Fundamentos y formas de la constitución por arriba y de la constitución por abajo. Capítulo 2

Cómo se hace una constitución por arriba y cómo podemos meter la cuchara sin quedar presos ni subordinados al poder.



Fundamentos y formas de la constitución por arriba y de la constitución por abajo. Capítulo 2

Cómo se hace una constitución por arriba y cómo podemos meter la cuchara sin quedar presos ni subordinados al poder.

Jaime Yovanovic (Profesor J), abogado constitucionalista graduado en Cuba y profesor de derecho

 

Normalmente la constitución que sirve para establecer las líneas generales del estado y de la economía de las grandes empresas (¿Por qué piensan que la partidocracia acordó no tocar los convenios internacionales en la constituyente?) se elabora formando un cuerpo selecto que la redacta y que es escogido mediante el sistema de elecciones donde llevan las de ganar los partidos políticos, los independientes que terminan haciendo concesiones a los partidos y los acuerdos entre partidos o ideologías. Pueden hacerse mil formas “participativas”, pero no llegarán a acercarse a los mecanismos resolutivos que van a cortar el queso y por eso quedan patrimonio de la elite de inteligentes. O sea, pueden “participar” multitudes pero al final son los 155 los que deciden.

 

Allá arriba no van a poner en cuestión el poder centralizado en la teoría de los tres poderes de Montesquieu: un poder ejecutivo con la figura del rey, del presidente o del primer ministro; un poder legislativo bi o unicameral y un poder judicial donde el ejecutivo o el legislativo definen los altos cargos. Tampoco meterán mano en si necesitamos o no contar con fuerzas armadas o si las cambiamos por una guardia civil dependiente de la gobernación de cada una de las regiones. Tampoco van a poder cuestionar el estado centralizado para proponer una confederación de regiones que gocen de autonomía -no como la española que cada autonomía depende del centro como dedos a la mano- como la coordinación horizontal de los lof mapuches que rescata la Alianza Territorial Mapuche ATM.

 

Esas imposibilidades no deben ser problema para hacer llegar nuestras conclusiones a los constituyentes, pues así estamos dando la oportunidad de acogerlas y ponerlas en discusión, que llegarán muchas, pero las que nos interesan son aquellas que se basen en la más amplia democracia vecinal en los barrios, pues por dos motivos no podemos entrar a proponer iniciativas centralizadas: el primero es que nuestras propuestas no pueden ser teóricas y abstractas, sino deben ser lo que está a nuestro alcance como mundo de la vida, y el segundo motivo es que tenemos que hacerlo nosotros mismos, para salir del círculo vicioso de que el estado es como nuestro papá y nos resuelve los problemas mediante los llamados “servicios”, que más bien son trampas para tenernos cobijados dentro de las estructuras y ritmos de las actividades centralizadas del poder. Ya todos sabemos que la salud y la educación dejan mucho que desear y se ofrecen a la gente en lo que se llama “servicios clientelares electorales. Es justamente en esas áreas donde argumenta y se fundamenta la necesidad del financiamiento estatal con el “sueldo de Chile” y demás pretextos para entregar los territorios a la voracidad capitalista de las empresas extractivista que destruyen la madre tierra, sean estatales o privadas nacionales e internacionales.

 

Eliminar la cantidad gigante de profesores y trabajadores de la salud que hacen funcionar las maquinarias del estado, sería reconocer que puede reducirse el gasto y transferirlo a las regiones que perfectamente pueden hacerse cargo del desarrollo de una economía circular de proximidad.

 

Cada región puede ser autosuficiente y lo que quede de estado puede constituir equipos de planificadores que estudien y propongan relaciones de equilibrio, balanza y compensaciones de la economía, producción, transporte, servicios y gastos de cada región y la relación horizontal entre ellas.

 

Difícilmente la centralización y las limitaciones legales permitirán siquiera discutir estos puntos en la constituyente, pero así evitamos que nos digan que eso está muy lejos y que mientras llegamos allí hay que jugar el juego del poder, pues al menos les damos pauta de hacia donde puede dirigirse el barco y acá abajo podemos sembrar en esa dirección mientras nos imponen su juego adornado esta vez de bellos derechos que sabemos que el poder no dejará pasar, como ha sucedido en las constituciones progresistas del continente como las de Venezuela y Nicaragua que han terminado en dictaduras con una nueva burguesía llama “boliburguesía”.

 

O sea, entendemos que esta nueva constitución siendo una constitución del poder y la partidocracia, es al mismo tiempo una constitución de transición, no por su enunciado, no por las reglas que predica, sino por la práctica de cambios constructivos que vamos haciendo por abajo concentrando la potencia del protagonismo social de los vecinos de cada barrio, no más en partidos o corrientes que quieren regresar al poder del estado centralizado. Esos cambios en cada barrio no pueden someterse a la nueva constitución que estos gallos harán desde arriba con mucha “participación”, pues eso sería detener los avances alcanzados en cada lugar, pero tampoco pueden ser ilegales, pues serían objeto de la enorme capacidad técnico-represiva que se afina cada vez más mientras los sectores progresistas adornan como árbol de pascua las instituciones con encajes democráticos que no ocultarán que la mona aunque se vista de seda, mona se queda. Ni legales ni ilegales, ni disciplinados ni indisciplinados. La construcción de otro modo de vivir es un camino pacífico y democrático que va creando nuevos usos y costumbres asentados en la confraternización y consensos del tejido vecinal de cada lugar, barrio y territorio. Esa es la constitución de abajo, esa es la constitución o construcción del pueblo que dice adiós a los delegados y “representantes” para asumir las riendas del barrio, de la comuna, la región y la nación de cada pueblo y cada historia hoy sometida por el estado que nos legaron los colonialistas y que asumió la oligarquía para perpetuar su poder.

 

Algunos pensarán que con esta nueva constitución tendremos una victoria, pero no será más que un cambio de motorista del tren que ahora estará adornado con guirnaldas de colores.

 

La conclusión hasta ahora es de que la constitución no es determinante para nuestras vidas, pues la lógica es la contraria: nuestro modo de vida acá abajo y como organicemos por barrio las formas comunitarias y compartidas del buen vivir serán nuestra guía de un camino que hay que hacer.

 

De modo que es condición para contribuir a los constituyentes que podamos tejer nuevas relaciones vecinales en cada barrio, relaciones que contemplen la producción de alimentos, lo servicios necesarios y las formas democráticas de administrar los barrios entre los propios vecinos, las comunas y las regiones.

 

Conversemos y construyamos cada barrio, comuna y territorio, intercambiemos reflexiones y experiencias con autonomía.

 

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Seguimos en el capítulo 3