Venezuela: Falleció el ministro de Educación y escribe una profesora
Sobre la muerte de Aristóbulo
Murió un hombre que fue demócrata burgués, capaz quienes tuvieron la oportunidad de celebrar bacanales y vivir sus “mejores momentos” lo tengan como un “tipo chévere” o como una “buena persona” a ellos les respetamos el luto, pero muchas y muchos de los docentes solo conocimos de él su arrogancia, despotismo, y terminó su historia política siendo la cara de la destrucción de los salarios de las y los docentes y de sostener la educación pública a costa de trabajo casi gratuito. Esa fue la última etapa de la vida de Aristóbulo. Lo anterior, su vida política no nos ocupa el día de su muerte.
Sólo cabe preguntar a quiénes centraron su política en contra de Aristóbulo y no de la defensa de la educación pública ¿Cómo queda la educación pública sin Aristóbulo? Este es el tema. La muerte de Aristóbulo no nos alegra y tampoco resuelve el problema profundo de la educación pública y las necesidades de las y los docentes, en su mayoría mujeres sostenedoras de sus familias.
Murió un político que sirvió al sistema, murió una ficha importante en la burocracia gubernamental que ha llevado adelante una política de ajuste brutal a las y los trabajadores, que ha servido al capital de manera leal, pero que al mismo tiempo es el que administra las consecuencias de las sanciones que ha secuestrado y robado los recursos de la nación, y lo han hecho martirizando a la clase trabajadora en su conjunto y beneficiando a grandes sectores empresariales o a la burguesía a la que ellos también pertenecen. Aristóbulo fue el ejecutor de esa política en el sector educación en el que su inmensa mayoría de trabajadores somos mujeres.
Las y los docentes seguiremos igual de malpagados si no nos organizamos, la educación pública continuará igualmente destruida si no nos organizamos, la burocracia sindical cumplirá el mismo papel de ser cómplices de la situación que atravesamos si no nos organizamos. Aristóbulo solo fue parte de la política que nos ha llevado a la destrucción de las condiciones de existencia de las y los que vivíamos únicamente de nuestro trabajo.
Adiós Aristóbulo, no fuiste uno de los nuestros.