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Vivir contra reloj


Theodor W. Adorno :: 20.08.21

Pocas cosas distinguen tan profundamente la forma de vida que le correspondería al intelectual de la del burgués como el hecho de que aquél no admite la alternativa entre el trabajo y el placer. El trabajo, que —para ser justo con la realidad— no hace al sujeto del mismo todo el mal que después hará al otro, es placer aun en el esfuerzo más desesperado. La libertad que connota es la misma que la sociedad burguesa sólo reserva para el descanso a la vez que, mediante tal reglamentación, la anula. Y a la inversa: para quien sabe de la libertad, todos los placeres que esta sociedad tolera son insoportables, y fuera de su trabajo, que ciertamente incluye lo que los burgueses dejan para el término de la jornada bajo el nombre de «cultura», no puede entregarse a ningún placer sustitutivo.


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