La Clase Política Colombiana, un mal para no repetir

Avanza el Paro Nacional, avanza hacia un mes en movilizaciones que no bajan de intensidad. Hemos de pensar en lo que sigue, en la construcción de un país desde abajo, desde los pueblos y esa lógica ya esta dándose.



Disputas por el Territorio, Tensiones entre la Guerra y la Paz

La Clase Política Colombiana, un mal para no repetir

Yani Vallejo Duque* y Alfonso Insuasty Rodríguez**

 

Para comenzar a disertar acerca de la clase dirigente de Colombia se hace necesario partir de una simple definición de dicho concepto, que puede ser entendido en el ámbito social como aquel grupo que dispone de la máxima autoridad en materia política y económica, en una sociedad determinada, y entonces es la encargada de decidir políticas de Estado y de gobierno cruciales e importantes en estos sentidos y que terminan por incidir en la vida del resto de los ciudadanos de manera positiva o negativa. (Definición ABC, 2013)

Hace algun tiempo de manera más que llamativa en el periódico El País de España, pudimos leer del escritor Mario Vargas Llosa la descripción desde su punto de vista bastante sesgado, lo que considera es la clase política en Colombia y refirió lo siguiente: “La clase empresarial colombiana, muy moderna, ha hecho progresar al país a unos niveles que envidia el resto de América Latina.” Pero no contento con esta afirmación refirió otra frase de manera más lapidaria, “Si todas las naciones latinoamericanas tuvieran una clase política semejante a la de Colombia, otro sería el destino de ese continente.” (El País, 2021)

Tal vez la distancia física o la ceguera contraevidente común en los seguidores de la derecha más autoritaria, hacen que Vargas Llosa hable de lo que ni se imagina ocurre en Colombia; que como una premonición de respuesta a sus palabras hoy tiene en las calles de nuestro país la voz de los que nunca se han visto representados ni por la clase política ni por la clase empresarial.

La clase política colombiana ha tenido cambios en sus formas, no solo de relacionarse con los poderes del estado sino también con los factores económicos lícitos y claramente con sectores ilícitos que son un factor real de poder en palabras de Ferdinand Lasalle. Pero demos un vistazo a la historia.  

Clase política del siglo XX

Durante todo el siglo XX (1901 a 2000) Colombia estuvo bajo el influjo de un control absoluto de una elite bipartidista, que claramente no representaban a la amplia población del país sino a unos grupos centralizados que solo atendían sus intereses. En términos de Pierre Gilhodes, «los dos partidos nacen en la misma coyuntura de las luchas por las reformas de mediados del siglo XIX. No son obras colectivas sino propuestas intelectuales en torno a las cuales se alineó la clase culta de la época» (Gilhodes, P. 1996).

Los partidos Liberal y Conservador siempre han orbitado alrededor del Estado, entendido este en toda su estructura; pues se hacen no solo al poder del gobierno nacional sino también al poder legislativo en senado y cámara, además de permear todo el poder judicial aplicando el clientelismo como forma de llegar también a estos espacios.

Su apuesta fue la disputa del poder, pero sin resquebrajar el statu quo permitiendo así que sin importan si se tenía de manera plena el Poder burocrático, siempre las condiciones de alternancia pudieran estar intactas; cerrando claramente cualquier participación política diferente a la bipartidista. Centrando su principal lucha en el entorno electoral, como principal legitimador de la segregación política.  

La estructura organizativa de estos partidos correspondía a un Directorio Nacional liderado por un caudillo o figura nacional que a su vez otorgaba el Poder a caudillos o gamonales regionales que simplemente desdoblaban las directrices tomadas en lo más cerrado de la capital del país. De ahí que esa forma de organización haya permitido la división entre poder local y poder nacional, colocando claramente la mayor preponderancia en el líder caudillista nacional y regional; desdeñando los programas o apuestas ideológicas.   

En este momento histórico la figura del clientelismo[iii] fue la mejor estrategia de generar redes que permitían acceder a los votos en las regiones del país, creando así las realizaciones de una especie de patronazgo y dependencia de las regiones al centro de poder en la capital y los directorios políticos.

Tener acceso a los órganos de control era fundamental, porque garantizaba que no se produjeran grandes investigaciones que pudieran revelar esta práctica corrupta y sancionarla, ya que estaba bastante generalizada en ambos partidos y ya se tenía normalizada.    

La clase política del siglo XXI

Uno de los hitos que permitió una especie de apertura sin que se cambiara la hegemonía liberal conservadora, fue la constituyente de 1991 que a pesar de todas las críticas que pueden realizársele, no puede desconocerse que en ella se vieron representados grupos antes totalmente olvidados, por ejemplo los grupos insurgentes que llegaron a una negociación como el M-19, el EPL, el movimiento armado Quintín Lame y el Partido Revolucionario de los Trabajadores. También las comunidades indígenas de todo el país y las comunidades negras; además de un sector estudiantil fuerte que impulso precisamente la figura de la séptima papeleta (Vargas, 2011).

La apertura democrática también llego de la mano de la apertura neoliberal, ambas con las consecuencias que luego analizaremos. La primera de ella permitió la proliferación de movimientos, organizaciones políticas y nuevos partidos que en los primeros cuatro años ya se contaban por cientos; pero apelando al mismo esquema clientelar de representación con algunas excepciones. Para las elecciones legislativas de 1994 y 1998, si bien la mayoría de congresistas seguía siendo de los partidos Liberal y Conservador, ya se contaban más 30 organizaciones con escaños.  La apertura neoliberal llevó al ingreso al país de grandes empresas trasnacionales y la explotación de los recursos naturales a mayor escala, además de la presunta modernización de los tres sectores clásicos de la economía, colocando su mayor preponderancia en la prestación de servicios. Este cambio económico también trajo consigo una nueva forma de hacer la política, ingresando al juego los intereses de las grandes empresas y sobre todo los grandes contratistas del Estado. 

El bipartidismo independiente de su pérdida de protagonismo, supo adecuarse a la nueva dinámica de elección presidencial donde ya no era posible colocar el nombre del partido para elegir al presidente, sino esperar que un nuevo movimiento, por lo regular con una bandera anti política, basada en la crítica férrea a las formas de la política tradicional, ganara la elección para obviamente llegar a un acuerdo burocrático y dejar el camino allanado al gobierno de turno. Tal es el caso de Andrés Pastrana o del mismo Álvaro Uribe, que sin tener mayoría en el congreso al momento de ser elegidos, rápidamente lograron formar una coalición arrolladora sobre la base de la vieja práctica criticada pero útil del clientelismo, que se vio apoyada ya no por los auxilios parlamentarios eliminados en 1991, sino por figuras similares como la inversión social regional que era asignada a los congresistas y terminada en sus propias arcas.    

Para el año 2002, el sistema bipartidista sufre un reacomodo y una recomposición, si bien los dos partidos Liberal y Conservador se mantuvieron con grandes votaciones, estas tenían mayor preponderancia y solidez en lo regional; ya que debido a la cooptación del gobierno este logró la creación de un nuevo partido denominado Partido de la U, en clara alegoría a Uribe Vélez. Por eso para el año 2006, en las elecciones parlamentarias fue esta la primera fuerza en el senado y la segunda en la Cámara de Representantes por detrás del partido Liberal. Para este momento de la historia se da el apoyo irrestricto de los grupos paramilitares a los clanes políticos regionales, que permitió hacerse según ellos al 35% del congreso (Semana, 2005)

Esta alianza entre gobierno nacional, partidos políticos, empresarios y paramilitarismo para ganar elecciones nacionales y locales sería la apuesta ganadora que aún hoy continúa aplicándose de manera mas tecnificada y oculta. 

Características de la clase política actual

-54 familias gobiernan un país de 50 millones de habitantes

-Violencia genera homogenización política, permite que las elites se establezcan en el poder y se consoliden, sin oposición, clanes casas (97 al 2005)

-Corrupción 

-El Estado como botín

-Un capitalismo gansteril

-Fraude electoral

-Contratistas financian a cambio de que se entreguen contratos del Estado que luego son no terminados o realizados de mala calidad con grandes sobre costos

-El narcotráfico también financia las campañas a cambio del Poder local y permitir su manejo regional incluso nacional

Conclusión parcial

Es así que hoy, Colombia no está gobernada por una “clase política” sino por una articulación de castas mafiosas que sin pudor alguno han hecho de lo público su botín privado, han reordenado los territorios a punta de sangre y dolor acumulando tierras, riqueza, poder, han reconfigurado el diseño institucional Estatal a la medida de sus necesidades lógica en la que los derechos son su principal obstáculo, es la aplicación de un neoliberalismo feudal y criminal.

Estamos gobernados por castas criminales y mafias regionales, articuladas a la gran empresa sobre todo financiera y élites de políticos corruptos y cínicos, que ha tomado el control del Estado y ahora temen perder este control, perder el poder sobre la institucionalidad.

Esta articulación denigrante en el Poder, ha hecho de la Fuerza Pública su empresa de vigilancia y de servicios personales a modo de su “Rappi” personal, una plataforma para hacer los mandados. Las movilizaciones, también les sirven a la Fuerza Pública pues se reclama recuperar su honor mancillado, la Lealtad estricta a la constitución y las leyes y que esta fuerza se debe, a su Pueblo.

Las grandes movilizaciones sociales, exigen cambios de fondo, esenciales, no negociaciones espejo, para que toco cambie y que todo, siga igual, evitar que el lugar de la solución sea tomado por una institucionalidad como la tenemos hoy.

Avanza el Paro Nacional, avanza hacia un mes en movilizaciones que no bajan de intensidad. Hemos de pensar en lo que sigue, en la construcción de un país desde abajo, desde los pueblos y esa lógica ya esta dándose.

Referencias

Ariel Ávila Analiza (2018) La clase política colombiana. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=ZyaMn8Y8Nr4 

Definición ABC. (abril de 2013). “Definición de Clase Dirigente”. Obtenido de Definición ABC: https://www.definicionabc.com/politica/clase-dirigente.php

El País. (20 de febrero de 2021). “El Ejemplo Colombiano”. Obtenido de Elpaís.com: https://elpais.com/opinion/2021-02-20/el-ejemplo-colombiano.html?event_log=oklogin&prod=REGCRART&o=cerrado&int=pw_reg_el-pais

Gilhodes, P. (1996), “Sistema de partidos y partidos políticos en Colombia”, en Modernidad, democracia y partidos políticos, s. l., Fidec-Fescol.

Giraldo, F. (2003). Sistema de partidos políticos en Colombia, Bogotá, Centro Editorial Javeriano (Ceja).

Insuasty Rodríguez, A. (2017). ¿De qué hablamos cuando nos referimos al paramilitarismo? El Ágora USB, 17(2), 338-352. Obtenido de http://www.scielo.org.co/pdf/agor/v17n2/1657-8031-agor-17-02-00338.pdf

Insuasty Rodríguez, A. (10 de abril de 2020). Reconfigurar el sentir-pensar de la sociedad. Propósito de las élites. Colombia. Obtenido de Kavilando: https://www.kavilando.org/lineas-kavilando/observatorio-k/7622-reconfigurar-el-sentir-pensar-de-la-sociedad-proposito-de-las-elites-colombia

Insuasty Rodríguez, A. (2015). La posible transformación. Revista Kavilando, 7(1), 3-5. Recuperado a partir de https://kavilando.org/revista/index.php/kavilando/article/view/25

Rojas Bolaños, O., Insuasty Rodríguez, A., Mesa Duque , N., Zuluaga Cometa, H., & Valencia Grajales, J. F. (2020). Teoría social del Falso Positivo. Manipulación y Guerra. Medellín: Universidad Autónoma Latinoamericana. Obtenido de https://www.kavilando.org/lineas-kavilando/observatorio-k/8051-teoria-social-del-falso-positivo-manipulacion-y-guerra-libro

Semana (8 junio de 2005). “jefe paramilitar declara en entrevista que las AUC controlan el 35% del congreso colombiano”. Obtenido de: https://es.wikinews.org/wiki/Jefe_paramilitar_declara_en_entrevista_que_las_AUC_controlan_el_35%25_del_congreso_colombiano

UTERO.PE (2015). “Esto es el Clientelismo político: definición y algunos vergonzosos ejemplos recientes”. Obtenido de UTERO.PE: http://utero.pe/2015/12/17/esto-es-el-clientelismo-politico-definicion-y-algunos-vergonzosos-ejemplos-recientes/

Vargas, A. (2011). El sistema político colombiano al inicio del gobierno de santos. Nueva Sociedad, N°231, enero-febrero. Obtenido de: https://nuso.org/articulo/el-sistema-politico-colombiano-al-inicio-del-gobierno-de-santos/#footnote-3

Zuluaga-Cometa, H., & Insuasty-Rodríguez, A. (2020). Criminalidad – Empresa – Estado. El motor pendular del conflicto armado colombiano. Ratio Juris UNAULA, 15(30), 241-265. https://doi.org/10.24142/raju.v15n30a12

Notas.


* Abogado, especialista en derecho penal, defensor público e investigador Grupo Kavilando. Contacto: yaniw6@gmail.com

** Docente Investigador Universidad de San Buenaventura Medellín, Integrante Red Interuniversitaria por la Paz, actual consejero de Paz Conpaz Medellín sector Universidades, e Integrante grupo Autónomo Kavilando. Contacto: Alfonso.insuasty@gmail.com

[iii]Es un fenómeno netamente político y de gobierno, que describe un tipo de relación entre gobernantes o funcionarios de gobierno, de un lado, y personas o grupos civiles, del otro. La esencia del clientelismo radica en un intercambio de favores entre gobernantes y personas o grupos de ellas —dentro de una relación de mutuo beneficio. Las personas y grupos obtienen del gobierno tratamientos excepcionales, como favores, concesiones, privilegios y exenciones que les representan un provecho propio —como, por ejemplo, ingresos extras a empresas por la prohibición de exportaciones. El gobierno, por su lado, obtiene un beneficio recíproco a cambio del favor concedido, típicamente apoyo con votos en tiempos electorales, o cualquier otro apoyo para mantenerse en el poder —como autocensura en los medios cuando son concesión gubernamental.” (UTERO.PE, 2015)