Cali, ciudad resistencia
30 abr, CI.- Las calles están a tope. Cali, la mítica ciudad salsera, cambió la música por arengas y gritos que retumban en sus calles y avenidas. Desde el miércoles 28 de abril no han cesado las manifestaciones en distintos puntos de esta urbe para exigir al Gobierno Nacional, en cabeza de Iván Duque, que retire el proyecto de Reforma Tributaria que intenta imponer.
Se vive el genocidio contra los líderes y lideresas sociales; el ecocidio en los territorios; la emergencia nacional por los femincidios y abusos de la fuerza pública. Al mismo tiempo que aumentan las desigualdades, la pobreza y el hambre en el pueblo colombiano. Contra esa reforma que agudiza la crisis económica y social potenciada por la pandemia, el país se ha volcado a las calles. Y Cali ha tomado la batuta.
Aunque la movilización social en Colombia ha sido una constante en la historia reciente del país, los acontecimientos del último año han aumentado significativamente la manifestación política y social del pueblo.
La jornada de Paro Nacional se venía anunciado semanas atrás. Movimiento sindical y obrero, indígena, campesino, estudiantil, mujeres, disidencias de género y población civil en general tenían cita en distintas ciudades y municipios del país para gritar “NO A LA REFORMA TRIBUTARIA”, como principal bandera de lucha.
En el Suroccidente el Paro inició a las 4:00 AM del 28 de abril. En el sector de Sameco comenzaron los bloqueos. Siguieron Univalle, Menga, Paso del Comercio, Juanchito, Siloé, Plaza de las Banderas y Puerto Llanera. La gente daba inicio a los plantones, tomas y marchas que iban a ser protagonistas del día. Cubrieron las calles de carteles, arengas, música y arte que clamaba no más abuso; no más política de muerte, guerra y hambre; no más gente sin casa; no más alzas, impuestos y asesinatos.
Sin embargo, la represión no esperó. En la Universidad del Valle iniciaron los primeros enfrentamientos a las 10 de la mañana. Las y los manifestantes se defendieron de los gases lacrimógenos, bombas aturdidoras, balas de goma y hasta piedras con las que los atacaron el Escuadrón Móvil Antidustirbios -Esmad- de la Policía Nacional. Poco a poco, toda la fuerza policíaca (alrededor de 2500 hombres, según declaraciones del Ministro de Defensa) comenzó a atacar las manifestaciones, que en su mayoría eran pacíficas y tranquilas. No importó la presencia de adultos mayores y/o niños. Los ataques, golpes y abusos hicieron gala.
No llegaba ni el medio día y la ciudad convulsionó. Las llamas se tomaron bancos, grandes almacenes de cadena y buses de transporte. El Alcalde de la ciudad, Jorge Iván Ospina, y todo el Gobierno local decretaron Toque de Queda en la ciudad desde la 1 de la tarde, tratando de obligar a vaciar las calles e irrespetando el derecho constitucional a la protesta y a la manifestación.
Las calles no se vaciaron ni se callaron. Los estudiantes -a pesar de la fuerte represión, las capturas arbitrarias y los más de 14 heridos que se reportaron en el lugar- no retrocedieron. El Paro continúa sin importar la llegada de militares y fuerzas especiales de la policía.
Puerto Rellena es Puerto Resistencia
Al amanecer del jueves 29 en la capital del Valle, la gente tenía más rabia, indignación y coraje tras conocer acerca de las cuatro víctimas mortales que dejó el accionar desmedido de la Policía Nacional. En sectores como Sameco, Siloé y Puerto Rellena se aglutinó un gran numero de personas.
Puerto Rellena (barrio popular al Sur de Cali que se ha configurado como un sitio de organización comunal, de resistencia y gran movilidad social) fue el epicentro de la manifestación la tarde del jueves 29 de abril. La comunidad ya estaba en las calles y sobre el medio día volqueteros y transportadores se juntaron a la protesta pacífica.
Sin embargo, la tranquilidad fue poca. Sobre la 1:30 PM, agentes del Esmad irrumpieron en la movilización. Rompieron y quemaron un telar gigante que se había puesto con las palabras pintadas: “Por nuestros muertos carajo”. Intimidaron a las personas tanto que las y los manifestantes alzaron sus manos en símbolo de paz y para pedir que cesaran los actos violentos.
Se desató un tiroteo. La gente se tiró al suelo. La fuerza pública capturó a jóvenes que estaban en el lugar. Los golpearon en el suelo. Llegaron a la zona los Grupos Operativos Especiales de Seguridad -GOES- y el Ejército Nacional, como si se tratase de un campo de guerra.
Hoy a Puerto Rellena se le conoce como Puerto Resistencia. Cali lo ha entendido todo. Sus calles se rebozan de dignidad y, sin miedo, son la primera línea en esta lucha contra la Reforma Tributaria, contra las aspersiones con glifosato, contra la militarización, contra el narcoestado, contra la violencia, contra la muerte. Exigen el respeto por la vida que sus barrios y su gente se merecen. Así como lo merece toda Colombia.
Hoy, 30 de abril, continúa el Paro. Se han reportado al menos 40 personas que fueron detenidas y llevadas al Coliseo Las Américas, tal como una terrorífica imagen de las dictadoras de mediados del siglo XX en el Cono Sur. El Ministro de Defensa, Diego Molano, anunció el despliegue de más de 1800 policías, 700 soldados del Ejército y 500 uniformados del Esmad para “garantizar” la movilidad en la ciudad. Pero Cali sigue sin miedo. Y, con rabia en los ojos, sus habitantes le envían un mensaje al país: hay que parar y luchar hasta que la vida sea digna.