Ahora podemos respirar la esperanza
(The Zapatistas are Coming!)
John Holloway
Comunizar
A nombre de las mujeres, niños, hombres, ancianos y, claro, otroas zapatistas, declaro que el nombre de esta tierra, a la que sus naturales llaman ahora “Europa”, de aquí en adelante se llamará: SLUMIL K´AJXEMK´OP, que quiere decir “Tierra Insumisa”, o “Tierra que no se resigna, que no desmaya”. Y así será conocida por propios y extraños mientras haya aquí alguien que no se rinda, que no se venda y que no claudique”.(1)
Estas son las palabras que, según escribe el SupGaleano, pronunciará Marijosé cuando pise tierra europea tras cruzar el océno Atlántico en La Montaña, el barco que zarpó de México el 3 de mayo pasado y que llegará a la costa española en algún momento de junio. Marijosé «será loa primeroa zapatista que desembarque» del Escuadrón 421 de siete zapatistas que están navegando en el barco -cuatro son mujeres, dos son varones y unoa es otroa: 4, 2, 1-, para iniciar el Viaje por la Vida, al que se les unirá otro grupo de zapatistas que viajará en avión y que los llevará a una treintena de países en Europa. Este será el primero de los viajes con los que los zapatistas planean conectarse con otras luchas por la vida en todos los continentes de este planeta.
¡Maravilloso! ¡Ridículo! ¡Surrealista! ¡Brillante! ¡Increíblemente hermoso!
Las palabras que pronunciará Marijosé tienen la combinación de humor, sencillez y profundidad teórica que asociamos con los zapatistas desde que se rebelaron por primera vez, el 1 de enero de 1994. Para luchar por la vida, que ahora está tan claramente en peligro, dan la vuelta al mundo al revés. Navegan en dirección opuesta a Colón y los conquistadores, para descubrir un mundo de rebeldes. No van a buscar a los conquistadores y exigirles disculpas, sino que van a buscar insurgentes para unirse a ellos en la lucha. No se habla aquí de imperialismo o colonialismo, nada hay de la larga tradición de la izquierda de imponer definiciones territoriales a los antagonismos sociales, sino que se trata de algo mucho más simple, mucho más directo: los insurgentes de una geografía van a unirse a los insurgentes de otra geografía. Porque esa es la única forma en que podemos crear el futuro.
Una invitación, entonces, no tanto para mostrar solidaridad con los heroicos pueblos indígenas de Chiapas (pues la noción de solidaridad crea inmediatamente un “ellos” en tercera persona) sino a reconocer-y-crear Slumil K´ajxemk’op, la tierra insurgente, a menudo conocida como Europa, una tierra poblada por personas nacidas en diferentes geografías. Una tierra gobernada por el dinero, una tierra que forma parte del Imperio del Dinero, la misma fuerza maligna que gobierna en todos los continentes y nos arrastra en un huracán de destrucción cada vez más agigantado. Una fuerza maligna que gobierna, pero que no lo hace completamente, porque el continente de Europa, como todos los continentes, es una Tierra Insurgente donde la gente no se rinde, no se vende, no se somete.
La insurgencia adquiere muchas formas, porque el Dinero es una hidra con muchas cabezas, cada una con una cara de terror. Eso produce muchos males, todos nuestros de una forma u otra, pues de las varias cosas que nos unen en nuestras diferencias, las dos primeras son: “que hacemos nuestros los dolores de la tierra: la violencia contra las mujeres; la persecución y desprecio a los diferentes en su identidad afectiva, emocional, sexual; el aniquilamiento de la niñez; el genocidio contra los originarios; el racismo; el militarismo; la explotación; el despojo; la destrucción de la naturaleza». Y “el entendimiento de que es un sistema el responsable de estos dolores. El verdugo es un sistema explotador, patriarcal, piramidal, racista, ladrón y criminal: el capitalismo”. La Tierra de los Insurgentes es una tierra de muchas luchas contra las múltiples caras del monstruo.
El viaje de los zapatistas es un acercamiento para tomarse de la mano, no para guiar, sino para compartir. Un apretón de manos, un fluir recíproco de energías, quizás una chispa. Un intercambio de distintas experiencias de la lucha común por matar a la hidra, un aprendizaje que es una enseñanza, una enseñanza que es un aprendizaje. No es sólo un intercambio improvisado, sino la profundización de los intercambios que ya existen desde hace muchos años y que están siendo preparados con mucho cuidado por mucha gente desde que los zapatistas anunciaron su plan, por primera vez, en octubre del año pasado.
Existirán, deberán existir, muchas manos para sostener las suyas. De todas las personas y grupos que, como yo, se han enamorado de ellos a lo largo de los años desde que aparecieron por primera vez. Pero debe ser algo más que eso. Es de esperar que este viaje loco llegue a la gente mucho más allá de los «sospechosos habituales», mucho más allá del mundo los activistas.
Por razones obvias, no han aparecido muchas grandes oleadas de protestas políticas durante el último año, en Europa o en cualquier otro lugar. Pero hay una enorme sensación de asfixia, de frustración reprimida. No podemos respirar. Probablemente existe un sentimiento creciente de que el sistema se está derrumbando, de que el capitalismo no funciona. Puede que no tenga ninguna expresión política clara, o que no se trate de una expresión que reconozcamos como «nuestra» en algún sentido, y probablemente para la mayoría de la gente la principal preocupación en este momento es volver a algún tipo de normalidad, por nociva que sea esa normalidad. Y, sin embargo, existe la conciencia de que el capitalismo es un sistema fallido. Al destruir la diversidad biológica natural, generó una pandemia que ha causado la muerte de millones de personas y ha transformado las condiciones de vida de casi toda la población mundial.
Una pandemia que probablemente sea seguida por otras. La incansable búsqueda de ganancias del capitalismo está produciendo un cambio climático que ya está teniendo enormes consecuencias para la vida humana y para la vida de muchas otras especies. Muchos, o la mayoría de los padres, asumen ahora que sus hijos experimentarán peores condiciones de vida que ellos y, de hecho, son los jóvenes los que están sufriendo las peores consecuencias del fracaso del sistema.
Hay todo un universo de conciencias acerca de que el capitalismo es un fracaso. Muchas personas están “perdiendo la fe en el sistema”, que es un mundo de asfixia y frustración. ¿Se trata de un volcán esperando para entrar en erupción? Quién sabe. Al vivir bajo un volcán (en la ciudad de Puebla, México), conozco lo difícil que es predecir cómo o cuándo ocurrirán las erupciones. Pero Colombia, en los últimos días, muestra la enorme fuerza que pueden adquirir las tensiones reprimidas.
Hay una gran urgencia en todo esto. Cuando los zapatistas se levantaron, en el Año Nuevo de 1994, surgió una gran respuesta de apoyo hacia ellos en México, enormes manifestaciones que obligaron al gobierno mexicano a detener el ataque militar a su movimiento. Una gran ola de simpatía, sí, pero que no fue suficiente para derrocar al Estado y transformar la sociedad en México. No se puede dejar de pensar que si la respuesta hubiera sido mayor, se podría haber detenido la desintegración social que se viene produciendo desde entonces, con cientos de miles de jóvenes asesinados violentamente, más de cien mil “desaparecidos”, más y más mujeres asesinadas cada día por ser mujeres. En Europa, y en todo el mundo, existe una percepción creciente de lo delgada que es la corteza de la civilización. Things fall apart; the centre cannot hold [«Todo se desmorona, el centro no puede sostenerse»]: se cita cada vez más la famosa línea de Yeats de su poema The Second Coming [«La Segunda Venida”]. Pero la civilización no puede salvarse desde el centro. La única forma de crear una sociedad «civilizada» y socialmente aceptable es aboliendo el capitalismo y creando otras formas de vida que se reconozcan mutuamente. La tarea es urgente, las ventanas de la realidad están cerrando.
¿Surrealista? Definitivamente. El surrealismo del viaje zapatista no es un ornamento, está en el corazón de su política. Una y otra vez los zapatistas nos han sorprendido con sus iniciativas, pero esta es quizás la más maravillosa de todas. En medio de la pandemia (y los zapatistas han sido rigurosos en la observancia de las medidas de cuidado, introduciéndolas incluso antes de que el Estado mexicano o la mayoría de los otros Estados hicieran algo), y sin firmar ningún contrato con Netflix, han creado la obra de teatro más asombrosa, que hizo del Océano Atlántico su escenario y luego se extendió a una treintena de geografías diferentes en el continente recién nombrado (ciertamente no bautizado) como Slumil K´ajxemk’op. Esto significa llevar el pensamiento revolucionario zapatista a un lugar al que nunca antes había ido. Es llevar la lucha por la vida y contra el capitalismo (porque la lucha por la vida debe ser una lucha contra el capitalismo) a una nueva dimensión surrealista. El surrealismo es crucial, porque rompe la lógica del capital y su Estado, que arrastra y arrastra y arrastra nuestros sueños de algo mejor en una reproducción del mismo sistema de muerte.
¡Léelos, léelos, léelos! Lee lo que están diciendo. Lee las seis partes del texto en los que anunciaron este viaje loco, léelas en el orden en que fueron escritas, desde la sexta hasta la primera. Lee lo que están contando sobre su viaje, mira sus videos y sus fotografías, la mayoría de los cuales se pueden encontrar en la página de Enlace zapatista en diferentes idiomas. Busca también las páginas Viaje zapatista y La caravana zapatista. Sigue los debates en torno al viaje en páginas como Comunizar. Escúchalos en la Radio zapatista. Lee los comentarios de otras personas -en mi caso he estado leyendo a Jérôme Baschet(2) y a Inés Durán(3)-. Y, sobre todo, únete a ellos en su ridículo viaje. Únete a ellos y déjalos unirse a ti. Comparte sus luchas y sus volcanes surrealistas, y al mismo tiempo totalmente reales. Y tal vez eso nos ayude a todos a respirar la esperanza.
9 de mayo de 2021
Notas:
(1) Escuadrón 421.
(2) «La invasión zapatista»
(3) «Ein Kampf für das Leben, für alle”, Maldekstra, Rosa Luxemburg Stiftung, Berlin, März 2021.
Texto original en inglés, escrito para la revista alemana Contraste. Versión en castellano: Comunizar. El autor agradece a Edith González, Panagiotis Doulos, Néstor López, Marios Panierakis, Azize Aslan, Eloína Peláez y Lars Stubbe, por sus comentarios a una versión anterior.