Si no se disuelven las fuerzas armadas no habrá Estado plurinacional: Silvia Rivera Cusicanqui y María Galindo
Raúl Zibechi
Radio Deseo, ubicada en La Paz, organizó el 12 de agosto un debate entre la socióloga Silvia Rivera Cusicanqui y la integrante de Mujeres Creando María Galindo, para discutir la pregunta «¿Existe Bolivia?»
La cuestión del Estado estuvo en el centro de los casi cien minutos de un debate que abordó el tema desde varias miradas, con gran profundidad crítica, en momentos en los que el pensamiento crítico ha sido desfigurado por el pragmatismo de los gobiernos y partidos que se proclaman progresistas (https://www.youtube.com/watch?v=8geutNBIvqc).
La mirada feminista de ambas las llevó al cuestionamiento del Estado-nación y de forma particular del proclamado Estado Plurinacional, del que coincidieron que no existe. Para ellas, el Estado realmente existente es colonial y patriarcal, al punto de que, según Galindo, “los gobiernos son administradores de un proyecto colonial mundial” y no regímenes soberanos, más allá del color del partido que ocupe el palacio.
Para Rivera, el Estado boliviano es un “engendro” que, cuando fue fundado, apenas el 10 por ciento de la población hablaba la lengua oficial, el castellano. Las fronteras trazadas fueron arbitrarias y a pesar de la revolución de 1952 y del “proceso de cambio” encabezado por Evo Morales, “la república se sigue superponiendo a otras repúblicas” (entre ellas las de la soya, la del petróleo y el gas) que son independientes, no pagan impuestos y obedecen a intereses transnacionales.
Bajo la mirada crítica de Silvia y de María fueron desfilando el patriotismo, recordando que los indianistas no se consideraron nunca bolivianos, pero también los partidos políticos y las academias que reproducen tanto el colonialismo como el patriarcado, y aseguraron que la identidad nacional es una imposición externa.
El Estado Plurinacional es “totalmente falso”, ya que no le otorga validez ni representación a los pueblos indígenas, dijo Silvia, porque “sus voces están ahí para subordinarse al partido, que lejos de ser un partido de los movimientos sociales es una cúpula que se sobreimpone a los movimientos y los arrastra en torno suyo”. A los pueblos, añadió, “les han hecho creer que son nación para que se olviden que son comunidad”, con el único derecho de desfilar en fiestas patrias y tener una agencia bancaria en sus poblaciones.
En Chile y en Argentina nos miran con envidia, responde María, en referencia a la plurinacionalidad, “y yo les digo que no es ninguna panacea”, porque el Estado nación boliviano se denomina ahora Plurinacional “sin modificar ninguna de las estructuras de poder político, económico y simbólico”. En su opinión es apenas una operación retórica, ya que los pueblos no accedieron a servicios de salud, educación y justicia diferentes. A las compas chilenas les dice que el concepto de plurinacionalidad que están debatiendo no aporta nada.
El debate fue deslizándose, casi naturalmente, hacia el papel de las fuerzas armadas. “Si quieren fundar un Estado Plurinacional en Chile, una condición fundamental es la disolución de las fuerzas armadas, porque condensan el concepto de Estado nación, representan la fuerza coercitiva, se llevan el excedente mayor en todas las sociedades y representan el concepto de masculinidad”, dijo María, quien envió un especial recado a Elisa Loncón, presidenta sobre la Convención Constituyente.
Las dos coincidieron en que las fuerzas armadas son una institución colonial y patriarcal e hicieron un llamado a la disolución de la justicia del Estado, de los sistemas de salud y de educación existentes. Llamaron también a que las feministas, y otros sectores, puedan crear conceptos propios sobre lo que desean para el futuro.
“Hay razones de sobra para mostrar que el ejército es el cascarón subsistente de una vieja casta que se reproduce en el poder y es la garantía de su impunidad”, sumó Silvia, a lo que María agregó que esto no se arregla con que los aymaras u otros pueblos tengan comandantes en las fuerzas armadas, o que las mujeres entren a los ejércitos.
Sin duda, un debate apasionante, necesario, profundo, valiente porque no se detuvo ante realidades incómodas. Apenas una invitación a escuchar y compartir.