La rebelión de los Indignados españoles. Diez años del 15M: Una década en tres miradas

Tres miradas para abordar el movimiento más importante de la sociedad española desde la muerte de Franco (aunque seguramente hay muchas más): el movimiento en las calles y plazas, la izquierda de arriba y los abajos en movimiento.



Diez años del 15M: Una década en tres miradas

Raúl Zibechi

Diez años son tiempo suficiente para una aproximación al movimiento más importante de la sociedad española desde la muerte de Franco en 1975. Propongo tres miradas para abordarlo (aunque seguramente hay muchas más): el movimiento en las calles y plazas, la izquierda de arriba y los abajos en movimiento.

Miles en plazas y calles

Las acampadas que comenzaron en la Puerta del Sol, Madrid, y en muchas otras ciudades del Estado Español la noche del 15 de mayo de 2011, al finalizar una manifestación, fueron la respuesta de una generación agobiada doblemente, por las secuelas de la crisis financiera de 2008 y por el bipartidismo PSOE-PP, que cerraban el horizonte de vida a generaciones enteras practicando una democracia restringida.

De ahí que las consignas “Democracia real Ya” y “No somos marionetas en manos de políticos y banqueros”, hayan calado hondo entre cientos de miles de jóvenes que se politizan en la acción colectiva e, inicialmente, en las acampadas masivas.

El movimiento del 15-M condensa años de resistencias locales, regionales y estatales contra el neoliberalismo, la Europa de Maastricht y el avance del capital financiero contra la vida y el planeta. Pero también se referencia en movilizaciones en el mundo, como la revuelta en Grecia en diciembre de 2008 por el asesinato policial del joven Alexandros Grigorópulos en Atenas y las cadena de levantamientos conocidos como Primavera Árabe entre 2011 y 2012.

Cuando las acampadas en más de cincuenta ciudades debieron levantarse, en particular la de Sol y la de Plaza Cataluña en Barcelona que fueron las más emblemáticas, luego de semanas resistiendo, debatiendo y organizándose horizontalmente, el movimiento se arraigó en los barrios. Cientos de asambleas populares nacieron en los más diversos rincones.

Sólo en Madrid, la Comisión de Barrios informó que se habían formado cien comisiones barriales a fines de mayo, en las que participaban 30 mil personas, cuando aún se mantenía la acampada en Sol. Puede estimarse que en todo el Estado hubo más de 500 asambleas, con más de cien mil personas activas organizadas.

En junio se realizó la Marcha Popular Indignada, que en ocho columnas llegó a Madrid desde 16 ciudades para participar en una manifestación masiva y en el Segundo Encuentro Estatal del 15 M.

Luego llegaron las “mareas”, las movilizaciones sectoriales en defensa de derechos vulnerados por las políticas neoliberales. La Marea Verde contra los recortes en la educación; la Marea Blanca por la sanidad; la Marea Azul por el agua y Stop Desahucios en contra de los desalojos de quienes no podían pagar la hipoteca de sus viviendas.

Quizá el más importante haya sido la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) que había nacido en 2009 en Barcelona, en el marco de la crisis de vivienda por la burbuja inmobiliaria. Se define como un movimiento horizontal, no violento, asambleario y apartidista. En diez años el precio de la vivienda subió un 180%, al punto que los jóvenes dedican el 64% de sus ingresos a comprar un piso.

La PAH recuperó más de 50 bloques de edificios y rescató a 4 mil familias de los desahucios, pero hubo más de un millón de desalojos desde 2008 aunque suman 100 mil las viviendas okupadas “ilegalmente”.

El 15M fue un movimiento de nuevo tipo, similar a los que emergieron tras el ‘caracazo’ en Venezuela de 1989. No se basa en la representación sino en la presencia y la acción directas, busca convertir el espacio público en formas de interconexión de las personas afectadas por el modelo y pretende destituir las políticas neoliberales que impulsa el capital financiero. Pero lo más importante, es que el 15M permitió el nacimiento de nuevas realidades: centros sociales, huertas colectivas, espacios de ocio y de formas de vida alternativas.

La izquierda de arriba

El ciclo de protesta iniciado con las acampadas del 15M se fue aplacando y probablemente hacia 2012 o 2013 haya finalizado. Es el mismo proceso que siguen todos los movimientos, que muestran una enorme energía colectiva cuando nacen, para decaer luego de algunos meses y comenzar a transformarse, dando vida a nuevas organizaciones interconectadas pero descentralizadas.

Podemos no hubiera nacido sin el 15M, aunque el movimiento no se propuso formar un partido. Podemos se funda en marzo de 2014, pero un grupo de intelectuales y militantes provenientes de la izquierda (sobre todo Izquierda Unida impulsada por el PCE y Anticapitalistas originada por la LCR), venían promoviendo la formación de una partido que canalizara la indignación colectiva.

Pronto alcanzó los 200 mil afiliados, superando al Partido Socialista y sólo detrás del derechista Partido Popular. En las elecciones de diciembre de 2015 obtuvo el 20%, cinco millones de votos y 69 diputados, siendo el tercer partido más votado. De ahí en adelante, los resultados de Podemos y sus alianzas regionales fueron decayendo, hasta orillar el 10%.

Las polémicas y disputas entre tendencias y liderazgos, fueron la tónica de este período que marcó la segunda mitad de la década. En 2019 se produjo la ruptura con Íñigo Errejón, que había sido apartado de los círculos de decisión, y en 2020 Anticapitalistas abandona la formación.

En enero de 2020, luego de las elecciones generales, Podemos ingresa en el gobierno de coalición con el PSOE, ocupando Pablo Iglesias una de las cuatro vicepresidencias y cuatro ministerios del área social. Un año después Iglesias renunció a su cargo para salvar a Podemos en las elecciones del 4 de mayo en Madrid, donde se produjo una aplastante victoria de la derecha ultra.

Pese a que inicialmente Podemos se presentó como una izquierda diferente, pronto fueron visibles los vicios de las viejas izquierdas. La lucha interna por el poder, los caudillismos patriarcales, las zancadillas y maniobras mostraron una cultura política individualista, que termina justificando desvíos éticos en la disputa por llegar al Estado, definido por los dirigentes como “el cielo”.

A mi modo de ver, Podemos seguirá declinando por el agotamiento del ciclo del 15M, palpable en las elecciones regionales de Madrid, por el crecimiento de su disidencia Más Madrid que superó al socialismo y duplicó largamente la votación de Podemos. En todo caso, el ciclo político ha cambiado de dirección, siendo la derecha la que está a la ofensiva, arrastrando incluso a antiguos votantes de la izquierda.

Uno de los resultados laterales del movimiento 15M fue el crecimiento de las corrientes independentistas en Catalunya, en particular la socialdemocracia de Esquerra Republicana (ERC) y las Candidaturas de Unidad Popular (CUP) que se definen como feministas y anticapitalistas. El creciente rechazo a la monarquía es otra consecuencia indirecta del 15M.

Los abajos se mueven

Los grandes ciclos de luchas sedimentan en una infinidad de grupos locales y en nuevas actitudes de las personas que participaron, que son capaces de tomar iniciativas con las que antes ni siquiera soñaban. Es necesario recoger las experiencias de las decenas de colectivos de base en las que participan miles de personas, para comprender los cambios en curso. Voy a poner apenas un par de ejemplos.

En 2012 se crea el Centro Social L´Horta (la Huerta) en Benimaclet, Valencia, recuperando una parcela engullida por la especulación inmobiliaria. Allí funciona una enorme huerta, biblioteca, reparación de bicicletas, espacio para niños y niñas, taller de serigrafía y un aula de música. Realizan actividades culturales y fiestas, crearon la Anti-Tienda gratuita para dejar y llevar la ropa que necesites, talleres gratuitos de guitarra, flauta, yoga y pastelería vegana.

El espacio se define como anticapitalista y antipatriarcal, apoya el veganismo y rechaza el consumismo. Cuando intentaron desalojarlos, durante la pandemia, cientos de vecinos se pusieron delante de la policía hasta forzarla a retroceder. Hay cientos de huertas comunitarias como L´Horta en todas las ciudades.

Mujeres Sembrando surgió en 2014 en la ciudad de Mérida, en Extremadura. En 2018 abrió un amplio espacio llamado El Sitio de las Mujeres, donde reciben ropa que transforman con máquinas domésticas e industriales, reciben libros y han abierto una “cocina solidaria” que se propone “facilitar el proceso de cambio de las mujeres” a través de hábitos alimenticios saludables, ya que las que acuden son familias empobrecidas.

“Desde el otoño de 2019 algunas mujeres procedentes de Latinoamérica comenzaron a incorporarse al grupo Mujeres Sembrando, muchas compañeras venidas de esos países hermanos, mayoritariamente de Nicaragua, Venezuela y Colombia”, con las que buscan resolver su situación legal como migrantes.

Es un feminismo plebeyo, que lucha por las emancipación “haciéndolo desde abajo, dando voz a la exclusión y la periferia, repartiendo solidaridad también en lo material, generando comunidad, tejiendo redes, ocupando la calle en el sentido más amplio de la palabra”, defendiendo también la autodefensa feminista.

Este amplio espectro de colectivos, entre los que figuran Errekaleor, La Villana de Vallekas, el colectivo Pueblos Vivos que repueblan pueblos abandonados y decenas más que no conocemos, recibirán la gira zapatista.

En algún momento, estos grupos de base impulsarán luchas que recordarán la potencia del 15M. Sería deseable que recordaran las maravillas y los horrores de esta década, que dejó a las personas pobres más empobrecidas, a los ricos más enriquecidos y a los profesionales de la política que se aprovecharon de las luchas, cada vez más cerca de los de arriba y a prudente distancia de los abajos.