Reclamar / recuperar los comunes
Pablo Reyna Esteves
Desinformémonos
2 septiembre 2021
Hace un mes, en este mismo espacio, decíamos que la milpa, el solar, la chacra y el huerto son espacios-grietas-territorios desde los cuales sintonizarnos con la diversidad e integralidad de la vida frente al caos y las violencias que la civilización moderno occidental ha impuesto[1]. La importancia y potencial de estos territorios-vida es inmensa, tanta que las instituciones occidentales más poderosas, Estados, empresas transnacionales y ejércitos, han invertido todo el capital y fuerza disponibles para desgarrarlos, despojarlos de las culturas que les quieren y cuidan y, finalmente, cercarlos.
En el más reciente libro de la reconocida ambientalista de la India Vandana Shiva, Reclaiming the commons: biodiversity, indigenous knowledge, and the rights of Mother Earth [Reclamar / Recuperar los comunes: biodibersidad, conocimiento indígena y derechos de la Madre Tierra], publicado por Synergetic Press el año pasado, se da cuenta de la guerra que las corporaciones trasnacionales sostienen desde hace treinta años contra la naturaleza, la biodiversidad, las semillas y los modos de ser, estar, hacer y conocer de millones de personas campesinas e indígenas en todo el mundo.
A lo largo de las más de trescientas páginas del libro, Vandana Shiva recupera la historia de las batallas desatadas por las corporaciones para apropiarse de plantas y semillas en todo el mundo a través de la imposición de regulaciones sobre propiedad intelectual, patentes y biopiratería obligando a las comunidades y pueblos campesinos e indígenas a organizarse y hacerles frente a través de largos y desgastantes procesos legales en sus países y en instancias multinacionales como la Organización Mundial de Comercio.
Se escalofría el cuerpo al leer los argumentos llenos de triquiñuelas y francas mentiras que las empresas trasnacionales han presentado ante distintas cortes y juzgados. Aterroriza la franqueza, que raya en el cinismo, con la que presentan su visión de mundo, su desprecio por la diversidad biocultural para imponer su objetivo: cercar cualquier común, ya sea conocimiento, práctica, territorio, planta o semilla, para obligar a todas las personas del mundo a comprarles sus semillas modificadas y los paquetes de fertilizantes y plaguicidas químicos que estos requieren para su producción. En breve, las tres megacorporaciones (Bayer-Monsanto, Dow-Dupont, Syngenta-ChemChina) que hoy en día controlan los alimentos y la salud global a través de semillas, agroquímicos, farmaceuticas y biopiratería de gran escala, buscan ser propietarios de la vida en la Tierra y obtener todas las ganancias económicas posibles a partir de rentas y regalías a las que obligan, en una nueva colonización, a las personas campesinas a pagar.
Para hacer frente a esta guerra corporativa, el libro recupera los principales escenarios y muestra un camino difícil pero posible para proteger la biodiversidad, como un deber, en el mundo. Hay, se argumenta, dos grandes y contradictorios paradigmas para la conservación de la biodiversidad: el comunitario y el de los intereses económicos globales. El primero, vinculado entrañablemente a las propias comunidades cuya supervivencia depende del acceso y uso de la biodiversidad local en sus territorios. A la segunda no le interesa la biodiversidad en sí misma dado que para ellos ésta no tiene valor salvo como materia prima para la producción de commodities. Acá el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD), ratificado por casi doscientos países, es un avance, limitado, pero avance al fin. El CBD reconoce que los conocimientos, innvocaciones y prácticas tradicionales son de vital importancia para la conservación de la diversidad biológica y que las comunidades locales, campesinas e indígenas son fundamentales para esto. Para complementar y ampliar este marco legal, la organización y trabajo colectivo de las propias comunidades es fundamental a través del registro comunitario de la especies, prácticas y conocimientos que sustentan el florecimiento de la biodiversidad en lo local. Estos registros comunitarios son fundamentales porque evitan la pérdida de conocimientos y especies, y son al mismo tiempo espacios de creatividad para nuevas alternativas de sustentabilidad.
Los registros comunitarios de especies y conocimientos, además, pueden servir como antecedente jurídico de reconocimiento de propiedad intelectual comunitaria frente a otro de los embates de las corporaciones: el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados al Comercio (TRIPS, por sus siglas en inglés) de la Organización Mundial de Comercio. A través de los TRIPS, Monsanto al mismo tiempo ha jugado a ser el paciente, el médico internista y el médico especialista. El marco general de los TRIPS fue redactado por las mismas trasnacionales imponiendo sus intereses comerciales y exclusivamente reconoce la propiedad intelectual como un derecho privado. Esto excluye todo tipo de conocimientos, ideas e innovaciones que suceden en el ámbito de los comunes intelectuales y en las comunidades. El detallado relato de las batallas contra los TRIPS muestra el alcance maquiavélico de estas corporaciones que han buscado patentar plantas y semillas genéticamente modificadas para que este Convenio obligue a los países firmantes a introducirlas a sus mercados en condiciones indignas para las personas y comunidades campesinas. Ha sido a través de estos TRIPS que en algunos países se ha prohibido, ¡imagínense!, el intercambio de semillas de campesinx a campesinx.
Así, paso a paso, las corporaciones han borrado, incluso de nuestras conversaciones y militancias, los derechos de las personas campesinas y pequeño productoras. Sin traba alguna, las corporaciones dueñas del monopolio de las semillas seguirán avanzando hasta tener el control total de la cadena alimenticia y de la salud de la humanidad.
La reivindicación y lucha por la biodiversidad, las semillas y el ser, estar y conocer de las comunidades campesinas e indígenas son parte de una mayor: reclamar y recuperarlas como comunes. Vandana Shiva argumenta que ésta es la batalla más crucial de nuestros tiempos. Los comunes y commonings (palabra en inglés que hace referencia a las prácticas que producen y reproducen los comunes) son hoy en día parte del un proceso político amplio y diverso que busca crear y ampliar modos de vida digna en relación con la naturaleza.
Recuperar el cariño por la chacra, el solar, el huerto, a la vez que luchamos por recuperar y potenciar los comunes son dos de las luchas que estamos dando por la vida y contra toda política y economía de muerte.
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Leer y caminar preguntando
Pablo Reyna Esteves
«Ya aprendiste que para saber y para
caminar hay que preguntar»
El Viejo Antonio
(SI Marcos, La historia de las preguntas,
13 de diciembre de 1994)
Leer y caminar preguntando (LCP) es una apuesta por abrir conversaciones diversas usando como pretexto la lectura reciente de algún libro o texto. Acá busco alejarme de la extendida percepción de que la lectura es una actividad solitaria e individualizante; para uno mismo; una actividad que no es acción útil; en fin, la antípoda de la praxis militante concreta, útil, Revolucionaria. En este espacio consideremos que leer es también una práctica de lucha y escucha, que moviliza y transforma entendimientos y afectos, que es posible ponerse y hacerse en común, colectivizarla, hacerla con y para otrxs.
Leer y Caminar Preguntando tampoco es un espacio de difusión o reseña literaria o académica de los libros más novedosos o más esperados o más críticos o más prominentes en las listas de lo que hay que leer. Acá, pues, queremos compartir – conversar de los esos libros que se nos vayan atravesando, los que nos van diciendo algo que parece tener y hacer sentido, que nos amplían la mirada y movimientos; y que, sobre todo, nos encantaría conversarlos en la mesa, en la asamblea, en la calle con lxs amigxs y lxs compañerxs.
Leer, pues, como caminar preguntando.
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Modo conversador de estar en el mundo.
Es ya un lugar común afirmar que (aún) (sobre)vivimos en un momento de dramáticas y urgentes crisis sobrepuestas: climática, ambiental, política y económica. Crisis que en su conjunto e interrelación conforman lo que algunxs llaman una crisis civilizatoria. En tiempos, pues, de crisis del modo de ser, saber, hacer e imponer mundos desde la modernindad / colonialidad, Recuperar el cariño es un libro que nos permite mirar estas crisis desde afuera; desde un lugar, sabiduría y modo otros; desde una parte del mundo andino – amazónico, desde la sabiduría de las culturas quechua – lamas.
En Recuperar el cariño, editado y publicado por la Palapa Editorial El Rebozo, se recogen y compilan textos de y conversaciones con los fundadores del Proyecto Andino de Tecnologías Campesinas (PRATEC) del Perú Eduardo Grillo (1938 – 1996) y Grimaldo Rengifo (1946 -). Los primeros tres textos, de los seis que componen toda la obra, publicados originalmente en 1996, son de la autoría de Grillo, apenas unos meses antes de su repentino fallecimiento. Los tres capítulos finales son un texto de y dos conversaciones más recientes con Rengifo. Así, en Recuperar el cariño nos adentramos a 25 años de reflexiones, colaboraciones, conversaciones y sabiduría de los autores, del PRATEC y de las comunidades andino-amazónicas.
Y es que el contraste entre el modo moderno occidental y el andino amazónico de relacionarse con la naturaleza no podría ser mayor. Desde estas comunidades agrocéntricas y bosquecinas, donde el núcleo de la vida se encuentra en la chacra (el similar andino a la milpa mexicana), el bosque y el agua; el mundo moderno occidental es visto y padecido como uno que busca someter, controlar, apropiarse de y explotar la naturaleza, destruyendo los lazos de cariño, cercanía y familiaridad entre lo humano y la naturaleza, autorizando y promoviendo la transformación de ésta en artefactos homogéneos, en líneas de producción planeables y mercantilizables.
Ante la explotación y dominación occidental de la naturaleza, estos mundos andino-amazónicos buscan la armonía a través de la conversación y la crianza recíproca entre lo humano y lo no humano, entre todas las formas de vida existentes, la naturaleza y las deidades – espiritualidades. En el mundo andino – amazónico todo está relacionado, nada es suficiente en sí mismo, ninguna entidad existe por sí misma, cada vida depende de la vida de todas las demás. A través de su modo conversador de estar en el mundo, conversación que va más allá del diálogo, comprometen toda su capacidad de sintonizarse, de latir al mismo ritmo de aquella entidad, persona, río, montaña, animal, piedra con la que se conversa.
Viven su amor al mundo tal cual es procurando la crianza recíproca en la que al criar también se es criado. La sabiduría de estos pueblos consiste en «tener capacidad de criar, de sintonizarse, de empatarse con los gestos de los demás, en la capacidad de dejarse criar, de ser cultivado y sentirse no el rey de la creación sino un más en este mundo”. (pp. 95-96)
Ante el caos que la civilización moderno occidental ha provocado en su relación con la naturaleza, la chacra o la milpa o la huerta o el solar pueden ser territorios – grietas a través de los cuales conversar, sintonizarnos, curarnos, criarnos y recrearnos entre nosotrxs y con la naturaleza para potenciar nuestros imaginarios, organizaciones y acciones políticas para impulsar autonomías.