Mujeres, autodefensa y libertad
La retirada de Turquía del Convenio de Estambul para la protección de las mujeres contra la violencia demuestra, una vez más, la necesidad de autoorganización de la autodefensa de éstas en el norte de Kurdistán (Bakur) y en territorio turco.
El movimiento de mujeres representa la vanguardia de la resistencia contra el régimen de los partidos políticos AKP/MHP, y lidera constantemente las protestas.
La Red de Defensa de las Mujeres tomó la iniciativa al organizar los Seminarios de Autodefensa Feminista (FÖS, por sus siglas originales). Estos seminarios tratan tanto de la autodefensa contra los hombres como contra el régimen turco. Las participantes también salen a la calle para dar a conocer sus propias experiencias y lo que han aprendido.
La agencia de noticias ANF habló con algunas de estas mujeres, tanto sobre la salida de la Convención de Estambul como sobre los seminarios que les han cambiado la vida a en ellas. Las mujeres describen la importancia de estos espacios para el desarrollo de la conciencia, especialmente en sus propias vidas. La mayoría de las participantes ya han experimentado violencia en su contra, ya sea en su juventud o en el trabajo.
Nevin tiene 35 años y es madre de tres hijas. Lleva seis años divorciada de su marido. Intenta ganarse la vida por su cuenta y trabaja en el comedor de una empresa. Nevin dice que la mayoría de los hombres en su trabajo la someten a mucha opresión, aunque sin saberlo. Al conocer la salida de Turquía de la Convención de Estambul, recuerda que “nunca me había sentido tan desesperada e impotente”.
“Cuando leí esta noticia, sentí que el mundo se estaba derrumbando –cuenta-. Me sentí como si estuviera en un gran agujero. Quiero decir, estaba asustada porque la Convención fue una gran esperanza para nosotras las mujeres, que ya estamos en riesgo en todos los ámbitos. Ahora, este enfoque es una invitación abierta al feminicidio. Están poniendo a las mujeres en la línea y transmitiendo que puedes matarlas y violarlas como quieras”.
“Por supuesto, hay otro lado –agrega Nevin-. Asistimos a las protestas como mujeres. Incluso recibo mensajes de conservadoras en las redes sociales, que me dicen que les avise cuando vuelva a ir a la protesta. Ya sea que sepan mucho sobre feminismo o no, las mujeres están alzando la voz, y eso está convirtiendo el miedo en esperanza. Creo que las mujeres harán que el gobierno dé un paso atrás”.
Nevin continúa: “Los seminarios de autodefensa feminista a los que he asistido me han dado mucho. Cocino en un lugar con muchos hombres. La forma en que las personas con las que trabajo ven a las mujeres, es lo que podemos llamar el promedio en Turquía. Después de participar en los seminarios, construí un muro invisible a mi alrededor. Aprendí mucho sobre la invasión de la privacidad en el seminario”.
“Cuando eres una mujer liberada, su actitud hacia ti cambia –explica-. Para ellos, entonces eres una mala mujer que rompe las reglas de la sociedad. Me llaman hermana mayor, pero le dan a la palabra un significado diferente. Por ejemplo, miro la insistencia constante de los hombres en una relación de manera muy diferente antes de los FÖS. Ni siquiera se me ocurrió considerar una violación a la privacidad como una violación a los derechos. Pensé: ‘Bueno, está enamorado y por eso insiste’. Pero después de asistir a los FÖS, me di cuenta de que el hombre entonces no reconoce mi voluntad”.
Nevin asegura que “las mujeres deben protegerse unas a otras”, ya que “no hay otra forma”. “Todas deben aprender a usar cualquier cosa que se encuentre cerca como arma –asevera-. No tenemos nada más que la defensa propia y entre nosotras. Cuando una mujer va a la comisaría a denunciar, incluso los policías la miran con odio y hablan en tono degradante, preguntando qué tipo de mujer es para denunciar a su marido”.
“Por tanto, la legítima defensa es nuestro derecho –remarca-. No puedo ir a la misma ciudad donde vive mi esposo divorciado, porque allí corro peligro de muerte. He estado viviendo lejos de mi ciudad natal durante seis años, tanto por mi familia como por mi ex marido. Esta es una gran injusticia, una violación de derechos. Yo he pasado por esto, y hay mujeres que han pasado por cosas mucho peores. Cuidé de mis tres hijas durante seis años, así que la Convención de Estambul es nuestra, y digo que la recuperaremos”.
A su vez, para Esen, de 32 años, participar en los FÖS significó un salto de conciencia. La joven expresa que un Estado social no debería abolir los derechos de las mujeres, sino ampliarlos. “Abolieron por completo los derechos de las mujeres en lugar de ampliarlos como deberían haberlo hecho –apunta-. Como muchas, yo no conocía nuestros derechos, así que participé en un FÖS. De hecho, ni siquiera somos conscientes de las numerosas violaciones de derechos contra nosotras. Entonces me di cuenta de que muchas cosas nos son impuestas indirectamente por la sociedad y la familia, silenciándonos”.
Esen especifica que “esto se trata principalmente siempre de mensajes contradictorios que se utilizan para mantenernos a las mujeres en la impotencia. A las mujeres se nos ha enseñado desde una edad temprana que debemos dejar de ir a las multitudes o los lugares solitarios porque es peligroso. Entonces, ¿qué debo hacer? ¿No ir a las multitudes o no ir a lugares solitarios? Nos dijeron que no habláramos demasiado, pero si tenemos un problema, debemos decirlo”.
“Entre estas dos alternativas, la mujer decide guardar silencio en el tiempo. Y luego alguien se te acerca y te dice: ‘¿Por qué esperaste dos años para decir eso?’ –ejemplifica-. Nada ha sido fácil para nosotras. Por supuesto, no está bien que la defensa nos quede solo a nosotras, aquí somos ciudadanas y no tenemos más remedio que defendernos”.
Otra mujer del seminario, que no quiso dar su nombre por razones de seguridad, afirma: “Me alegro de haber participado en el FÖS, porque al menos aprendí cómo los hombres violan mis derechos y qué puedo hacer al respecto; cómo puedo trazar mis propios límites. Me di cuenta de que si un hombre sigue presionando a pesar de que dije ‘no’, no está respetando mi voluntad”.
“Solía pensar que el hombre lo hacía porque me amaba, pero ahora lo miro diferente. Al aprender estas cosas, creo que la lucha de las mujeres es totalmente legítima –remarca-. Especialmente, a la luz del hecho de que el gobierno se ha puesto del lado de los hombres que nos violentan, que nos hacen la vida un infierno, y el Estado incluso las protege y las premia con impunidad. Por eso nunca renunciaremos a la Convención de Estambul ni a nuestros derechos”.
FUENTE: Roni Aram / ANF / Edición: Kurdistán América Latina