Chile: Las fiestas patrias celebran el aplastamiento de la mujer y de la madre tierra

Desde la instalación del patriarcado en base al uso de la fuerza y la subordinación de la mujer a la necesidad del propietario de contar con un hijo propio para la continuidad de la unidad productiva, esta última (tierras o ganado) se incorpora al patri-monio gobernado por el pater familias mediante la domínica potestas (potestad de domino o de señorío).



Las fiestas patrias celebran el aplastamiento de la mujer y de la madre tierra

Jaime Yovanovic (Profesor J)

Desde la instalación del patriarcado en base al uso de la fuerza y la subordinación de la mujer a la necesidad del propietario de contar con un hijo propio para la continuidad de la unidad productiva, esta última (tierras o ganado) se incorpora al patri-monio gobernado por el pater familias mediante la domínica potestas (potestad de domino o de señorío).

 

Veamos el significado del patri y del matri (padre y madre) a los que se ha agregado el “monio” que procede de la palabra latina ‘munia,-ium’ que significa “deberes, cargos, funciones, ocupaciones”, que al formar parte de otro término abre su primera vocal y aporta como significado “calidad de”.

 

Así a la mujer cabía el rol de ser madre y al hombre ser padre, sólo que la mujer siempre ha sido madre sin necesitad de atarse al sagrado vínculo para serlo. Pero el hombre nunca había sido padre, pues esa categoría o rol no existía, no se necesitaba ni se sabía, pues antes nadie era propietario de nadie y tanto el hombre como la mujer, así como los que no eran ni lo uno ni lo otro, eran libres y compartían sus afectos con quien le apeteciera.

 

El macho era responsable de la unidad productiva que poseía por mero uso, lo que al ser costumbre era la regla, y al morir esa unidad era continuada por el clan o gen a que pertenecía y donde no podía tener contacto carnal con las mujeres de allí debiendo hacerlo con las damas de los otros clanes o gens. Los líos que se armaban al fallecimiento del sujeto eran de padre y señor mío, por lo que el hombre propietario comienza a pensar en la continuidad de la propiedad, en la trascendencia: seguir más allá de la vida. El término trascendencia (del latín trascendens; trascender, superar, sobrepasar, extenderse) indica la idea de sobrepasar o superar. Es el carácter de lo trascendente, es decir, lo que está más allá.

 

Así los consejeros o guías espirituales que concentraban los saberes ancestrales cambiaron la espiritualidad que es una forma de relación profunda entre las personas y demás seres vivos por la religión que permitió hacer creer que era la continuidad de la espiritualidad horizontal pero ahora en forma vertical mediante la representación de ese señor propietario al cual se subordinaban los demás. Eso quebraba las relaciones comunitarias y se disgregaba la comunidad que era necesario re-ligar, volver a unir, re-amarrar detrás del propietario mediante la re-ligión y el carácter todopoderoso del señor patriarca.

 

De allí que la mujer que era subordinada a la fuerza ahora debe hacerlo porque era la voluntad del ser supremo que exigía que se atara al propietario mediante el matri-monio, es decir el lazo sagrado que le exigía ser depositaria del hijo de ese y no de otro señor, así el poseedor de la potestad de dominio podía trascender mediante el hijo de su propia sangre y sería él mismo que mantendría la propiedad dentro del patri-monio.

 

Mediante esa serie de subterfugios legitimados por la fuerza y por la creencia (la cruz y la espada) los españoles invaden nuestro continente Abya Yala y se reparten nuestras tierras  hasta que los ingleses deseosos de disputar esos territorios reúnen a los principales latifundistas en su partido político de la logia masónica Lautaro y así entra Simón Bolívar, Bernardo O’Higgins y los demás próceres de la instalación de los aparatos europeos de estado a coordinar las guerras de “independencia” sacando de encima a los reyes de España y abriendo camino a la expansión inglesa que hacía lo mismo en Asia, África y Oceanía.

 

Los latifundistas instalan el modelo patriarcal de los estados que llamaron “patria” muy sueltos de cuerpo y con las garrapatas de los curas que bendecían ese modo de vivir sometidos al aparato militar y constituciones que mudan al pasar los años llenándose de derechos pero sin tocar el aparato del poder que decide si se aplican o no se aplican esos derechos.

 

Cada latifundista tenía a su cargo cientos y miles de miembros de los pueblos originarios que los transformaban en esclavos mediante el sistema de encomiendas donde el grupo era encomendado al señor propietario para evangelizarlos (lavarles el cerebro y domesticarlos) y una vez educados liberarlos, lo que nunca hacían estos vivarachos que utilizaban a destajo las tierras, aguas y demás riquezas naturales que transformaban en mercancías para aportar su cuota al bien común de los propietarios patriarcales muy patrióticos.

 

No contentos con ello invadieron los patriotas chilenos los territorios mapuche en 1881 y se anexaron esas tierra a sangre y fuego hasta el día de hoy donde tienen a la patriota Loncon, krumiro mapuche vendida al estado capitalista, como presidenta de la convención constitucional.

 

¿Qué vamos a celebrar? ¿El ascenso del patriarca a la cima del poder? ¿los femicidios y abusos a las mujeres? ¿La destrucción de la madre tierra mediante el extractivismo capitalista?

 

¿Vamos a seguir en  guerra como quiere Salazar azuzando a la gente contra los militares que han realizado 28 masacres en Chile? ¿Volver a la lucha armada? ¿Salazar va a llamar a otro año decisivo para derrotar a los milicos?

 

Salazar y los grupos de combate nos quieren llevar a otra victoria revolucionaria como en Venezuela y Nicaragua donde se han instalado modelos de dictadura y la población arranca por millones a otros países.

 

No, no nos dejaremos llevar a la vieja disputa de la toma del poder, izquierda y derecha son ambos patriarcales y no nos sirven, sino que pensamos que es más efectivo cambiar el poder por la democracia en cada barrio donde los vecinos aprendamos a administrar y resolver nuestros asuntos en casa, con la madre tierra.