Chile: política de alianzas, democracia secuestrada y democracia recuperada
Jaime Yovanovic (Profesor J)
La democracia secuestrada es aquella que irradia el poder desde las alturas patriarcales del verticalismo, jerarquización y autoritarismo del estado para producir la impresión de que es la misma población que prepara en las elecciones las hogueras en que será quemada la democracia real.
Los partidos políticos legales e ilegales, unos, los legales, que acumulan la leña de las hogueras, y los otros, los ilegales que reclutan y nos lanzan los sacerdotes del culto estatal (ellos dicen que será el “estado bueno” como las dictaduras de Ortega en Nicaragua y Maduro en Venezuela) donde encienden las hogueras que acabarán con nuestras esperanzas.
Esa democracia es la culminación de la expropiación (el robo) de la potencia social a la que se le niega la capacidad de autoorganizarse y de autogobernarse desplegando la soberanía popular sin entregarla a los infiltrados en las filas del pueblo que se camuflan con el disfraz de “representantes” y con máscaras y vestimentas de “feministas”, “ecologistas” y toda la parafernalia del halloween electoral, sin dejar que sus seguidores descubran que ir detrás de un partido que aspira al poder es sumarse a las filas del patriarcado que todos criticamos.
La gran victoria del patriarcado es que todos se metan en la trampa de la cueva electoral del oso sosteniendo que adentro está el cielo de los cristianos o las 60 mujeres desnudas del Corán.
Esa es vuestra democracia, una farsa, un truco de prestidigitación, un espejismo a donde traen las ovejas que serán trasquiladas mansamente.
Esa es la política de alianzas que la partidocracia levanta, legales o ilegales, donde se juntan las burocracias dirigentes de los partidos que detrás de las máscaras son todos zorros y a sus seguidores el pueblo tiende la mano para que salgan de la fila y vengan a practicar la democracia cotidiana, la de todos los días, la de los vecinos, pues como dice Eduardo Galeano «Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo».
Así la política de alianza está en el cambio y no en tomar el poder para el cambio, que es la eterna pelea izquierda-derecha que nunca se resuelve ni con revoluciones, que hasta ahora las “vanguardias” las han transformado en dictaduras que no son del proletariado como nos engatusaron, sino de ellos, los lindos, los dirigentes los que se reparten los puestos del poder.
En todos los países del mundo aumenta la abstención electoral y los votantes de izquierda son atraídos por grupos juveniles que terminan subordinados a los mismos socialdemócratas de siempre que en el fondo son los mejores aliados del capital.
A diferencia de ellos, son los propios vecinos los que se están encontrando por barrio, levantan ollas comunes, siembran huertas comunitarias, realizan muchas iniciativas, en fin, están aprendiendo a administrar el barrio desde ellos mismo y así entre varios barrios podrán administra las comunas y luego las regiones. Aquí abajo es que se encuentra de veras la lucha antipatriarcal y se entrelaza con la lucha en defensa de la madre tierra y de la vida. Esa es la recuperación de la democracia
La partidocracia ha gastado la millonada que nunca han visto en estas elecciones porque el empresariado necesita traer de vuelta a las ovejas descarriadas del estallido y teme que la democracia vivida en los barrios sea la forma en que la población pueda desarrollar desde abajo la autogestión generalizada.
Votar es su derecho, pero construir democracia está primero.
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