No debe extrañar entonces que, el buque La Montaña y la delegación zapatista, hayan levado anclas en Isla Mujeres para atravesar el Atlántico rumbo al puerto de Vigo. De por sí, el cielo nocturno de la Lacandona ha sido siempre una especie de mar tan grande, que no se ve ni su principio ni su fin, y en el que navegan libremente, impulsados por los aires, los sueños de todo tipo de utopías. Lo novedoso ahora no son las fantasías de un desembarco acuático en el viejo continente sino que, a más de 26 años después de anunciadas, se han hecho realidad.
En una posdata que alerta a la OTAN, del 30 de enero de 1996, el finado subcomandante Marcos asegura que, Durito, ese escarabajo al que los guardias luego confunden con un rinoceronte enano, y al que distintos testigos aseguran haber visto en el abordaje de “La Montaña”, estaba empecinado con la idea de desembarcar e iniciar la conquista de Europa
. Sin embargo, el sup, declinó ser parte de la empresa porque la embarcación que prepara se parece demasiado a una lata de sardinas
, teme que lo quieran llevar de remero y la mayoría de las humedades le producen mareos.
La Montaña
, el navío en el que viaja el Escuadrón 421 del EZLN, no es una lata de sardinas
como la de Durito, pero tiene sus años a cuestas. Fue construido en los astilleros A. Vujik&Zonene, en Holanda, en 1903, como un buque de pesca. No es un barco grande. Sus dimensiones son de 27 x 6.55 x 2.8 metros. A lo largo de los años ha sido reparado y mejorado. Su primer motor, de dos cilindros, fue hecho en 1931 en Finlandia. En 1963 lo cambiaron por otro de 280 caballos de fuerza, fabricado en 1955. Ese es el que hasta la fecha sigue usando. En 2011, la nave fue reconstruida en Hamburgo. Desde 2005 surca los mares de Panamá, Colombia y Jamaica.
Los navíos, como vehículos para transitar a un otro mundo, son piezas medulares del proyecto de los rebeldes chiapanecos. En la posdata del ensayo El neoliberalismo: la historia como historieta
, con fecha del 6 de abril de 1996, presentado en el Encuentro Continental Americano por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, el subcomandante Marcos escribe: “el viejo Antonio descubrió que todos los que se subieron al barco son los mismos que habían sido excluidos, siempre, de todos los barcos.
“Y por eso se subieron –contó Antonio al subcomandante Marcos– porque esos hombres y mujeres, y jóvenes, algunos presos, la mayoría indígenas, ‘ya no quieren obedecer órdenes, sino participar, ser capitanes y marineros’ y hacer avanzar ese barco hacia un futuro más grande, con seriedad y alegría, encontrándose los hombres”.
El Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, también conocido como el Intergaláctico, efectuado en agosto de 1996 en las montañas del sureste mexicano, fue un momento clave, en la forja de una red de resistencias planetarias contra el neoliberalismo. Ecos de esa reunión se vivieron a partir de las protestas contra la Organización Mundial del Comercio, en 1999 en Seattle, y durante todo el ciclo de luchas altermundistas en Quebec, Praga, Sidney y Génova. El ataque a las Torres Gemelas en Washington, en septiembre de 2001, descarriló esa ola de inconformidad y obligó a orientar las movilizaciones hacia demandas contra las invasiones de Afganistán e Irak.
Convocados por el EZLN, al Intergaláctico asistieron más de 3 mil delegados, la mitad de ellos extranjeros de 42 países, empeñados en construir un mundo nuevo. Estuvieron presentes representantes de un amplio espectro político de izquierda: desde el infrarrojo hasta el ultravioleta. Se alternaron debates del más alto nivel y pertinencia teórica con reuniones somníferas, para diagnosticar la naturaleza del capitalismo salvaje y anticipar vías de resistencia y ruptura.
Estimulados por la gesta zapatista, los anhelos liberarios encontraron en el Intergaláctico sujetos sociales y políticos capaces de encarnarlos. Se fundó allí un amplio y disperso movimiento anticapitalista planetario. “Soñamos –concluyó el acto entre otros muchos puntos más- con un mundo donde la sociedad no se conforme con estructuras patriarcales; con un mundo sin militarismo; un mundo sin discriminación por sexo, por raza, por credo, por orientación sexual; un mundo donde las mujeres, de cualquier raza, de cualquier credo y de cualquier clase, disfruten al placer en todos sus niveles. Un mundo sin violencia, un mundo donde ser mujer sea un placer, y no una carga excesiva de trabajo”.
En su travesía marítima a Europa, los zapatistas van a encontrarse con la historia que ellos abrieron en ese encuentro, y que viene de muy atrás. Van a conversar, con los excluidos de siempre que no tienen cabida en otros barcos y no quieren cumplir órdenes, sino ser marineros y capitanes, con quienes han tenido, desde hace casi tres décadas, una relación de solidaridad, apoyo mutuo y aprendizaje. No van a reunirse con funcionarios y gobiernos. En un momento de urgencia planetaria, más allá de lo que sucede en las fronteras nacionales o en coyunturas electorales, van a convivir con sus pares, con la Europa de abajo, para seguir soñando conjuntamente, esas utopías que navegan en el enorme cielo nocturno de la Lacandona.
Twitter: @lhan55