Con la gira zapatista vemos que no estamos solas

De la visita de las zapatistas esperamos intentar creernos que no estamos ni tan solas, ni tan locas. Nos organizamos con otros colectivos en la Red Solidaria del País Valencià: “Gira Per la Vida” para enredarnos, conocer y experimentar con otras; a algunas ya las conocíamos, a otras no.



Con la gira zapatista vemos que no estamos solas: colectivo del País Valencià

Parke Alcosa

De la visita de las zapatistas esperamos intentar creernos que no estamos ni tan solas, ni tan locas. Nos organizamos con otros colectivos en la Red Solidaria del País Valencià: “Gira Per la Vida” para enredarnos, conocer y experimentar con otras; a algunas ya las conocíamos, a otras no. 

Desde aquí se propuso hacer la presentación en el Parke y solicitamos el permiso correspondiente a la administración local, pero nos lo denegaron por ser “actividad cultural en tiempos pandémicos”. Les corregimos por escrito también, para que supieran que era un acto político y social (cultural también) y ellos respondieron como aludiendo que los valores que representaban no eran de su afinidad (como si no lo supiéramos ya). En fin, hicimos una comunicación a una instancia superior y se acabaron los problemas burocráticos, pues pudimos hacer un acto seguro, sin fuerzas represivas, para todas las personas. Desplegamos una pancarta enorme dando la bienvenida a las zapatistas y, desde entonces, no paran de amenazarnos con que si no la quitamos mandarán a la policía a hacerlo. Defendemos poder expresarnos libremente y usar nuestros locales para ello, y de ahí que aún los estamos esperando. Son ya más de 35 años de anécdotas, experiencias, lucha y dignidad como Parke Alkosa, y con estas instituciones tan cafres tenemos para seguir añadiendo muchas más. Para recibirlas estamos intentando sobrevivir todos los días porque si no, poca bienvenida le vamos a dar a nadie.

El barrio del Parke es un barrio de Alfafar, en la comarca del Huerto Sur, muy cerca de la ciudad de Valencia, que surgió para dar cabida a todas las personas que migran desde las zonas rurales a las periferias de las ciudades.

Desde el principio, las vecinas y vecinos tuvieron que organizarse para exigir recursos básicos a las administraciones públicas (alcantarillado, iluminación, calles, ambulatorio, colegio, etc, todos los servicios del barrio se han conseguido con organización y lucha.

En la década de los 80 muchas personas referentes de lucha se fueron a militar a partidos políticos y las calles se fueron quedando vacías de lucha y reivindicaciones. A esto se le sumaba la entrada del caballo (heroína) que afectó a muchísimos jóvenes de nuestros barrios, “destrozó familias y sembró fantasmas por todas las esquinas” (desconfianza, inseguridad, robos, etc)

En este contexto, surge el Kolectivo de Jóvenes como una organización de jóvenes que, hartos y hartas de no tener salidas ni posibilidades, buscaron formas de sostenerse en este territorio cada vez más precarizado. Empezaron por limpiar el barrio y exigir al ayuntamiento dinero por ello hasta que por fin, se crearon dos puestos de trabajo a través de un proyecto de Cooperativa: La Plataforma de Iniciativas Sociales. Hoy, este mismo proyecto cuenta con 22 trabajadoras al año, trabajadoras que están ya fuera del mercado laboral y no encuentran posibilidades de empleo. Pero la relación con las instituciones que ponen los medios siempre es tensa, cada cierto tiempo amenazan con romper la relación con la cooperativa y dejar que sean las empresas privadas las que se encarguen de contratar trabajadores de forma precaria y sin derechos laborales en lugar de dejar que sean las organizaciones sociales que surgen y habitan el barrio las que gestionen recursos.

En enero de 1994, este pueblo en forma de barrio dormitorio «el Parque», en Alfafar, Valencia, Estado Español, se vio sorprendido, como medio mundo, ante la alegre sugerencia de «las del color de la tierra» al declarar la guerra al Estado mexicano y a la muerte para  gritar BASTA YA y exigir trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz, con las esperanzas en las manos. Nos encontró intentando montar una campaña reivindicativa, continuación de la del 93, que nos llevo a hacer una acampada y huelga de hambre frente a la catedral de Valencia, en defensa de las iniciativas comunitarias que ya estaban en marcha, además de un comedor popular, una cooperativa social, un centro de pekes y programas formativos, ya que las instituciones estaban haciendo todo lo posible para que desaparecieran.  

Años más tarde, en 2021, cuando el zapatismo realiza la MARCHA POR LA DIGNIDAD a la capital de México, por el diálogo, por el reconocimiento de los derechos y la cultura indígenas y porque la guerra sea desterrada para siempre de las comunidades indígenas  de México. Aquí nos encontramos luchando por nuestra sobrevivencia, en este caso, mantener la cooperativa por medio de la acampada. «Paciencia Infinita» con huelga de hambre incluida, que finaliza con los «acuerdos de la catedral «, ya que la catedral de Valencia fue uno de los escenarios de este conflicto, acuerdos incumplidos por parte de la institución.

No mucho tiempo después, se da el nacimiento y desarrollo de los municipios autónomos zapatistas y vemos la forma en que en ese rincón del planeta se construye una nueva sociedad. En este barrio se elabora un Plan de Medidas de Urgencia que viene a plantear, entre otras cosas, ingresos dignos para toda la población, acceso a la vivienda, derecho a la salud integral, utilización comunitaria de espacios y locales municipales; y la creación de una red de cooperativas con personas de nuestro municipio para la realización de los servicios de cercanía comunitarios, que en esa estamos.

Cooperativas, centros de día, programas de apoyo mutuo tejen un intento de relación humana basada en la colaboración y la lucha contra los distintos guardianes del calabozo, que se van turnando en nuestro control y expolio. Por supuesto son muchísimas las diferencias de nuestro proyecto comunitario con respecto a la experiencia zapatista en Chiapas, pero quizá haya algunas cosas en común. Tales como tener que poner el cuerpo para poder defender la vida; sufrir las mentiras del amo, capataces y administradores varios; despertar para poder soñar, dar siempre la oportunidad a la palabra; seguir siendo sin  leer el guion prefijado por  nadie; y mantener la ternura a pesar de soledades, incomprensiones, leyes injustas y lo peor de la naturaleza humana. Y como pasa casi siempre, en esta intentona social, sin las compañeras nada hubiera sido y, por supuesto, no hubiese sido así.

A qué huele el coronavirus

A muerto a plástico
a mascarilla, a célula descompuesta
a miedo, a aliento mórbido,
a hipoteca, a erte
a ahora sí que la hemos jodido
a engaño, a planeta en llamas
al principio de la nada…
volvamos al principio…
y esta vez esto no lo pago yo…