El diálogo del hambre y el desastre educativo del madurismo
Siempre hemos estado en primera línea en resolver nuestros conflictos con el diálogo, máxime con un país envuelto en el caos político, económico y social. Ahora bien, eso requiere que los temas del diálogo estén centrados en un orden de prioridades para los venezolanos, y no en los temas que el madurismo y la oposición consideren son prioritarios para ellos.
El hambre: la prioridad primordial y esencial en el diálogo
Aquí nadie tiene que llamarse a engaño ¿O es qué Jorge Rodríguez, “nicolasito”, el otrora “ministro del trabajo, y el resto del madurismo, así como el jefe de la delegación opositora Gerardo Blyde, y sus acompañantes en la denominada mesa de diálogo en México, no cobran todos ellos emolumentos y viáticos en divisas por su presencia en el país azteca en representación de cada sector?
¿Será que esos políticos están pensando qué van a comer en el desayuno, almuerzo o cena en su estadía en Ciudad de México, o sus familias tendrán las mismas dificultades que tenemos la mayoría de venezolanos para saber cómo tener algo en nuestras neveras durante el día a día?
Entonces, señores de la mesa de diálogo, que venga cualquier representante del madurismo o de la oposición a mostrarnos como un triunfo que ambos sectores “acordaron” que la Guyana Esequiba es parte del territorio nacional, cuando la praxis tanto histórica como política, en especial la pésima diplomacia ejercida desde la firma del Acuerdo de Ginebra en 1966, y agravada con los errores cometidos por Chávez al permitir a los guyaneses hacer lo que quisieran en la Zona en Reclamación, y la negativa del madurismo a exigirle a Putin, el documento histórico y jurídico de la sentencia que dictó el ruso Fyodor de Martens en 1899, cuando Venezuela fue despojada en más de 159.000 kilómetros cuadrados, eso no cambia en mínimas condiciones las necesidades del pueblo venezolano.
Por ello, cuando Jorge Rodríguez también señala que se han establecido pautas para recuperar activos en el exterior, o lo que es lo mismo administrar tales recursos financieros, donde ellos de manera muy alegre, intentan hacer ver que con esa acción pareciera que se van a solucionar los problemas del país, resulta en una cínica sonrisa, porque según cifras oficiales la realidad es que existen 3 millones de empleados públicos y 4 millones de “pensionados” que reciben en promedio apenas 1 dólar mensual, lo cual ha colocado a Venezuela en términos reales con los ingresos sociales más bajos del mundo. O sea, el madurismo ha liquidado por completo en el tejido familiar alrededor de más de 14 millones de personas, si de manera conservadora asumimos que una persona más de la beneficiada de manera directa también es complementaria de esos “ingresos”.
En tal sentido, o el madurismo y la oposición comprenden que deben encontrar de manera inmediata unos 10 mil millones de dólares para elevar los salarios y pensiones de esos 7 millones de venezolanos en promedio en unos 100 dólares mensuales para los próximos 12 meses, o todo lo que hablen allí se convertirá en retórica simplista y perorata de burócratas que pareciera que no han entendido que el hambre es algo que no puede esperar.
En consecuencia, les exigimos que incorporen el tema salarial y de pensiones como la prioridad más urgente del país, y luego en ese orden establezcan tres subdivisiones: social, económica y política. La social en los temas de vacunación sobre covid-19, salud integral y educación. La económica en términos de cesar la generación de dinero inorgánico y causante de la hiperinflación, respeto a las leyes, distribución de cargas impositivas entre gobernaciones y alcaldías con un impuesto universal a la venta del 10%, y uno para casinos y artículos de lujo al 20%. Y un diálogo político que además del equilibrio en las normas electorales y observación internacional aceptada por ambas partes para las elecciones regionales del próximo noviembre, fije por parte de Nicolás Maduro –convocado por él – un referendo revocatorio a partir del 10 de enero de 2022, tal y como lo establece la Constitución. Si en efecto, el madurismo dice que tiene la mayoría del pueblo, no debe tener miedo el propio Maduro en ser convocante del mismo, y, por ende, demostrar al mundo que es un auténtico demócrata.
La nueva “ministra” de educación será responsable del desastre al forzar retorno de clases presenciales
Y si el diálogo es parte de una agenda política, hay que ser muy responsable para reanudar las clases presenciales en el país, más allá de que tal necesidad sea perentoria, pero una cosa es que haya urgencia de ello, y otra es hacer tal llamado sin realizar las consultas permanentes al gremio docente, los padres y representantes, y la sociedad en general, y menos sin un esquema de valoración alimenticia, pedagógica, asistencial y de recuperación de la infraestructura física de escuelas, liceos y universidades.
De estos hemos planteado, que además de tener vacunada al 100% de la población docente – soy uno de ellos, y no he visto ni la jeringa de la primera dosis, lo cual demuestra un completo desastre en tal proceso - si tomamos como referencia entre 9 y 10 millones de estudiantes se requiere para toda la educación, incluyendo la recuperación de la planta educativa cerca de otros 10 mil millones dólares, lo cual hemos explicado de manera concreta y con alternativas¹.
Hacer un llamado a clases presenciales en estas condiciones, cuando ni siquiera hay agua en las escuelas para lavarse las manos, o mantener pocetas limpias, es una enorme irresponsabilidad de Nicolás Maduro y será su nueva “ministra” la responsable de que semejante acción se cristalice, y peor, que el magisterio venezolano acepte tal medida, sin ni siquiera realizar un pronunciamiento público ante tal barbarie, y sobre las consecuencias de multiplicación del covid-19 que pudieran originarse en el país, además con un colapsado sistema de salud.
El país no puede seguir así al garete. Necesitamos reconstruir a Venezuela, pero es evidente que el madurismo es solo un conjunto de ramplones y ególatras, cuya única finalidad pareciera estar centrada en el asesinato de la República.