Perú: Castillo, el impertérrito

Castillo no está solo, aunque más le valdría, pues tampoco está bien acompañado. A su lado, como Pepe el grillo, tiene a los representantes de una izquierda, que aún se mantienen en el viejo rollo de construir un capitalismo de “rostro humano”.



CASTILLO, EL IMPERTÉRRITO

Por Carlos Bernales

Lucha Indígena


Si algo puede graficar la posición del maestro, campesino y rondero, Pedro Castillo Terrones, actual presidente constitucional del Perú, es la de una persona /que camina frente a un tsunami y por mucho que se le advierta, sigue su rumbo encandilado a enfrentar la ola destructiva como si fuera un surfista.


Hasta ahora, Castillo tiene suerte, esa que gustaba a Napoleón como condición indispensable para elegir al comandante de su ejército ante la proximidad de una batalla. Llegó a la presidencia y la última encuesta lo pone en la cresta de la popularidad en las provincias del Perú al mismo tiempo que ante el rechazo de una mayoría en Lima, esa capital horrible, como la describiera Salazar Bondy, y que huele muy feo, por ser asimismo la sede histórica del racismo, el clasismo y la xenofobia de una burguesía parasitaria, mediocre, inculta, profundamente reaccionaria y pestilente como ella sola.


¿Qué es lo que en realidad, Castillo tiene al frente?

Pues a esa burguesía parasitaria que se encuentra en plena conspiración para vacarlo mediante un golpe cogresal, como para “pasar piola”, o directamente, como le gusta, convencer a un generalote de esos que encantados aceptan la invitación a un Cognac Napoleón, que ni saben cómo se bebe, en la mansión del amo, que previa “aceitada” lo convencerá de una vez a sacar los tanques.

Castillo no está solo, aunque más le valdría, pues tampoco está bien acompañado. A su lado, como Pepe el grillo, tiene a los representantes de una izquierda, que aún se mantienen en el viejo rollo de construir un capitalismo de “rostro humano”, cuando ni Mary Phillips, maquilladora de famosas como Beyoncé, Kardashian o Sara Carbonera, podría hacer el milagro de cualificar a semejante monstruo.

Tales reformistas son los que le hacen decir y hacer cosas como eso de mantener al frente del BCR, a los fujimoristas Velarde, Rey y Chlimper, que en estos
momentos, jugando con la desesperación del pueblo, se encargan de escalar el precio del dólar con el fin de encarecer hasta lo imposible el costo de vida, “para
que esos indios aprendan”, como gusta decir López Aliaga.

Castillo, candidato, ofreció una vacunación amplia, igualitaria y eficazmente masiva. Afortunadamente, está pasando la primera prueba en la que él mismo, en-
frentando una campaña de desinformación contra las vacunas en general y contra las elaboradas por China, Rusia y no se diga nada de Cuba, ya dio el ejemplo, él y su compañera, de practicársela.


El tema de la educación está aún en pendientes, hasta que el magisterio en pleno haya sido alcanzado por la vacuna, tal como prometido, lo que mantiene todavía conforme a la población desesperada, porque los hijos no están yendo a la escuela. Bueno sería que se aproveche este lapso para acondicionar las escuelas que están que se caen, mejorar el inmobiliario,dotarlas de agua y servicios higiénicos a la vez que posibilitar a los maestros de recursos pedagógicos de primera, así como de estabilidad laboral y salarios dignos.


Ahora viene lo importante: la reactivación económica, que debe superar el plan extractivista dejado por los gobiernos anteriores. Sin embargo, se comienza en dudas porque ya se habla de destrabar en los hechos los contratos que impiden a las depredadoras corporaciones mineras, (las Bambas), seguir adelante en la destrucción de la Pachamama. ¿Podrá el conciliador ministro de Economía, Pedro Francke, hacer realidad las promesas de Castillo enfrentando a quienes quiere como amigos?
En estos momentos, hay ascuas. Porque la derecha está más agresi-va que nunca y sus huestes también ratan de ganar las calles, en modo fascismo.2, mientras los congresistas conspiran por la vacancia, ante las dudas de los propios congre-sistas de Perú Libre que se contra-dicen entre ellos, con la excusa de
un gabinete que parece más una dirección sindical que una junta de ministros, todo porque no han sido ubicados por la Confiep, esa ins-titución patronal que es la que ha colocado a los ministros durante al menos, los pasados 30 años.El pueblo llegado de provincias y que aún ocupa la capital, sigue vigilante, dispuesto a todo por mantener intactas las promesas del presidente, en especial la del cambio de la Constitución, que todos saben que es la cau-sa de la corrupción y la criminalidad del poder burgués. Presionado por todas partes, avivando la tormenta que se acerca, Castillo sigue impertérrito, caminando y mirando adelante.

Detrás de él, un pueblo que aún cree.