Cuba: sobre las protestas del 11 de julio
Para explorar las causas e implicaciones de la ola de protestas que estalló en Cuba el 11 de julio de 2021, reproducimos dos entrevistas con anarquistas cubanos y un comunicado de una iniciativa anarquista en Cuba.
Entrevista: «Las manifestaciones fueron una explosión social»
Entrevistamos a dos anarquistas de Cuba. Uno está involucrado con el Taller Libertario Alfredo López en La Habana. Otra está involucrada en proyectos fuera de La Habana, en diferentes lugares de la isla. Ambos permanecen en el anonimato por su seguridad.
¿Cómo le gustaría identificarse y cómo está situado en la sociedad cubana?
Entrevistada de fuera de La Habana (en adelante, AOH): Soy una mujer trabajadora. Pertenezco a dos organizaciones, un sindicato de trabajadores y una asociación de jóvenes creativos.
Entrevistado del Taller Libertario Alfredo López (en adelante, ALLW): Soy anarquista y trabajo con el Taller Libertario Alfredo López. También soy estudiante de la Universidad de La Habana y participo en varios proyectos y tipos de activismo diferentes.
¿Qué han podido hacer allí?
AOH: Los anarquistas aquí son pequeñas subculturas que están unidas. Todos se llevan bien y se ayudan unos a otros. Se puede hacer lo que sea necesario para el bienestar de la gente en general.
ALLW: Me he involucrado principalmente en ayudar a liberar a los estudiantes universitarios arrestados durante y después del 11 de julio. Pudimos reunir a un grupo de estudiantes y exalumnos que enviaron una carta de queja al Ministerio de Educación Superior y los presionaron para liberar a los detenidos lo antes posible. No nos hemos librado del acoso y la intimidación en este proceso, ya que en Cuba la reforma universitaria terminó siendo asumida por el Estado, que domina la administración universitaria y la organización estudiantil (Federación de Estudiantes Universitarios, FEU) en conjunto con el Partido Comunista. Al intimidar a los estudiantes para que no se organicen, el Estado ha utilizado el mismo pretexto que se utilizó para desacreditar las protestas: que «estamos confundidos».
También he hecho lo que he podido para apoyar los gestos de solidaridad que se vienen dando desde antes de las protestas para enfrentar la crisis de salud que azota al país. En estos días, es uno de los procesos autoorganizados más relevantes en Cuba. Conectar esto con otros movimientos actuales también será un paso importante para superar la solidaridad condicional que termina desapareciendo o siendo tragada. por el Estado.
¿Cómo empezaron las protestas?
AOH: Los hospitales están en mal estado; no hay suficientes medicamentos y equipos para que los médicos hagan su trabajo y, lamentablemente, la gente se está muriendo. Si puede encontrar comestibles, tienen un precio demasiado alto. Se sabe que el bloqueo de Estados Unidos existe y eso significa que otros países no pueden comerciar con Cuba, y por eso las cosas escasean. En estas condiciones, es necesario aceptar cualquier ayuda humanitaria por el bien de la gente. Hubo un envío de ayuda que no fue aceptado.
Las protestas comenzaron por el fracaso de los hospitales de Matanzas y la falta de medicación. Otras provincias tenían los mismos problemas, pero menos graves, y pronto se encontrarían en la misma situación. Fue un impulso, de esta situación y otras, que provocó una explosión de gente, no solo en las redes sociales sino en la calle. Cortaban la luz durante seis horas al día porque una planta termoeléctrica estaba teniendo problemas. El domingo 11 de julio, a través de redes sociales, se pudo ver a las personas que decidieron salir a las calles en las provincias pidiendo ayuda humanitaria al mundo para aportar en la situación en la isla. La planta termoeléctrica fue reparada ese mismo día para que todos los cubanos pudieran tener electricidad en sus casas.
ALLW: Las protestas comenzaron fuera de La Habana, en zonas azotadas por la escasez de suministros, las cuarentenas excesivas y los apagones que duraron hasta doce horas. Sumado al descontento social acumulado por la crisis producida por la intensificación del embargo estadounidense y la mala gestión del gobierno, cuyo pico fue la implementación de una serie de medidas, a principios de año, que llevaron a una mayor inflación y al crecimiento mercado negro -esto significó que en un municipio como San Antonio, cientos de personas salieron a las calles para expresar su descontento-. Tras el impacto de esa manifestación en las redes sociales, se produjeron otras protestas en zonas que padecían problemas similares. Alrededor de las cuatro de la tarde, las manifestaciones se extendieron a nivel nacional.
¿Qué formas de organización y protesta han visto dentro y fuera de las calles?
ALLW: La protesta en San Antonio fue muy heterogénea. Según tengo entendido, un grupo inició una caravana que pasó por otros pueblos mientras otro grupo se quedó en el lugar, coincidiendo en un momento con el presidente cubano que se dirigía hacia allí. Tenían un carácter similar en el resto del país; los informes dicen que hasta las cuatro de la tarde, todos fueron pacíficos. Fue después del comunicado de Díaz-Canel, en el que llamó a sus “revolucionarios” a enfrentar a los manifestantes, que se produjo una dura represión contra las marchas pacíficas, junto con feroces enfrentamientos con la policía. La ciudad capital ya había sentido la mano de la policía alrededor del edificio del Capitolio, la sede de la Asamblea Nacional, poco antes de esto.
Más allá de esto, no hubo mucha organización. Todas las marchas fueron espontáneas y terminaron desorientadas y dispersadas. El corte de Internet también redujo su visibilidad, mientras que una avalancha inmediata de (des)información del Estado proclamó que las protestas habían terminado en muchos lugares. La comunicación tuvo un gran impacto durante todo este proceso, ya que lo único que se transmitió fueron las noticias sesgadas de los medios oficiales y muchas noticias falsas difundidas a través de aplicaciones de mensajería. Esto contribuyó significativamente a la reducción de las tensiones, pero el regreso de Internet y la publicación de testimonios sobre la represión no han permitido un retorno completo a la «normalidad». En estos días, los principales espacios organizados se centran en la lucha por la liberación de los detenidos, que son más de quinientas personas, según algunas listas.
¿Cuál es su análisis del movimiento de protesta? ¿Qué tendencias sociales y políticas están involucradas en él? ¿Cuánta población la apoya?
AOH: Hay varias generaciones en Cuba, incluidas las que vivieron el período del capitalismo, sufrieron las consecuencias de la administración [de Fulgencio] Batista y ayudaron a hacer la revolución para que pudiéramos tener salud y educación gratuitas. Gracias a esto, aprendieron a leer y escribir. Esa parte de la población apoya [al gobierno]. Luego está la generación más joven, los que tienen internet y valoran “vivir dignamente”, no estamos hablando de lujos, solo del deseo de que con un trabajo puedas tener una alimentación adecuada, porque en la mesa cubana es difícil desayunar con leche, almorzar con huevo y, digamos, cenar con un pequeño trozo de carne o verduras. Esta generación está acostumbrada a salarios mensuales que apenas cubren los gastos de una semana. Recientemente subieron los salarios, pero con la escasez, el precio de todo se ha disparado y las necesidades básicas son imposibles de pagar. El único lugar donde se pueden conseguir víveres o productos de limpieza, electrodomésticos, etcétera, es en las tiendas que solo aceptan tarjetas con dólares, que tienen que ser enviadas desde otros países porque Cuba no las vende.
ALLW: Las manifestaciones fueron una explosión social, sin duda. La crisis y las tensiones generadas por la precariedad y el colapso del sistema de salud las provocaron. Ahora bien, no fue una explosión generalizada en todos los estratos sociales. Más allá de las áreas en las que participaron importantes porciones de los pueblos, son los sectores más pobres de la población los que llevaron a cabo la mayoría de las protestas. El sesgo clasista con el que el Estado y sus defensores han abordado el tema es evidente en las críticas a los manifestantes y su violencia. La desigualdad social viene creciendo en Cuba desde hace décadas, y el Estado ha jugado con esta dinámica para hacer alianzas y afianzar lealtades. En este caso, ha habido un enfrentamiento entre los sectores más desfavorecidos y los más privilegiados. Este conflicto se ha reflejado incluso en el discurso de los segmentos de izquierda más leales al Estado. Se ha hecho que las manifestaciones parezcan acciones criminales (orquestadas desde Estados Unidos), ignorando su base clasista aquí.
Sería difícil definir una tendencia política en las manifestaciones (más allá de las consignas liberales). La gente salió a poner fin a su precaria situación, esa era realmente su esperanza, sin brújula más allá de la calle como espacio para ampliar sus demandas. En términos de apoyo a las protestas, no me atrevería a adivinar un porcentaje. Pero definitivamente desde el 11 de julio, la gente no deja de hablar de lo sucedido.
¿Cuánta población apoya al gobierno contra las protestas? ¿Qué tendencias sociales y políticas están involucradas en el apoyo al estado?
ALLW: Hay una gran parte que apoya al gobierno. Este sector está formado principalmente por personas menos pobres y privilegiadas por su integración al sistema. Estos fueron los “revolucionarios” convocados por Díaz-Canel el 11 de julio. El viejo aparato ideológico del Partido se evidencia en el apoyo al gobierno. Esto no está necesariamente integrado en el poder real y oculto detrás del Estado, encabezado por Arturo López-Callejas, militar y presidente de GAESA [Grupo de Administración Empresarial SA, el grupo empresarial cubano propiedad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias], que es el conglomerado económico más grande del país. Son los círculos de izquierda los que durante años han intentado trepar las escaleras del poder con una tibia crítica a la burocracia y una feroz crítica a los disidentes, y una gran parte de la izquierda latinoamericana e internacional que se ha puesto del lado del falso discurso antiimperialista del Estado. Todo esto que se transmite en los medios oficiales, que ahora están más disponibles debido a la falta de Internet, quizás haya inclinado ligeramente las cosas hacia el lado del Estado. Pero, para reiterar, es difícil en este momento asumir un equilibrio de poder. En verdad, dada la situación objetiva del país, más temprano que tarde podría ocurrir otra ruptura, y estos meses o semanas definirán mejor el carácter que toma.
¿Qué tan en serio se toma la acusación de que las protestas están coordinadas por fuerzas asociadas al gobierno de Estados Unidos? ¿Quién crees que se beneficiará más de las protestas?
AOH: No pienso que las protestas estén asociadas con el gobierno de los Estados Unidos. Nadie que saliera a la calle fue pagado por ninguna institución; salieron a pedir ayuda. No son delincuentes ni personas marginadas; son trabajadores y estudiantes. No estoy de acuerdo con la actitud de la policía. No pueden simplemente maltratar a alguien por una diferencia de opinión. Debe haber libertad de expresión y no debe haber una intervención militar: eso es la guerra. También estoy en desacuerdo con el presidente, que llamó al combate, porque no debe haber una guerra civil.
[En el pasado], grupos de otros países han intentado derrocar al gobierno pagando a la gente en Cuba. Pero lo que está sucediendo ahora no es así. Fue un impulso hacia un rápido apoyo al bien común en este país.
ALLW: La interferencia norteamericana ya es una vieja historia aquí. Mucho antes de la victoria de la Revolución, era bien conocida la importancia que Estados Unidos otorgaba a Cuba. Desde la década de 1990, especialmente, han desarrollado un plan subversivo que ya se había utilizado en otras partes del mundo. La implementación de este plan ha aumentado en los últimos años, pero ha fracasado repetidamente y ha estimulado un debate nacional sobre el futuro político del país. Decir ahora que esta política de Estados Unidos hacia Cuba produjo la explosión social es desconocer que las razones por las que la gente salió a la calle tienen más que ver con la horrible gestión de la burocracia en la crisis y el tremendo aumento de la precariedad que ha tenido, lo que sus políticas han provocado. Para el pueblo, la política intervencionista de los Estados Unidos no ha sido más que el irritante ruido de un mosquito en sus oídos, frente al constante martilleo de las tonterías por parte del Estado. Por supuesto, rechazamos la política imperialista hacia nuestro país, pero no es allí donde colocamos la responsabilidad de la situación nacional.
Muchos describen estas protestas como las mayores movilizaciones contra el gobierno en treinta años. ¿Estas protestas parecen seguir un hilo similar a las anteriores o son diferentes?
ALLW: Esta explosión definitivamente ha sido histórica. No conozco nada a la par desde 1959. La diferencia está marcada por varios elementos: primero, la repetición de una situación como la crisis de los noventa, pero sin la hegemonía que encarna una personalidad como Fidel Castro ni las mismas capacidades de solidaridad que hace años, ahora todo gastado por la cooptación estatal de múltiples iniciativas. En segundo lugar, una realidad nacional visibilizada por Internet ayudó a que la noticia de las sucesivas protestas supere el miedo que había penetrado en las manifestaciones. El tercer elemento es la erosión del pacto social y el proyecto de la “Revolución”, que hasta ahora no tenía precedentes.
¿Alguna idea final?
AOH: Para concluir, para usar una expresión y reír una vez más: los cubanos somos como el delfín: “Hasta el cuello en el agua y siempre riendo”. Una risa que se ha ido desvaneciendo de los rostros de los delfines en un mar se volvió gris, sin el azul verdoso de la esperanza.
Una canción que escribí:
«MIEDO»
Desde que nací,
Estoy escuchando algo,
Algo que susurra y nadie hablando,
Shhh las paredes tienen oidos
Shhh las paredes tienen oidos,Miedo en la escuela,
Miedo en la casa,
Miedo en la calle
Miedo en el aire,Yo quiero gritar
Quiero respirar
Pero es imposible volver a soñar
Es un miedo que asfixia
Es un control social
Disturbio cerebral
Shhh las paredes tienen oidos
Shhh las paredes tienen oidos
Oyeeé no te calles
Oyeee no te calles
Yo quiero gritar.…Desde que nací,
he estado escuchando algo,
Algo que susurra y nadie habla,
Shhh , las paredes tienen oídos
Shhh, las paredes tienen oídos,Miedo en la escuela,
Miedo en la casa,
Miedo en la calle
Miedo en el aire,Quiero gritar
Quiero respirar
Pero es imposible volver a soñar
Es un miedo que te asfixia
Es el control social
Un alboroto en el cerebro
Shhh las paredes tienen oídos
Shhh las paredes tienen oídos
Heyyy no te calles
Heyyy no te calles
Quiero gritar…
Cualquier banda que quiera tocar esto, que lo haga, y cada vez que lo toque, diga que es para Cuba.
Cuba: el fin del hechizo social de la «revolución»
Comunicado: El fin del encantamiento social de la «Revolución»
El encantamiento social represivo que mantenía pacificado al museo de gran parte de la izquierda internacional se ha desvanecido. Debajo de la “Revolución Cubana”, y a contrapelo de su benigna imagen, ha brotado públicamente, en toda su crudeza y grandilocuencia represiva, el “Estado cubano”. El mismo Estado cubano creador — para enfrentar al imperialismo yanqui — de una policía política omnipresente que combate a la sociedad mantenida bajo su control. El mismo Estado cubano destructor — en nombre del socialismo — de todas las organizaciones populares y obreras que, con sus historias de lucha, hicieran realidad cotidiana las declaradas conquistas socialistas. Ese mismo Estado cubano que ha convertido la solidaridad en una marca de identidad internacional, sobre la base de mantenernos hundidos en la desconfianza y el miedo entre vecinos. El mismo Estado cubano que —en medio del recrudecido bloqueo yanqui— construye más hoteles para turistas extranjeros que infraestructuras para producir comida, frutas y leche. El mismo Estado cubano que ha producido las únicas vacunas en Latinoamérica contra la covid-19, pero mantiene a su personal de salud en una condición de asalariados de la policía política.
Ese Estado cubano en estos días de julio de 2021 ha mostrado lo que es: una oligarquía común y corriente, celosa de mantener a toda costa su poder absoluto; una cleptocracia vulgar con ínfulas humanistas e ilustradas; una pirámide de poder tan sólida y desproporcionada como las pirámides de las teocracias egipcias, pero rodeada de arenas de playas paradisíacas.
Sostener ahora argumentos geopolíticos sobre el lugar de Cuba en la estrategia imperial global, argumentar que las protestas antigubernamentales en Cuba son inevitablemente pagadas por la derecha cubana de Miami, esgrimir que los protestantes son simples delincuentes en busca de saqueos, que el verdadero pueblo revolucionario está con su gobierno — esos son todos argumentos que describen una parte significativa de la realidad, pero no la agotan en un punto. El pueblo de Cuba tiene tanto derecho y tanto deber a la protesta como el de Colombia y el de Chile. ¿Cuál es la diferencia? — ¿que son oligarquías con orígenes distintos?, ¿con prácticas más o menos brutales?, ¿con maquillajes ideológicos más o menos diferenciables?, ¿con posturas más o menos serviles con el gobierno de EE.UU.?, ¿con ideales más o menos sublimes para justificar sus privilegios? Todas esas inmensas diferencias entre las oligarquías colombianas, chilenas y cubanas se reducen a cero cuando en una bella mañana de domingo descubres que, además de las oligarquías mafiosas en Colombia y en Chile, la oligarquía cubana también — frente a un pueblo sin armas — está armada hasta los dientes, un poco más o un poco menos, para triturarte a ti y tus hermanos, a tu cuerpo y a tu mente, si solo se te ocurre cuestionar de palabra la normalidad que ellos gestionan.
Todo lo que el Estado cubano ha hecho por producir unas vacunas nacionales contra la covid-19, todas las subvenciones laborales, todo las mejoras salariales que ofreció a muchos sectores en medio de la pandemia, de golpe se evaporan, no solo por la espiral inflacionaria y el desabastecimiento alimentario endémico en Cuba, sino también porque se hizo visible que todo ello formaba parte del entramado macabro de la “tolerancia represiva”, algo que ahora puede descubrir cualquier persona decente en Cuba, sin tener que leer ningún brillante libro sobre contracultura. A quienes vengan ahora a edulcorar esa tolerancia represiva en este país y levantar sobre ella el espejismo de la concordia militarizada, podemos definirles serenamente como el nuevo rostro de lo que no debe tener cabida en nuestro futuro. Quienes en nombre de una futura democracia o del buen funcionamiento de la economía, vengan a desacreditar las afinidades y las fraternidades y las energías que brotaron en las protestas, o reduzcan a “simple vandalismo de la crápula social” lo ocurrido en estas jornadas, hablan en nombre y con el lenguaje de las decrépitas oligarquías que otra vez levantan sin vergüenza la voz en nuestro país.
Las “masas” otra vez se han convertido en “pueblo”, con todas sus luces y sombras, al dejar de obedecer las pesadas cadenas de mando, y volver a confiar en los afectos, las afinidades y las mínimas capacidades de hacer y pensar juntos, que han resurgido en la desobediencia y en la solidaridad entre iguales, en medio de la espiral de la violencia, la pandemia y el desabastecimiento. Esa es la nueva realidad que ha nacido en Cuba en estas jornadas de julio de 2021, y de esa nueva realidad, como anarquistas en Cuba, queremos sentirnos parte.
Este comunicado fue publicado hace pocos días por el Taller Libertario Alfredo López.
Origen de los textos:
Comunicado (en castellano)
Entrevistas (en inglés)