para el mundo, a punto de levar anclas en Isla Mujeres para surcar las aguas del Atlántico, los zapatistas, como los marineros, no hablarán bajo, porque, como se sabe, el mar habla alto.

Twitter: @lhan55 

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Leven anclas
 
Luis Hernández Navaro
La Jornada
 
En julio, agosto, septiembre y octubre de este año, una delegación del México de abajo viajará a Europa. La integran el EZLN, el Congreso Nacional Indígena-Concejo Indígena de Gobierno y el Frente de Pueblos en Defensa del Agua y de la Tierra de Morelos, Puebla y Tlaxcala. La iniciativa forma parte de una gira más amplia que recorrerá, más adelante, Asia, África, Oceanía y América.

El grupo realizará encuentros, diálogos, intercambios de ideas, experiencias, análisis y valoraciones en la lucha por la vida. Buscará conocer lo diferente. Quienes se reunirán comparten el entendimiento de que el verdugo de la humanidad es un sistema explotador, patriarcal, piramidal, racista, ladrón y criminal: el capitalismo (https://bit.ly/2XmkIhN).

La Declaración por la vida que acompaña la misión fue firmada por cientos de colectivos, asociaciones de lucha, personalidades y activistas en multitud de países, que forman una galaxia antineoliberal y anticapitalista, atravesada de distintas maneras por el zapatismo. Izquierda Unida Internacional saludó fraternalmente la expedición.

Se trata claramente de una iniciativa de izquierda, si se entiende por ello la definición dada por el filósofo y periodista austriaco-francés André Gorz. “Ser de izquierda –afirma– significa sentirse ligados a todos aquellos que luchan por la propia liberación, que no aceptan sin más la determinación desde arriba de metas y objetivos y luchan, juntos o solos, por la eliminación de todas las formas de dominio y por el derrocamiento de todo aparato de poder”.

La gira europea se efectuará en un momento de una enorme confusión, incertidumbre, caos e inseguridad en todo el mundo. El futuro ya no es lo que era y no está claro cómo va a ser.

El periplo rebelde se realizará en mundo sacudido, entre otras cosas, por el cruce de crisis sanitaria y económica precipitada por la pandemia del coronavirus. Por la creciente hegemonía del capitalismo digital en el proceso de recomposición global de este sistema económico. Por el surgimiento de un nuevo y tímido progresismo latinoamericano articulado alrededor del Grupo de Puebla, que parece querer prescindir de la influencia de Cuba y Venezuela en la región. Por la derrota electoral del trumpismo y de su autogolpe de Estado. Por el avance de la ultraderecha, el racismo y la xenofobia en muchos países europeos. O por el creciente acercamiento de China y Rusia.

Pero, también, por el despliegue de muchas luchas de resistencia, como la protagonizada en Grecia por incansables protestas de colectivos de base que obligó a la justicia de esa nación, a sentenciar al partido fascista Amanecer Dorado como una organización criminal y condenar a prisión a algunos de sus dirigentes. O como la irrupción en Francia del movimiento de los chalecos amarillos contra el alza en el precio de los combustibles, la injusticia fiscal y la pérdida del poder adquisitivo. O el surgimiento de redes antifascistas y antirracistas en todo el territorio de la Unión Europea que procuran la ciudadanía universal. Además de la persistencia de una potente movilización feminista.

Elaborar una visión sobre ese viejo mundo que cae estrepitosamente y el nuevo que emerge con grandes dificultades requiere que sea vivida, pensada, analizada, desde las luchas de resistencia de abajo que forman la constelación asociativa en defensa de la vida.

La expedición europea no debe sorprender. De por sí, muchos de los colectivos que resisten en Europa han acompañado a los zapatistas desde 1994. Luca Casarini, activo participante durante muchos años en los Centros Sociales italianos, decía: tenemos un sueño. En ese sueño nacimos el primero de enero de 1994, al lado de los zapatistas. El sueño es bueno, y no es totalmente fantasioso, pero la realidad es otra.

Ese sueño no es exclusivo de Luca. A pesar de los años transcurridos desde el levantamiento del EZLN, por toda Europa muchas fuerzas se sienten profundamente identificadas con el zapatismo. Un buen número de ellas, ha desempeñado un papel clave en el movimiento de movimientos que enfrentó la globalización neoliberal, en las protestas contra la invasión y guerra de Irak, en el el combate a la emergencia fascista, en la ocupación de plazas públicas, en la defensa de los migrantes, en la lucha contra los desahucios después de la crisis de 2008 y mil y en mil y un combates más.

Desde hace más de 26 años, miles de estos activistas han viajado regularmente en misiones solidarias a los campamentos rebeldes en Chiapas. El gobierno mexicano deportó a decenas de ellos y les prohibió regresar al país. Participaron activamente en el I Encuentro por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, convocado por el EZLN en la Selva Lacandona en 1996. La izquierda institucional los bautizó (con un dejo de desprecio) como los aretudos, por la moda masculina de utilizar pequeños pendientes. Curiosamente, estos aretudos, protagonizaron un ciclo de luchas históricas alrededor del altermundismo y renovaron la izquierda europea desde abajo.

La decisión de zapatistas, CNI-CIG y Frente de Pueblos en Defensa del Agua y de la Tierra de Morelos, Puebla y Tlaxcala, de levar anclas y zarpar a Europa, será así, una especie de visita de vuelta para encontrarse con los viejos amigos a los que les han brindado hospitalidad a lo largo de dos décadas y media. Un acto de reciprocidad para refrendar el compromiso de luchar en todas partes y a todas horas, hasta su destrucción, contra el capitalismo.

@lhan55