Ronda de Pensamiento Autónomo después del acto en Congreso. ¿Qué hacer frente a la inseguridad?

07.Abr.04    Análisis y Noticias

La marcha convocada a partir del asesinato de Axel Blumberg fue una de las más importantes de los últimos años. ¿Fue una manifestación de derecha, o heredera del 19 y 20? ¿El tema de la seguridad ciudadana es de derecha? ¿Se lo puede pensar desde la noción de autonomía? ¿Hay un prejuicio en los movimientos sociales contra las víctimas de robos y secuestros? ¿Los movimientos están de espaldas a la sociedad? La Ronda asumió uno de los temas más sensibles del momento. Discusiones, dilemas y propuestas.

Un número incontable de personas (¿50.000, 100.000, 150.000?) marchó el jueves 1º de abril hacia el Congreso, en Buenos Aires, convocado por el caso de Axel Blumberg, joven víctima de un secuestro extorsivo, finalmente asesinado por sus captores.
La multitud, la imagen del padre de Axel, las velas encendidas, el reclamo de mayor seguridad y endurecimiento de penas frente al delito, y la pregunta “¿qué hacer frente a esto?” se impusieron como tema excluyente de la Ronda de Pensamiento Autónomo de abril.
La Ronda es un encuentro que se realiza desde hace casi un año y medio, el primer sábado de cada mes, en Roca Negra, una fábrica abandonada en Camino General Belgrano y Méndez, de Lanús. Reúne a integrantes de diversos movimientos y experiencias sociales que reivindican la idea de autonomía frente al Estdo, los partidos políticos, y otras invenciones a las que atribuyen un rol de control y subordinación.
Este sábado, bajo una temperatura técnicamente infernal (el otoño no había conseguido aún ser autónomo con respecto al verano), unos 40 participantes de la Ronda se instalaron bajo la sombra de uno de los galpones derruidos. El tema surgió de la conversación entre dos de los participantes y motivó una intervención inicial de Ezequiel, de la asamblea de El Cid Campeador, con un argumento que encendió varias polémicas en una de las rondas más movidas y ricas de los últimos tiempos:

“La movilización del otro día, según varios comentarios de compañeros de la asamblea, fue vista como un acto fascista. Uno dijo directamente que era un acto de Mussolini”.
A mí me pareció lo contrario. Para mí fue una manifestación de política autónoma, que no tiene que ver con el Estado ni con los partidos políticos. Y que tampoco tiene que ver con nosotros, que no lo impulsamos ni mucho menos”.
“Me parece que ninguneamos este tema, que fue la movilización más grande de los últimos años. Y lo ninguneamos porque tenemos dificultad para hacernos cargo del tema de seguridad, que es un problema cotidiano para la mayoría de la población. Para mis compañeros, el tema estaba inmediatamente asociado al fascismo y a la derecha. Como que querer que no te maten y querer estar seguro es ser un facho”.
“Hace falta posicionarnos frente a este reclamo, que logró movilizar a tanta cantidad de gente, incluso a algunos por primera vez en su vida. Muchos grupos salieron a la calle en forma bastante auto organizada. Puede ser que algunos medios hayan jugado un rol, pero no me parece que fuera una manifestación organizada por Radio 10, como decían algunos compañeros. Fue mucho más que eso”.
“Lo que pasó el jueves fue heredero del 19 y 20 de diciembre del 2001. Esa gente salió con un aprendizaje de lo que había sido ganar la calle el 19 y 20. Es positivo que haya salido a decir: tenemos un problema, vamos a encararlo colectivamente. Esa gente chiflaba a los políticos, salvo a Kirchner que no fue mencionado, y también a la policía. Y en todo eso hay una potencialidad. No es la primera vez, porque vienen habiendo movilizaciones más chicas en el resto del país y del conurbano sobre el tema de seguridad. Los vecinos se auto organizan, e incluso hubo ataques a comisarías por este tema”.
“Pero me parece que no estamos mentalmente preparados para apreciar lo que esto significa, la potencialidad que tiene. Al contrario, se dice que son fascistas los preocupados por el tema de seguridad. Mi temor es que sea una profecía auto cumplida. Le decís fascista a alguien que, como no lo escuchás ni le das pelota, termina yéndose con la derecha que es la única que parece dispuesta a escuchar este tema”.
Hubo varios rondistas que parecieron de acuerdo. Gloria: “Yo también sentí que era una posición autónoma. Y me impresionó la magnitud y la no agresividad del reclamo. Además, es un problema que tenemos todos. Para cualquiera que tiene hijos, nietos, realmente el tema de los secuestros y la inseguridad es una preocupación. Incluso escuché al señor Blumberg comentar que dos chicos de una villa le dijeron que la policía les da armas para ir a robar. No le veo a eso un tinte fascista”.

Estela forma parte de una comisión contra la represión policial y la impunidad, en la zona norte del conurbano: “El problema es de qué seguridad hablamos. Hay gente que se acerca y pide policía, un patrullero en la esquina. Lo que contó el señor Blumberg sobre los chicos de la villa es real. Por suerte alguien le dio prensa. Tenemos muchísimos testimonios de chicos que cuentan eso, pero no viene ningún medio a tomarlo”.
Mencionó otra realidad: “Esta campaña se hace en función de que Axel era un chico de buena familia, buen promedio…”, alguien intercaló “rubio”. Dijo Estela: “Si hubiera sido un chico que se drogaba, que afanaba, ¿no habría que hacer marchas?”. Nadie respondió.
“Estamos trabajando desde hace un año y medio con el caso de Martín Suárez. Lo mataron porque lo confundieron con un ladrón, dicen. No. Este pibe no robó las zapatillas. Pero si las hubiera robado, la policía no hubiera tenido que actuar de esa manera”.
Otra construcción de los medios para este caso fue plantear que Axel era un chico “que se estaba por recibir de ingeniero, con futuro, como si la vida de otras víctimas no valiera tanto”. Estela contó que en la zona norte hay mesas juntando firmas por el caso Axel. “Eso no es tan espontáneo. Hay carteles en los postes llamando a firmar. Y la gente hace cola. ¿Esto lo logra un papá con su dolor? Todo el mundo tiene esas planillas y las hace circular”.
Otro argumento: “El señor Blumberg fue bastante cauto. Pero hay una derechización en ese discurso. No compremos tan rápido. El pibe que entra una vez a la comisaría o a la cárcel, chau, perdió. La policía, al que lo paran por portación de cara, le piden el documento, se lo rompen en la cara, y lo llevan preso por no tener documentos. Esto pasa todo el tiempo. Respeto el dolor de ese hombre, pero no sé que hay detrás del señor Blumberg”.

Otra participante puso reparos con relación a la espontaneidad que se atribuye al acto. “Además de lo de las radios convocando histéricamente a la gente, hubo una campaña telefónica con mensajes grabados invitando a la marcha en toda la zona norte, desde Belgrano hasta San Isidro, y también por Congreso. Sobre el discurso, hubo mucha discriminación en la valorización de las personas de acuerdo a quién sos o dejás de ser. Se valora tu vida según de dónde vengas”.
A su lado, otra mujer contó: “Yo soy secretaria de un amigo del señor Blumberg. Otro amigo de Blumberg -que también es empresario textil- me llamó y me contó qué él se encargó de hacer 20.000 camisetas. Todo el núcleo de empresarios textiles amigos suyos interviene en esto. Es gente de poder económico y muy menemista, para más datos”, sostuvo esta dama.
Otro rondista porteño estableció un aporte crucial al diálogo que se iba amasando. “No hay temas fascistas. Lo fascista puede ser la manera como se encara un tema. Seguridad, salud, trabajo, inmigración, cualquier tema puede ser encarado de modo autoritario o fascista, o de una manera autónoma y auto gestionaria”.
Sobre los medios de comunicación: “Tienen poder, pero no es absoluto. Siempre recuerdo lo que dijo Perón: ‘en el 45, con todos los medios en contra, llegué al poder. En el 55 tenía a todos a favor, y me echaron’. No hay que sobre valorar a los medios. El acto fue una gran mezcla, como lo fue el 19 y 20. Aquella vez había gente que quería echar a De la Rúa y llamar a elecciones, otros querían tomar la Casa Rosada y hacer el soviet, otros querían democratizar el Congreso. Acá también estaban los que piensan que si un tipo no es rubio o con una renta de 1.000 dólares mensuales, es un delincuente, un drogadicto o un subversivo. Otros querían una policía honesta que nos cuide. Otros reclamaban contra la policía como órgano ejecutor de la política del Estado. Me parece que los que le ponen a esto el cartel de fascista o autoritario buscan una manera fácil de sacarse el problema de encima y lavarse las manos”.
Sobre Blumberg: “Ojo que muchos familiares de desaparecidos tuvieron una evolución, desde los primeros tiempos hasta ahora. Este hombre puede ser un menemista o lo que sea, pero no sabemos qué cambios puede experimentar frente a un hecho traumático como es la pérdida de un hijo. Su discurso fue bastante esquizofrénico. Cuestionaba a la policía y al poder político, y por otro lado pedía la baja de la edad de imputabilidad, más cárceles, más penas, la discriminación hacia los detenidos. No podemos pedirle peras al olmo. Ese hombre no sabemos cómo pensaba cuando iba con su auto a buscar a su hijo al club de rugby, capaz que se encontraba con un piquete y pensaba ‘estos son todos negros subversivos que no quieren laburar’. Yo diría que hay que darle tiempo sin soslayar toda la carga ideológica y cultural que tiene este individuo. En esa marcha habrá que ir separando la paja y el trigo, porque puede ser que hubiera gente que quisiera disciplinar, pero también había quienes reclaman otra forma de justicia. Otra forma de sociedad”.

Otra voz, de un señor canoso y de bigotes, con un plateo drástico:
“Me parece que la gente que se movilizó no tiene nada que ver con nosotros. Algunos serían más o menos democráticos, pero están en la vereda de enfrente. La verdad es que no hay solución para el problema de la seguridad. Estamos en una guerra civil disimulada. El que tiene trabajo está en un frente, y el que no tiene, está en el frente contrario. Entonces el de la seguridad es un reclamo de una clase social, de una mentalidad burguesa. Uno puede decir que los pobres son víctimas también de la inseguridad, pero no salen a reclamar. Es una guerra a nivel mundial, por los recursos. Y el recurso fundamental es el trabajo. Por eso no hay posibilidad de solucionar el problema. Tenemos que aprender a vivir en un mundo muy inseguro”.

Julio, quien casi no tuvo que oficiar como coordinador porque el diálogo iba fluyendo con una naturalidad inusual, agregó una mirada política: “Esta situación hay que inscribirla en la lucha política entre el gobierno central y el provincial. Hay una lucha entre facciones. Y si hay dudas sobre cómo caracterizar todo esto, miremos los resultados. Solá decretó la emergencia de seguridad bonaerense y declaró que quiere saturar el territorio de policías. Suena a Isabelita hablando de aniquilar a los subversivos. Entonces lo que hay en escena no es solo un secuestro y una muerte, sino la lucha entre facciones que están discutiendo el reparto de poder de los próximos años”.
Otra voz, de un rondista barbado: “La convocatoria fue trabajada por los medios. Se nota el aprendizaje que tiene el poder sobre la capacidad de organización de la gente. Yo pasé por la marcha y se percibía esa cuestión de potencia, de reconocerse, que había el 19 de diciembre a la noche y el 20. Era una sensación casi física, en ese momento en el que todos levantaban las velas”.
“Otra cuestión: el petitorio no estaba dirigido por nadie. Lo lleva adelante la gente auto organizada, simplemente hay que entrar a la página de Infobae (risas). Tenemos que encontrar una respuesta no pensando que la gente es nuestra enemiga o que son todos fachos, sino teniendo en cuenta de dónde viene esa política que está planteando el poder”.
Julio retomó brevemente la palabra para aclarar que una diferencia crucial con el 19 y 20 es que aquellas jornadas tuvieron violencia.
Neka, del MTD (Movimiento de Trabajadores Desocupados) de Solano, profundizó aún más el debate: “Yo creo que no hay posibilidad de seguridad con un Estado policía. Sí la hay, en cambio, con otra manera de pensarnos como sujetos capaces de auto organizarnos y defendernos ante lo que nos están imponiendo. Todo lo que aparece como espectacular -yo no quito nada de importancia a la gente movilizada en la calle- pero hay que tener cuidado en cómo se utiliza eso. Recordemos cómo se utilizaron los saqueos el 19 de diciembre. Hay que tener cuidado de no desgastarnos en estas lógicas que intentan imponernos todo el tiempo los medios”.
“¿Cuál es hoy el desafío hacia las organizaciones y los movimientos? Nosotros desde el año pasado venimos trabajando en el tema de seguridad, charlando con los vecinos. Y lo que está más instalado en el barrio es la inseguridad frente al que viene a afanar o aquel que está drogado, y con eso se disfraza la verdadera esencia de lo que es la inseguridad”.
“Pero se viene notando la fuerte presencia de la policía y la gendarmería en los barrios. Están en las esquinas. vigilando a los negocios y las casas. En realidad, me parece que nos están vigilando a nosotros”.
“Tal vez este Estado al que le estamos exigiendo seguridad es el mismo que reprime a los compañeros (señalando a una delegación de la comunidad kolla-guaraní salteña presente en la Ronda) y está permitiendo el desalojo y el saqueo de sus tierras a favor de los monopolios”.
“Me parece importante profundizar en ese tema, pero también me parece importante pensar cómo construir algo diferente a eso,
Es muy interesante que estemos todos en la calle. Pero además de eso, cotidianamente, en los lugares donde trabajamos, tenemos que ver qué es lo que podemos construir nosotros, qué debates podemos dar, qué cosas concretas podemos hacer”.

¿La marcha contra la inseguridad fue una respuesta de la derecha a la marcha de los movimientos de derechos humanos del 24 de marzo? Así lo percibió Víctor, quien volvió a darle un cariz más político al debate.
“Es la primera concentración que arma la derecha, fuerte, que tiene la utilidad de presionar a Kirchner. Por eso se desvió una columna a Plaza de Mayo, pensando que Kirchner estaba en Buenos Aires”.
“La gente movilizada en la calle no significa que tengamos que estar en cada movilización. Si hacemos historia, los nazis, los fascistas o Franco también movilizaban. Acá hubo una movilización por Malvinas apoyando a Galtieri cuando habían cagado a palos y a gases a la gente tres días antes”.
“Todo esto estuvo muy direccionado. Hay un espacio de la derecha que ha salido a la calle a dar pelea. Y es bien clarita la cuestión de clase. Cuando el padre de este chico dice ‘que nuestros hijos puedan salir a la calle’ demuestra que la burguesía, que ayudó a destruir este país, encuentra que sus hijos no están seguros”.
Sobre los medios: “Era cómico escuchar a Radio Mitre sumándose a Canal 9 y Radio 10, pero diciendo que no había que pedir pena de muerte”.
“Me preocupan mucho los 10 ó 15 puntos que plantearon. Lo de la baja en la edad de imputabilidad a 14 años, y todo lo demás. Y la prohibición de armas… sabemos que en esa marcha, si les revisamos las 4 x 4, todas tienen una pistola ahí adentro. El nivel de armamento que tiene la burguesía en este país es cada vez mayor, los polígonos privados de tiro son cada vez más”.
“Además, hay una disputa de espacios de poder. Cuando el padre de este chico habla de ‘nuestros’ derechos humanos y de los derechos humanos de los delincuentes, no jodamos: es clavado el discurso de la derecha. Entonces yo veo que esta marcha fue una manera de contestar a la movilización del 24 de marzo, y al tema de la ESMA. La derecha tiene un espacio muy grande, con mucho pelotudo que se sube a eso”.

Hubo algunos comentarios levemente indignados y a la vez redundantes sobre la atención que se les presta a las víctimas según su clase social y aspecto.
El rondista canoso y de bigotes que había planteado las cosas en términos de guerra civil entre clases, dijo: “Hay una clase que está segura, asegurada, tiene futuro. ¿Qué pasa con los que no tenemos esa seguridad? Todos nos sentimos inseguros, pero esto es mucho más profundo. No tenemos que darle el gusto a esa gente, a esa burguesía, de que se sientan seguros. No pueden, como no podemos nosotros”.
“Me parece que estamos entrando en un callejón sin salida. ¿Acordar con ellos un concepto de seguridad? No, tenemos que disputarles el concepto de seguridad. Tenemos que generar otro tipo de seguridad, no la de tener la casa asegurada, la plata en el banco”.
Neka: “En este sistema, la inseguridad es que nos roban la libertad, la dignidad, y encima también nos imponen vivir en este tipo de seguridad”.

Ezequiel, que había lanzado el debate, volvió a hablar para avivar aún más la polémica:
“Me voy a poner en el lugar antipático de decir que todo lo que estoy escuchando me decepciona muchísimo. Estamos repitiendo cosas que son totalmente sabidas acá entre nosotros. ¿Es necesario decir que el Estado y la derecha buscan manipular las cosas a su favor? ¿Es necesario decir que el hecho de que Axel sea de clase media y rubio favoreció que la clase media le diera pelota, y que si hubiera sido negrito no? ¿Es necesario hablar así, acá, entre nosotros?”
“Creo que le estamos sacando el culo a la jeringa olímpicamente. Acá la derecha prende porque sabe hacer una cosa: escuchar. Y nosotros estamos perdiendo esa capacidad. Estamos saturados de ideología, y la ideología nos lleva a lugares muy extraños, muy lejanos de un sentido común, de una cosa que nos relacione un poco más con las vivencias que tiene la gente en general”.
“Yo crecí en un cordón industrial, la gente vivía el problema de la inseguridad como algo muy grave, los violaban, los mataban y demás y no veo que el miedo a que te maten, te violen, te roben o te peguen sea de derecha”.
“Ahora ¿por qué la ideología nos lleva a pensar que no querer que te maten es ser burgués? No lo entiendo. Viene alguien y te dice: hay una banda de delincuentes en la esquina, ponele que justo esta banda no tiene vínculo con la policía. Nosotros ¿qué decimos?: ‘Lo que pasa es que el imperialismo y la globalización blablá, la seguridad es ficticia porque se trata de un problema de poder, bla bla blá’.
“Pero el hecho es que el problema concreto de esa persona es que el capitalismo se manifiesta como que el chabón de la esquina puede venir a matarlo para robarle lo que sea. Su problema con el capitalismo es ese. Ahora, si vamos y le decimos: ‘No, vos no tenés en cuenta que la seguridad es un concepto ligado con la ideología burguesa’ el tipo se va con Patti. Se acabó, y no lo recuperaste más. Yo escuchaba algunas cosas y me daban ganas a mí de irme con Patti”. (Se solicita al ex comisario Patti que no malinteprete a Ezequiel que estaba un tanto imbuido del arte de la exageración).
“Esto es esquivarle el culo a la jeringa. Todos sabemos qué es el sistema, el capitalismo, pero no esquivemos el problema práctico de personas concretas que se ven amenazadas por personas concretas que las quieren matar para robarles. Ya sé que el Estado aprende cómo manipular a la gente. Lo que me importa es cómo aprendemos nosotros. No veo que estemos aprendiendo”.
“Yo no sé qué rol jugaron los medios, pero me enteré de la movilización por mails que me mandaron mis hermanos, que no son de derecha”.
“Lo que más me preocupó del discurso es el tema de los derechos humanos. Acá parece que los derechos humanos son solo para los delincuentes y no para las otras personas. Frente a esa apelación podemos decir: ’sos un facho hijo de puta’. Pero a mí me parece que ahí hay algo para escuchar. Cada vez que una persona no politizada se topa con alguno de nosotros que somos defensores de los derechos humanos, y le dice: ‘yo tengo un problema, me quieren matar’ le contestamos “sos un facho hijo de puta”.
(Debe decirse que no es fácil imaginar a ningún integrante de la Ronda contestando semejantes cosas a persona alguna en esa situación).
“Entonces a esa persona, no le damos pelota. Dejemos de esquivarle el culo a la jeringa (imagen inquietante que gozó de un inusitado rating en la oratoria del sábado), dejemos de decir que hay que rechazar el problema de la inseguridad porque es burgués. Estamos rechazando algo que afecta al 99 por ciento de la gente de este país. Y con rechazarlos no se resuelve el problema, porque se van con Patti”.
En este punto dos rondistas cuchichearon con cierto alivio que las adhesiones al ex comisario Patti no son tan verificables, ya que no logró imponerse fuera de Escobar. Al menos por ahora.
Gloria: “Acá nadie rechaza a alguien que diga que tiene ese problema”
Ezequiel: “Viene alguien y dice que tiene miedo porque le quieren pegar, y vos le contestás: no podés pedirle que te defienda al Estado que expulsó a los kolla-guaraní. Y el tipo dice ¿qué hago?”
Vicky, del MTD de Guernica: “Claro que es genial que la gente se haya movilizado. Pero se movilizó la clase media. No discriminamos absolutamente a nadie, pero se movilizaron las organizaciones religiosas, vinculadas a los atentados a la AMIA y la Embajada de Israel, todos los que fueron golpeados violentamente. Y está muy bien. Pero no estaban los golpeados por el hambre, los sectores marginados”.
“Hay que evaluar quién generó la violencia para hablar de inseguridad. El Estado la generó, dejó laburando a asesinos y criminales en todos los sectores. Tenés a la SIDE, la policía, la interna peronista, toda la mierda en el mismo bollo”.
Ezequiel: “Ese no es el tema”, supuso.
Vicky: “La seguridad la tenemos que generar entre todos. Pero ¿desde dónde? ¿Qué hacemos con los pibes que afanan? O te creés que, por ser pobres, nosotros no sufrimos violaciones o robos? Pero no por eso pedimos pena de muerte ni que baje la edad de detención, sino que estamos tratando de ver en cada lugar es cómo la violencia -que el Estado generó- la transformamos en otra cosa. ¿Sabés qué hacen con los pibes que encierran en los penales por delitos en la calle? Hace poco me desayuné con que quienes son adictos no son tratados en los penales, ni siquiera en los penales que son psiquiátricos. Les dan drogas de remplazo para las que consumían antes. Así van generando un resentimiento asqueroso y cuando salen, estos pibes que no son clase media y alta sino pobres y marginados, salen mucho más resentidos, con las mismas adicciones o más fortalecidas”.
Ezequiel: “Eso lo sabemos todos”.
Vicky: “Entonces ¿sabés qué, flaco? Si todos lo sabemos, lo que falta es compromiso. Laburemos con los pibes de la esquina que son los que te pueden venir a afanar el televisor o darte un golpe en la calle, que es lo que está pasando, para transformarlos y mostrarles que el enemigo no sos vos, que tenés zapatillas, vos sino otro”.
Ezequiel: “Yo lo que estoy escuchando es a gente que al tipo que dice ‘tengo miedo de que me maten’, le contestan ’sos un facho, sos de derecha’.
Ezequiel pidió perdón atendiendo a un diagnóstico de Julio: “Pará, estás polarizado”. Julio dijo que nunca tuvo problemas de seguridad: “Tal vez es porque no tengan nada que afanarme”. El problema, especuló, es la instrumentación del asunto. “Si lo instrumento para saturar la provincia de policías es distinto que si lo instrumento para responderle a un Estado que está acosando continuamente”.
Ezequiel seguía polarizado: “Pero lo que yo escucho es que si alguien plantea que tiene el problema de la inseguridad, le contestan ’sos un facho’ y le dicen que es un burgués”.
La Ronda ya era un vocerío en el que alguien señaló: “Nadie le dice burgués a una persona con problemas. Lo que sí le decís es que se junte con sus vecinos, que es lo que hacemos nosotros”.
Neka: “Lo que sale de esta discusión es ¿qué hacemos nosotros? Ese es el desafío que encaramos en los barrios concretos, con personas concretas”.
Viky: “A nosotros nos pasó en el barrio con chicos que se están drogando. Lo que hicimos fue encararlos y decirles: ustedes tocan a alguien del barrio o alguno de los compañeros, y se la van a ver con nosotros. No vamos a ir a buscar a la cana, porque van a entrar por una puerta y salir por la otra, y la cana los va a terminar usando a ustedes contra nosotros”.
“Esto lo estamos haciendo hace dos años, y hemos logrado un equilibrio”.

Una rondista morocha: “Por eso digo que los medios convocan montándose sobre todo el trabajo que han venido haciendo asambleas y movimientos populares. Y son justamente los movimientos, en los territorios, los no tienen forma de sacarle el culo a la jeringa. Ni aunque quisieran. Ahí hay que dar respuestas diarias. No es que en este tema no hay respuesta. Al contrario, los movimientos no han hecho más que ponerle el cuerpo a las consecuencias de lo que este Estado generó. ¿Quién puede hacer algo contra el miedo? Nosotros, creando confianza. Y la inseguridad, para nosotros es represión. Las fuerzas oficiales y legítimas del Estado actuando contra los ciudadanos. Algunos, en sus horas de trabajo, y otros haciendo horas extras”.
“Frente a eso, muchísimos están dando batalla de un modo u otro. No es que de un día para el otro aparecieron 150.000 personas en la plaza”.

Una señora de la comisión contra la represión y el gatillo fácil de la zona norte del conurbano contó que en cierta oportunidad unos chicos de la calle robaron una alcancía con la que vecinos y cartoneros estaban realizando una colecta. “Los que corrieron a esos chicos fueron los cartoneros, que les dijeron ‘acá venimos a comer, a trabajar y a estar juntos’. Eso demuestra que todo depende de cómo nos posicionemos”.
Valdemar, del MTD de Solano: “Hablando de cómo se canaliza la violencia en los barrios, yo contaba alguna vez que nuestro movimiento está formado en un 40 % por pibes chorros, pibes delincuentes, o de la calle. Y nosotros no le cerramos las puertas a nadie. ¿Por qué se creen que en los piquetes los que van al frente, los grupos de seguridad, son los pibes que están en las esquinas? Nnosotros les decimos: mirá, hermano, acá hay una asamblea, un lugar donde podés ser escuchado. La policía toda la vida los basureó, los torturó, los golpeó. El día que los tipos tienen un palo en la mano ¿a dónde van a canalizar esa bronca? Les decimos: no vayas a afanar a otro chico. Teníamos un lema: acá en el barrio no se afana. Tenés bronca, hay que canalizarla contra el que la genera. Trabajábamos en talleres la seguridad, por qué nosotros tenemos que utilizar la auto defensa y recuperar la dignidad”.

¿Y la violencia? Dijo Valdemar:
“Tenemos que hacer todo lo contrario de lo que quiere el sistema. El sistema quiere que nos volvamos violentos. Nosotros, todo lo contrario, vamos a construir una sociedad distinta, y vamos a sacar esa violencia hacia otro lado. Y si los demás vienen con violencia, nos tenemos que defender. Pero acá en el barrio, discutamos quién nos metió esa violencia adentro, por qué la tenemos. Esa es una manera que tenemos para canalizar. No vamos a negar que hay alguno que más de una vez se afanó una zapatilla, una bicicleta o haya sido procesado por robo o lo que sea. Son personas concretas. Entonces, yo no creo que lo que hacemos sea hablar en abstracto”.
“Ahora piden bajar la edad de las penas, aumentar los años de condena. Pero pregunto: ¿Escuchaste que pidan endurece la pena a los jueces por prevaricato, por sacar a los delincuentes rápido, hablo de los delincuentes en serio, los de guante blanco?”

Víctor: “Esta marcha lo que va a permitir es la vuelta de los escuadrones de la muerte”.
“Para mí las clases existen. Y la propiedad privada tiene un sentido en todo esto. Yo tengo un boliche, me asaltaron un par de veces. Vivo en un Boulogne, una zona donde aprendés lo que es que te afanen. Pero yo tengo como valor supremo la vida. No la propiedad privada. Si agarramos los últimos 40 casos de muerte por robo, la mayoría ha sido por no entregar el coche. Si hacemos un análisis de los canas muertos, hay 10 que fueron por robo de su auto. Por eso se dejan matar”.
“Acá no se le escapa el culo a la jeringa. Pero sí: yo tengo una ideología. Me importa tres carajos la propiedad privada. Pero no me voy a hacer matar por la cámara de fotos. No todos piensan lo mismo. La violencia también es que mueran 150 pibes por día por enfermedades, por desnutrición. Lo mismo dije después del acto de la ESMA. Todo muy lindo, hermano, pero mañana se siguen muriendo los pibes, y yo milito para que eso no pase. Yo discuto desde esa perspectiva ideológica. Si soy un cavernícola lo lamento”.
Martín, del grupo Intergaláctika, le dio la razón a Ezequiel en su planteo. “Me parece que el desafío es cómo construir no sólo nuestras experiencias, sino discursos y políticas que salgan a disputar los sentidos hegemónicos”.
“Y voy a traer algo tal vez polémico. Casi ni siquiera fue tema de debate que Enero Autónomo se construyera en diálogo con los movimientos, pero de espalda a la sociedad. Se discutió alguna vez si se debía publicitar en los medios, pero hubo consenso de que no. Es el hecho político más notorio que construimos acá. Esa incapacidad para articularse con demandas legítimas de la gente común, eso es lo que yo también veo en la demanda de Ezequiel”.
“Existen las experiencias específicas de respuesta a este problema de la lucha contra la inseguridad. Pero no es suficiente. La derecha nos acaba de demostrar que lo que estamos haciendo no es suficiente. Hay que pensar que va a haber que construir políticas, discursos colectivos, etcétera, que den respuesta a este tema”.
“Como reflexión final. Las experiencias autónomas, o como las querramos llamar, no deben construirse de espaldas a la sociedad. Ese es el balance que hago a esta altura”. Quedó flotando una duda: ¿darle la espalda a los medios comerciales es darle la espalda a la sociedad?
(Enero Autónomo fue un evento organizado por la Ronda en el susodicho mes de este año. Toda la información está en esta página).
Alguien preguntó a Martín: ¿Qué es la gente común?
“La que no pertenece al microclima. El asunto es ¿cómo podemos pensar una política alternativa para este tema?”
Alejandra, rubia y de ojos celestes que vive en La Lucila, aclaró que saturar la calle de gendarmes la llena de enorme inseguridad. “Los quiero lejos de mi cuerpo y de mi familia”. Rechazó, de paso, la idea de que “hablar de movimiento popular siempre se relacione con los pobres o los marginados”.
Patricio, docente de asistencia perfecta a la Ronda, emitió la siguiente profecía: “La apelación de Ezequiel sirvió porque por fin aquí se pudo contar cómo se le da respuesta concreta a un problema concreto. Pude escuchar experiencias de Solano, de la zona norte, de Guernica. Estoy de acuerdo cuando él (por Martín) dice que no hay que darle la espalda a la sociedad. Y creo que hay que disolver cierta forma de ghetto que se tiene para resolver los problemas. Si la Ronda tiene una virtud, si este grupo resulta lo más valioso que se puede encontrar en este momento, es porque acá podemos discutir personas de diversas experiencias en un plano de relativa igualdad. Esto no está pasando en otros lados, y reitero el valor que tiene esa posibilidad. Es un tipo de relación novedosa. En otros ámbitos se le rinde pleitesía al pobrerío organizado y se le da la razón en todo. De todos modos, me parece que eso no alcanza. No se solucionan las cosas con cada uno en su sector. Hay que intentar integrar nuestras experiencias, para que se potencien, reunirse en comisiones, discutir, plantear propuestas: creo que no hacer ese tipo de cosas ha sido la debilidad de este espacio”.
Con respecto a la actualidad de los movimientos sociales, otra impresión: “Me parece que el tema de derechos humanos se cerró en la Argentina. Yo empecé a militar en los 80 y aprendí con Hebe de Bonafini que los museos clausuran la memoria, y que los desaparecidos tienen que estar en banderas que sirvan para movilizarnos. Después de 25 años escucho lo contrario, la discusión por los gobernadores y tonterías por el estilo. Para mí, Madres actuó como línea interna del PJ”.
Sobre la marcha contra la inseguridad: “Fue una movilización contra el aparato re-podrido de la bonaerense, que es la banda más grande de la Argentina, y que gracias a esa manifestación va a empezar a tener algún tipo de problemas. Obviamente no estoy con las leyes duras ni nada de eso que me parece un horror. Pero rescataría la potencia de ese acto”.

Neka respondió al tema de la integración y a la suposición de que Enero Autónomo fue construido de espaldas a la sociedad:
“Yo creo que hay diferentes niveles de construcción. Y me parece que si acá planteáramos un proyecto productivo, integrarnos, salir a la calle, tenemos la experiencia de que no funciona. Tenemos sí que ir haciendo acuerdos, cosas juntos, transformándonos juntos, para llegar a donde queremos llegar”.
“Enero Autónomo no fue de espalda a la sociedad. Al contrario. Fue un nivel de elaboración y de encuentro, planteándonos qué está pasando en la sociedad y cómo comprometernos. Cuando decimos que hay que cambiar a la sociedad, no nos ponemos de espaldas. Contar lo que hacemos en Solano no es estar de espaldas. A veces la diferencia es cómo le ponemos el cuerpo cada uno”.
“Voy a ser sincera. A veces nosotros tenemos miedo de contar cosas en la Ronda, porque provoca susceptibilidades. Y vos te jugás con el otro, pero te desarmás ante el otro. Y ese es un problema también. Pero eso no tiene que ver con darle la espalda a la sociedad”.

La rondista morocha: “Hay una diferencia que yo también me planteo, entre el que tiene atrás un trabajo territorial y concreto en la vida cotidiana, y el que tiene una experiencia que consiste en la elaboración del problema como si fuera teórico. Hay algunos que tienen que enfrentar todos los días la calle y el barrio. La cuestión es distinta para quien solamente piensa estos asuntos, o quien lo mira por televisión”.
“En realidad hay gente que elaboró una respuesta a todo el tema de inseguridad, construyendo confianza, comunidad, trabajando y creando formas propias de organización. Sobre todo esto no hay que pensar en hacer documentos o pronunciamientos, sino seguir trabajando”.
“Con respecto a la agenda de derechos humanos la preocupación principal hoy es la cantidad de procesamientos que hay en este país a las personas que defienden sus derechos, y ni figuran en esa agenda. ¿Quién se va a hacer cargo de ese tema? ¿Blumberg? No: nosotros”.
Karla marcó otra preocupación frente a lo que dijo Neka: “Si este espacio no sirve como lugar donde se presenten las experiencias en un clima fraternal, no podemos hacer nada. No podemos estar perdiéndonos la posibilidad de estar en un clima de mayor confianza”.
Mario, integrante de la comunidad kolla-guaraní cuyo desalojo en Salta ha pasado a formar parte de la campaña Alerta Salta (movilización de alcance internacional nacida en Enero Autónomo) pudo hablar después de tanto escuchar:
“La seguridad de nosotros no es buscar a la autoridad o la policía. Ellos nos están involucrando a hacer el mal a nuestros propios hermanos. Es el Estado el que nos está empujando a la violencia y la inseguridad entre nosotros mismos”.
“Ahora, si no tenemos fuente de trabajo, vida digna para enseñar un futuro mejor a nuestros hijos, ¿qué es lo que les podemos mostrar? Si no tiene para comprar esto o lo otro, ¿qué va a hacer?”
“Nosotros somos 70 familias que nos despojaron de la fuente de trabajo. ¿Qué quiere el gobierno? Que nos involucremos a hacer la violencia. Entonces, ¿de dónde nace la violencia?”

La visión indígena de cómo encarar la violencia, se parece a lo que había planteado Valdemar: “Yo le digo a todos los compañeros: dejemos que ellos hagan la violencia. Nosotros mostremos que somos gente que busca la paz, la tranquilidad y la unidad de toda la familia y la comunidad. Siempre digo, hagamos la unificación de las comunidades, para defender los derechos, y luchar por una causa justa. No nos dejemos llevar por ellos a descaminarnos y usar la violencia, a enseñar a los hijos ese mal camino”.
“Le digo también a los compañeros que no tenemos que involucrarnos con partidos políticos, que buscan usarnos y quebrarnos. Así, el Estado grande y capitalista nos maneja para que no nos superemos. No quiere que la inteligencia y el desarrollo nuestro vaya hacia arriba, sino mantenernos aplastados, aplastados para poder manejarnos”.
La lección de política de Mario culminó: “Ellos están haciendo la maldad grande, son los delincuentes, los asesinos: el Estado y las grandes empresas”.
Un joven asambleísta logró su turno para hablar proponiendo alguna consigna del tipo “La policía es parte del problema, no la solución”, para que los movimientos la trabajen. Dijo que no se trata sólo de un problema de clase: “Mi hermano es motoquero, y la primera vez que le quisieron robar la moto se escapó. No por defender la propiedad privada, son su trabajo. La segunda vez le apuntaron a la cabeza. No se escapó. Perdió el laburo, se deprimió, largó el estudio. A mi vieja, obrera, le robaron el sueldo de 300 pesos. Si hubiera podido, se defendía. No por burguesa, sino por subsistencia. El problema nos atraviesa a todos y los pobres están más expuestos porque los ricos tienen sus barrios cerrados y sus custodias”.
“No sé si notaron que el mismo día de la marcha Clarín, gran diario argentino, publicó una nota de Miguel Angel Toma planteando la intervención de las fuerzas armadas en la seguridad interna. Es llamativo, ¿no?”
“Hay que correrse del discurso de la izquierda. Un militante me decía que la inseguridad es un tema de la derecha, y el hambre un tema de la izquierda. Entonces, fórmula de pizarrón, hay que correr el tema de inseguridad hacia el del hambre, y plantear que sin hambre va a haber seguridad. Me parece que habría que encontrar algo más creativo y más inteligente”.
La Ronda fue deshaciéndose. En el piso había historietas de Mafalda, que Alejandra llevó como “una forma de intervención; la risa también nos permite respirar”. Las historietas -que podrían haber sido imaginadas por Quino la semana pasada, y no hace casi 40 años- habían sido prolijamente cortadas y abrochadas, formando una ronda.
Dos tiras.

Un clásico: Mafalda se despierta, se para en la cama, despeinada, vacilante. Después de tres cuadritos en esa posición estática, piensa: “Cuesta juntar ánimos para bajar al mundo”.
Mafalda le pregunta al padre: “Decime, cuando uno llega a tu edad ¿logra distinguir una línea política de un garabato ideológico, o tampoco?

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