Escuadrón 421: zapatistas navegan a contrapelo de la historia

El Ejército Zapatista de Liberación Nacional inició un viaje por el mar que va en sentido contrario al que los colonizadores hicieron hace 500 años. Envía con la delegación marítima Escuadrón 421 el mensaje del aprendizaje de su lucha y su historia de construcción de libre determinación.




Escuadrón 421: zapatistas navegan a contrapelo de la historia

 

 

El Ejército Zapatista de Liberación Nacional inició un viaje por el mar que va en sentido contrario al que los colonizadores hicieron hace 500 años. Envía con la delegación marítima Escuadrón 421 el mensaje del aprendizaje de su lucha y su historia de construcción de libre determinación. Este es un relato del viaje de despedida, hasta que zarpan 

 

ISLA MUJERES, QUINTANA ROO.- La delegación marítima zapatista Escuadrón 421 miró el atardecer desde un barco que izó velas en aguas internacionales: La Montaña. Es la segunda vez que miran la puesta del sol desde el mar. Se preguntan al estar en el gran Velero: “Y así como nosotros defendemos la tierra, ¿hay quien lo defiende al mar?”.

Le preguntan a los marineros experimentados con los que viajan: “¿Y ustedes cómo le hacen para comer si no tienen dónde hacer milpa?”, “¿y cómo lo sabe el viento que vamos para allá?”.

La llaman “Travesía por la vida”. Llevan la bandera Maya que les entregó la delegación del Congreso Nacional Indígena (CNI) maya peninsular. Reconocen el pasado común. Atraviesan el mar Atlántico. La ruta es por Cuba. Aquí inician un recorrido por los cinco continentes para compartir los saberes que han puesto en marcha desde el levantamiento y su historia como pueblos tseltales, tsotsiles, choles, tojolabales y mames. Izan las velas en aguas internacionales, el Escuadrón 421 navega rumbo al Puerto de Vigo, en Galicia, estado Español.

En el muelle de despedida, el subcomandante Moisés mira cómo el barco se aleja rumbo al horizonte del mar. Sale de este lugar sagrado para los mayas, la casa de Ixchel que se encuentra en la punta sur de la Isla Mujeres. Ahí, a la orilla del mar entre arrecifes y peñas rompen las olas, es el templo de la diosa maya de la fertilidad. Después de un silencio, dio una entrevista a medios libres.

“Estamos siguiendo la ruta en donde vino hace 500 años, en este caso estamos siguiendo la ruta para sembrar vida, no como hace 500 años, es lo contrario”, dijo Moi, como le dicen de cariño, a pregunta de Pie de Página.

Los primeros pasajeros fueron las siete integrantes del Escuadrón 421, Marijose, Lupita, Carolina, Ximena, Yuli, Bernal y Felipe, quien es relevo de Darío. Les acompañaron en el barco los tercios compas y el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General (CCRI-CG) con los Comandantes David, Zebedeo y la comandanta Hortensia, hasta el 2 de mayo, día que zarparon. Al despedirles unieron sus puños. Luego se bajaron de La Montaña.

Desde un principio, el subcomandante Moises hizo complicidad con Ludwig, originario de Alemania, portador de un colmillo y un anillo en su cuello. Es el capitán del gran velero Stahlratte renombrado como “La Montaña”. Fue construido para pescar en 1903. Ahora lentamente se acerca al horizonte, donde el cielo y el mar se juntan, con zapatistas a bordo.

El Escuadrón 421 renombraráa a Europa como Slumil K’ajxemk’op, que significa “tierra insumisa” o “tierra que no se resigna, que no se desmaya”.

“¡Zapata vive!”, resuena entre las olas el grito de personas, activistas, defensores de derechos humanos e integrantes del Congreso Nacional Indígena que agitan sus manos, pancartas, mantas o celulares para despedir a la delegación marítima del EZLN.

En los ojos de las delegadas, se ve un pensamiento contemplativo de lo que viene. Miran al cielo, al mar, a quienes les despiden. El cubrebocas recuerda a los pasamontañas que usan. En el barco solo quedó el Escuadrón acompañado de la tripulación del capitán Ludwig, Gabriela Ete, Carl originarios de Alemania y Edwin de Colombia.

Esta despedida la planearon desde antes de su salida en caravana. Les abrazaron y despidieron desde el Caracol de Morelia, Patria Nueva pasando por Roberto Barrios, y de ahí,  cruzar por Tabasco, Campeche, Yucatán y parte de Quintana Roo donde en todo lo largo hay construcción de carreteras y vías del megaproyecto de Tren Maya.

La despedida de los Caracoles

Las y los zapatistas hicieron rituales y formaciones para despedir al Escuadrón 421 en su travesía por el mar.

En el caracol de Morelia les dijeron “¡Semillas llevamos, semillas dejamos, semillas germinarán!”. Los medios libres como Pozol o Radio Zapatista dan cuenta de lo sucedido a través de su cobertura. Desde el Caracol de Morelia subieron a las camionetas cuatro cayucos que los mismos colectivos zapatistas delinearon, cortaron, pintaron, con una proa tallada en madera con forma de jaguar o dibujos hechos por las niñas, niños y niñoas zapatistas.

Los cayucos que forjaron con sus propias manos zapatistas sirven para contar su propia historia, la de sus antepasados la del levantamiento en el 94, la del camino de la autonomía y para resaltar la infancia y lo que hay que proteger.

La despedida incluyó un rezo con bendición por parte de los ancianos y un gran baile popular.

El ambiente festivo predominó a lo largo de la caravana. Pero también las consignas que el Escuadrón 421 escuchó antes de partir, por parte de sus compañeras zapatistas: “Más de 500 años de humillación y desprecio pero aquí estamos”; “Qué viva nuestro origen de raíz maya”; “¡Vivan l@s compañer@s de la delegación zapatista!”. “¡Viva la buena semilla que se regará en el mundo!”.

En patria Nueva, el siguiente caracol por donde pasaron les renombraron como “Ejército de Liberación Mundial”, en Roberto Barrios sonó la marimba. Habló la junta de buen gobierno, les pidió dar a conocer “cómo estamos haciendo el trabajo de nuestra salud autónoma, nuestra educación autónoma, el trabajo de la agroecología, la impartición de la justicia dentro de nuestros pueblos y la zona”.

El Escuadrón 421, además de su pasaporte, cuenta con un documento de las Juntas de Buen gobierno de todos los Caracoles. “También lleven nuestra alegría, nuestra esperanza, nuestra libertad conseguida ya a través de nuestra lucha, la resistencia y rebeldía. Lleven también nuestra esperanza, nuestras flores y fruto del trabajo”, les dijeron, además que vayan con respeto. 

En Roberto Barrios, Pozol describe:

“Cuando el sol alcanzó el zenit, este 27 de abril de 2021 a las doce del día, milicianos zapatistas surgieron y se posicionaron en círculo alrededor de la ceiba majestuosa situada en frente de la entrada del Caracol. Se acercaron enseguida unas mujeres zapatistas hasta el tronco del árbol sagrado de los pueblos mayas y, en silencio, pusieron delicadamente sus manos en él, recordando las raíces profundas de la vida que defienden hasta la muerte”.

En esa despedida, la insurgente Jaquelín emitió la palabra del CCRI-CG:

“Nosotros nos vimos obligados a tomar la decisión de salir a pesar del virus que nos tiene encerrados. El sistema capitalista no se detiene y avanza con el saqueo, el despojo y la destrucción de los seres vivos, como en los proyectos del tren maya, corredor interoceánico entre otros”.

Ya con la encomienda de estos órganos de gobierno y justicia propios de los Caracoles Zapatistas, el Escuadrón 421 siguió su camino por Campeche. Ahí se encontraron no solo con la renovación de vías para hacer un tren, sino con cientos de kilómetros de monocultivo de palma africana, la cual además emite un olor desagradable.

Al hacer una parada en Chablekal, Mérida, el Escuadrón 421 tenía planeado pernoctar ahí y tener reuniones a puerta cerrada con el Congreso Nacional Indígena de la región maya peninsular. Sin embargo, fueron pospuestas y siguieron su paso para establecerse en Valladolid.

Esa noche, durante el recorrido por la autopista, la maquinaría de la constructora ICA no paraba en el tramo cuatro de construcción del megaproyecto Tren maya: Mérida-Cancún. La oscuridad de la selva contrastaba con las luces extremas iluminando las barras gigantes de cemento de la ampliación de la carretera. También se alcanzaron a ver las construcciones de estaciones.

Todo esto lo observó la delegación marítima zapatista en su camino y los tres comandantes a bordo.

Tensión en la Isla donde zarpan

Una mujer artesana con blusa bordada de San Juan Chamula camina por la playa rumbo al puesto donde vende con su familia. Atraviesa al menos tres canciones de moda distintas, pasando por tecno-pop, reguetón y ranchera, vendiendo en una charola pulseras, collares, con bordados. Pasa desapercibida. No vende mucho, los turistas bailan, beben, se acuestan en sofisticadas camas de Mar. El sol no perdona. Ella llega a una sombra donde se encuentra una carriola con su hija que observa hacia afuera. Mientras una señora obesa de tez blanca pasa con una carriola extragrande llena de objetos colgados y un bebé dormido.

Nadie parece notar que hay un gran velero con una manta que dice “Zapatistas, una travesía por la vida”.

Un taxista se enteró que llegaron los zapatistas, fue en un grupo de mensajería por celular de la colonia en donde vive llamada “Los Chiapanecos”, un territorio tomado por familias migrantes desde Chiapas en las orillas de Cancún, en el cual se hizo una comunidad, que también recibe a los parientes que salen de sus tierras. Estas familias trabajan en la isla, así como migrantes de Yucatán o de otros estados, como Puebla.

Así también Maricruz Lozano, joven de 32 años que trabaja como mesera en la playa. Llegó de Puebla y para ella es importante que la cultura “y lo bueno” de México se de a conocer en el mundo, por eso le parece oportuno que esta delegación marítima zapatista viaje y muestre lo que han hecho con sus tierras y cultura.

Ella describe que la vida en la Isla a veces parece monótona. Hay que trabajar, y siempre hay que atender a personas extranjeras. Es más común escuchar a la gente hablar inglés que tsotsil, tseltal o tojolabal.

Los turistas parecen ser mayoría, llaman la atención pues les gusta exhibirse ante el agradable viento que refresca la Isla, usan diminutos carros abiertos como si la isla fuera un campo de golf.

Se siguen en estos carritos, unos a otros contratados por sus paseos de lujo y parecen hormigas que avanzan rumbo al sur, donde se ubica una zona arqueológica fundamental para los mayas: La casa de Ixchel, sitio sagrado para los pueblos mayas que visto desde arriba tiene forma de vientre.

Los zapatistas la invocan en sus comunicados y la eligen como epicentro de una nueva toma, ahora del mar. Ixchel era la diosa del amor, de la luna y la fertilidad, del agua, las medicinas. Trabajadores de este sitio arqueológico cuentan que hay apariciones, milagros y premoniciones en este sitio.

Cuentan que en esta punta sur de Isla Mujeres se pueden aparecer fantasmas de mujeres que no habían podido dar a luz o que hacían muerto en el parto. Hablan de apariciones y de cosas sobrenaturales que han pasado, y hasta llegan a contar sobre mujeres malas que se llevan a los hombres.

Pero en este templo predomina la cruz maya derruida por la sal de mar. Está justo después de una zona ecológica privada y a todas horas hay turistas de tes blanca hablando en inglés pidiendo información pues el sitio no la ofrece.

Desde la proa del barco La Montaña, loa delegadoa Marijose observa la casa de Ixchel. La caravana ha estado llena de ofrendas y rituales. Este barco no se queda atrás. Antes de zarpar, la delegación marítima da una vuelta en círculo en el barco. Es una tarde con muchas nubes y viento fuerte. La Marina publicó que habría mal tiempo y tormentas. Pero para los zapatistas ya es el tiempo. Zarpan un día antes del 3 de mayo, día de Chan Santa Cruz, cuando los mayas rebeldes del siglo 20 hicieron su propio gobierno basado en la autonomía y la libre determinación.

La bandera maya con la que cruza el mar el Escuadrón 421 tiene los colores de los diferentes tipos de maíz, tiene los siete rumbos y porta a los guardianes del pueblo. Rojo es donde nace el sol, negro donde se oculta, blanco es donde nace el aire al norte, amarillo donde se oculta, el azul es corazón del cielo y corazón de la tierra es de color verde. La van a izar en altamar.

“Les vamos a compartir (en Europa) que está en riesgo la vida tanto para los de la ciudad como del campo, es tiempo de despertar. Si no hay vida, no habrá nada (…) Hay que luchar contra el capitalismo porque destruye a la madre naturaleza, a nosotros no. Están los hechos que en estos 500 años no hemos destruido, pero el capitalismo sí. Lo ha destruido, lo ha contaminado. Cada vez peor, por eso dijimos de que se va a desmoronar un día, y es ahí donde así a todos nos va a llevar a la fregada”, asegura el subcomandante Moisés en entrevista, quien queda mirando la línea que se hace cuando ya no ve La Montaña donde se juntan el cielo y el mar.