LUCHA POPULAR HACIA LA AUTONOMÍA COMUNITARIA.
TENSIONES ENTRE LA PRÁCTICA INSURGENTE E INSTITUCIONES PRIVADAS EN EL PROCESO DE CONSOLIDACIÓN DE LA COMUNA 20 ENTRE 2005 – 2017, EN CALI-‐COLOMBIA.
Edna Rojas Carvallo
4 de diciembre de 2017
RESUMEN
Conocida coloquialmente como Siloé, la comuna
20 aglomera una población de 70.000 personas que, ante
la imposibilidad de acceder a vivienda en el mercado
formal, han colonizado informalmente el cuadrante sur
de la ladera de Cali. En este contexto de marginalidad
urbana, el capital social comunitario -entendido como
prácticas colectivas de ayuda mutua y grupos con
conducta de cooperación-, se convierte en recurso
fundamental para sobrevivir. Sin embargo, estos lazos
fuertes entre pares son insuficientes al momento de
obtener calidad de servicios y oportunidades, por tanto,
para seguir adelante es imperante acceder a lazos débiles
-entendidos como relaciones verticales con
organizaciones no gubernamentales (ONG),
fundaciones, empresas privadas e instituciones estatales-
que, comúnmente establecen dinámicas clientelares en
detrimento del capital social comunitario. Esta tesis
argumenta que, a lo largo del proceso de consolidación
urbanística de los asentamientos informales, la
organización comunitaria sufre un proceso de
maduración generado por las rupturas y continuidades
con los vínculos verticales, para dejar de lado las
relaciones signadas de clientelismo político. Este bagaje y
experiencia colectiva le otorga capacidad organizativa a la
acción popular para reestructurarse internamente y, le
permite establecer estrategias y mecanismos de operación
para escoger estratégicamente a los actores externos, con
quienes es posible establecer vínculos de confianza y
trabajar con autonomía; en orden de salvaguardar el
proyecto colectivo. Mediante un estudio cualitativo, se
obtuvo información sobre la dinámica relacional entre
Organizaciones Comunitarias de Base (OCBs) y la red de
agentes externos involucrados en su accionar. Al hacer
una aproximación empírica al asentamiento informal de
Siloé, en Cali-Colombia, y analizar las estrategias de
trabajo detrás del proceso actual de consolidación física
del asentamiento, los hallazgos de la investigación indican
que, ante el detrimento del bienestar común por la
instrumentalización de las OCBs establecidas ‘desde
arriba’, surgen OCBs insurgentes que prefieren vincularse
con instituciones privadas en el marco de
Responsabilidad Social Empresarial (RSE) bajo criterios
autónomos que garantizan la emancipación comunitaria.
Se establece así una relación de “ganar y ganar” para las
dos partes de la alianza que, además del mejoramiento
físico del asentamiento, logra la acumulación de ‘capital
simbólico’; legitimidad y reconocimiento de la empresa
privada y visibilización de la acción comunitaria. No
obstante, al alejarse de la esfera pública se imposibilita la
búsqueda de cambios estructurales; más allá de las
sinergias logradas, la relación vertical establecida con
instituciones privadas difícilmente logra escapar de la
lógica de dependencia toda vez que, estos vínculos no
permiten establecer canales para el desarrollo sostenible
de la comunidad; se acerca entonces a una dinámica
“semi-clientelar”, con un agente externo capacitador e
incubador que posibilita la autonomía política________
PALABRAS CLAVE:
Asentamiento Informal; Organización Comunitaria de base OCB; Planificación Insurgente; RSE.
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN_______________________________________________________________1
1. DISEÑO DE LA INVESTIGACIÓN_____________________________________________________3
1.1. Planteamiento del problema.
1.2. Caso de estudio.
1.3. Pregunta de investigación.
1.4. Objetivos del estudio.
1.5. Hipótesis de trabajo.
1.6. Metodología de investigación.
2. MARCO TEÓRICO_____________________________________________________________12
2.1. Urbanización informal y políticas urbanas.
2.2. Organización Comunitaria desde el capital social.
2.3. Instituciones externas, y conversión del capital en el marco de la Responsabilidad Social Empresarial.
3. ANTECEDENTES DE CONTEXTO ____________________________________________________22
3.1. Crecimiento físico de Siloé y detonantes sociopolíticos del fenómeno.
3.2. Historial organizativo en la Comuna 20.
4. EVIDENCIA EMPÍRICA __________________________________________________________35
4.1. Nuevas apuestas organizativas en Siloé.
4.2. Alianzas estratégicas para el desarrollo comunal.
4.3. Limitaciones y desafios del modelo.
5. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES_______________________________________________48
5.1. Discusión en torno a los objetivos de investigación.
5.2. Implicancias políticas.
5.3. Limitantes.
5.4. Futuras líneas de investigación.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ____________________________________________________58
ANEXOS ___________________________________________________________________ 61
1.Catastro de OCB identificadas en el territorio.
2. Codificación y detalle de entrevistados.
3. Formato de entrevistas realizadas.
4. Consentimiento informado.
pág. 1
INTRODUCCIÓN
El territorio colombiano, inscrito en la región de
Latinoamérica y Caribe, no ha sido ajeno a los procesos
de urbanización informal característicos del Sur Global.
La denominada ciudad informal constituye más del 24%
de las áreas urbanizadas de las ciudades colombianas, un
espacio urbano precario que constituye parte
fundamental del paisaje urbano nacional, en el que
familias enteras expuestas a condiciones de vulnerabilidad
habitan legal e ilegalmente terrenos periféricos toda vez
que, su situación laboral y económica no les permite
acceder a las ofertas de un mercado formal muy
restringido.
La población que reside en estos asentamientos
humanos ha estado marcada por procesos de
marginalización, exclusión y segregación urbana. Sin
embargo, y como antítesis, al interior de estos
asentamientos se generan fuertes procesos de ayuda
mutua y solidaridad entre pares. Esto constituye el
principal recurso con el que cuentan estos asentamientos,
presente desde su origen cuando el proceso de
autoconstrucción de la vivienda y el entorno inmediato se
realiza de forma colectiva. De esta manera, las
Organizaciones Comunitarias de Base (OCBs) son el
agente sinérgico que desarrolla, a lo largo de un proceso
lento y continuo, el mejoramiento y la consolidación
urbanística del hábitat popular.
Este proceso de consolidación urbanística en sus
etapas más avanzadas de dotación y planificación requiere
de recursos económicos y técnicos que las OCBs no
poseen, pues en ellos reside solamente el recurso de la
mano de obra. Ante este limitante, las OCBs, como
células principales de la dinámica colectiva, gestionan el
apoyo técnico y económico de agentes externos –como
agencias estatales y Organizaciones no Gubernamentales
(ONG)– para obtener un mejoramiento significativo del
entorno. Dado que la población vulnerable es vista como
un banco de votos de fácil acceso, esta dinámica de
vinculación vertical genera relaciones signadas de
clientelismo y asistencialismo; las intervenciones físicas
desde los agentes externos se tornan en favores políticos
y facilitan la coacción de la comunidad, poniendo en
riesgo la autonomía del proyecto colectivo.
Ante el descrédito de las OCBs tradicionales que
han sido formalizadas por el Estado y que se facilitan
como canales clientelares, surgen desde abajo OCBs
alternativas que asumen un distanciamiento crítico de los
vínculos clientelares y asistencialistas. La presente
investigación plantea como tesis de trabajo que, en orden
de alejarse de prácticas viciadas, las OCBs seleccionan
cuidadosamente a agentes externos con poder económico
con quienes establecen una dinámica de cooperación
sinérgica alejados de las agencias estatales. Este modelo
de trabajo insurgente busca los mecanismos adecuados
para transformar los conflictos de intereses en
vinculaciones sinérgicas, en donde la comunidad se
posiciona como actor principal del proceso. Sin embargo,
la sostenibilidad del proyecto colectivo es un factor crítico
toda vez que, se configura bajo una dinámica de
dependencia pura con los agentes externos
patrocinadores.
El estudio se realiza en la ciudad de Santiago de
Cali, en el pacífico colombiano, la cual se consolida como
el tercer centro urbano del país, recibiendo los mayores
flujos migratorios del suroccidente. Un área urbana
dividida en 22 comunas, tres de las cuales concentran la
mayor cantidad de asentamientos informales (Comunas
1, 18, y 20). Específicamente en la ladera occidental de la
ciudad donde se encuentra la Comuna 20, reconocida
popularmente como Siloé, el nombre del primer
asentamiento de ladera cuyo origen como campamento
de familias mineras data de 1910.
Si bien la deuda histórica del Estado es latente,
llaman la atención las intervenciones urbanas que en la
última década han mejorado significativamente el
territorio comunal. Estos proyectos han sido apalancados
por la lucha colectiva de las OCB insurgentes con el
apoyo técnico y financiero de empresas privadas en el
marco de la Responsabilidad Social Empresarial. En este
contexto, el presente escrito documenta un análisis
riguroso de las formas alternativas de organización con la
clara intención de comprender la especificidad del actual
fenómeno de la autogestión y sus estrategias de
vinculación con instituciones de poder económico.
pág. 2
El registro que a continuación se presenta se
encuentra constituido por cinco capítulos, estructurados
en dos grandes partes: La primera sección que,
comprende los capítulos generales de presentación y
estructura de la investigación, alberga: el (1) Diseño de la
investigación (planteamiento del problema, caso de
estudio y metodología), y (2) el Marco Teórico que se
estructura en conceptos de urbanización informal,
organización comunitaria y agentes externos. Respecto a
la urbanización informal, se analizan sus aproximaciones
investigativas y los efectos de las políticas emprendidas,
desde la erradicación hasta posturas integracionistas. El
desarrollo conceptual de las Organizaciones
Comunitarias de base (OCB) se realiza en torno a la
Teoría del Capital Social y las ‘prácticas insurgentes’.
Finalmente, el estudio de las instituciones externas se
hace a través de la conversión de capitales y las
implicancias de las estrategias de Responsabilidad Social
Empresarial (RSE).
El segundo segmento constituye los capítulos del
desarrollo propio de la investigación, empezando por la
necesaria contextualización, indicando (3) los detonantes
sociopolíticos de la informalidad en Cali y sus efectos
sobre la evolución de las formas comunitarias del
asentamiento, y posteriormente se exponen (4) los
principales hallazgos del estudio sobre: la estructuración
interna de las OCB ‘alternativas’, el mecanismos de acción
con agentes externos y las limitaciones y desafíos del
modelo de autogestión contemporáneo. Para finalizar, el
último capítulo compila las (5) reflexiones finales,
haciendo una discusión de los principales hallazgos con
relación a los conceptos teóricos revisados, con el fin de
ir presentando conclusiones en torno a cada uno de los
objetivos planteados. Posteriormente, se reconocen las
limitaciones del estudio, seguido de una descripción de
los aportes del estudio en el ámbito de la práctica y la
teoría. Para finalizar, se enumeran las recomendaciones
en torno a nuevas preguntas y líneas de estudio que
surgieron con la investigación
CAPÍTULO 1 DISEÑO DE LA INVESTIGACIÓN
1.1 PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA.
En contextos de marginalidad urbana, ante la
ausencia de intervención estatal, el proceso de
consolidación física del hábitat popular es gestionado en
mayor medida por la acción colectiva organizada. Su
trabajo de carácter voluntario se enfoca principalmente
en la promoción del mejoramiento del entorno desde el
trabajo de autoayuda y desde la demanda a externos
(Fisher, 1984). Esta situación expone a la comunidad a
dinámicas clientelares y asistencialistas que ponen en
riesgo la autonomía y estabilidad del proyecto colectivo.
Esta investigación aborda la naturaleza relacional de
las organizaciones comunitarias contemporáneas
entendiendo que, la acción colectiva ha pasado por un
proceso de clarificación que le otorga una capacidad
organizativa para tomar un distanciamiento crítico de las
relaciones clientelares y asistencialistas, en orden de
mantener a salvo el proyecto colectivo (Hataya, 2010),
situación que explica Nel-lo (2016) como un cambio de
proceso reactivo hacia uno propositivo. Siguiendo al
autor, el primero, de carácter defensivo, se enfoca en un
solo problema y trabaja bajo una identidad política; por
otro lado, el segundo adquiere una posición estratégica,
multidimensional y apolítica.
La urbanización informal se consolida como la
respuesta en el espacio urbano por grupos sociales pobres
ante el déficit habitacional, el incremento de la
marginalidad y la limitación al acceso y tenencia del suelo
y la vivienda en el mercado formal. Se trata de un proceso
urbano permanente que, en Latinoamérica tiene un
desarrollo acelerado por el aumento de la pobreza, la
precariedad del mercado laboral y la desigual distribución
de la riqueza y del crecimiento económico. De acuerdo
con Costa y Hernández (2010) y Roy y Alsayyad (2004),
este proceso de producción informal del espacio urbano
se establece como la forma dominante de construir la
ciudad latinoamericana contemporánea, y ya no
constituye una excepción a la planificación oficial.
Dada la relevancia de este fenómeno en la realidad
urbana del Sur Global, la urbanización informal comenzó
a ser objeto de estudio de académicos, políticos y
legisladores desde hace 50 años aproximadamente
(Fernandes, 2011), haciendo referencia en mayor medida
a los aspectos legales y técnicos de su origen y
conformación. Es decir, enfocados en la falta de
correspondencia y sujeción a los principios de la
pág. 4
planificación oficial, lo cual no es ajeno al recurrente uso
de términos peyorativos que aluden a la materialidad y el
aspecto físico de los asentamientos informales que, como
indican Kellet y Napier (1995), corresponden a una
definición negativa producto de una relación de
comparación normativa con la ciudad formal.
Davis (2007) establece que “la realidad nos presenta
un panorama de ladrillo sin cocer, paja, plástico
reutilizado, bloques de cemento y tablones de madera…
la mayor parte del mundo urbano del siglo XXI se mueve
en la miseria, rodeado de contaminación, desechos y
podredumbre.” (p.33). Sin embargo, es importante
reconocer que el precario inicio de los asentamientos
informales no necesariamente significa la consolidación
de un espacio urbano con las mismas características, dado
que por su confección progresiva no se presenta acabada
desde el comienzo y su configuración se precisa a lo largo
del proceso de consolidación, como afirmaba hace
décadas Solà-Morales (1984): “Lo marginal e informal es
el proceso y sus mecanismos de salida, pero no la
población ni el resultado final lo son necesariamente.”
(p.18).
Ante el crecimiento desmesurado del proceso de
urbanización informal en las principales ciudades
latinoamericanas, surgieron propuestas como la
proveniente de una Teoría de la Marginalidad crítica, que
promulgaba la eficacia e ingenio expuesto en el proceso
de autoconstrucción espontánea dentro de la
urbanización informal (Jaramillo, 2008). Una propuesta
que se contrapone al análisis desde la materialidad y
limitaciones económicas de estos asentamientos, pues
este tipo de aproximaciones impide el reconocimiento de
los valores y oportunidades que desencadenan las lógicas
de autogestión del territorio.
En este contexto, Turner (1976) enfatiza la capacidad
productiva de la acción colectiva para construir de forma
creativa e ingeniosa la vivienda y el entorno, estimulando
el bienestar comunitario desde la autoayuda. En esta
misma línea, UN-Hábitat (2003) reconoce la importancia
que tiene la acción colectiva de los asentamientos en
orden de solucionar el problema efectivamente. Con esto
en mente, el legado de Turner permitió instalar la
importancia de “…generar una transición desde la
informalidad entendida como problema, hacia la
informalidad como espacio de construcción de la vida
social” (Galeano y Beltrán, 2007, p.3).
En concordancia, Kerns y Parkinson (2001)
establecen que –paradójicamente- la discriminación y la
segregación social hacia estas zonas degradadas
usualmente desencadena sentimientos de ayuda mutua y
soporte comunitario, situación que ha suscitado el
fortalecimiento de la organización comunitaria como
único medio para conseguir el mejoramiento físico de su
entorno y el acceso a servicios básicos ante el abandono
del Estado y el mercado. De este modo, las acciones
directas de las comunidades y su capacidad para defender
y mejorar el espacio urbano informal, se contraponen al
modelo de planificación oficial (Sandercock, 1998).
La necesidad de apoyo y ayuda mutua han
producido una densa red de asociaciones comunitarias
que actúan de forma cooperativa para la realización de
labores cotidianas y trabajos cooperativos menos
especializados. Sin embargo, al momento de presentarse
tareas más tecnificadas que requieren mayores recursos,
como la edificación de un equipamiento o la conexión al
alcantarillado, la ayuda entre pares encuentra límites para
lograr dichos objetivos con sus propios medios y trabajo.
Para lograr satisfacer las demandas y alcanzar los
objetivos trazados, las Organizaciones Comunitarias de
Base (OCBs) no pueden despreciar su relación con
instituciones, sino que deben verlas como herramientas
para propósitos transformadores (Nel-lo, 2016). De esta
manera, se establecen vínculos con agentes externos ante
la necesidad de obtener recursos técnicos y económicos
para gestionar el mejoramiento físico del hábitat popular.
De acuerdo con Torres (2009), el apoyo externo
puede provenir de agentes estatales o de iniciativas
privadas institucionales como empresas, ONG,
fundaciones, corporaciones y agencias internacionales, o
no institucionales como grupos militantes. Los vínculos
establecidos a nivel comunitario y las relaciones con
agentes externos facilitan la vida cotidiana de los pobres
urbanos, pero a menudo les niega la posibilidad de
superar la pobreza dado que su dinámica gira en torno a
situaciones clientelares y asistencialistas haciéndolos parte
de un sistema de dependencia (Wit y Berner, 2009; Davis,
2007).
Bajo esta dinámica clientelar se antepone el
interés personal al bien común y los beneficios llegan a
pág. 5
modo de favor político, en mayor medida canalizados
hacia una pequeña parte de la población. De esta forma
“…la organización comunitaria espontánea es genuina
solo hasta el punto en que los dirigentes se pliegan a los
planes de los políticos de turno; desde ese momento, la
participación se torna ilusoria…” (García, 2013, p.385).
Esta situación la expresan Logan y Molotch (1987) como
‘la paradoja de la organización comunitaria’ al mencionar
que, si bien estas poblaciones pobres son las que más
necesitan de la organización colectiva, también es a las
que más les cuesta mantenerlas; principalmente porque se
encuentran coaccionados por instituciones externas,
perdiendo autonomía y continuidad en su proyecto
colectivo.
Ante la limitación y control que se genera hacia
las OCBs tradicionales, surgen como alternativa
‘movimientos insurgentes’ en contra de las relaciones
dominantes de poder, y se establecen como nuevos
espacios para trabajar en torno a sus intereses de
independencia (Miraftab, 2009). Sin embargo, la
búsqueda de autonomía que emprenden las OCBs
alternativas se enfrenta inevitablemente de nuevo a la
dinámica relacional con agentes externos, “…dado que
tienen poco o nada de dinero después de satisfacer las
necesidades básicas, la combinación de recursos internos
puede representar poco más que multiplicar cero por
cero…” (Logan y Molotch, 1987, p. 136).
Frente a esta situación, es interesante la
aproximación que plantea Auyero (2004), quien insta hacia
la necesidad de poner atención a la forma en que las OCBs
se organizan para sacar los mayores beneficios de la
actividad clientelar, o autores como Wit y Berner (2009) y
Miraftab (2009) quienes afirman que las OCBs genuinas
logran actuar con sabiduría en contextos vinculantes con
dinámicas clientelares en orden de mantener la autonomía.
En la misma tendencia de ideas, Nel-lo (2016) sostiene que
persiste una necesidad urgente de estudiar de cerca el
fenómeno actual de estos movimientos sociales que
emergen “por la insatisfacción y desconfianza hacia
instituciones y formas establecidas de representación” (p.3)
y que, ante la incapacidad del estado y el mercado, deciden
tomar en sus propias manos la tarea de gestionar el
desarrollo de su territorio. En adición, Shrestha y Aranya
(2015) hacen hincapié en la necesidad de hacer análisis
empíricos caso a caso, entendiendo que los diferentes
contextos políticos e institucionales propician el uso de
diferentes tácticas y estrategias insurgentes; lo anterior, en
aras de poder desarrollar una teoría de base más amplia
de un fenómeno que, aunque ha prevalecido en el Sur
Global, continúa como experiencias poco investigadas y
documentadas.
1.2 CASO DE ESTUDIO
Para bordar profundamente el fenómeno urbano
de la consolidación física desde las prácticas insurgentes,
específicamente en la dinámica relacional entre las OCB
alternativas y los agentes externos patrocinadores, se
requiere dar cuenta del contexto especifico en el que se
desenvuelve, toda vez que las prácticas insurgentes son
moldeadas fuertemente por las circunstancias políticas e
institucionales. Con esto en mente, resultó pertinente el
estudio de un caso en profundidad, que le permitió a la
investigación lograr una clara delimitación geográfica y un
nivel de detalle significativo (Gerring, 2007).
La investigación se sitúa geográficamente en lo
que fue el primer asentamiento informal de la ciudad de
Cali (Colombia), el cual tiene una larga tradición de
formas organizativas. La Comuna 20, en su totalidad de
origen informal, registra intervenciones y logros
constantes producto de la lucha colectiva que lidera la
organización comunitaria; logros ampliamente
reconocidos en medios de comunicación por tratarse de
intervenciones con patrocinio de fundaciones de
empresas privadas.
La selección del caso se realizó teniendo en
cuenta la ‘familiaridad de conocimiento del investigador’
(Thomas,1996) por experiencias académicas y
profesionales anteriores, que permitieron el dominio
significativo de información del caso y un análisis más
profundo. Además, por tratarse de un caso que
ejemplifica de manera precisa el fenómeno de interés, y
su carácter activo posibilita la comprensión profunda.
Como muestra la Ilustración 1, la comuna se
ubica en el intersticio de los cerros tutelares de Cristo Rey
y de La Bandera. Resalta como una ladera colonizada
informalmente por 18.089 viviendas de origen informal,
organizadas en 10 barrios, y habitada por 69.331
habitantes (DAPM, 2016).
El actual asentamiento es producto de un
proceso progresivo de consolidación a lo largo de 107
años, periodo en el cual ha tenido oleadas de poblamiento
pág. 6
relacionadas con circunstancias sociopolíticas que,
propiciaron el desplazamiento forzado de gente
empobrecida hacia terrenos perimetrales de fácil acceso
en la ciudad.
Ilustración1. Comuna 20 en Cali y límites barriales.
Fuente. Elaboración propia con base en mapa DAPM.
Conocida coloquialmente como Siloé, su barrio
más representativo, la Comuna 20 constituye el cuadrante
suroccidental de la ladera de la ciudad. En principio, se
trataba de un asentamiento con pequeñas casas
espontáneas en un entorno precario de actividad minera.
Los primeros pobladores de la ladera llegaron a principios
del siglo XX, cuando la reserva de carbón de la loma
atrajo grandes masas de mineros desplazados como
consecuencia de la guerra de los mil días. Posteriormente,
la segunda oleada fue durante el desarrollo industrial de
Cali que atrajo campesinos desplazados por la violencia
bipartidista.
Hacia 1970, los proyectos de infraestructura de
los Juegos Panamericanos demandaron mano de obra
masiva, quienes encontraron en la ladera suelo asequible
para su vivienda. Y actualmente como territorio de
acogida para la población rural víctima del conflicto
armado interno de las últimas décadas. De esta manera,
como expone la Ilustración 2, el territorio comunal ha ido
creciendo constantemente, acogiendo a todos aquellos
que no pueden costear una solución de vivienda en los
desarrollos formales de la ciudad.
Ilustración 2. Oleadas de crecimiento
Fuente. Elaboración propia con base en Mapa DAPM (2010)
pág. 7
A pesar de su origen informal y ante la ausencia
de intervención estatal, el territorio ha logrado un
significativo nivel de consolidación mediante un proceso
de autogestión progresiva. Paulatinamente han logrado la
conexión a los servicios públicos, pavimentación de vías,
construcción de veredas, mejoramiento de las viviendas y
zonas verdes. Si bien, a nivel nacional predomina la Junta
de Acción Comunal (JAC), como la OCB más tradicional
que vela por canalizar los recursos estatales para el
desarrollo físico del barrio que representa, lo cierto es que
los proyectos más significativos que se han adelantado en
la última década han sido liderados por OCB insurgentes
que se oponen a las relaciones clientelares y la corrupción
política que caracteriza a las JAC.
Frente a la necesidad continua del mejoramiento
físico del entorno, y de promover una lucha genuina desde
las urgencias locales surgen alternativamente grupos como
la Fundación Nueva Luz, Telebeli, ACCR, Corpolomero
o Soñadores Siloé1 que, desde la iniciativa local buscan
autonomía y fortalecimiento de la acción colectiva. Al
tomar un distanciamiento crítico de los vínculos estatales
que supeditan la fuerza popular y la vician de clientelismo,
ha sido indispensable el involucramiento de agentes no
estatales que cuenten con disponibilidad de recursos para
la realización de proyectos. En este contexto, la tendencia
de alianzas con empresas privadas en el marco de
Responsabilidad Social Empresarial (RSE) ha resultado
determinante para el logro de intervenciones significativas
en el territorio.
Desligados de una limitación barrial, las OCB
abogan por el mejoramiento global de la comuna a través
de proyectos de distintas escalas como se puede ver en la
Ilustración 3. Bajo este formato han logrado la
financiación de proyectos de escala comunal que han
generado el mejoramiento significativo de la calidad de
vida de los habitantes. Como se puede ver en la Tabla 1,
los vínculos y formas de accionar en cada intervención han
sido distintos. En el caso del proyecto MioCable, único
proyecto realizado por el Municipio, la comunidad no
logró ser involucrada en el proceso en ninguna de las
etapas. En contraste, los proyectos patrocinados por la
FunSIDOC tienen como componente base la
participación de la comunidad en todo el proceso.
Ilustración 3. Intervenciones urbanas desde 2005.
Fuente. Elaboración propia.
1 Ver Anexo 1, Catastro de OCB identificadas en el territorio.
pág. 8
Tabla 1. Registro de intervenciones físicas de escala comunal.
PROYECTO NATURALEZA OCB
INVOLUCRADA INSITUCIÓN EJECUCIÓN
Rotonda acceso Autogestión Nueva Luz - Minga comunitaria2
Pintatón,
7000 fachadas
Comunitaria-
Privada Nueva Luz y ACCR FunSIDOC Minga comunitaria
Mirador Yo amo
Siloé, 6800 m2
Comunitaria-
Privada Nueva Luz y ACCR FunSIDOC Minga y equipo
profesional
Parque de la
Horqueta, 4700 m2
Comunitaria-
Privada Nueva Luz Fundación Fanalca Privado y contratación
local
Mio Cable,
3 estaciones Pública - Municipio Privado
Murales,
3 jornadas Autogestión Soñadores Siloé Particulares. Minga comunitaria y
artistas voluntarios
Alameda Siloé,
3 km.
Comunitaria-
Privada Nueva Luz y ACCR FunSIDOC -
Fuente: Elaboración propia
Si bien desde el año 2005 esta dinámica de
articulación comunitario-privada ha apalancado la
consolidación física del territorio sin participación estatal,
el escenario que plantea el actual Plan de Ordenamiento
Territorial vislumbra la oportunidad de vincular a la
esfera pública en el proceso de desarrollo urbano de la
comuna. Al recibir catalogación de Tratamiento de
Consolidación Tipo C2, se reconoce que esta zona requiere
con premura de la acción pública para alcanzar su
potencial urbanístico mediante Mejoramiento Integral del
Hábitat (MIH).
El carácter integracionista de esta política, que
implica el desarrollo del hábitat y el mejoramiento de la
calidad de vida, se enmarca en un proceso participativo
estructurado en ocho criterios de análisis, dentro de los
que se encuentra el análisis de la organización social.
Además, dentro de la línea de Estrategias de Gestión
Financiera, la política reconoce la necesidad de alianzas,
financiamiento e innovación social, es decir, puntualiza
en la articulación con agentes externos con el fin de lograr
viabilidad y sostenibilidad para el proceso de MIB.
Bajo esta perspectiva, la investigación se
posiciona ante la labor de comprender las actuales
experiencias organizativas insurgentes de la Comuna 20 y
su entramado relacional, vislumbrando que puede
resultar como recurso determinante para el proceso de
2 Minga refiere a tradición comunitaria de reunión vecinal en torno a la elaboración de alguna tarea en común. Usualmente entremedios se
comparte una comida elaborada también en conjunto (olla comunitaria).
implementación de la política pública de MIH de la cual
es sujeto el territorio comunal.
1.3 PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN
¿De qué manera se configura la dinámica
relacional entre las prácticas insurgentes lideradas desde
las OCB ‘alternativas’ y las instituciones externas que
proveen el apoyo técnico y financiero, en el actual
proceso de consolidación física del territorio comunal de
Siloé, en Cali-Colombia?
1.4 OBJETIVOS DEL ESTUDIO
1.4.1 GENERAL.
Analizar la dinámica relacional que se gesta entre las
OCBs alternativas y los agentes externos involucrados en
el actual proceso de consolidación física del asentamiento
de Siloé.
1.4.2 ESPECÍFICOS.
(1) Examinar el proceso evolutivo de la organización
comunitaria en la ladera indagando sobre los
aprendizajes que han heredado las OCB alternativas
y sus diferencias con las JAC.
(2) Caracterizar las OCBs alternativas, identificar las
motivaciones y objetivos que dirigen su lucha en la
Comuna 20.
(3) Identificar los agentes externos involucrados y
analizar los vínculos, los mecanismos y estrategias de
pág. 9
acción que han establecido con las OCB alternativas
para concretar actuaciones en el espacio urbano.
(4) Registrar las principales problemáticas y limitaciones
de la dinámica relacional entre OCB alternativas y
agentes externos.
1.5 HIPÓTESIS DE TRABAJO
Las OCBs ‘alternativas’ poseen capacidad
organizativa que los faculta para establecer estrategias y
principios normativos de acción, en orden de establecer
mecanismos adecuados para transformar los conflictos
de intereses en vinculaciones sinérgicas y cooperativas
con agentes externos estratégicos; proyectados hacia la
coproducción de un proyecto colectivo autónomo y a
largo plazo. El conocimiento que reside en las OCB
‘insurgentes’ es adquirido a lo largo de un historial de
rupturas y continuidades con agentes externos. La
estructura de trabajo instaurada desde las prácticas
insurgentes instala el poder de decisión en las OCB como
actor principal del proceso, y el agente externo adquiere
un rol de acompañamiento y apoyo; principios garantes
de la autonomía política comunitaria. Sin embargo, al
apartarse radicalmente de la esfera política se prescinden
también de la posibilidad de avanzar en cambios
estructurales. Por tanto, la sostenibilidad de la práctica
insurgente es un factor crítico, en vista de que se
configura bajo una dinámica de dependencia pura con los
agentes externos patrocinadores.
1.6 METODOLOGÍA DE INVESTIGACIÓN
1.6.1 ENFOQUE DEL ESTUDIO
La investigación tuvo una aproximación cualitativa
que permitió generar un acercamiento crítico al
fenómeno de estudio desde las perspectivas de los actores
involucrados en el proceso de consolidación. La
necesidad de indagar lo que ellos hacen y como lo logran,
condujo la investigación hacia el estudio tanto de sujetos
locales como externos, lo cual permitió contrastar los
relatos de los entrevistados y analizar la visión de la
dinámica desde las contrapartes.
1.6.2 SISTEMATIZACIÓN DE FUENTES:
Aunque el proceso de las OCBs en el
asentamiento no ha sido documentado ampliamente y el
material disponible en fuentes secundarias es muy escaso,
con anterioridad al trabajo en terreno inició la revisión de
documentos académicos (libros, tesis), archivos
periodísticos e históricos, así como material audiovisual
(documentales, fotografías y videos) como primera
aproximación al caso de estudio, y que sirvió además
como complemento a los relatos de la población.
Consecuentemente, la investigación se fundamentó en
mayor medida sobre fuentes primarias: como
conversaciones informales, entrevistas semiestructuradas
que permitieron recolectar la información necesaria para
la etapa de análisis.
1.6.3 RECOLECCIÓN DE INFORMACIÓN:
Se hizo uso masivo de la técnica semiestructurada
por la flexibilidad que presenta su formato Ayres (2008),
conforme avanzó el desarrollo de la entrevista y se
reconoció la inclinación del entrevistado se pudo dirigir la
conversación hacia la obtención de información precisa
para el interés de la investigación. Esta técnica permitió el
reconocimiento amplio de la experiencia del actor
entrevistado, la naturaleza y objetivos de su lucha, el
proceso de legitimación ante la comunidad, su dinámica
relacional y las rupturas o conflictos; se elaboraron tres
pautas de entrevistas semiestructuradas3: para líderes de
la OCB, para presidentes de la JAC y para agentes
externos.
La pauta fue desarrollada en función del marco
teórico y de los objetivos específicos, estos criterios
permitieron configurar la entrevista en torno a cuatro
grandes temas, a saber: caracterización general, vínculos
horizontales, vínculos verticales y resultados y balance. Se
realizaron en total 13 entrevistas4, 7 a líderes de las OCB
identificadas y 6 a funcionarios de las instituciones
externas que trabajan actualmente en el territorio;
además, se adelantaron 4 conversaciones informales con
habitantes del sector, quienes se aproximaban al líder
comunitario en el momento de la entrevista. Teniendo en
cuenta el sustento ético del trabajo investigativo, previo
inicio de la entrevista, cada uno de los participantes firmó
el documento de consentimiento informado 5 , el cual
garantiza el uso exclusivo y anónimo de los testimonios
(grabados en audio) para fines académicos.
La selección de los actores entrevistados se hizo en
razón a los siguientes criterios:
3 Ver Anexo 2. Pautas para entrevistas semiestructuradas 4 Ver Anexo 3. Registro y codificación de personas
entrevistas.
- Líderes comunitarios: Vivir en alguno de los sectores
de la ladera, ser miembro directivo de la OCB y/o
tener una participación activa en el proceso
comunitario, razón por la cual son reconocidos por
la población, en los medios públicos, y aparecen
repetitivamente en los relatos de los entrevistados.
Estar directamente relacionado con uno de los
proyectos desarrollados en la última década en el
territorio, a saber: Parque de la Horqueta, Parque
Mirador, Teleférico o Alameda Siloé.
- Funcionarios de instituciones externas: La institución
debe tener incidencia en el proceso actual de
desarrollo físico del territorio como ejecutor de los
proyectos desarrollados desde 2005. Estar en un
cargo estratégico y con la trayectoria suficiente que le
permita transmitir durante la entrevista toda la
información correspondiente al proceso de
desarrollo físico en el que se ha involucrado la
institución.
1.6.4 ACCESO AL CAMPO:
Dadas las limitaciones de distancia, la
investigación desarrolló la totalidad del trabajo de campo
durante el mes de agosto de 2017. Teniendo en cuenta
que esta labor implica “sensibilizarse con el ambiente,
identificar informantes que aporten datos adicionales,
adentrarse y compenetrarse con la situación de
investigación” (Hernández, Fernández y Baptista, 2003,
p.17), a lo largo de la primera semana se realizó una
aproximación al territorio de carácter exploratorio,
apoyada en el líder y director la Fundación Nueva Luz.
5 Ver Anexo 4. Formato de consentimiento informado
pág. 11
La selección de esta figura de ‘portero de campo’
se fundamentó en el amplio reconocimiento público que
tiene la OCB alternativa que lidera, la cual desde el año
2005 promueve el trabajo colectivo en el asentamiento de
Siloé, y además por el conocimiento previo del líder
comunitario en otras experiencias académicas de la
investigadora. Las posteriores aproximaciones a
dirigentes comunitarios se realizaron mediante la técnica
de “bola de nieve” y para evitar un “sesgo de comunidad”
también se realizó la revisión de publicaciones
periodísticas que reconocen líderes con distintos perfiles
y OCB con temáticas distintas dentro del territorio.
Posteriormente, las siguientes semanas se realizaron las
entrevistas a los funcionarios de las instituciones externas,
que fueron previamente identificadas en los testimonios
de los líderes comunitarios.
1.6.5 TÉCNICAS DE ANÁLISIS:
El primer ejercicio de filtro de información se realizó de
forma manual durante el proceso de transcripción del
audio de entrevistas, momento en el cual se relevó la
información pertinente y se organizó de acuerdo a los
objetivos específicos de la investigación. El ejercicio de
transcripción comprendió la corrección de sintaxis de las
oraciones sin alterar la autenticidad del testimonio.
Posteriormente, la información procesada
manualmente, junto al registro de notas de campo, fueron
analizados en el software Atlas.ti, a través del cual se logró
una codificación de datos bajo categorías que facilitaron
la estructuración de los hallazgos y conclusiones, en razón
de los objetivos y conceptos que configuran la
investigación. Además, el análisis de la información
recolectada supuso una etapa de modificaciones y
replanteamientos de la investigación________________
CAPÍTULO 2 MARCO TEÓRICO
Para entender el fenómeno contemporáneo de
las prácticas insurgentes, es necesario realizar una
aproximación teórica en primer lugar al debate sobre la
urbanización informal, puntualizando en las alteraciones
que sufren las organizaciones comunitarias bajo los
distintos enfoques investigativos y políticos.
Posteriormente, desde el capital social discute sobre las
formas de operación de las OCB, horizontal y vertical,
enfatizando en las oportunidades y riesgos de esta
dinámica relacional; con detenimiento trata sobre las
relaciones de clientela y el surgimiento de prácticas
insurgentes en oposición. Finalmente, se analizan los
agentes externos involucrados en el proceso de
coproducción del espacio urbano informal, en relación
directa con la conversión de capitales en el marco de la
Responsabilidad Social Empresarial________________
2.1 URBANIZACIÓN INFORMAL Y POLÍTICAS URBANAS.
Las ciudades de Latinoamérica y particularmente
el Sur Global han experimentado históricamente una
constante tensión entre la dimensión formal e informal.
Pero es a partir de la segunda mitad del siglo XX que los
países latinoamericanos empiezan a sentir con más peso
el fenómeno del espacio urbano informal (Ramírez,
1983), producto del desequilibrio generado por el
precario proceso de industrialización y la consecuente
proliferación de masas migratorias campo-ciudad.
En este contexto, la capacidad habitacional del
centro de la ciudad, que en principio constituía la primera
opción para la nueva población migrante, rápidamente
fue superada por la demanda masiva del incesante
movimiento migratorio. Grandes masas de personas, con
empleos precarios y excluidos del sistema formal de
vivienda, recurrieron a la autoconstrucción de vivienda en
suelos no urbanizables, como anota Watson (2009) estas
“extensas periferias irregulares y sin servicios que
componen las zonas marginales en crecimiento se
constituyen como un gran atractivo para los pobres que
no pueden costear los sistemas formales” (p.2265).
Espacios urbanos periféricos no aptos para otros
usos como: laderas pronunciadas, zonas de inundación o
franjas de protección de ríos, se consolidan como zonas
colonizadas por viviendas precarias autoconstruidas,
alejadas del marco regulatorio y legal del desarrollo pág. 12
CAPÍTULO 2 MARCO TEÓRICO
Fuente: Elaboración propia.
Para entender el fenómeno contemporáneo de
las prácticas insurgentes, es necesario realizar una
aproximación teórica en primer lugar al debate sobre la
urbanización informal, puntualizando en las alteraciones
que sufren las organizaciones comunitarias bajo los
distintos enfoques investigativos y políticos.
Posteriormente, desde el capital social discute sobre las
formas de operación de las OCB, horizontal y vertical,
enfatizando en las oportunidades y riesgos de esta
dinámica relacional; con detenimiento trata sobre las
relaciones de clientela y el surgimiento de prácticas
insurgentes en oposición. Finalmente, se analizan los
agentes externos involucrados en el proceso de
coproducción del espacio urbano informal, en relación
directa con la conversión de capitales en el marco de la
Responsabilidad Social Empresarial________________
2.1 URBANIZACIÓN INFORMAL Y POLÍTICAS URBANAS.
Las ciudades de Latinoamérica y particularmente
el Sur Global han experimentado históricamente una
constante tensión entre la dimensión formal e informal.
Pero es a partir de la segunda mitad del siglo XX que los
países latinoamericanos empiezan a sentir con más peso
el fenómeno del espacio urbano informal (Ramírez,
1983), producto del desequilibrio generado por el
precario proceso de industrialización y la consecuente
proliferación de masas migratorias campo-ciudad.
En este contexto, la capacidad habitacional del
centro de la ciudad, que en principio constituía la primera
opción para la nueva población migrante, rápidamente
fue superada por la demanda masiva del incesante
movimiento migratorio. Grandes masas de personas, con
empleos precarios y excluidos del sistema formal de
vivienda, recurrieron a la autoconstrucción de vivienda en
suelos no urbanizables, como anota Watson (2009) estas
“extensas periferias irregulares y sin servicios que
componen las zonas marginales en crecimiento se
constituyen como un gran atractivo para los pobres que
no pueden costear los sistemas formales” (p.2265).
Espacios urbanos periféricos no aptos para otros
usos como: laderas pronunciadas, zonas de inundación o
franjas de protección de ríos, se consolidan como zonas
colonizadas por viviendas precarias autoconstruidas,
alejadas del marco regulatorio y legal del desarrollo
pág. 13
urbano y la propiedad. Esta dinámica de construcción de
ciudad dio origen a la formación masiva de asentamientos
humanos auto producidos que dominan fuertemente el
paisaje urbano latinoamericano.
Como expresión de una “urbanización
demográfica sin urbanismo” (Hauser, 1965), estos
grandes cinturones informales, se posicionaron como un
fenómeno de gran relevancia a nivel latinoamericano, y
despertó un interés académico y político para
comprender y detener la invasión del desorden rural que
perturbaba la salubridad y el orden urbano de la ciudad
moderna, hasta entonces vista como una realidad
extramuros dentro de la racionalidad de los planeadores
de mitad de siglo.
2.1.1 DEL RECHAZO A LA RESIGNACIÓN
Ante la necesidad urgente de dirigir la atención
hacia el acelerado proceso de urbanización de
Latinoamérica y sus consecuentes cambios sociales,
económicos y culturales, en julio de 1959 se desarrolla en
la capital chilena el seminario sobre Problemas de la
Urbanización en América Latina, con apoyo de la UNESCO,
la ONU, la CEPAL y con la cooperación de la OIT y de
la OEA. En dicho seminario, el tema dominante fue el
‘urbanismo popular’, como síntoma más agudo del
proceso de urbanización del momento, que
fundamentalmente se debe a un desajuste de la estructura
económica y social (Martínez, 1963).
Aunque entre los investigadores participantes la
reacción de asombro frente al espacio urbano informal
fue generalizada, las ponencias se distribuyeron entre el
rechazo determinante y un optimismo compasivo.
Germani (1961), quien realizó estudios empíricos en las
villas miseria del Gran Buenos Aires, categorizó estas
poblaciones con calificativos negativos que las
condenaban como un fenómeno urbano patológico; una
amenaza inminente hacia el sistema formal de la ciudad
latinoamericana.
Su investigación presenta una aglomeración de
personas empobrecidas, que viven aisladas en un
desorden urbano, con lazos familiares y comunitarios
desintegrados y un elevado grado de desorganización
social producto de la concentración de “individuos al
margen del comportamiento normal o parcialmente
desintegrados” (p. 235). Una visión dualista urbano-rural,
en donde la horda rural tiene dificultades para adaptarse
al modo de vida urbano, y el espacio urbano informal
sobrevive como un cáncer urbano en la ciudad formal.
2.1.2 MARGINALIDAD DE IZQUIERDA Y DERECHA.
El concepto de marginalidad más tarde dominaría el
debate sobre la urbanización informal en Latinoamérica,
entendido no solo como referencia a la segregación física
en terrenos periféricos no aptos para el desarrollo urbano,
sino que “el adjetivo se aplica a una variedad de
dimensiones que ubican la urbanización popular fuera del
orden urbano esperado” (Connolly, 2012, p. 45). La Teoría
de la Marginalidad, dentro de sus posturas de izquierda y
derecha, presume una coincidencia del carácter marginal
del espacio urbano informal con la población que en este
habita.
Coincide con estos argumentos el concepto de
‘cultura de la pobreza’, expuesto por Oscar Lewis (1959)
quien, inspirado en la situación de México, concluye que
las poblaciones marginadas no tienen una visualización
del futuro, están orientadas a la simple supervivencia, y en
su entorno de precariedad forjan malos hábitos que les
impide salir de la pobreza. Se conciben entonces como
posibles focos de actividad revolucionaria que pone en
peligro la estabilidad de la ciudad planificada.
La apariencia física inacabada y la configuración
espacial desordenada de los asentamientos fue percibido
como un obstáculo para el desarrollo de la ciudad toda
vez que, se consideraba como “caldo de cultivo para la
reproducción de estos valores tradicionales
disfuncionales a una sociedad moderna que condenaba a
sus ocupantes a la marginalidad” (Jaramillo, 2008, p.28).
No obstante, en oposición al pesimismo
declarado, autores como Pearse (1961) y Matos Mar
(1961), basados en estudios empíricos en Rio de Janeiro
y Lima, respectivamente, reconocen en sus ponencias
aspectos positivos sobre las aglomeraciones de migrantes
rurales, que resultan claves en el proceso de integración
urbana -la llamada Tesis Integracionista- (Connolly, 2014).
Sobre las favelas, el autor hace especial hincapié en que la
calidad de vida que estos espacios informales otorgan a
los nuevos migrantes es mucho mejor que las condiciones
rurales de las que vienen, y adicionalmente exalta la
funcionalidad de la población como mano de obra para la
industria emergente.
Sobre las barriadas limeñas, Matos Mar (1961)
reconoce las condiciones precarias y de insalubridad de
estas poblaciones y las condiciones legales que enfrentan;
pero también registra una caracterización más optimista
respecto a la organización comunitaria que, mediante la
acción colectiva, se defiende del desalojo y se encamina
hacia la búsqueda de la conexión a servicios públicos
básicos y la consecución de equipamientos. El autor
registra que la organización cooperativista de tradición
rural e indígena que predomina en estas zonas, es la base
de la asociación de pobladores que lideran la barriada, en
donde “la ayuda en los trabajos de bien común es
constante y eficaz, siendo tal vez su instrumento de
trabajo más poderoso” (p.179).
Las memorias finales del seminario “La
Urbanización en Latinoamérica” expresaban la
preocupación del ámbito académico y político respecto a
los problemas de higiene e inseguridad que representaba
la población inmigrante hacinada en lo que en Chile se
denominó ‘las callampas’. Aunque, también reconocía la
capacidad de organización local, para efectos de mejorar
las condiciones de vida y resolver los asuntos urgentes
que los aquejaban como población vulnerable y
marginada (Hauser, 1965).
De esta manera, se configuraron dos posturas
dentro de la Teoría de la Marginalidad que, Jaramillo (2012)
denomina de derecha y de izquierda. La primera, propone
combatir ‘el problema’ mediante la eliminación física y la
reubicación de los asentamientos. Esta política se
desarrolló fuertemente en los años cincuenta y sesenta en
donde se adelantaron políticas de erradicación de barrios
informales y la construcción de proyectos de vivienda que
les permitiera desarrollar una vida acorde al orden formal
de la ciudad (Torres, 2009).
La postura de izquierda, valora como ingeniosa y
eficiente la propuesta de autoconstrucción que se
desarrolla en los asentamientos informales que crece
progresivamente de acuerdo con las posibilidades
económicas de las familias (Jaramillo, 2012). Un proceso
en donde se aprovecha eficientemente el recurso de la
mano de obra que provee la misma población y que,
posibilita la construcción de unidades de vivienda según
las necesidades espaciales y culturales de los pobladores.
El rechazo hacia las zonas marginadas promovió
estudios académicos y estatales en Lima, Caracas y Ciudad
de México que buscaban dimensionar el fenómeno de la
urbanización informal, en aras de establecer políticas de
predicción, control y erradicación (Connolly, 2012). Sin
embargo, “como resultado de estas investigaciones, que
registraron no sólo el crecimiento acelerado de los
asentamientos sino también su paulatino proceso de
mejoramiento y consolidación material, las actitudes de
asombro y rechazo empezaban a ceder lugar a otras más
resignadas” (p. 12).
En este contexto, los hallazgos de la
investigación sobre seis favelas de Rio de Janeiro de
Perlman (1976) refutan la idea de una población
socialmente marginada y precaria al afirmar que la
población que reside en la ladera carioca ha establecido
amplias redes sociales más allá del núcleo familiar. “Su
lucha para obtener tierra, construir sus propias viviendas
y encontrar empleo y su utilización activa de las redes
sociales para sostenerse a sí mismas mostraban que estas
personas eran todo menos marginales” (Hataya, 2010, p.
85). No obstante, las políticas de erradicación de tugurios
se posicionaron fuertemente como política principal de
los gobiernos locales hasta finales de los años sesentas,
momento en el cual las estrategias de reubicación de
sectores populares en asentamientos modernos se
agotaron rápidamente, toda vez que el fenómeno
informal era dominante (Galeano, 2017).
Ante las políticas infructuosas y los cinturones de
miseria, los gobiernos optaron por reconocer legalmente
la existencia de asentamientos informales, y promover su
regularización material y legal mediante procesos de
autoayuda (Connolly, 2012), visualizando la solución al
fenómeno urbano dentro del mismo espacio informal.
2.1.3 ‘LA ILUSIÓN DE LA AUTOAYUDA’
Las publicaciones de Maguin (1967) y Turner
(1968) resaltan las bondades de la autoconstrucción
frente a las respuestas ineficaces de vivienda producida
por el estado. La ayuda técnica para que la comunidad
edificara sus propios asentamientos era propuesta como
la medida más viable para aprovechar las capacidades de
la población, promover el desarrollo individual y
comunitario, y generar un entorno urbano acorde a sus
necesidades y cultura; idea reconocida como la Libertad
para construir, de Turner y Fichter (1976).
pág. 15
En la conferencia ONU-Hábitat I de 1976, el
debate entre académicos y políticos se centró en las
bondades de la política de autoconstrucción asistida, “la
importancia de las organizaciones de vecinos y de la
libertad para construir… se convirtió en sentido común
en el mundo del desarrollo” (Ramírez y Riofrío, 2006, p.
8); se realiza una exaltación al papel del poblador como
gestor de su hábitat, lo reconoce como un actor
comunitario fundamental en la construcción de ciudad.
El enfoque marginalista denominado Modelo Turner,
adquirió alcances políticos mayores y fundamentó la
implementación de políticas públicas dirigidas hacia el
apoyo a los procesos de autoayuda, la regularización de
los barrios, la promoción de su mejoramiento físico y el
reconocimiento oficial de sus líderes comunitarios
(Connolly, 2012).
Las propuestas de perspectiva turneriana fueron
fuertemente criticadas desde el punto de vista marxista,
para quienes el apoyo institucional hacia el proceso de
autoconstrucción corresponde a una explotación de la
población vulnerable y la consecuente evasión de la deuda
histórica del gobierno (Hataya, 2010); el Estado y las
agencias internacionales se convierten en capacitadores
de los pobres. Sin embargo, debido a los altos costos
políticos y económicos que representaban los procesos de
erradicación, las prácticas de autoconstrucción fueron
promovidas como política oficial en varios países
latinoamericanos.
Las agencias de ayuda internacional y bancos
multilaterales abandonaron radicalmente la fórmula de
vivienda pública y patrocinaron ampliamente programas
de mejoramiento de barrios y lotes con servicios. Esta
última iniciativa de ‘urbanización y servicios’, en Chile
implementada como ‘Operación Sitio’ en los años 60 y 70,
intentaba generar soluciones económicas y replicables
para la gran cantidad de familias de bajos ingresos.
Mediante la reducción de estándares y bajos costos se
pretendía maximizar los recursos destinados a la causa
(Zanetta, 2004). Sin embargo, los proyectos
promocionados por el Banco Mundial terminaban
beneficiando a las clases medias, dado que los verdaderos
pobres no podían hacer frente a las obligaciones
financieras que estos acarreaban (Davis, 2007).
2.1.4 HACIA LA REGULARIZACIÓN DEL ‘CAPITAL MUERTO’
En los años ochenta, durante la llamada ‘década
perdida de América Latina’ (por la crisis de la deuda), los
pobres urbanos continuaban siendo desplazados hacia
desarrollos informales en la periferia. Por iniciativa del
Fondo Monetario Internacional y otras entidades
financieras internacionales se implementaron reformas
neoliberales y de descentralización orientadas hacia un
modelo de libre mercado. Como consecuencia, los
sistemas de planificación implementados son heredados
desde contextos del norte y adaptados a fines ideológicos
y políticos locales, moldeando el espacio urbano desde el
mercado inmobiliario que hace poco o nada por incluir a
los pobres (Watson, 2009). De acuerdo con Hall (1988),
la planificación ha sido convertida en una herramienta
para proteger los valores de propiedad y para excluir a los
pobres.
En este contexto, adquieren relevancia los
postulados de De Soto (1986) sobre el reconocimiento de
los derechos de propiedad que permite capitalizar las
viviendas en los barrios informales, en el orden de superar
la pobreza en los asentamientos informales al participar
de los beneficios del mercado formal. “A partir de sus
investigaciones sobre la informalidad y en abierto acuerdo
con la doctrina neoliberal, de Soto promovía la
desregulación de las normas y el otorgamiento de títulos
de propiedad para que los inmigrantes, para nada
revolucionarios y sí capitalistas embrionarios, pudieran
‘progresar’” (Delgadillo, 2016, p. 88).
En el marco de los nuevos enfoques neoliberales,
sus planteamientos fueron bien recibidos por las agencias
internacionales. Desde la cumbre de ONU-Hábitat II de
1996, se promovieron ampliamente políticas y programas
de regularización de asentamientos informales como
medidas prioritarias para garantizar la seguridad de la
tenencia de la tierra y hacer frente al crecimiento de la
pobreza urbana. Sin embargo, estas iniciativas dirigidas a
la regulación de orden dominial “en ausencia de cualquier
preocupación sistemática con las dimensiones
urbanística, ambiental y social durante el proceso de
regularización, generaron áreas legalizadas, pero no
sostenibles, es decir, sin servicios, transportes o
equipamientos adecuados” (Fernandes, 2008, p. 35).
Los procesos de titulación de la propiedad al
modo De Soto, generan la individualización de la lucha
pág. 16
popular por la vivienda y actúa en detrimento de la
solidaridad entre pares, situación que, “reduce el capital
social y disuelve las redes de ayuda y de solidaridad que
son esenciales para la supervivencia de los más pobres,
especialmente entre las mujeres y los niños” (Davis, 2007,
p.261). Siguiendo al autor, contrario a los objetivos de
integración socio-espacial, las políticas de regularización
agudizan los procesos de segregación, producción
informal de las ciudades y las prácticas tradicionales de
clientelismo. En adición, Clichevsky (2009) remarca que,
las políticas y programas de regularización de tipo
dominial no comprenden la participación de la
comunidad afectada, y se restringe a la presentación de
los documentos requeridos para adelantar el proceso de
titulación.
2.1.5 PERSPECTIVAS INTEGRALES DE ORDEN CURATIVO.
Como propuesta alternativa, Clichevsky (2009)
identifica una perspectiva adicional que conjuga las
dimensiones dominial y urbanística, que incluye “la
regularización urbanística de asentamientos y parcelas
(con implantación de infraestructura, equipamientos y
servicios) con la regularización ambiental, la
regularización social (a través de programas de generación
de empleo y renta), y la regularización jurídica”
(Fernandes, 2008, p. 32) y que, dependiendo de la
especificidad del programa y la situación política, puede
presentar participación significativa de la comunidad en
el proceso.
Este enfoque “integracionista” según Torres
(2009) corresponde a la establecida por la “banca
multilateral” que coinciden en el interés por reconocer el
lugar de los hábitats populares en la producción de las
ciudades. Mediante políticas de Mejoramiento de Barrios,
patrocinadas en mayor medida por el Banco Mundial y el
Banco Interamericano de Desarrollo, las estrategias de
intervención integral se han convertido en la forma
predilecta por los gobiernos para lograr una efectiva
integración física, social y económica hacia el
mejoramiento de las condiciones de vida en los
asentamientos informales (Brakarz, 2002). Sin embargo,
dada la alta implicancia presupuestal se convierten en
políticas escasas como el programa Quiero Mi Barrio en
Chile.
De acuerdo con Torres (2006), esta visión
integral “parte de reconocer las preexistencias y los
valores acumulados por la informalidad” (p.10), y basa su
plan de acción en medidas de regulación del mercado y la
incorporación de la población a los circuitos del mercado
urbano; instaurando así las políticas de mejoramiento
como un instrumento de lucha contra la pobreza. Una
aproximación que reconfigura los elementos de la
tradicional regularización al establecer tres acciones de
intervención: “habilitación”, referida a la dotación de
servicios públicos básicos; “legalización”, por la
incorporación al suelo urbano; “regularización”, respecto
a la instalación de infraestructura y equipamientos que
consolidan el sector, (Galeano, 2017).
El caso de Favela Barrio, es referenciado como
uno de los mayores exponentes donde las políticas de
regularización han logrado incorporar la legalización, el
mejoramiento físico y los programas socioeconómicos;
con especial énfasis en la participación de la comunidad
durante el proceso (Fernandes, 2011). Bajo el
componente social de participación ciudadana, el carácter
integracionista de las políticas de mejoramiento tiene
como eje principal al poblador reconocido como actor
principal en el desarrollo urbano. Así las cosas, la
estrategia de acción desde este enfoque holístico se acerca
al planteamiento de Watson (2009), quien afirma que para
lograr nuevas formas de planificación es fundamental “el
reconocimiento de las diferentes voces y puntos de vistas,
y no ser intervenciones desde arriba hacia abajo, con
carácter de imposición” (p.2272)
En este contexto, estas iniciativas integrales
abren la posibilidad de aproximarse desde una perspectiva
propia del sur global dejando de lado las formas
burocráticas de planificación. Como expresa Watson
(2009), es necesario un “choque de racionalidades” que
genere una desestabilización esencial para lograr un
cambio conceptual en la disciplina. Esta mirada crítica
conduce hacia la comprensión de la naturaleza específica
del fenómeno de urbanización que domina el paisaje del
Sur Global y, provee un marco local para proponer
acciones de planificación contextualizadas en las nuevas
formas de pobreza urbana “donde la tierra y servicios
dependen de proveedores comunitarios e informales, más
que del estado” (p.2262)_________________________
pág. 17
2.2 ORGANIZACIÓN COMUNITARIA DESDE EL CAPITAL
SOCIAL
2.2.1 DIVERSIFICACIÓN DE REDES
Autores como Durston (2003), Atria (2003) y
UN-Hábitat (2003) reconocen que las organizaciones
sociales características de los asentamientos informales
son imprescindibles para poder superar la situación de
pobreza y exclusión en las zonas marginadas. De acuerdo
con Blanco et al (2015) estas actividades organizativas son
más constantes en zonas con población estable y con una
tradición organizativa (en Neil-lo, 2016). Sin embargo, la
‘naturaleza dinámica de la participación’ (White, 2000)
aduce que la acción colectiva disminuye cuando en cierto
nivel se logra la satisfacción de las necesidades básicas (en
Hataya, 2010).
Siguiendo el desarrollo conceptual de Durston
(2003) sobre la Teoría del Capital Social, este entramado
organizacional entre pares que, abarca aspectos como la
coordinación de actividades para un propósito común, el
autogobierno, la estructura cultural y el sentido de
identidad, constituye ‘el capital social comunitario’
fundamentado en las relaciones de confianza,
reciprocidad y cooperación, gestadas siempre desde el
origen del asentamiento.
Las Organizaciones Comunitarias de Base
(OCB) consolidan el entramado de actores y relaciones
en torno a la acción colectiva, a través de las cuales circula
información y recursos. Sin embargo, por tratarse de
redes entre pares la información es redundante, y en
ocasiones no es suficientes para adelantar tareas
tecnificadas o de gran envergadura. Como indica Burns
et al (2001) “los vecindarios de gente pobre han servido
en mayor medida como arena para el capital social de
vinculación [comunitario] que permite a las personas
‘sobrevivir’, más que como una plataforma para el capital
social ‘puente’ que permite a las personas ‘seguir
adelante’” (en Kerns y Parkinson, 2001, p.2105).
Si bien el capital social comunitario comprende
cercanía entre pares, a su vez se torna en una situación
limitante en tanto no posee recursos suficientes para
alcanzar reciprocidades más amplias, a las que solamente
se accede al extender el entramado organizacional externo
que pueda brindar apoyo económico y técnico. Las redes
densas entre pares transmiten información redundante,
mientras que las redes más amplias pueden significar el
acceso a nuevos recursos y conocimientos (Burt, 2000).
Así, los vínculos fuertes que se dan entre pares al interior
del asentamiento no resultan suficientes para obtener la
satisfacción de necesidades especializadas, por tanto,
resulta imperante acudir a los denominados ‘vínculos
débiles’, en los términos propuestos por Granovetter
(2000), para acceder a una red de soporte más amplia
como fuente de nuevos recursos y conocimientos.
Se trata entonces del ‘capital social escalera’ y el
‘capital social de puente’, según Durston (2003). El
primero refiere a establecer una conexión de verticalidad
entre la comunidad y un actor de alto poder como el
Estado, y el segundo, apunta a alianzas y coaliciones
horizontales entre la comunidad e instituciones lejanas
que poseen recursos; ambos direccionados a empoderar
y desarrollar sinergias. Esto marca una diferenciación
importante entre el capital social que posibilita
reciprocidad comunitaria mediante intercambio de
favores cotidianos, y el que permite a los habitantes
obtener una mejora significativa en la calidad de servicios
y oportunidades al acceder a mayores beneficios (Flint,
2009).
2.2.2 ASIMETRÍA VULNERABLE
El capital social, como recurso potencial que
reside en estos asentamientos, es vulnerable ante las
acciones de agentes externos que intervienen en su
territorio a lo largo del proceso de consolidación,
pudiendo resultar que estos vínculos lo consoliden,
transformen o debiliten; como resalta Nel-lo (2016) es
importante reconocer que “las relaciones entre los
movimientos sociales y las instituciones están llenas de
peligros y oportunidades” (p.5).
Durston (2003) aduce un fenómeno de baja tendencia de
acumulación del capital social por las relaciones
clientelares que limitan y desvían los beneficios a unos
pocos. Por otro lado, resulta relevante el planteamiento
de Auyero (2004) quien registra que estas relaciones
clientelares se convierten en elementos fundamentales
para la subsistencia en un ámbito marginal ante las
deficiencias de la estructura oficial. Así es importante
reconocer que “si bien los intercambios que allí
efectivamente tienen lugar están lejos de generar
pág. 18
derechos ciudadanos (…), sí edifican relaciones de ayuda
mutua, lealtades y solidaridades interpersonales.” (p.18).
Durston (1999) plantea que estas relaciones
verticales basadas en reciprocidad son “ventanas de
oportunidad” para la construcción del capital social, y
aunque este apoyo externo está signado de relaciones de
clientela, acude a la definición de Fox (1996) que lo
califica como ‘semi-clientelismo’ en el cual a diferencia
del ‘clientelismo autoritario’, “rechazan el uso de la
fuerza, y promueven sus intereses a través de la provisión
de servicios a sus clientelas o ganan su apoyo político en
una causa compartida y negociada” (Durston, 1999,
p.110),
Se trata entonces de una “amistad interesada”
(Schröter, 2010) en donde la clientela tiene capacidad de
negociación y autonomía, otrora sumisas y manipulables.
Por tanto, resulta fundamental incorporar la
aproximación al fenómeno del clientelismo no solamente
desde la perspectiva de una población manipulada, sino
también desde las exigencias y pretensiones que hacen las
clientelas; una relación voluntaria en donde se
“consolidan la legitimidad del patrón y el nivel de vida del
cliente” (p.146).
La asimetría de estos vínculos puede significar
tanto el menoscabo como la reproducción del capital
social, lo cual depende de la dinámica relacional que se
establezca. En términos de Durston (2003) el capital
social comunitario se puede ver alterado de acuerdo al
tipo de relación con el Estado: puede tratarse de una
relación de “clientelismo autoritario” o “clientelismo
pasivo”, que actúa en detrimento del capital social
comunitario y crea dependencia, o acercarse más a una
relación “semi-clientelar”, de “agencia empoderadora” o
“sinergia de coproducción”, en donde las estrategias de
acción fomentan la autonomía y control desde abajo,
potenciando la reproducción del capital social.
El patronazgo no siempre proviene desde
agencias estatales que coaptan con recursos públicos,
también se pueden generar prácticas clientelares con
inversión de dinero particular que posteriormente se
recupera en la esfera pública (Schröter, 2010). En el caso
de las ONG, como agentes externos ‘no
gubernamentales’ tienen un discurso que promociona el
capital social y el fortalecimiento de la sociedad civil, a
modo de mediadores. Sin embargo, la realidad es que han
sido coaptados por el estado neoliberal (Shrestha y
Aranya, 2015) y sus relaciones de poder son una nueva
forma de clientelismo que inhibe la movilización de las
OCB (Davis, 2007).
2.2.3 PRÁCTICAS ALTERNATIVAS DESDE ABAJO
En oposición a las acciones estatales dominantes
y a las relaciones represivas que inhiben la lucha colectiva
autónoma y la reproducción de capital social, surgen
OCB alternativas como nuevos espacios de trabajo
colaborativo hacia la consecución de intereses de
autonomía comunitaria como protagonistas del proceso
(Miraftab, 2009); en términos de Nel-lo (2016), un agente
urbano auténtico que “promueve el interés común a
través de la acción colectiva desde fuera de las
instituciones establecidas” (p.2) y que en ocasiones son
presentados con aprensión como movimientos
populistas, o por otro lado son enaltecidos al otorgarles
capacidades transformadoras que no siempre tienen.
Sandercock (1998) y Miraftab (2009) establecen
que en oposición a la “inclusión formal” que se realiza en
los “espacios invitados” sancionados por las autoridades,
surgen “espacios inventados” que propician una
“inclusión real” desde acciones colectivas. La acción
directa de los residentes para defender y mejorar su
territorio es planteada por los autores como prácticas de
“Planificación Insurgente”; un modelo de planificación
comunitaria desde abajo que se presenta como oposición
al modelo exclusivo de la planeación formal y sus
relaciones de poder autoritarias. En algunos casos estas
nuevas formas organizativas se esfuerzan por ganar un
espacio dentro de las instituciones para promover sus
objetivos (Nel-lo, 2016).
Shrestha y Aranya, (2015) consolidan en la Tabla
3 un ejercicio comparativo entre las distintas prácticas de
planificación que permite reconocer las diferencias
radicales entre las formas burocráticas heredadas del
norte con una tradición -desde arriba- en donde solo se
habilitan “espacios invitados”, y las prácticas insurgentes
que, como reacción a los fracasos de la planificación
oficial, propone una perspectiva crítica -desde abajo-,
donde las OCB logran ser actores protagonistas en los
“espacios inventados”.
pág. 19
Tabla 3. Formas de planificación en el Sur Global.
ESPACIO TEMPORAL Postcolonial 1940 Neoliberalismo
1980 Pos estructural s.XXI
FORMA DE
PLANIFICACIÓN Planes Maestros Participativa Asociación
Público Privada Movimientos sociales
BASES TEÓRICAS Racional Planificación de apoyo Pragmatismo crítico
Radical
Planificación
Insurgente
OBJETIVO Análisis de políticas Representación de las
minorías Satisfacer necesidades inmediatas Superación de
desigualdades sociales
RACIONALIDAD Instrumental Política Delimitada Crítica
MODO DE
OPERACIÓN
Optimización, apoyo
internal.
Activismo,
participación Asociaciones, coproducción Movilización social
ACTORES Planificadores
públicos
Planificadores de la
sociedad civil
Consultores privados,
planificadores públicos y sociedad
civil.
Comunidades excluidas
AFILIACIÓN Instituciones públicas
y mercado
ONG, OCB y
activistas Instituciones públicas y mercado Planificadores radicales
Fuente: Traducción propia, Shrestha y Aranya (2015).
Las prácticas insurgentes empoderan las OCB al
convertirlas en el actor central en la toma de decisiones y
cambiar su campo de acción de un “espacio invitado” a
un “espacio inventado”, en donde “los protagonistas del
desarrollo urbano han pasado de las agencias de
planificación a los procesos comunitarios informales; de
planificadores profesionales y planificación formal a
activistas y estrategias de base” (Miraftab, 2009, p. 42). En
concordancia Bovaird (2007) establece que esta forma de
planificación de abajo hacia arriba garantiza que la
comunidad tenga el control en todas las etapas del
proceso, limitando el papel del externo a las tareas que no
puede realizar la comunidad como la gestión de la
adquisición de la tierra, la infraestructura y la financiación.
La capacidad de agenciamiento de estas prácticas
insurgentes depende de la madurez de las OCB, el modo
de compromiso y su capacidad de tejer su propia red de
alianzas con agentes externos. Estos factores les otorgan
capacidad de negociación y autonomía para actuar. El
proceso continuo de participación en el tiempo
representa un intercambio de conocimiento y aprendizaje
social que permite consolidarse como actor insurgente
(Shrestha y Aranya, 2015).
Las OCB insurgentes establecen una amplia
gama de tácticas y estrategias para obtener información y
ampliar sus canales de participación, dentro de los cuales
resalta el uso de las TIC y redes sociales. Autores como
Toret (2013) y García et al (2014) establecen que el uso
de estas herramientas tecnológicas representa nuevos
canales para la diseminación de sus objetivos, la
promoción de participación directa para ganar adeptos y
ampliar sus redes de acción. (en Nel-lo, 2016). ________
pág. 20
2.3 INSTITUCIONES EXTERNOS Y CONVERSIÓN DE
CAPITAL EN EL MARCO DE LA RSE.
Los procesos de coproducción representan la
forma predominante en que los pobres han podido
asegurar el mejoramiento significativo de su territorio.
Estas dinámicas, logran transformar en bienes y servicios
los aportes de los individuos que están comprometidos
en el proceso. Watson (2014) indica que cada parte
participante tienen conocimientos y recursos que se
complementan, a saber: la comunidad puede aportar
información local, tiempo y sus habilidades manuales, y la
parte externa pone los recursos técnicos y económicos;
usualmente quien toma la iniciativa es el actor local.
De acuerdo con Mitlin (2008), la coproducción
sintetiza una estrategia de las comunidades empobrecidas
para asegurar relaciones de poder con agencias públicas
que garanticen la obtención de mayores beneficios, como
servicios de gran escala, que pueden ser asumidos
solamente por el estado. Sin embargo, estas alianzas
estratégicas entre agentes sociales en interacción
permanente para la consecución de servicios,
equipamientos y mejoras no solamente se realizan entre
la comunidad y el Estado, sino que también interviene la
iniciativa privada, agente social identificado por Torres
(2009) como las acciones y formas de actuación de
urbanizadores, fundaciones y corporaciones, agencias
internacionales, ONG y grupos políticos-militares.
La categoría específica de Fundaciones y
Corporaciones, referida por el autor, hace mención a la
figura capitalista que logra canalizar recursos económicos
hacia un propósito social a cambio de deducciones en el
Impuesto sobre la Renta. Este tipo de agente privado se
configura usualmente bajo el marco de la Responsabilidad
Social Empresarial (RSE), entendida como buenas
prácticas que contribuyen a la mitigación de los impactos
que genera la actividad productiva a la que se dedica, pero
que a la larga también contribuyen a la creación de un
mayor valor social de la empresa (Núñez, 2003). De esta
forma, el carácter filantrópico, como acción de caridad de
la empresa del inicio de esta actividad, se ha transformado
en una nueva concepción de estrategia empresarial que
constituye beneficios en su imagen corporativa.
El marco jurídico de la RSE instaura la necesidad
de establecer un compromiso activo y procesos continuos
desde la empresa privada, situación que propicia una
relación cada vez más común con programas de
desarrollo comunitario; además, como requisitos legales
prohíbe las donaciones de dinero directas instaurando la
modalidad de aportes en servicios o apoyos a proyectos a
largo plazo (Correa, Sharon y Amit, 2004). Siguiendo a
los autores, resulta atingente para el desarrollo
comunitario la imposibilidad de definir desde la empresa
la contribución que se hará, dado que están obligados a
consultar al público respecto de sus expectativas como
beneficiario.
Si bien la RSE en sus inicios no buscaba ir más
allá de las motivaciones sociales, se convirtió en una
política empresarial global fundamentada en la dinámica
de intercambio y conversión de capital que, siguiendo a
Bourdieu, no puede dejar de producir retorno, aunque
éste no pueda cuantificarse económicamente (Pelegrin,
Pleker, Pasquale, 2017). Bourdieu (2000) establece que el
capital económico está en la base de todos los otros tipos
de capital, a saber: cultural, simbólico y social, y que estos
podrán ser obtenidos solamente mediante un esfuerzo de
conversión. Sin embargo, el autor aduce también que el
logro de algunos bienes y servicios solo podrán darse a
largo plazo con la intermediación del capital social.
En consecuencia, la RSE se convierte en una
dinámica de transformación entre capitales, en donde
cada parte participante se encuentra dotada de un tipo y
volumen diferente de capital, y en aras de perseguir sus
propios intereses, establecen estrategias para reproducirlo
o transformarlo (Pelegrin, Pleker, Pasquale, 2017). En
este contexto, la empresa privada participa con su capital
económico en forma de inversión monetaria y la OCB
aporta el capital social de redes como principal recurso
local; como resultado de un proceso a largo plazo, se
obtiene capital simbólico en forma de percepción positiva
de la corporación y el territorio, y si la dinámica lo permite
también abre campo a la reproducción del capital social
comunitario.
En este contexto, las inversiones empresariales
canalizadas a través de RSE resultan alianzas estratégicas
para las dos partes. En términos de Kurucz, Colbert y
Wheeler (2008) se trata de la “construcción de relaciones
ganar-ganar mediante la creación sinérgica de valor” en
donde: las prácticas insurgentes logran la financiación
para operar dentro de “espacios inventados” logrando la
mejora significativa del entorno, y las empresas privadas
pág. 21
además de los beneficios en términos de reputación e
imagen corporativa, logran ampliar sus redes e ingresar
fácilmente a mercados más exigentes (Correa, Sharon y
Amit, 2004).
En investigaciones más recientes, Carroll (2009)
sugiere que es importante mirar más allá de la “visión
estrecha” de la RSE que se fija solamente en los
beneficios económicos directos que se pueden llegar a
obtener; como complemento, propone una “visión
amplia” que busca reconocer también los beneficios
indirectos a largo plazo, es decir, entender estas
estrategias de inversión como oportunidades y no solo
como costos económicos. Como afirman Pelegrin, Pleker
y Pasquale (2017) no es una estrategia para vender, sino
que a través de esta se busca incrementar el
reconocimiento y la percepción de voluntad para
contribuir. Así las cosas, el marco de la RSE significa para
las dos partes participantes una oportunidad de obtener
legitimidad y reconocimiento, de ganar prestigio y
carisma, esto es, acumulación de capital simbólico en sus
diferentes formas (Fernández, 2013); acciones de
percepción positiva como institución y
comunidad___________________________________
pág. 22
CAPÍTULO 3 ANTECEDENTES DE CONTEXTO
Fuente: Registro histórico Univalle.
Para entender las singularidades del proceso de
urbanización informal que se ha gestado en el caso de
estudio seleccionado, es importante reconocer el
contexto sociopolítico e institucional que ha moldeado el
fenómeno. Con esto en mente, este capítulo presenta
información pertinente sobre los sucesos detonantes del
proceso de urbanización informal de Cali, puntualizando
en el proceso de colonización de la ladera de Siloé.
Posteriormente, se indican las implicancias de estos
hechos en la dinámica de autogestión dentro de la
comuna con el objetivo de adentrarse en las formas
organizativas del pasado, identificar sus mayores éxitos,
entender la razón de los fracasos vividos y analizar sus
formas de operación. Lo anterior, en orden de ahondar
sobre el historial comunitario entendido como un
proceso de aprendizaje que repercute directamente en la
forma en que desarrollan los procesos comunitarios
contemporáneos en el territorio local de Siloé.
3.1 CRECIMIENTO FÍSICO DE SILOÉ Y DETONANTES
SOCIOPOLÍTICOS DEL FENÓMENO.
De acuerdo con lo referido por Aprile-Gniset (1991), los
procesos de poblamiento en las ciudades colombianas en
el siglo XX se caracterizaron por ocurrir de forma rápida,
masiva y a forma de éxodo campo-ciudad, desmintiendo
que el desplazamiento poblacional se haya fundamentado
en el proceso de industrialización, toda vez que este fue
precario y muy limitado. Contrario a esto, se experimentó
la expulsión violenta de masas campesinas por fuerzas
capitalistas, desatando una acumulación de población
urbana incontrolada. El autor hace hincapié en la
explosión urbana precaria indicando que “(…) más que
atracción hacia un sitio motor que pide, que llama, lo que
ocurrió fue una repulsión de un lugar que expulsa; lo que
obliga a distinguir qué es la migración y qué es el éxodo”
(p.555).
El desarrollo urbano de Cali no fue ajeno a lo
descrito por el autor. Durante la primera década del s.
XX, cuando fue nombrada capital del nuevo
departamento del Valle del Cauca, la ciudad recibió una
oleada de mineros desplazados por la privatización de la
extracción de oro en Marmato-Caldas, actividad que en
1905 pasó a manos de una empresa inglesa (Arroyo,
2010). Expulsados violentamente de la región del Viejo
Caldas, no tuvieron más opción que acudir a la nueva
capital con un proyecto de vida incierto y
desesperanzador, toda vez que la ciudad no representaba
mayor fuerza de atracción. Sin embargo, la construcción
pág. 23
del Ferrocarril del Pacífico en 1915, como conexión
directa de la ciudad con el puerto de Buenaventura,
apalancó una zona industrial incipiente, generando
circunstancias económicas específicas que jalonaron el
aumento de la demanda de extracción del carbón mineral
(Ruiz, 2016).
En este contexto, la población de mineros logró
situarse dentro de esta dinámica comercial con la
extracción del mineral en las canteras de la ladera
occidental de la ciudad. Estas circunstancias generaron
los primeros asentamientos de campamentos mineros en
torno a la actividad extractiva; con el tiempo las familias
de los mineros decidieron ubicarse en las cercanías de las
canteras desencadenando un poblamiento masivo de
Siloé, una zona rural con una población densa alejada del
centro urbano de la ciudad.
Durante la siguiente década, se desencadenó el
crecimiento paulatino y continuo de la ladera
constituyendo a Siloé como sector popular, que acogía los
diferentes grupos desplazados desde el campo, quienes se
dedicaron a “actividades agropecuarias propias de un
mundo rural, hasta procesos de creación de fábricas de
ladrillo y tejas de barro, explotación artesanal y fabril de
minas de carbón de piedra” (Ruiz, 2016, p.187). Bajo esta
tendencia, y a pesar del incipiente desarrollo industrial,
Cali se instituyó como ciudad receptora de los
desplazamientos campesinos del suroccidente del país.
Hacia finales de la segunda década del s. XX el
uso residencial fue predominante en el sector, situación
que obligó la restricción de las actividades extractivas que
entraban en conflicto con las viviendas, al punto que en
1935 el sector comenzó a autodenominarse como barrio.
De esta manera, la consolidación de Siloé como sector
popular de Cali fue un proceso lento, pasando de zona
minera a zona rural, y finalmente zona urbana en 1948,
momento en el que el sistema de buses de servicio
público ingresó por primera vez al territorio.
Hacia mitad de siglo, el proceso de ‘reconversión
agroindustrial’ (Vásquez, 2001) y el periodo de
confrontación política denominado ‘Violencia
Bipartidista’ (1948 y 1960), resultaron ser detonantes en
la explosión poblacional de la ciudad, circunstancias que
impulsaron significativamente el crecimiento de la ladera
como zona de acogimiento de campesinos y ciudadanos,
quienes ante la imposibilidad económica de costear una
vivienda formal de bajos ingresos no tenían otra opción
que establecerse en estas zonas sin servicios (Hataya,
2010). El testimonio de Cesar Silva permite vislumbrar la
importancia de este sector para los nuevos pobladores
urbanos,
A estas lomas llegaron muchos paisas del
norte del Valle, por la violencia la gente llegaba acá a
trabajar en las minas o a vivir, porque es muy
económico vivir en Siloé. Era casi una regla general
que la gente llegaba desplazada a la Casa Liberal y de
ahí cogía a Siloé, éste era prácticamente un refugio de
desplazados (en Ruiz, 2016, p.96)
El conflicto político desestabilizó el país,
hundiéndolo en un caos generalizado. En 1958, durante
la implementación del régimen del ‘Frente Nacional’, se
implementaron políticas de desarrollo comunitario con
apoyo de entidades extranjeras en el marco internacional
de la Guerra Fría, las cuales buscaban intervenir las clases
populares urbanas, vistas como caldo de cultivo de
movimientos revolucionarios. Para regular las
asociaciones de cooperación de vecinos que se gestaban
en los contextos marginales, se institucionalizó la acción
comunal mediante la constitución obligatoria de una
Junta de Acción Comunal (JAC), cuyo marco fue
configurado bajo parámetros del gobierno nacional a
través de la Ley 19 de 1958.
Esta instancia legal buscaba la disminución del
rol benefactor del Estado, promoviendo la autogestión a
través de la acción comunal organizada toda vez que, la
precariedad fiscal de la acción estatal impedía el rol activo
del gobierno ante el fenómeno urbano de la informalidad.
(Jaramillo, 2008). La formalización de los movimientos
cívicos de la ladera (1959) otorgó capacidad de demanda
a la población, quienes en 1964 lograron ante el Concejo
Municipal el reconocimiento oficial del barrio Siloé
mediante Acuerdo 049.
La nueva categoría de barrio adjudicada a parte
del asentamiento incentivó su crecimiento debido a la
estabilidad y seguridad que la formalización proveía. Sin
embargo, el verdadero momento de explosión urbana se
evidenció durante el proceso de modernización de la
ciudad, que comprendió grandes obras de ingeniería e
infraestructura urbana en el marco de la sexta versión del
evento deportivo de los Juegos Panamericanos de 1971 (Vásquez, 2010). Dentro de las obras adelantadas desde
la Municipalidad, la construcción de la Calle 5ª como eje
norte-sur fue fundamental para la consolidación del
asentamiento; al pasar por la base de la ladera lograba
conectar directamente a Siloé con la ciudad, que desde sus
orígenes se había desarrollado a espaldas de Cali.
Aunado a lo anterior, los asentamientos
informales de la ciudad acogieron las grandes masas de
población migrante que ingresaban a la ciudad en busca
de oportunidades laborales dentro de las obras civiles del
evento deportivo del 71; dado que los precios de la tierra
urbana eran elevados y las políticas de vivienda social
eran escasas, la población migrante se veía obligada a
buscar soluciones de vivienda precaria dentro de las
zonas periféricas, desencadenando el crecimiento de
asentamientos informales distantes de la mancha urbana,
otrora compacta y conectada. El desplazamiento de
grandes masas rurales aumentó por el conflicto armado
interno que tomo fuerza en la segunda mitad del s. XX;
estas circunstancias acentuaron críticamente el fenómeno
del crecimiento informal en los principales centros
urbanos del país.
Si bien los grupos guerrilleros y paramilitares
sumieron al país en una guerra violenta y prolongada,
paradójicamente, los asentamientos informales se vieron
beneficiados por la agenda popular de las fuerzas de
izquierda; ayudas financieras, mejoras físicas y apoyo
social fueron parte de los trabajos del movimiento
insurgente M-19 (Ruiz, 2016). Desde entonces la
acentuación del conflicto armado y la consecuente crisis
del campo han sido factores determinantes para la
reproducción crónica y sostenida de la urbanización
informal (Torres, 2009).
A finales de siglo, a partir de la Constitución de
1991 se instauro la reforma institucional con corte
descentralizador y de apertura económica. Como
consecuencia de una postura permisiva del Estado
respecto al proceso de urbanización informal, las zonas
populares logran mayor estabilidad al lograr acceder
fácilmente a los servicios públicos proveídos por
empresas privadas, y al poder postular a procesos de
regularización y titulación masiva (Hataya, 2010). Al
respecto, Ruiz (2016) registra que “la comuna 20 en los
años noventa alcanzó un 75% de la construcción de los
servicios públicos en las partes altas de estos barrios de
ladera, está pendiente aún la titulación y legalización del
territorio” (p.39).
Groso modo, este apartado presentó los eventos
socio-políticos más relevantes que han moldeado
permanentemente las formas urbanas populares del
territorio colombiano, especificando los detalles del caso
de estudio. Desde los inicios como campamento minero,
pasando por un proceso precario de industrialización, un
acelerado proceso de modernización hasta el actual
proceso de regularización en el modelo neoliberal, como
muestra la Ilustración 3 (siguiente página), el territorio
comunal de Siloé ha evolucionado y se ha expandido por
la ladera superando las adversidades históricas del
contexto económico y político.
Entendiendo el escenario macro del fenómeno,
el siguiente apartado realiza una inmersión a menor escala
en las diferentes formas organizativas. Es indispensable
entender que cada uno de los periodos políticos y eventos
históricos referidos anteriormente implican la
reestructuración interna de la organización comunitaria
del asentamiento, que, desde la acción colectiva, han
soportado el desarrollo de este territorio
3.2 HISTORIAL ORGANIZATIVO EN LA COMUNA 20
3.2.1 PRIMEROS RASTROS DE FORMAS ORGANIZATIVAS EN LA
LADERA.
Los primeros pobladores mineros de la
incipiente Comuna 20 y sus grupos familiares
establecidos en pequeños caseríos, establecieron las
primeras redes que dieron inicio al proceso de
consolidación del territorio, aunque fue muy lento toda
vez que las principales luchas se gestaban en torno a la
resolución de necesidades inmediatas. Sin duda estas
redes de parentesco, fundamentadas en la confianza y el
conocimiento familiar, constituyeron el principal recurso
de la población siloeña, un “capital social de unión” entre
pares que, aun décadas después, se reconoce en el
territorio:
El primer proceso organizativo que yo
detecto, es más una organización de parentesco, ligada
a la familia, esas redes de parentesco aún se mantienen
en la parte del actual barrio de Siloé. Entre ellos se
conocen, ahí hay una relación organizacional
informal. (Exlíder 6, Comunicación personal, 9 de
agosto de 2017).
Hacia 1930 los documentos permiten identificar
una primera fase de estructuración interna, producto del
proceso de modernización en donde los mineros pasan
de ser jornaleros a obreros. Esta situación suscita la
pág. 26
consolidación de los primeros sindicatos de minería
como las primeras formas organizativas estructuradas en
el territorio; formas sindicales y cooperativas de
movimientos mineros y obreros quienes adelantaron una
exigencia colectiva ante sus patrones a través de huelgas
y vías de hecho logrando la creación de viviendas en las
zonas mineras (Ruiz, 2016).
De esta manera la organización de los
movimientos y sindicatos mineros se configura como un
elemento relevante en la formación de la tradición de
lucha organizada en la comuna, situación que fue
fundamental para las próximas batallas que tendría la
población. El trabajo colectivo y la coordinación de
labores entre vecinos constituían el único recurso para
lograr el mejoramiento del entorno, pero su calidad era
precaria debido a los bajos ingresos de la población.
Poco a poco con pedacitos de carretera que
fueron apareciendo en un lugar y otro, con paredes
que emergían de la nada, el barrio se fue construyendo
a las espaldas de Cali, en el silencio de la noche, con
el sudor de un sueño. Para poder construir nuestras
viviendas, nos reuníamos varios vecinos y en las horas
de la noche, alumbrados con lámparas de carburo,
levantábamos las paredes de cada una de las viviendas.
(Alvarito “el minero” en La Palabra, 1994, p.4)
Con la segunda oleada de población víctimas de
la guerra civil bipartidista, el barrio se diversificó,
constructores, adoberos, obreros, comerciantes y
campesinos fortalecieron el entramado de relaciones
sociales en la loma. Esta nueva población aumentó la
capacidad de autogestión, dado que constituía una fuente
de mano de obra significativa para el proceso de
mejoramiento físico de las viviendas, las calles y el
entorno del barrio. (CINVA-OEA, 1958). De esta
manera los lazos intracomunitarios se fortalecieron, y
dinamizaron el mejoramiento físico del entorno. El
documento reporta que las obras de trabajo comunitario
eran durante los fines de semana y horas después de la
jornada laboral, generando una discontinuidad en la
dinámica y una capacidad insuficiente para responder las
altas demandas que emergían del territorio.
Ante la necesidad de obtener soluciones de
fondo que respondieran a las demandas de la creciente
población, era imprescindible lograr el apoyo estatal. Sin
embargo, el proceso urbanístico de la ciudad que
vivenciaba los efectos de la modernidad no consideraba
dentro de los planes próximos la intervención del
fenómeno urbano de informalidad que se gestaba en la
zona de ladera, como destaca Fernando Mejía:
Nosotros fuimos donde el alcalde Jaime
Lozano Henao a que nos dejará poner una agüita para
este sector, pero el alcalde nos amenazó con sacarnos
de Siloé diciendo que él no nos había mandado a vivir
como unos chivos a esas lomas. Aburridos, llegamos
al barrio y nos reunimos, todos pusimos de a pesito
juntamos una platica … (en Ruiz, 2016, p.101)
4.1.2 HACIA LA BÚSQUEDA DE ALIADOS ESTRATÉGICOS.
La violencia bipartidista (1946 a 1958) amplió las
condiciones de vulnerabilidad y ausencia estatal en el
territorio, desencadenando un segundo proceso de
estructuración interna de la organización comunitaria. Ante
la necesidad latente de mejoramiento físico del territorio,
se hace urgente pasar de una forma de trabajo esporádica
a una permanente. La misma topografía incidía en la
formación de vínculos fuertes entre círculos de vecinos
que tenían un paso obligado por una vía de acceso
convirtiéndolo en un espacio de encuentro diario (Ruiz,
2016), esta situación incentivó la reproducción del ‘capital
social grupal’.
Se definieron grupos de trabajo estables que se
encargaban mediante una labor permanente de auto
gestionar el mejoramiento del área próxima. La minga y
el convite fundamentados en la solidaridad del sector se
convierten en la principal forma de operación de los
grupos conformados, esta vez no solo entre lazos
familiares, sino que en un sentido más amplio se
fundamentó en la red de apoyo del sector que vibraba
bajo la misma necesidad de mejoramiento del entorno. La
confianza y cooperación de estos grupos se convirtieron
en el motor de la loma.
Con el aporte de la comunidad se hacían las
mejoras. Aquí se formó un crisol, donde gente de uno
y otro bando del bipartidismo político se encontraron
con una cantidad de problemas aquí, no había
caminos, calles, ni servicios públicos, entonces la
gente llegó a trabajar en comunidad, por el bien
común, en minga, para poder lograr cambios. Mi
padre y mi abuelo nunca llegaron como desplazados a
pág. 27
pedirle a gobierno, ¡nada!, ellos llegaron fue a guerrear
por todos los medios, a cargar agua, ¡eso es una
historia! (Líder 2, Comunicación personal, 3 de agosto
de 2017)
Respecto al tema de energía eléctrica, se
organizaron grupos de 30 personas que recolectaban
dinero para comprar alambre y a través de convites se
traía la energía desde el plan; luego se reunían otras 30
personas que traían otra cuerda, y así se fue trayendo
la energía hasta las partes más altas (Ruiz, 2016, p.143)
Ante la ausencia latente del estado, las obras
comunitarias se financiaban con el poco dinero que se
recolectaba entre los miembros del sector. Frente a la
necesidad de recolectar grandes fondos monetarios para
poder realizar obras significativas la comunidad empezó
a realizar actividades complementarias como juegos y
rifas, en las cuales comprometían el apoyo del comercio
local a cambio de propaganda publicitaria. De esta
manera, se registran las primeras estrategias de la
comunidad para alcanzar los beneficios de tener un aliado
con mayor peso económico.
También le solicitábamos apoyo a las tiendas
del sector para las diversas actividades, hacíamos
mingas y bailes para recoger fondos con los cuales se
pavimentó calles y las cámaras del alcantarillado.
(Apolinar Garrido en Ruiz, 2016, p.94)
Los barrios participaban mediante festejos
en los cuales se nombraba la reina del barrio… a esta
actividad le pusimos un ingrediente: las candidatas
debían recoger dinero para el fondo común del barrio
… había reinas que alcanzaban a recoger hasta treinta
($ 30) pesos. Otras actividades eran El Castillo y la
Vara de Premios que eran apoyadas económicamente
por graneros de la zona comercial en la parte plana,
que se beneficiaban con la publicidad del evento.
(Cesar Silva en Ruiz, 2016, p.136)
En 1946, cuando logran el reconocimiento
formal de la lucha colectiva, se otorga una personería
jurídica a la que desde entonces se empezaría a conocer
como ‘Junta de Fomento y Mejoras de Siloé’ que, con esta
nueva catalogación, estaba facultada para exigir sus
derechos ante la administración local (Ruiz, 2016). Este
hecho relevante empodera a la comunidad y alienta una
organización más estructurada para la lucha colectiva,
iniciando así un tercer proceso de reestructuración interna, en
donde se crean frentes de trabajo que se encargan de
gestionar y llevar a cabo la solución de una sola necesidad.
En orden de resolver de manera más eficiente y
con mejor calidad las demandas de la comunidad, el
trabajo multifacético por sectores pasa a ser reemplazado
por el trabajo comunal especializado, situación que
promulgó la ampliación de las redes de apoyo a escala
comunal, una forma de operación que incentivó la
reproducción del ‘capital social comunitario’ a través de
los denominados comités cívicos. Mediante la
recolección de fondos comunitarios y el trabajo
permanentemente para su consecución se
responsabilizaban de una sola labor en el barrio.
Construimos dos comités de seguridad, uno
a la entrada de Belén y otro al extremo de la tan
nombrada Horqueta de misia Pacha (prácticamente la
primera cantina de Siloé). La misión de estos comités
consistía en organizar a los moradores para que
custodiaran el barrio, en turnos de dos horas cada
grupo durante la noche. (Alvarito en La Palabra, 1994,
p.4)
Existió un Comité Pro-Agua liderado por el
señor Martín Díaz, quien era el presidente de la junta
directiva representante de las cuarenta familias que
vivían en esta zona. El acueducto comunitario se hizo
con esfuerzo propio trayendo el agua de la parte más
alta de la quebrada La Cristalina por canales de guadua
con algunos trayectos en tubería hasta un tanque
instalado en la casa del señor Luis Hermosa. (Ruiz,
2016, p.159)
Por tratarse de una infraestructura de tipo
artesanal con bajos ingresos, no lograban tener el
impacto esperado, pues el nivel de precariedad del
entorno era alto y su capacidad de intervención
insuficiente para contrarrestar la masiva llegada de
nuevas personas a la ladera; como indica Ruiz (2016) “lo
que subyace a estas propuestas organizativas es la
carencia de recursos económicos y la necesidad de
resolver problemas inmediatos”. (p.108). CINVA-OEA
(1958) reconoce que, si bien la población reconocía las
problemáticas urbanas del territorio y tenían interés en
pág. 28
mejorar el entorno, se habían visto limitados por la
carencia de recursos y de conocimientos técnicos. El uso
de materiales precarios y baja capacidad técnica resulta
agotador en el proceso de autogestión, aún más en tareas
especializadas, “el alcantarillado ya lo han construido tres
veces porque siempre por falta de plata ha tocado con
materiales de segunda” (La palabra, 1994, p.4).
Dado que el trabajo lo realizaron
teóricamente en un programa de esfuerzo propio y
ayuda mutua, sin asistencia técnica responsable, las
condiciones de la instalación fueron bastante
deficientes. La tubería para conducción usada por los
vecinos es de hormigón de cemento, material de
mucha permeabilidad, lo que permitió perdidas
apreciables del líquido y que a su vez tolero
infiltraciones contaminadas a través de su largo
recorrido (…) las cajas de registro quedaron expuestas
a la intemperie (…) La captación la realizaron en un
lugar que no era conveniente y su aspecto
constructivo no ofrece garantía de seguridad. (p.16)
A pesar del reducido capital económico y
recursos técnicos que reposaban en las Juntas y los
Comités, su trabajo comunitario era ampliamente
reconocido toda vez que fueron fundamentales en la
organización de los sectores populares en torno a
problemáticas como la consecución de vivienda, toma de
tierras y servicios públicos. El relativo éxito de los
movimientos populares significaba progreso para la
población asentada en la ladera, pero por otro lado el
empoderamiento del fenómeno de la informalidad no
fue bien visto desde la Municipalidad, que abogaba por
la modernización de la ciudad y el crecimiento urbano
competitivo.
En este contexto, surgieron políticas de
desarrollo comunitario encaminadas hacia la
consecución del control de los movimientos populares;
la administración local determina mediante Decreto
Municipal Nº 444/1953 su control sobre todas las Juntas
de los barrios, quedando organizadas y reglamentadas
bajo criterios municipales. En consecuencia, la Junta de
Fomento debió ser reestructurada de conformidad a lo
estipulado por el gobierno local. Cuatro años más tarde,
por orden del Decreto Municipal 431, se dictaminó su
disolución inmediata “con el argumento que engañaban
y explotaban a la gente, fomentando invasiones a
propiedades privadas y públicas” (Ruiz, 2016, p.128).
Acto seguido, se produjeron acciones de desalojo
durante dos periodos administrativos.
Las fuertes disposiciones emanadas desde el
gobierno local dirigidas hacia la erradicación definitiva de
la población de ladera generaron descontento en la
población y aumentó el recelo hacia la labor estatal en el
territorio. No obstante, la represión policial hacia la
ladera no logró desalentar la lucha colectiva por el
territorio, ni tampoco entorpeció el surgimiento de
formas organizativas comunitarias; situación que
demuestra la fortaleza del capital social comunitario que
no cede ante presiones externas que intentan desarticular
la labor de la población organizada.
Cuando se llena esto de viviendas se formó
una guerra entre la policía y los habitantes, se
presentaron 5 desalojos fuertes con un momento de
agudización del conflicto cuando el ejército no dejaba
ingresar material ni cargas de comida por la parte de
abajo, entonces la gente hizo con esfuerzo propio la
vía de comunicación por la parte alta del barrio. (Cesar
Silva en Ruiz, 2016, p.135)
Cuando nosotros llegamos aquí esto estaba
en plena efervescencia de fundación, del pueblo
emberracado tomándose la tierra: eso era lo que se
veía, la policía con la clase dirigente mandando a
quemar y a tumbar, el pueblo adelante luchando. A
nosotros nos tocó orientar, les decíamos esperen que
suban, cuando estén bien arriba empiecen a construir
abajo, la gente volvía a levantar sus ranchos con
materiales precarios de la demolición de las
destrucciones; como en tres ocasiones ocurrió esa
contienda hasta que se cansaron y la gente tomó
posesión de su derecho. (Alfredo Castañeda en Ruiz,
2016, p.139)
Bajo estas circunstancias, en 1957 nace el
‘Comité Central’ como una nueva manifestación
organizativa en respuesta a la disolución jurídica de la
Junta de Fomento. Desde esta instancia se trabajó en
torno a las necesidades urgentes y como indica Ruiz
(2016) “este hecho fortaleció la capacidad de
movilización de la gente, se conformaron comités de
trabajo por vecindario (comité pro-capilla, comité pro-
pág. 29
acueducto, comité pro-escuela, comité pro-luz y el comité
pro-obras)” (p.132). Frente a la situación de desalojo se
constituye la Junta Pro-defensa, siguiendo la estrategia de
trabajo focalizado. Esta nueva forma organizativa
fortaleció el proceso de autogestión y su capacidad de
agenciamiento, posibilitando la consecución de mejoras
físicas de pequeña escala en la ladera.
Fueron lideres muy buenos que hicieron un
gran esfuerzo por el progreso y la organización de las
gentes, que de no haber sido así pues indudablemente
había sido un caos porque era mucha gente que
llegaba todos los días de diferentes partes, e inclusive
llegaba gente con el trasteo de una vez, nosotros les
mediamos el lote y los acomodábamos. (en Ruiz,
2016, p.135)
A fines de la década de 1960, por gestiones
de la Junta Pro-Defensa, las empresas municipales
iniciaron los estudios, aprobación y realización de
algunas de las obras respecto a los servicios públicos,
en especial las referentes al agua y energía
eléctrica. (Ruiz, 2016, p.144).
El desconcierto en que vivía la población por
temor a ser desplazados establecía un ambiente de
inseguridad y desconfianza hacia las autoridades
fundamentados en el olvido y la falta de interés estatal
para atender sus demandas. Como registra el diagnóstico
de CINVA-OEA (1958), cuando enfatiza que “fue
posible descubrir un sentimiento de desconfianza
referido a la efectividad de la acción de extraños. Aquellas
gentes que habían sufrido la violencia política no podían
comprender las pretensiones de un equipo que se
proponía ayudarlos a resolver sus problemas” (p.24).
Durante las oleadas de erradicación se registró un
hecho relevante respecto a las estrategias de los habitantes
para lograr sus objetivos, para evitar el desalojo de la
población recién asentada denominaron el nuevo barrio
con el nombre Alberto Lleras Camargo, haciendo
referencia al presidente de la República, en aras de lograr
gestionar ante el gobierno nacional la cancelación de
orden de expulsión. Después de lograr su cometido
cambiaron el nombre del barrio a simplemente Lleras,
como refiere Ruiz (2016) “al parecer cuando dejó de ser
estratégico el nombre completo lo empezaron a cambiar.
Las formas de designar y nombrar en los sectores
populares inciden en la institucionalidad formal” (p. 145).
4.1.3 FORMALIZACIÓN DE LA ACCIÓN COLECTIVA ORGANIZADA.
Hacia 1959 por la lucha y exigencias de la Junta
Pro-defensa, el Concejo de Cali aprobó la incorporación
de los barrios Siloé y Lleras dentro del área urbana de la
ciudad, y junto con esto la autorización para la elección
por voto popular de una Junta de Acción Comunal -JAC-
que debía formarse bajo criterios de la administración
local, situación que incomodó a la comunidad quienes
por tradición tenían una forma establecida de operación
colectiva, como recuerda Abel Ramírez: “por esa época,
como ahora, venían funcionarios que venían a
explicarnos cómo trabajar en comunidad, cuando
nosotros de hace rato lo hacíamos. Solo que a hora lo
llamaban Junta de Acción Comunal” (Blog Comunidad
de SILOÉ, 2008).
En este contexto, se reconoció un cuarto momento
de reestructuración comunitaria en el cual las reglas de
funcionamiento son establecidas ‘desde arriba’, y el
carácter cívico de la organización comunitaria se tornó
político. La estructuración interna debería garantizar la
representación bipartidista del Frente Nacional (liberal y
conservador) lo cual fue creando una red de beneficios
electorales a cambio de intervenciones en el espacio
urbano, invadiendo el canal comunitario de relaciones
clientelares. Sin embargo, la población no miraba con
mayor cautela la manipulación política que vivía toda vez
que, los logros urbanísticos y electorales eran suficientes
para establecer una zona de confort para ambas partes.
Con la organización del Comité Bipartidista
de Belén se comenzó a hacer las vías de acceso en el
62, los políticos apoyaron con máquinas y material
para pavimentar, eso fue toda una fiesta de barrio.
Como estaba en apogeo la política, a nosotros se nos
daba esa oportunidad, pavimentábamos nuestras
calles … eso era un trueque, él nos da permiso,
nosotros hacíamos las obras y los políticos tenían sus
votos. (Ana Bravo en Ruiz, 2016, p.98)
En el año 60 y 68 viví en la mina, allí
conseguimos realizar con Gabriel Ortiz y luego con
Manuel Bonilla, el segundo presidente de la JAC de
Siloé, la avenida tercera y con ayuda de unos políticos
compramos casas y realizamos la calle más ancha,
pág. 30
porque no se habían dejado fuentes de acceso para el
barrio. (Abel Ramírez en Blog Comunidad de SILOÉ,
2008).
Cada barrio estableció su propia JAC, en total
eran cuatro juntas que, impulsadas por el ambiente
político bipartidista, alcanzaron grandes obras de
infraestructura y múltiples programas sociales (Ruiz,
2016). Pero en contraste, el ámbito político que se le había
impreso a las organizaciones comunitarias había
permeado profundamente en la población y se
empezaron a registrar enfrentamientos, oposiciones y
fuertes divisiones internas entre sectores por razones
político-electorales. En este sentido, el clientelismo de los
canales comunitarios iba en detrimento del capital
comunitario de Siloé.
En cuanto a las calles del barrio y los
caminos o calles de gradas que comunicaban las partes
altas con las bajas, estas también en una buena parte,
por no decir toda, fueron hechas por ellos mismos.
“Yo creo que ningún político puede venir a decirnos
aquí que fue él quien pavimentó el barrio, eso lo hizo
la comunidad” comenta uno de los dirigentes de la
Junta Comunal. (La Palabra, 1994, p.4)
Para el caso del Tres de Mayo hubo un sector del
barrio que estaba orientado bajo la influencia e
insinuación del ex-alcalde Domínguez Borrero, quien
quería canalizar la acción de los grupos de trabajo y de
las dos Juntas Comunales. Los políticos tradicionales
intervinieron en el barrio para frenar la organización
original del sector, orientada por personas militantes
del Partido Comunista. (Ruiz, 2016, p.164)
Si bien se registran logros significativos en el
territorio, el reporte periodístico dejó entrever la
inconformidad de la población respecto a la
desinformación en torno a los proyectos desarrollados
por el Estado y las posibles formas de involucramiento
de la población, como comentaba Olivia García, “Hay
mucha inquietud, mucho desconocimiento frente a los
proyectos. Solo se informa a la comunidad cuando todo
está planeado y decidido, y ya no hay nada que hacer.”
(La Palabra, 1994, p. 5). El reporte deja latente el nivel de
desconfianza de la población hacia las intervenciones
ejecutadas por instituciones estatales, tanto por la nula
participación comunitaria como por la mala calidad de las
intervenciones.
Otro problema que se presenta es la mala
planeación de las obras. Casos como el del centro de
salud Brisas de Mayo que tuvo que ser derrumbado
por falta de presupuesto, el del parque infantil del
barrio Belisario Caicedo que, aunque es de reciente
edificación, ya tiene destruidas sus canchas debido a
un errado estudio de suelos, o el del polideportivo La
Estrella, el único de la comuna, y que tiene detenida
la construcción por el déficit presupuestal que afronta
el municipio, son prueba de ello (p. 5).
El siguiente paso en el proceso de maduración de
las JAC se registró en la década de los 90, en el marco de
las políticas de descentralización y políticas desarrollistas,
momento en el cual se genera la división administrativa de
la ciudad en comunas y cada una de ellas obligada a
establecer un Plan de Desarrollo para determinar las futuras
acciones en el territorio. La elaboración de este documento
empoderó a la comunidad y de acuerdo con Ruiz (2016)
“promovió nuevas formas organizativas con la participación
de sectores poblacionales como grupos de jóvenes, grupos
de la tercera edad y la participación activa de mujeres”
(p.167).
Bajo estas condiciones, el territorio registra un
quinto momento de estructuración comunitaria que amplía la
posibilidad de participación y empoderamiento de toda la
población que incentivaron la cooperación de la población
a escala comunal, pero principalmente fortalecieron la
gestión de las JAC ante instituciones privadas y públicas,
incluso ante organismos internacionales.
Los relatos indican que iniciativas adelantadas con
patrocinio de la ONG internacional Plan Padrinos,
contaban con la participación activa de la comunidad, bien
sea con la mano de obra o con la recolección de recursos
para materiales, dejando entrever que la dinámica
establecida generaba el fortalecimiento del capital social
comunitario; un accionar colectivo vehemente seguía
rigiendo en el territorio. Sin embargo, la dinámica de
cooperación con estas instituciones no es a largo plazo, y
una vez se retiran del territorio el apoyo Municipal
desaparece; se enfrentan a la imposibilidad de proyectar la
sostenibilidad del proceso de mejoramiento físico.
pág. 31
Se gestionaron proyectos productivos (dos
comedores comunitarios, La Bloquera, Panadería y
Tienda Comunitaria) y sociales con instituciones
estatales como el ICBF, la Secretaría de Salud Pública, el
SENA, la Universidad del Valle, con organismos de
cooperación internacional como Plan Padrinos y la
Universidad de San Buenaventura. (Ruiz, 2016, p. 167)
La construcción de la infraestructura del
colegio se hizo mediante actividades comunitarias: rifas,
mingas, bingos, bazares y marchas del ladrillo. Plan
Padrinos apoyó con el material para el mejoramiento de
muros de contención y la planta física…Las vías de
acceso peatonal se han realizado por autogestión, a
manos de los comités de vecinos quienes han
pavimentado los caminos peatonales con gradas y
andenes. Plan Padrinos tomó a su cargo la financiación
de materiales para realizar buena parte de la construcción
de muros y la pavimentación de vías. (Ruiz, 2016, p.178-
179)
En resumen, en este apartado se expone cómo los
hechos políticos y la intervención de instituciones públicas
y privadas han moldeado significativamente los mecanismos
de trabajo colectivo que se desarrollaron en Siloé. Como
sintetiza la Tabla 4, se identificaron cinco momentos de
reestructuración de las formas organizativas a lo largo del
proceso de urbanización de la ladera, cada una con
estrategias de trabajo establecidas de acuerdo a las demandas
de la población y las oportunidades que oferta el
contexto_______________________________________
4.1.4 LIMITACIONES Y PROBLEMÁTICAS DE LAS JAC.
La dinámica de vinculación con externos
establecida desde las JAC no garantiza la reproducción
del capital social comunitario toda vez que, genera un
trabajo comunitario esporádico y clientelar. En este
contexto, es necesario reconocer que las JAC como
organización comunitaria controlada por lineamientos
municipales y con formas de operación preestablecidas,
se constituyen como un canal de operación clientelar con
restricción de autonomía.
Los manejan los políticos de turno y de
hecho son conducidos por la administración
municipal. Ellos están soñando y están trabajando con
las ideas de los políticos y las ideas de la
Administración, sus pensamientos, su forma de mirar
la comunidad es otra” (Líder 1, comunicación
personal, 1 de agosto de 2017).
Los relatos de los entrevistados identificaron que
el bajo presupuesto municipal disponible para los
proyectos seleccionados en el Comité de Planificación
pág. 32
Comunal, en el cual participan las once JAC de la
Comuna 20, es el principal motivo de manipulación de
este canal de participación. Fácilmente los miembros de
la Junta son coaptados por los políticos quienes a cambio
de garantizar la obtención de algún porcentaje del Situado
Fiscal de la comuna esperan recibir apoyo electoral. En
este contexto, tanto la cooperación comunitaria como el
territorio se fragmentan fuertemente porque cada JAC
defiende con recelo su sector, la cooperación se convierte
en competencia, como expone el presidente de JAC
Lleras:
Si uno quiere acaparar muchas cosas tiene
que hacer lobby, hacer negocios de voluntad política
con las demás JAC para que las demás juntas apoyen
el proyecto de uno, o sino no las apoyan, si yo no me
hablo de los 10 presidentes con al menos 5, conmigo
son 6 votos, entonces hay mayoría, entonces hay que
hacer coaliciones. (Líder 7, comunicación personal, 16
de agosto de 2017)
El presupuesto de Situado Fiscal destinado al
Comité de Planificación Comunitario es bajo si se
compara con las necesidades de gran escala que tiene el
territorio, y la división entre once JAC participantes lo
convierten en un botín de guerra. En este contexto, tanto
la cooperación comunitaria como el territorio se
fragmentan fuertemente porque cada JAC defiende con
recelo su sector, la capacidad de pensar en el territorio en
su totalidad se ha reducido a obras menores de escala
barrial. Como indicó el miembro de Fundación Telebeli,
“el problema son los intereses personales que existen y la
falta de capacidad que tenemos de mirar la problemática
en global, todo el mundo quiere que le arreglen la
callecita.” (Líder 4, comunicación personal, 5 agosto de
2017).
Entonces, ahí hay unos topes de recursos,
digamos mil millones de pesos, para desarrollar una
comuna que tiene 10 barrios, entonces cada uno se
reparte el pedacito y no se piensa en, utópicamente,
soñar un territorio globalmente… La comunidad lo
siente de esa manera, ¡es nuestro presidente! Y no te
podés mover hacia otros barrios, porque eres el
presidente de este barrio y no estás para hacer eso.
(Líder 1, comunicación personal, 1 de agosto de
2017).
La dinámica de favor político que ha dominado
el canal de participación de las JAC, ha repercutido en el
estancamiento de la euforia colectiva que se vivía en
tiempos pasados. La población ha tomado una actitud
pasiva frente a los proyectos físicos y sociales que se
desarrollan en el territorio toda vez que la politiquería ha
establecido una forma de operación más asistencialista,
una dinámica de estirar la mano y recibir. Esta dinámica
de acción ha impedido la reproducción del capital social
comunitario, y ha aumentado la rivalidad entre sectores
que luchan individualmente por beneficios propios,
dejando de lado la lucha colectiva de antaño.
No es funcional, lo que se ejecuta desde ahí
se hace desde contratistas que no trabajan con la
comunidad; solo licitan para hacer un proyecto,
cobrar al Estado y ¡chao!, no hay un trabajo
consciente ni continuo en el territorio (…) Yo
participé en una junta del barrio, fui presidente de una
junta y me di cuenta que eso no tenía posibilidades de
avanzar…todo el mundo lo miraba a uno como si uno
fuera el que tenía que ir a tapar los huecos de la calle,
cambiar el bombillo cuando se dañara, arreglar la
gotera del techo, o sea como si uno fuera el servidor
de ellos, ¿si me entiende? (Líder 1, Comunicación
personal, 1 de agosto de 2017)
La manipulación política que controla esta
organización comunitaria puede considerarse como una
debilidad o una fortaleza para la labor comunitaria que
realizan, esto depende de que perspectiva se analice. Si
bien los relatos coinciden en que la vinculación política
no es el camino ideal, también reconocen que resulta
estratégica para obtener algunos logros específicos: “Las
formas de gestión de la JAC tienen menos poder de
convocatoria porque son clientelares, pero igualmente
resuelven porque tienen vínculos políticos, sin embargo,
no es la forma de hacerlo” (Líder 1, comunicación
personal, 1 de agosto de 2017). Esta posición estratégica
la expresó con hincapié el presidente de la JAC Lleras: “a
mí siempre me gusta hablar es con las cabezas mayores,
yo wasapeo con el director del Dagma, de Infraestructura,
pág. 33
con el gerente de Emcali, yo les pido favores para que nos
ayuden a resolver” (Líder 7, 16 de agosto de 2017).
Lo que pasa es que las formas de gestión
para los barrios están muy mediadas por el
clientelismo y yo creo que cada vez las JAC tienen
menos poder de convocatoria con la comunidad, pero
tienen mayores comunicaciones con el político ¡y
resuelven! Yo conozco experiencias de gente que
llama al concejo y le resuelven, pero yo no comparto
esa forma, me gustaría más que fuera social, pero no
los van a atender. (Exlíder 6, comunicación personal,
9 de agosto de 2017)
Si bien las alianzas políticas son fundamentales
para la obtención de recursos dentro de la dinámica de las
JAC, esta forma de operación clientelar se torna viciosa e
inconveniente para el bienestar común cuando los
miembros de la JAC acaparan los beneficios obtenidos y
trabajan por sus intereses personales. La labor como líder
comunitario ya no es continua, se ve restringida a los
periodos en que llega dinero por proyectos adjudicados
para poder sacar un provecho personal de los ingresos
obtenidos. La organización se aleja del bienestar común e
ingresar a la JAC se torna estratégico para alcanzar
beneficios políticos personales como un contrato laboral.
Así las cosas, este espacio comunitario se ha convertido
en el lugar de negocios personales de sus miembros que
la dirigen hacia la consecución de ‘capital social
individual’
Ellos son intermitentes, a ellos no les pagan,
algunos se meten ahí para responder a un grupo
político, la mayoría no tiene trabajo y se meten a hacer
presidentes de junta porque le van a mostrar eso al
político para poder que le consigan el contrato en
cualquier cosa en la Administración. Va y muestra por
medio de votos, para poder que lo sostengan, eso es
lo más complicado y lo más grave del asunto.
(Externo 2, comunicación personal, 9 de agosto de
2017)
Ahora las personas que se lanzan a una JAC
es como por el interés de sacar algún provecho
personal en los proyectos, no trabajan sinceramente
como debe de ser. Ahora todo es el tiempo, el interés,
la gente cree que si se mete a una junta o a una
comisión es que van a ganar plata. (Líder 7,
Comunicación personal, 16 de agosto de 2017)
La estructura original que permitía la
representación de los sectores poblacionales del territorio
dentro de las JAC se ha desdibujado, como exclamó Líder
3: “eso es complicado, la gente que está ahí no representa
a nadie” (Comunicación personal, 3 de agosto de 2017).
En general un sentimiento de aversión hacia las juntas es
percibido en la comunidad, miran con recelo la forma
actual de operación de la JAC, pues antaño era un
privilegio poder liderar la lucha colectiva desde esta
instancia.
Algunos de los líderes comunitarios de las
JAC que, en algún momento de su vida, creyendo que
iban a tener mayor impacto se pusieron a politiquear,
y pues uno no comparte eso, y pues menos a ellos uno
no les perdona que se hayan torcido o rebajado de esa
forma. (Exlíder 6, Comunicación personal, 9 de
agosto de 2017)
Los relatos dejaron entrever un panorama poco
alentador, pues al olvido y ausencia estatal que ha vivido
la población de ladera, se suma el desconsuelo ante una
organización comunitaria clientelar y poco funcional que
antepone el interés personal ante el bienestar común.
Este escenario de participación comunitaria clientelar que
protagonizan las JAC proporciona información y
aprendizajes que continúan escribiendo la historia
evolutiva del proceso comunitario en Siloé.
En suma, los hechos presentados en este capítulo
refieren que la lucha colectiva, en interacción con agentes
externos, saca provecho de las oportunidades que
representan estos vínculos de poder externos. Sin
embargo, también indican que estos lazos
extracomunitarios representan un riesgo para el capital
social de Siloé; en este sentido las formas organizativas
del territorio aprenden de los fracasos y también de los
éxitos. Esta tradición organizativa que ha prevalecido en
el tiempo configura una cadena de experiencias
comunitarias, un proceso de aprendizaje continuo que
reestructura internamente la lucha colectiva y la obliga a
mutar sus focos de acción. De esta manera, el proceso
comunitario tiene una dinámica cambiante y las OCB
pág. 34
deben evolucionar constantemente para poder dar
respuesta a los desafíos que el territorio presenta, siendo
conscientes que las dinámicas políticas e institucionales
son variables ineludibles en la ecuación comunitaria.
A modo de síntesis, la Tabla 5 contiene las
mayores enseñanzas que cada una de estas experiencias
ha dejado en el territorio ________________________
Tabla 5. Descripción de vínculos con agentes externos
ACTOR INVOLUCRADO NATURALEZA DE VÍNCULO APRENDIZAJE
Estado Clientelar, Ciclo electoral.
-Astucia para establecer vínculos de
poder.
-Mantener la autonomía política de la
lucha colectiva.
-Dar respuesta a las demandas de
todos los grupos poblacionales
(niños, mujeres, ancianos…)
-Importancia de establecer principios
claros de vinculación.
Agencias Internacionales Coacción, Ocasional.
-Estrategias para organizar el trabajo
colectivo.
-Involucramiento de la comunidad
en todo el proceso.
-Necesidad de establecer un proyecto
comunitario sostenible a largo plazo.
ONG Impositivo, Ocasional.
-Las iniciativas deben surgir del
trabajo de campo, desde las
necesidades reales.
-El aporte de recursos debe provenir
de todas las partes participantes, para
alejarse del asistencialismo.
Fuente. Elaboración propia.
A continuación, se caracterizan en detalle las
formas organizativas contemporáneas identificadas en el
territorio comunal de Siloé, su estructura interna y
estrategias de operación con agentes externos para
finalmente determinar los éxitos y limitantes en esta
dinámica de cogestión. Las entrevistas a líderes
comunitarios activos y reconocidos ampliamente fueron
fundamentales para lograr capturar la información
respecto a las nuevas luchas que se viven en el territorio,
y las estrategias de vinculación que se proponen desde las
OCB ‘alternativas’ en búsqueda de la autonomía y la
emancipación comunitaria. Además, resultó fundamental
ahondar en el fenómeno desde la perspectiva de la
institución externa; las entrevistas a funcionarios
aportaron matices relevantes para tener una visión
holística del caso de estudio.
4.1 NUEVAS APUESTAS ORGANIZATIVAS EN SILOÉ.
Frente al panorama contemporáneo de unas JAC
clientelares y una deuda estatal histórica, los Siloeños
comienzan a reencontrarse con las iniciativas
tradicionales comunitarias que los habían caracterizado
desde su conformación como asentamiento y barrio. En
medio de este cuestionamiento por formas de desarrollo
coherentes con el nuevo contexto, comienzan a surgir
OCB “alternativas” en donde los líderes y demás
miembros de la comunidad proponen respuestas de
desarrollo alejadas de los canales de participación viciados
y trabajo colectivo autónomo.
Los líderes comunitarios coincidieron al indicar
que el trabajo comunitario autónomo resulta difícil de
promover toda vez que, establecer una organización
comunitaria requiere gastos económicos significativos, y
constituirla como persona jurídica conlleva requisitos
formales y financieros difíciles de cubrir, teniendo en
cuenta el nivel de ingresos de los miembros; situación
distinta para las OCB que tienen patrocinio político o
religioso. En este contexto, las OCB alternativas tuvieron
sus inicios en lazos familiares y de amistades cercanas que
garantizan la continuidad de la acción y facilitan la
operación comunitaria bajo una forma de operación
voluntaria, como el caso de la Fundación Nueva Luz,
como argumentó su líder: “es una fundación familiar…
todo lo hemos hecho nosotros” (Líder 1, comunicación
personal, 1 agosto de 2017).
Para tener vida jurídica hay que hacer mucho
papeleo, muchos trámites, y principalmente se
necesita gente encartonada, como son el asesor
jurídico que debe ser un abogado y el asesor contable
que debe ser un contador público, entonces para las
OCBs, como nosotros que no tenemos músculo
financiero, la tarea es bien difícil… entonces nos
conseguimos un amigo cercano que es contador y nos
ayuda, tenemos un asesor jurídico también, que es un
amigo. Hemos dado con buena suerte, un trabajo
voluntario que hicieron posible tener una vía jurídica.
(Líder 2, comunicación personal, 3 agosto de 2017)
En este contexto, el carácter voluntario y
autónomo que estructura las OCB ‘alternativas’
constituyen un factor de inestabilidad para su accionar
constante, dado que la labor comunitaria pasa a un
segundo plano cuando los habitantes adquieren
ocupaciones personales adicionales y sus necesidades
prioritarias van cambiando. De esta manera, se generan
crisis al interior de las organizaciones que marcan una
tendencia oscilante en la planilla de miembros activos de
las OCB. Los relatos registraron precisamente esta
dinámica de altos y bajos, la cual está directamente
relacionada con el ciclo de vida de la organización.
Hay momentos donde las mismas personas
que hacen parte de la estructura están dedicadas a
todo menos al tema comunitario, porque se dedican a
sus cosas personales, entonces el tiempo no les da. Así
terminamos dos o tres, trabajando de lleno para seguir
dándole al tema comunitario. Digamos que hoy el
sostenimiento es más de corazón, que no dejemos
morir la actividad que estamos haciendo. Algunos
tenemos empleo, entonces nosotros hacemos esto
como labor extra. (Líder 4, comunicación personal, 5
de agosto de 2017).
Por el trabajo aquí en la organización llevé la
universidad como a medias hasta el año 2010, y
porque además tocaba rebuscarse laboralmente por
otro lado. Alrededor del 2012 hay una crisis en la
organización donde buena parte de los fundadores y
los socios que llevábamos mucho tiempo en la
organización comenzamos a dedicarnos a otras cosas,
unos salieron a formar empresa y otros a laborar, yo
básicamente me dedique a estudiar (Exlíder 6,
comunicación personal, 9 de agosto de 2017).
Aunado a lo anterior, es evidente que cuando la
comunidad tiene necesidades sentidas, de índole básico
como los servicios públicos, la lucha colectiva es
espontánea y de grandes capacidades. Sin embargo,
cuando el territorio comunal alcanza cierto nivel de
consolidación que permite un nivel de vida básico es
difícil movilizar a la población hacia la consecución de
logros colectivos de largo plazo, porque, aunque la
necesidad sea evidente, la realidad es que no genera la
incomodidad suficiente para generar una reacción
colectiva masiva.
Se arma el comité para meter el alcantarillado
porque no tenemos, o porque está malo el
alcantarillado, y todo el mundo trabaja, no hay
necesidad de plata todo el mundo aporta para la
comida, lo hacemos en minga en convite; pero cuando
se termina… y de allí para allá ¿qué?, cumplimos esa
meta y ya no hay otra que nos una, ¿si entendés?
Entonces la falencia de nosotros es no poder aglutinar
a toda la comunidad sobre un objetivo principal. Las
organizaciones comunitarias que trabajamos a largo
plazo somos muy pocas. (Líder 1, comunicación
personal, 1 de agosto de 2017)
La espontaneidad colectiva de antaño ya no
existe, las circunstancias contemporáneas de la comuna
requieren de otras formas organizativas que se ajusten a
los desafíos del territorio actual, “ahorita es una
propuesta organizativa más de pequeños grupos, de
programas, de tener una cancha o un parque habitado.
Los tiempos cambian, y lo que está pidiendo ese nuevo
contexto es tener otro tipo de acciones” (Exlíder 6,
comunicación personal, 9 de agosto de 2017). Al
respecto, Líder 1 indicó que esto se puede relacionar con
la dinámica global de la que no están exentos los
desarrollos informales; la adquisición de nuevas
necesidades vinculadas al consumismo del modelo
económico actual, así la comunidad está más interesada
en adquirir bienes personales que en trabajar
colectivamente por el mejoramiento del entorno
comunal. Aunque, paradójicamente los relatos confirman
que el contexto global otorga a las OCB herramientas de
difusión masiva, como el uso de las redes sociales
mediante perfiles y eventos en Facebook o canales
pág. 37
comunitarios de YouTube, que se han convertido en
instrumentos fundamentales en el accionar colectivo.
En términos generales la comunidad de Siloé
no es ajena a la comunidad mundial, estamos viviendo
en una sociedad de consumo en donde lo que nos
interesa es tener el celular más rápido… ¿si me
entiende?, es meterse en ese cuento de la moda. Hoy
día es imposible que en una comunidad no haya dos y
tres celulares en cada casa, por muy pobres que sean,
y lo más verraco es que usted ve celulares de alta gama
en las comunidades. Entonces dicen: ¡uy! Pero es que
esa comunidad es muy pobre, ¡pero tienen celular!, a
ver, porque hay una necesidad de estar a la moda. Así
se desvían las prioridades y los valores (Líder 1,
comunicación personal, 1 de agosto de 2017).
Un septiembre 16 de hace tres años publiqué
algo en Facebook: “los pelados que quieran hacer algo
en la comuna nos vemos en parque de la horqueta a
las 5 de la tarde”, eso fue así a la loca. Y llegaron los
pelados que hoy están en el colectivo, yo llegue ahí
solo y luego llegaron 1, 2, 3, eso llegaron como 12
pelados. (Líder 3, comunicación personal, 3 de agosto
de 2017)
Sin prejuicio de esta tendencia fluctuante, las
prácticas insurgentes en el territorio se han mantenido en
el tiempo. Más allá de disminuir su rango de trabajo, las
OCB han tenido que ampliar sus espectros de acción para
dar soluciones a los temas atingentes del territorio,
independientemente que estos no se encuentren en su
finalidad inicial como organización comunitaria. Los
relatos permitieron percibir una tendencia a la mutación
en los focos de acción, convirtiéndose así en fundaciones
multifacéticas que atienden los temas de mayor
contingencia; un cuestionamiento movilizado por su
quehacer en el trabajo comunitario.
Con el tiempo notamos que no existía el
medio ambiente en la comuna, si llegaba un recurso
todo el mundo se lo peleaba que para la caseta y para
poner más cemento, la gente en esa época no hablaba
del medio ambiente. Aunque nosotros empezamos
con el tema del canal comunitario, montamos una
cosa que se llamaba Comisión Ambiental. Así
comenzamos a buscar recursos. Hemos dado lucha,
hemos dado peleas y hemos defendido los procesos
ambientales (Líder 4, comunicación personal, 5 de
agosto de 2017).
En nuestra organización el eje fundamental
es la educación, pero tiene otras líneas como derechos
humanos, memoria historia del territorio y desarrollo
físico del territorio. Nuestro tema es principalmente
mejoramiento del entorno, sin ser constructores,
nuestro tema es tanto parques, como escuelas, centros
culturales, aunque también le apuntamos al desarrollo
más cultural y social del territorio como los espacios
para la sinfónica, ¡lo que se necesite! (Líder 1,
comunicación personal, 1 de agosto de 2017).
Dentro de este espectro de trabajo amplio,
independientemente del tipo de intervenciones, resaltó
como común denominador la necesidad de abogar por la
eliminación del estigma que existe hacia la ladera, tanto
desde la ciudad como desde sus mismos pobladores. Los
líderes entrevistados expresaron el deseo de mejorar, no
solamente físicamente el territorio para optimar la calidad
de vida, sino que más allá, desean con este desarrollo
físico lograr la percepción positiva de su comuna y
eliminar el imaginario colectivo en donde Siloé es una
zona de miseria, una invasión. Estos calificativos
negativos evidenciaron que, aunque hacen parte de la
zona urbana, no perciben una verdadera inclusión del
sector a la ciudad.
Hay una necesidad de visibilizar lo más
positivo, las cosas que se hacen a diario en el territorio,
obras comunitarias que no son políticas, eso no llama
la atención de los periódicos sino la mala fama.
Eliminar el estigma es el objetivo fundamental. (Líder
4, comunicación personal, 5 de agosto de 2017)
Desde la Fundación Nueva Luz decimos nos
estamos quejando porque no nos ponen cuidado, o
nos ponemos a pelear con el estado o hacemos un
trabajo para visibilizar el territorio… Nosotros
tenemos sueños, como levantar el estigma, porque la
gente del territorio con el solo hecho de que decir que
es de Siloé pues tiene muchos problemas en la ciudad.
Y eso es nuestra meta, trabajar en torno a eso, levantar
la autoestima, que la gente se quiera, se sienta. Eso lo
hemos ido logrando, con el cable, el parque de la
Horqueta y con el Mirador. Y hoy la mayoría de los
pelados: ¡yo soy de Siloé, yo soy de Siloé!, y eso es una
pág. 38
ganancia, porque logra de alguna manera ehhmm…
sentirse que uno es de la ciudad y la ciudad es de uno,
que uno es del país… ¿si me entendés? (Líder 1,
comunicación personal, 1 de agosto de 2017)
El esfuerzo de casi todos los líderes de Siloé,
es porque reconozcan el territorio, por visibilizarnos
de una forma más amable, porque además que el
estado nos ha olvidado la ciudad nos estigmatiza.
Todos estamos en ese discurso, queremos incluirnos.
Pero además estamos haciendo un ejercicio de auto-
reconocimiento, estamos produciendo nuestro
espacio. (Exlíder 6, comunicación personal, 9 de
agosto de 2017)
Estas formas organizativas tienen una dimensión
territorial amplia, se esfuerzan por proyectarse sobre un
territorio global y se desligan de delimitaciones barriales
en aras de abogar por la totalidad del territorio comunal.
Bajo la necesidad de que sus actuaciones generen el
mayor impacto posible, escogen minuciosamente los
lugares a intervenir para beneficiar al mayor número de
personas, como refirió Líder 3: “Soñadores Siloé estamos
regados en casi toda la comuna. No hacemos acciones
pequeñas en un solo punto, sino una acción muy grande
que impacte x barrio” (Comunicación personal, 3 de
agosto de 2017). Las OCB insurgentes se lanzan a la labor
de soñar a gran escala, generando iniciativas a lo largo y
ancho del territorio como lo evidencia Líder 2, quien
desde el trabajo social de Centro Cultural Lomeritos ha
elaborado cartografía participativa incluyendo los
proyectos de escala comunal propuestos por población.
En orden de ampliar la cobertura de sus acciones
y la capacidad de liderazgo, resultan estratégicas las
alianzas con otras OCB que comparten su forma de
trabajo insurgente o que al menos acceden a trabajar bajo
criterios preestablecidos. Sin embargo, lograr este tipo de
articulaciones resulta arduo y en ocasiones infructuoso,
pues el trabajo entre pares no garantiza un proyecto de
impacto a gran escala. Al respecto Líder 1 afirmó: “…es
difícil, discutimos varias cosas. Lo hemos hecho con otras
OCB e incluso con algunas JAC. Cuando uno ve que ellos
tienen las mismas o algunas ideas similares. Con Telebeli
tenemos alianza permanente, con otras las tenemos para
cosas puntuales” (Comunicación personal, 1 de agosto de
2017).
A diferencia de las experiencias asistencialistas e
impositivas que se han adelantado en el territorio por
parte del Municipio y algunas ONG, el trabajo de estas
OCBs alternativas nace a partir de la experiencia y
vivencias de sus integrantes en la zona, lo que les permite
formular sus objetivos y estrategias de intervención social
con conocimiento no sólo de causa, sino de las lógicas y
dinámicas de la comunidad, de la cual ellos mismos hacen
parte (Informe de evaluación ICESI, 2011). Esta labor
“desde abajo”, que reconoce al habitante como actor
protagonista del territorio, les permitió establecer
vínculos de confianza para poder legitimar su labor como
una lucha colectiva que vela por los intereses comunes.
Empezó con el registro audiovisual del canal
y esta labor los obligó a reconocer el territorio,
entablar una relación más directa con la población y
al asistir a reuniones para registrar, entonces así ya
empezaron a dar cuenta de la información que habían
levantado en el terreno, quejas de la comunidad, cosa
que las JAC Y JAL no hacían porque les da temor salir
de su barrio. (Líder 4, comunicación personal, 5 de
agosto de 2017)
Distinto es que un trabajo se haga con
voluntarios y se involucre la gente de la población, a
que venga el estado a hacerlo y se vaya, hay que
generar sentido de pertenencia… con los pelados es:
…quiubo parceros, ¿que más?, ¡ve!, una cosa, es
que… y reconocer la autoridad que ellos tienen en su
pedazo, ellos controlan su pedazo, uno como va
desconocer eso. Parce… ¿usted que sugiere?, ¿que le
gustaría ver aquí? (Líder 3, comunicación personal, 3
de agosto de 2017)
Los espacios creados y la interlocución con
la comunidad son en el terreno, en la participación, en
la veeduría ciudadana, ayudando a defenderlos porque
las escuelas están que se caen, porque no hay
profesores, volteé por aquí, y dé la pelea, entonces es
una relación directa diaria, codo a codo con la
comunidad, ni siquiera con otras OCB, sino con la
comunidad así normal. (Líder 1, comunicación
personal, 1 de agosto de 2017)
La forma de operación colectiva, que se aleja de
la dinámica asistencialista con que llegan algunas
fundaciones al territorio, fomenta el fortalecimiento de
pág. 39
las redes comunitarias y resulta un ejercicio fundamental
para despertar en la población el deseo de continuar la
lucha colectiva. De esta manera, “las OCB deben dejar
semillas, deben fortalecer liderazgos, incentivar a usar
herramientas para que la gente siga sola. Enamorar a
otros del sueño comunitario” (Exlíder 6, comunicación
personal, 9 de agosto de 2017). Esta forma de trabajo, ha
permitido el incentivo de la lucha colectivo hacia un
mismo fin, ha recuperado el aporte voluntario
espontaneo en mano de obra y recursos de los pobladores
para ejecutar proyectos en el territorio. Al respecto, Líder
3 describió cómo fue el desarrollo de la primera jornada
de embellecimiento de fachadas,
Todo el barrio dándole comida a los artistas,
llevándoles agua, con una alcancía la misma gente de
la cuadra recogiendo plata; fue algo espontaneo
porque la gente no hallaba con que pagarles a los
artistas por lo que estaban haciendo, eso era una sola
alegría en el barrio, fue muy bacano porque es eso, es
buscar que la misma gente genere ese tejido y se dé
cuenta que si se puede hacer acciones que mejoren el
barrio. Eso fue autogestionado, ahí la institución no
estuvo. (Comunicación personal, 3 de agosto de 2017)
Los discursos de los líderes comunitarios
enfatizaron constantemente que su trabajo es de carácter
voluntario, no tiene tintes políticos, ni va detrás de
intereses personales. Si bien estos criterios han generado
problemas económicos y administrativos, pues dependen
de un trabajo voluntario no remunerado, han sido
garantía de la legitimación de su labor y el reconocimiento
colectivo en todo el territorio comunal. Respecto a las
estrategias operativas Líder 2 comentó: “autonomía,
autogestión, creatividad y proyección, son los pilares de
nuestro trabajo comunitario, y nos ha servido para
demostrar que se está haciendo un trabajo honesto,
limpio” (Comunicación personal, 3 de agosto de 2017).
Los agentes externos son elegidos estratégicamente, con
base en las experiencias del pasado, en aras de garantizar
que la nueva red de vínculos signifique la reproducción
del capital social comunitario y no el menoscabo de su
lucha.
Entonces eso nos ha llevado a tener tres
condiciones fundamentales para hacer trabajo
comunitario: no hacemos trabajo con las fuerzas
militares, ni policía, los respetamos, pero no hacemos
trabajo con ellos; sin políticos ¡eso sí que menos!,
aunque los encontramos en el territorio; y sin la
iglesia… de ninguna clase, los respetamos también,
pero es una estrategia que nos ha dado resultado
(Líder 1, comunicación personal, 1 de agosto de
2017).
Con la policía nunca, y era política de
nosotros, ni iglesia, ni policías ni políticos, nosotros
nunca… digamos que ese puede ser el orgullo de uno,
nosotros nunca politiqueamos siempre fuimos en eso
como herméticos. En cierta forma eso nos afectó
también porque la gente en tiempo de campaña se iba,
y cuando pasaba la campaña volvía, ¡era como
chistoso! (Exlíder 6, comunicación personal, 9 de
agosto de 2017).
Los hallazgos presentados en este apartado,
evidenciaron que las experiencias del pasado han
repercutido significativamente en las estrategias y formas
de aproximación empleadas por las OCB ‘alternativas’,
quienes actualmente establecen dentro de sus criterios de
operación: (1) la planificación con visión global del
territorio, (2) el trabajo de campo permanente que
garantiza la identificación de las necesidades reales de la
comunidad, (3) un proceso de legitimación que se
fundamenta en el trabajo horizontal con la población y el
distanciamiento crítico de canales viciados, (4) la
participación activa de la comunidad como promotor del
capital social comunitario________________________
4.2 ALIANZAS ESTRATÉGICAS CON PRIVADOS.
Teniendo en cuenta el escaso músculo financiero
con que cuentan las OCB ‘alternativas’, es ineludible la
necesidad de establecer vínculos externos con agentes de
poder. Los relatos de los entrevistados puntualizaron que,
si bien es real la urgencia de encontrar dineros externos
que financien las iniciativas locales para lograr la mejora
significativa del entorno, es imperante que esta dinámica
de cooperación se debe hacer bajo criterios que permitan
mantener la autonomía de la lucha colectiva por el
territorio. Como aseveró Líder 2: “…debemos tener
alianzas estratégicas, por el momento estamos buscando
más por fuera que por dentro, que es mas a nivel externo,
para poder tener un mayor impacto.” (Comunicación
pág. 40
personal, 3 de agosto de 2017). Al respecto el relato de
Líder 1 hizo hincapié en la necesidad de establecer
relaciones con agentes de poder que garanticen la
inversión en el territorio,
La alianza que uno hace es por el dinero, que
ellos manejan, ellos ponen la plata. Si fuera una
institución externa con la que tuviéramos que botar
corriente como hacemos nosotros pues no nos
interesaría mucho, porque venimos a botar corriente
y no hacemos nada. Ellos han venido aquí y nosotros
aceptamos su ayuda porque necesitamos la plata.
(Comunicación personal, 1 de agosto de 2017)
Por un lado, se encuentran las OCB que
prefieren establecer vínculos directos con agencias
estatales a través de canales de participación establecidos
‘desde arriba’ en aras de canalizar los recursos públicos
hacia el territorio y velar por su inversión efectiva. Como
el caso de Líder 3 y Líder 4 que desde su posición de
‘insurgencia’ deciden ingresar a los canales participativos
del Municipio para poder adelantar intervenciones de
manera más efectiva desde un vínculo de poder más
directo, como se expone en la Ilustración 4. Sin embargo,
los líderes reconocieron que estos ‘espacios invitados’ son
instancias de difícil acceso y que muchas veces, por su
misma naturaleza clientelar, entorpecen la labor
comunitaria autónoma tornándose ineficiente la gestión
de recursos desde la esfera pública.
Yo llego al DAGMA [Departamento
Administrativo de Gestión del Medio Ambiente] a raíz
del comité ambiental, que da la posibilidad de tener un
gestor ambiental por comuna, una persona de ahí, que
conociera el territorio, con experiencia en lo comunitario
y ambiental. Así logramos abrir algo de espacio con el
DAGMA, que sigue siendo un ente del municipio, como
autoridad ambiental (Líder 4, comunicación personal, 5
de agosto de 2017).
Quedamos de representante de juventudes
ante el Comité de Planificación, donde está la plata, los
recursos del estado. Ahí metimos un poco de proyectos.
Aunque lo único que pudimos lograr fue $1’900.000
[COP] para unos murales, y un hijueputa se los robó.
(Líder 3, comunicación personal, 3 de agosto de 2017).
Por otro lado, se identifican las OCB que miran con
recelo las instancias de participación que abre la agencia
estatal y decide alejarse con cautela de todo tipo de
vínculos políticos que dificulten la labor autónoma de su
lucha insurgente, alegando que son canales clientelares
per se. Los relatos permitieron identificar una
clasificación interna en esta categoría: (1) OCB
informales, como el caso de Soñadores Siloé, que por su
mínimo músculo financiero no han podido ser
reconocida legalmente como organización y por tanto el
apoyo externo se restringe a recolectas entre pares para
actividades puntuales, como se evidencia en la
convocatoria hecha por Soñadores Siloé a través de
Facebook (ver ilustración 5); y (2) OCB formalizadas, que
han logrado una estructura interna suficiente para
cumplir con los requisitos legales para obtener personería
jurídica. Esta formalidad jurídica les da la posibilidad de
establecer vínculos legales con privados y por tanto
poseen mayor capacidad de agenciamiento. En síntesis,
como expone la Tabla 6, las evidencias permiten
categorizar las OCB de la comuna en razón a su carácter
y su forma de operación.
En este contexto, las OCB insurgentes de
carácter formal han encontrado el mejor aliado en las
fundaciones de empresas privadas, que bajo el marco de
la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) actúan
como una institución de poder económico dispuesta a
invertir en los procesos comunitarios de Siloé. En los
discursos, los líderes reconocieron específicamente un
trabajo continúo con la FunSIDOC y Fanalca. Teniendo
en cuenta que el trabajo de FunSIDOC se instala con
“Independencia frente a los partidos políticos, grupos
religiosos y gremios económicos” (Informe de
Evaluación ICESI, 2011, p.15), se amplían las
posibilidades financieras para la cooperación fuera de la
esfera clientelar.
Aliarse con empresas privadas garantiza una
excelente calidad en las intervenciones toda vez que, estos
agentes externos están interesados en cultivar una imagen
corporativa que los impulse en su actividad económica, y
se aseguran que los proyectos se diseñen con los mejores
estándares, detalles constructivos y se ejecuten con la
mejor calidad (Externo 3, comunicación personal, 10 de
agosto de 2017). Además, para garantizar la permanencia
en el tiempo de la obra, los mismos agentes externos se
encargan de las tareas de mantenimiento y aseo. Este
pág. 42
modelo de trabajo con privados ha permitido tener un
trabajo continuo en el territorio con proyectos que
generan un impacto mayor, en oposición a las
intervenciones desde las OCB ‘informales’ que realizan
un trabajo esporádico fundamentado en recursos escasos.
Cuando el privado está haciendo las
construcciones ellos compran los materiales más
finos, contratan a la gente más idónea, porque se están
jugando la plata de ellos, y su marca. Es una cosa que
nosotros hábilmente con Sidoc y Fanalca hemos
explotado. (Líder 1, comunicación personal, 1 de
agosto de 2017).
A veces uno quisiera que con lo público
fuera suficiente para trabajar, que las OCB, los grupos
accedieran a los recursos, que los recursos con que
cuenta el estado lleguen a las comunidades, pero eso
no pasa porque la estructura clientelar hay un sensor
ahí trabajando que se coge el dinero. Este siglo XXI
Siloé a estado marcado por la empresa privada con
esta figura de la RSE y nosotros pues estábamos muy
… no era prevenidos… pero si teníamos cierta
distancia, pero después vimos que con ellos también
se podía trabajar de una manera muy eficiente porque
lo que nosotros nos demorábamos 10 años en la OCB
entre pares llegaba la empresa privada y lo hacía en 3
meses. A nosotros nos demoraron 10 años para que
nos dieran un permiso, y al final nos tocaba hacerlo
sin permiso, mientras que ellos llamaban al alcalde y
¡ya! (Exlíder 6, comunicación personal, 9 de agosto de
2017).
Se trata entonces de una relación que, aunque
evidencia asimetrías de poder, logra articular los distintos
actores reconociendo los recursos que cada parte tiene,
por el lado institucional reside el poder económico y
capacidad de gestión mientras que en la comunidad
reposa el capital social y el conocimiento del territorio,
como refirió Externo 3 “lo mejor de cada segmento se
pone al servicio de un proyecto para la comunidad, es
sumar, y pensar que en la mesa nos sentamos varios al
tiempo. La información que da la comunidad no la da
ninguna cartografía” (Comunicación personal, 10 de
agosto de 2017). La asociación extracomunitaria más
reconocida es la alianza ‘Siloé Visible’, que aúna esfuerzos
de las OCB: Fundación Nueva Luz y la Asociación
Centro Cultural La Red (ACCR) con la institución
privada FunSIDOC.
La génesis de estas OCB no es gestionar
dinero, no es ser una empresa, ni presentar informes
u organizar facturas… esas cosas no las sabíamos
hacer y el recurso nunca llegó porque no teníamos una
formación en eso. Nos dimos cuenta muy tarde de
que eso era importante para mantener la organización,
sin gestión no había continuidad de lo otro. Nos
acostumbramos a trabajar con las uñas, desde la
precariedad, y creo que ese es el pecado. Somos muy
voluntariosos muy soñadores, eso es muy bacano,
pero a eso le falta disciplina, le falta contabilidad, le
falta gestión (Exlíder 6, comunicación personal, 9 de
agosto de 2017).
La empresa privada es muy organizada,
nosotros somos buenos para dirigir la iniciativa, pero
no somos organizados. Ellos tienen una estructura,
tienen su trabajador social, tienen las personas en
diferentes temas. Ellos son organizados, y así uno
puede salir adelante para muchas cosas, ellos tienen el
recurso. Eso hemos aprendido de ellos, y ellos de
nosotros han aprendido el amor por la comunidad y
de lo que hacemos, que ha sido con las uñas. ¡Da muy
buen resultado! (Líder 4, comunicación personal, 5 de
agosto de 2017).
En este contexto, el mayor aporte que
evidenciaron las entrevistas es el apoyo administrativo del
privado; el escaso músculo financiero y mínima capacidad
de gestión de las OCB se ven sopesados con la mediación
del agente externo privado que posee una vía
administrativa consolidada y se encarga de la gestión de
permisos, trámites y nuevas alianzas estratégicas. De esta
manera, el rol de intermediador que toma la institución
privada resulta determinante para aprovechar los
contactos estratégicos que la institución, desde su
posición de poder, tiene en su red empresarial. Además,
posee la estructura jurídica y organizativa para poder
administrar y gestionar exitosamente los recursos.
Una cosa muy importante es la red inter-
institucionalidad, se trabaja desde SIDOC con la
Fundación Gers, la USB, el Icesi, el club 20-30 y otra
cantidad de instituciones. Algunos recursos vienen
desde Sidoc y otros tenemos que buscarlos por otro
pág. 43
lado. Nosotros fuimos los que buscamos a la
fundación Fanalca para que desarrollaran el parque, lo
que hacía Sidoc ahí era que como ya conocía el
territorio, ya conocía la comunidad, creo los lazos con
la comunidad para que Fanalca pudiera desarrollar el
proyecto. (Externo 5, comunicación personal, 15 de
agosto de 2017)
El proceso de legitimación de la labor de la
empresa privada en el territorio es facilitado por los
líderes comunitarios que, como figura de ‘portero de
campo’, permite la inmersión de la institución externa en
el territorio; “a través de ellos es que se arma toda la red
de información porque son los que se vinculan y llegan a
todos los segmentos de la población” (Externo 3,
comunicación personal, 10 de agosto de 2017). Con base
en protocolos, fruto de la redefinición de prioridades y
ejes de trabajo, se establece un estricto proceso de
participación que aumenta la credibilidad y los aleja de la
dinámica de una labor asistencialista. Se trata entonces de
un proceso de largo aliento fundamentado en cuatro
principios operativos que garantizan al reciprocidad y el
control del proceso ‘desde abajo’: (1) la población es
quien propone las iniciativas desde las necesidades reales,
(2) el trabajo colectivo deberá ser permanente desde el
diseño hasta la ejecución tanto con trabajo directo o en
forma de veedurías comunitarias, (3) la institución
externa deberá recorrer el territorio en aras de establecer
vínculos directos con la población y (4) la custodia
administrativa del espacio construido recae en la
comunidad, en aras de garantizar el aprovechamiento
colectivo del mismo, evitando la privatización.
Para la fundación Fanalca es muy importante
tener un contacto directo con la comunidad, porque
ellos son sujetos activos de su propio desarrollo, ellos
conocen sus dinámicas sociales, conocen su territorio.
La confianza se gana con la comunidad cuando se
tiene un trabajo serio, eficaz, pertinente y se está en el
territorio. Cuando no se generan falsas expectativas de
cumplimiento. (Externo 4, comunicación personal, 11
de agosto de 2017)
El proceso es continuo con la comunidad, de
tal manera que está involucrada en el ejercicio de la
acción que se va a ejecutar para solucionar ese
problema, si eso no pasa si la comunidad no blinda el
asunto, no lo legitima, ahí no pasa nada con lo que
usted desarrolle. Usted puede tener proyectos muy
lindos, pero si la comunidad no está empoderada del
proceso, se mueren rápido. Como siempre se ha
trabajado con la comunidad, se ha ido aprendiendo
como se interactúa con ellos, como se llegan a
acuerdos. Así ellos empezaron a ver a la Fundación no
como los ricachones que llegaban allá, sino realmente
como los socios con quienes podían empezar a
trabajar. (Externo 6, comunicación personal, 16 de
agosto de 2017).
Estos criterios garantizan que los agentes
involucrados, tanto locales como externos, logren
establecer una sinergia horizontal con responsabilidades
de parte y parte, como adujo la Directiva de SIDOC “no
es que la fundación tenga que hacer todo, no, al contrario,
es vengan, vengan todos los que quieran. No hay
protagonismo, sino que se buscan es alianzas, y eso es
clave que no haya protagonismo” (Externo 5,
comunicación personal, 15 de agosto de 2017). En esta
dinámica de cogestión la OCB ‘alternativa’ ha logrado
ganar una ubicación estratégica para imponer un trabajo
autónomo y eficiente en el territorio; se posicionan como
la piedra angular del proceso en torno al cual se generan
sinergias y procesos comunitarios cooperativos para la
consecución de proyectos urbanos para el mejoramiento
físico del territorio comunal (ver Ilustración 5).
Sidoc pone la plata para que ellos hagan lo
que quieran… eso ha sido siempre la línea. La
fundación apoya, pero ellos son los que toman las
decisiones. No fue llegar a imponer algo, sino que es
una fundación que llegó a trabajar con ellos en algo
que ellos querían hacer. Lo primero fue pintatón que
salió del líder David, un proyecto que la comunidad
tenía en su cabeza y luego ellos mismos dijeron
porque no nos ayudan a arreglar este espacio del
mirador, la estrella… porque no nos tomamos este
espacio acá arriba para la ludoteca, porque no nos
metemos en un programa de futbol que es lo que más
quieren los niños, tambores nació de la misma
comunidad… (Externo 5, comunicación personal, 15
de agosto de 2017).
pág. 44
Ilustración 5. Agentes involucrados dentro del ‘espacio inventado’ –desde abajo-
Fuente: Elaboración propia.
Finalmente, los hallazgos permitieron evidenciar
que, si bien las alianzas con externos se originaron para
adelantar intervenciones urbanas que apalancaran el
mejoramiento físico de la comuna, con FunSIDOC se
han establecido líneas de trabajo con procesos sociales,
culturales y económicos que se articulan para propender
por un mejoramiento integral de la calidad de vida de los
habitantes. En este sentido, resulta interesante resaltar la
iniciativa educativa Siloé en el Siglo XXI, que vela por el
acompañamiento integral a las nuevas generaciones e
iniciativas laborales como ‘Silopintas’ en torno a la
producción de pintura para el mejoramiento de fachadas.
Esta iniciativa comunitaria propone fabricar la pintura
para la Pintatón con el fin de disminuir los costos del
proyecto y adicionalmente generar ingresos para la
comunidad como fabricante.
Con el tiempo y ayuda técnica de la fundación,
16 núcleos familiares integraron la Asociación de Productores
y Pintores de Siloé logrando posicionar comercialmente la
marca para vender en la ciudad, ampliando su red de
fabricantes dentro de la comuna y posicionándose como
una empresa comunitaria asociativa, como revela Líder 5:
“Empezamos dos y ya somos 45 (…) queremos articular
la labor social con la cadena del sector de la construcción
para hacer el proyecto sostenible. El estuco está
certificado por el Sena.” (Comunicación personal, 5 de
agosto de 2017). Este modelo de economía comunitaria
se replicó también con el producto de carpetas de
limpieza, que son comercializadas por FunSIDOC y otras
25 fami-empresas apoyadas por la Universidad ICESI.
Estos hallazgos evidencian intentos colectivos de
promover la capacidad de trabajo que reside en la
comuna, bajo un fundamento de solidaridad y
cooperación horizontal.
Los hallazgos en este apartado mostraron las
particularidades de los escenarios de cogestión liderado
desde las OCB ‘insurgentes’ y apoyado económicamente
por instituciones externas en el marco de RSE. Esta
alianza resulta beneficiosa para las dos partes toda vez
que, la empresa realiza intervenciones de gran calidad
para contribuir a su imagen corporativa, y las OCB logran
vincularse con autonomía política. Esta dinámica
cooperativa en este ‘espacio inventado’ establece roles
específicos a cada participante: (1) la institución privada
actúa como intermediador, establece un canal
posibilitador de acciones y es creador de espacios
sinérgicos, (2) la OCB tiene el poder de decisión y es
veedor del proceso. Este modelo organizativo pretende
establecer los mecanismos adecuados para canalizar los
recursos de las partes en vinculaciones sinérgicas y
cooperativas, estableciendo en el centro de la dinámica a
las OCB como garantía de la autonomía comunitaria.
pág. 45
4.3 LIMITACIONES Y DESAFÍOS DEL MODELO.
Aunque los criterios establecidos en el modelo de
intervención han permitido un trabajo de larga data, es
evidente que los desafíos y dificultades son constantes.
Abiertamente los líderes reconocieron que la labor de las
empresas privadas no es mera filantropía, pues están ahí
para posicionar su marca y mejorar la imagen corporativa
ante el público ciudadano. Aseveraron que no hay una
relación natural de confianza, toda vez que por su
propiedad capitalista genera choque con los principios de
izquierda que fundamentan las OCB. Al respecto, Líder
1 afirmó que: “hay desconfianzas, es la clase dominante,
empresarial, la pequeña burguesía. Para nosotros no es lo
mejor. Más que la confianza, la solidaridad y las buenas
obras de ellos, es la plata que destinan para los espacios”
(Comunicación personal, 1 de agosto de 2017).
Por otro lado, reconocieron también que
actualmente es el mejor escenario que tienen para
cogestionar intervenciones, por tanto, se hace necesario
ser precavidos en el proceso para mantener la autonomía
comunitaria. Con esto en mente, la credibilidad en la
alianza no se fundamenta en la confianza hacia la
institución, sino, en los principios que rigen el modelo de
trabajo del ‘espacio inventado’, como garantes de la
autonomía y continuidad del proceso.
La habilidad depende de la capacidad de la
comunidad para negociar con ellos, no negociar
prebendas porque si usted comienza a recibirlas
termina siendo un trabajador de ellos y lo manejan
como les dé la gana, entonces el cuido del asunto está
en no recibir nada, estar en la negociación en la alianza
de ‘tú a tú’, ustedes tienen dinero y nosotros tenemos
conocimiento del territorio, nosotros tenemos
comunidad detrás, nosotros somos los que vivimos
aquí, con base en eso la negociación tiene que ser
fructífera como ha pasado hasta ahora, y con
cualquier organización que venga, son condiciones
que pone la comunidad. (Líder 1, comunicación
personal, 1 de agosto de 2017).
La asimetría entre los actores del proceso actual
de Siloé se torna visible en circunstancias públicas, como
reportes a medios de comunicación o publicidad de la
fundación, toda vez que en el discurso público que llega
a la ciudad no se reconoce el esfuerzo que desde la
comunidad se hace para adelantar estas iniciativas. En
este contexto, los trabajos se catalogan como obras de
beneficencia, menospreciando el empoderamiento
comunitario; se le otorga mayor crédito a la empresa
privada y paralelamente, la comuna perdura en el
imaginario colectivo como una población empobrecida,
estigmatizada, sin reconocer su esfuerzo y aporte en la
causa. En general, los líderes advirtieron una sensación de
desestimación hacia la labor comunitaria,
Muchas veces ellos buscan quitarnos parte
de nuestras victorias. Entonces es que a cada cual se
le dé su lugar. Que no nos estén menospreciando, que
reconozcan todos los esfuerzos. Si es que ellos van a
hacer publicidad con tal cosa, que lo digan cómo fue.
Con respeto, reconocer la diferencia y las acciones del
otro, eso esperamos para poder trabajar bien (…) que
nos vean como iguales, nosotros necesitamos que nos
unamos para generar mayor impacto, pero no como
si fuéramos los marginales que necesitan una
orientación en cómo hacer las cosas… nosotros
mismos nos estamos empoderando, entonces que
ojalá existiera esa relación de respeto y de
reconocimiento justo. (Líder 3, comunicación
personal, 3 de agosto de 2017)
Llega un funcionario de Sidoc y dice las
siguientes palabras: “Este es un trabajo de la
fundación Sidoc, en compañía con las OCB Nueva
Luz y ACCR”, yo me levanto y protesto contra el tipo:
¿a usted quien lo autorizó a decir eso?, ¡este es un
trabajo de las OCB apoyado por Sidoc, póngale
cuidado a las palabras!… y eso se formó un despelote.
Eso se puede decir que es deslealtad de ellos, como en
otras cosas que han sido desleales. Es que pedirle al
capitalista que sea un buen hombre es muy difícil,
pasaran años para obtener más confianza. No
estamos arrepentidos de la relación con ellos, no, no.
(Líder 1, comunicación personal, 1 de agosto de 2017)
Bajo el rol de intermediarios, y en aras de lograr
procesos sostenibles que generen el mayor impacto
posible en la comunidad, FunSIDOC ha intentado
establecer articulación con los canales de participación
municipal. A pesar de ser una institución de poder con
vinculo cercano al ente Municipal, no ha logrado mediar
entre la esfera pública y la OCB. Al respecto la Directiva
de SIDOC relató que: “Con el MioCable nos cansamos pág. 46
de insistir en la Administración, pero no pasó nada, ese
es el problema. Con las JAC no se ha trabajado, es que
son muy politizadas entonces generalmente ponen trabas
porque quieren que los favorezcan” (Externo 5,
comunicación personal, 15 de agosto de 2017).
Esta situación restringe la posibilidad de
enmarcar el proceso en un modelo más sostenible que
incluya agentes estatales bajo los principios normativos
de las prácticas insurgentes, generándose así una dinámica
de dependencia hacia la empresa privada. Ahora bien, no
es una situación que obedece al tipo de vínculo con la
institución externa, sino que es una condición natural del
escaso músculo financiero de las OCB. Así las cosas, los
líderes reconocen que esta dependencia es innegable a su
naturaleza autónoma, pero también se cuestionan sobre
la necesidad de buscar canales sostenibles para el
proyecto colectivo.
No hay forma de generar independencia
porque la empresa es la que pone el dinero para
grandes intervenciones. Por ejemplo, la pintatón se
fue al suelo porque no se han enviado recursos desde
la fundación, entonces es una problemática de
dependencia y cierto asistencialismo para que las
cosas funcionen dentro de la comunidad y sin
voluntad empresarial no andan las cosas (Líder 4,
comunicación personal, 5 agosto de 2017).
Cuando uno llega a un territorio donde a la
gente la han acostumbrado a que es la lógica del dame,
dame tu dinero y yo pongo mi fuerza de trabajo, no
es que sea malo, pero cómo poder enseñarle a la
comunidad que no se puede generar tampoco la
dependencia total del sector privado ¿sí? (Exlíder 6,
comunicación personal, 9 de agosto de 2017)
En este contexto, desde el año 2009 la Fundación
SIDOC establece un modelo de trabajo hacia la
consecución del desarrollo sostenible de la comunidad.
Dentro de los objetivos institucionales la fundación se
propuso: “fortalecer el apoyo y la solidaridad entre sus
habitantes y promover el fortalecimiento de
organizaciones comunitarias” (Informe de Evaluación
ICESI, 2011, p.27), en aras de sembrar habilidades en la
comunidad que le permitan desarrollarse de manera
autónoma. En este sentido, a través de Mingas establecen
estrategias de fomento de la participación espontanea
para movilizar la capacidad reactiva de la comunidad.
Aunado a lo anterior, FunSIDOC informó en sus
relatos sobre el interés por formar a la comunidad como
agentes activos en lo público para que el proyecto
colectivo se vuelva sostenible. Este ejercicio de
fortalecimiento político pretende empoderar a la
comunidad para que alce su voz y defienda sus derechos,
en miras de buscar canales sostenibles que se alejen de la
tendencia de dependencia hacia la iniciativa privada.
Nosotros apoyamos un ejercicio que son las
mingas, volver a este asunto de la sabiduría popular
que residen en el territorio. Esto es apelar a que la
misma comunidad trabaje para un fin común,
nosotros ahí ponemos lo de la olla comunitaria, lo del
sancocho, y la gente pone la mano de obra, el trabajo.
En algunos casos ponemos algo de dinero para que
ellos puedan gestionar otros recursos para hacerlo. En
la cancha, por ejemplo, ahí la misma comunidad lo
que hizo fue fundir la losa y organizar el espacio,
acomodar los arcos (Externo 5, comunicación
personal, 15 de agosto de 2017).
Enseñamos a la gente a que puede hacer el
ejercicio de lo público, de saber a dónde ir a tocar
como hacer la gestión. Por ejemplo, en un problema
con un poste les decimos con quien pueden hablar
para la solución y que la misma comunidad se
comunique con el funcionario y entonces se organiza
la situación… lo que queremos nosotros es dejar
capacidad instalada, si nosotros en algún momento
nos vamos sabemos que la comunidad quedó
preparada para seguir trabajando comunitariamente
(Externo 6, comunicación personal, 16 de agosto de
2017).
El paisaje político actual ha puesto en crisis la
alianza insurgente-privada, dado que el propietario de
SIDOC, Maurice Armitage, ha sido elegido alcalde de la
ciudad. Esta situación ha generado inconformismos en
los líderes comunitarios de Siloé, quienes con molestia las
refieren como ‘deslealtades’ del agente privado. Los
entrevistados argumentaron que el trabajo comunitario
en el territorio fue usado estratégicamente en su campaña
política para lograr mayor reconocimiento y reputación;
una estrategia para incrementar la percepción positiva del
candidato. De esta manera, indirectamente la comunidad
se ha visto involucrada en hechos políticos, generando
pág. 47
desazón al interior de la comuna y desconcierto sobre el
futuro de la alianza, exhibiendo claramente la dinámica de
dependencia sobre la que se erige el modelo de
autogestión actual.
La inquietud o la incógnita y lo que a mí de
pronto me molesta, y es que el dueño de esa empresa
que se metió acá en el 2005 actualmente es el alcalde,
eso deja mucho que decir para uno que no ha estado
en una dinámica electoral. Tampoco me siento
utilizado, porque con nosotros la relación fue abierta,
horizontal y fue muy de tú a tú, ellos nunca
impusieron nada. Pero que él ahora sea el alcalde me
parece que nunca los intereses de todos estuvieron
puestos en la mesa, y que ese fue un interés oculto de
ellos y pues me molestó. (Exlíder 6, comunicación
personal, 9 de agosto de 2017).
El actual alcalde llego allá por el trabajo
social en Siloé, le ayudo muy fuertemente decir que
tenía una hoja de vida con la comuna, trabajando en
la sinfónica, el mirador, la pintatón, el futbol para la
esperanza. Todas esas cosas logran que la gente diga:
si él se metió a trabajar a Siloé, ¡es un verraco!, y por
eso llegó a la Alcaldía… Yo no voté por él porque
diferimos en muchas cosas… pero ahora que está en
la Alcaldía tenemos más problemas todavía, porque ya
no tienen solo poder económico, sino también poder
político, entonces van a querer pasar por encima de
nosotros, y nosotros a cada rato… (golpes en la mesa)
… ¡No señor! Entonces estos próximos años van a
ser muy duros; eso si logramos mantener la relación,
porque está que se rompe. (Líder 1, comunicación
personal, 1 de agosto de 2017)
En suma, este apartado expone los desafíos y
limitaciones que revelan la realidad asimétrica de la
relación entre OCB y empresas privadas. Como refieren
los relatos este desbalance de poder ha generado
‘deslealtades’ por parte de la institución privada. En este
contexto una revaluación de los principios normativos es
considerada, con el fin de reestructurar los criterios de la
alianza abogando siempre por la autonomía comunitaria
y la continuidad del proceso. _____________________
CAPÍTULO 5 CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Fuente: SIDOC.
El contexto de marginalidad urbana en el que se
desarrolla la comuna 20, ha desencadenado un proceso
comunitario de larga data, en donde las prácticas de
cooperación y ayuda mutua se han convertido en un
recurso fundamental que sopesa la deuda histórica del
Estado. Frente a este desafío constante de autogestión del
mejoramiento físico del territorio, la lucha comunitaria ha
establecido dinámicas de coproducción con aliados de
poder que les permiten lograr intervenciones con una
escala amplia de impacto.
En orden de mantener la autonomía y
continuidad del proyecto colectivo, las OCB se han
alejado de los canales clientelares y con cautela han
escogido las instituciones externas estratégicas que les
permite establecer alianzas con autonomía política. La
investigación abordó esta dinámica relacional que
establecen las prácticas insurgentes contemporáneas en
Siloé, con el fin de dilucidar los mecanismos de
articulación y sus principios normativos de
coproducción. El estudio ahondó en los beneficios y
desafíos que representan estas relaciones asimétricas
entre la comunidad y las instituciones de poder.
El análisis de la dinámica de coproducción en
estos espacios urbanos informales resulta relevante para
comprender las formas actuales de planificación ‘desde
abajo’ que se generan como formas alternativas a las
heredadas del norte. En este sentido, fue fundamental
profundizar en las voces de la comunidad como eje
principal del proceso de urbanización en el Sur Global y
aproximarse a las instituciones externas como agentes de
apoyo e intermediación en el proceso.
La investigación se posiciona ante la labor de
comprender las actuales experiencias organizativas
insurgentes de la Comuna 20 y su entramado relacional,
vislumbrando su utilidad como recurso para el proceso
de implementación de la política integracionista de
mejoramiento físico de la cual será sujeto el territorio
comunal.
Este capítulo de reflexiones sintetiza, (1) los
principales hallazgos, se discuten los problemas claves y
su relación con las ideas teóricas revisadas.
pág. 49
Posteriormente, se explicitan (2) los aportes del estudio
en el ámbito de la política y (3) las limitaciones y
debilidades de la investigación. Finalmente, (4) se
enumeran las recomendaciones en torno a nuevas
preguntas y líneas de estudio que surgieron con la
investigación.
5.1 DISCUSIÓN DE EN TORNO A LOS OBJETIVOS DE
INVESTIGACIÓN.
Para abordar el fenómeno de la urbanización
informal desde las formas de coproducción de la
planificación insurgente, la presente investigación se
desarrolló en torno a la indagación sobre la dinámica
relacional entre las OCB ‘alternativas’ y las instituciones externas
como vínculo catalizador del proceso de consolidación del territorio;
para abordar la complejidad del fenómeno en estudio se
plantearon cuatro objetivos fundamentales, en torno a los
cuales se van a presentar las evidencias empíricas (E) más
relevantes en discusión con los conceptos teóricos
expuestos en el Capítulo 2.
5.1.1 HISTORIAL EVOLUTIVO DE LAS FORMAS
ORGANIZATIVAS EN LA LADERA
El primer objetivo planteado en la investigación,
consiste en describir el proceso de maduración de la
organización comunitaria en la ladera haciendo
indagación sobre la diferenciación entre las OCB
tradicionales y alternativas. Lo anterior, con la intención
de comprender los valores comunitarios que han sido
heredados por las OCB insurgentes como resultado de
una acumulación de conocimientos en el tiempo.
En torno a los aprendizajes de la experiencia
comunitaria, se identifica un historial de maduración que
revelan cambios en los enfoques de acción y modos de
operación de las OCB dado que deben acoplarse para
aprovechar las oportunidades y superar los desafíos del
contexto. En concordancia con lo expuesto por Hataya
(2010), estas mutaciones le han permitido a la OCB pasar
por un proceso de clarificación interna que les ha
otorgado la capacidad de tomar un distanciamiento
crítico de los vínculos clientelares, con la finalidad de
poner a salvo los intereses comunes del territorio
comunal. En este sentido, los mayores aprendizajes que
han heredado las formas organizativas a lo largo del
proceso evolutivo son,
E1. Es necesario un cambio de carácter en la lucha
colectiva que responda al contexto del momento.
Las formas organizativas en la ladera registran un
proceso de cambio de carácter, en principio respondían a
las necesidades más urgentes del asentamiento de forma
defensiva con trabajo esporádico, con el tiempo adquiere
un carácter más estratégico enfocados en el mejoramiento
general del territorio a través de comités permanentes
organizados hacia la consecución del mejoramiento físico
del sector que representaban.
En línea con lo propuesto por Nel-lo (2016),
estos movimientos hacen un cambio en orden de
promover eficientemente la consolidación del territorio,
pasando de trabajar reactivamente en tareas puntuales a
ser propositivos y trabajar permanentemente en múltiples
tareas. Sin embargo, los hallazgos también revelan que
conforme el territorio avanza en el proceso de
consolidación se registran cambios en la voluntad
cooperativa de la comunidad dado que se ha logrado un
nivel de satisfacción significativo respecto al entorno.
Al respecto White (2000) refiere sobre la
‘naturaleza dinámica de la participación’, en un principio
los habitantes actuaban con entusiasmo en trabajos
colectivos, su accionar era masivo y fuerte cuando la
comunidad carecía de servicios básicos, pero con el correr
del proceso, la participación disminuye y la cooperación
es difícil de avivar. Sin embargo, más allá de disminuir lo
que se evidencia es que un carácter distinto de lucha
colectiva, las formas organizativas han tenido la
capacidad de mutar su carácter y enfoque de acción para
continuar el proceso comunitario dentro de las
posibilidades que entrega el contexto.
Esta situación revela la fortaleza de los lazos
comunitarios y una tradición organizativa base que
perdura a lo largo del tiempo, en donde los lazos
familiares siempre resultan ser el inicio del trabajo
comunitario. Bajo estos preceptos, las OCB insurgentes
que actúan hoy día en el territorio han establecido una
forma de trabajo multifacética y ‘desde abajo’ en orden de
empoderar a la comunidad para avivar el cooperativismo
y de dar solución a las demandas más sentidas de la
población desde la acción colectiva como antaño se hacía.
pág. 50
E2. Acceso a recursos externos es determinante
para la consolidación.
Si bien la labor comunitaria ha sido fundamental
en el proceso de consolidación del territorio, las redes
entre pares no poseen los recursos suficientes para
adelantar labores de gran impacto, en este sentido las
formas organizativas registran tendencia hacia la
búsqueda de patrocinios o apoyos económicos por parte
de agentes de poder. Los relatos mencionan estrategias de
eventos culturales que con publicidad de comercios
locales lograban recaudar fondos para las obras
comunitarias, o la conformación del barrio Lleras que
adoptó ese nombre como estrategia política para lograr el
apoyo del presidente del momento y evitar así el desalojo.
Estos hechos evidencian que a lo largo del
proceso de consolidación ha sido imperante el acceso a
agentes de poder, denominados ‘vínculos débiles’
(Grannovetter, 2000), para acceder a beneficios y
recursos que en la red redundante entre pares no es
posible obtener. De esta manera, se registra en términos
de Burns (2001), un cambio de tendencia de ‘sobrevivir’
hacia la de ‘seguir adelante’.
A lo largo del tiempo las diferentes formas
organizativas de la ladera han establecido redes de trabajo
más amplias con agentes externos estatales y no
gubernamentales como ONG y Agencias internacionales
con quienes han logrado desarrollar proyectos de mayor
envergadura como equipamientos e infraestructura. De
esta forma, en concordancia con Durston (2003) se
registra un cambio desde el capital social comunitario,
hacia el ‘capital social escalera y puente’ en orden de
acceder a recursos significativos. Si bien esta relación
vertical con agentes de poder ha promovido el
mejoramiento físico del territorio, su trabajo no ha sido
continuo, y sus formas de operación en mayor medida no
registran una participación activa de la comunidad en el
proceso, promoviendo una dinámica asistencialista que,
como argumentan los líderes, ha establecido una
tendencia a ‘estirar la mano y recibir’. De esta manera,
estas ‘ventanas de oportunidad’ de Durston (1999), que
en principio buscaban ampliar la red de acción,
terminaron en dinámicas de asistencialismo en
detrimento del capital social comunitario y
menoscabando la tradición cooperativa del territorio.
Tomando sentido el postulado de Nel-lo (2016) cuando
argumenta que si bien estas relaciones representan
oportunidades también conlleva a peligros para el
proyecto colectivo.
Esta situación ha desencadenado una visión
estratégica en las OCB insurgentes que actúan
actualmente en el territorio, que, si bien son
conscientes de la naturaleza de dependencia de su
lucha autónoma, también tienen claro que se deben
establecer vínculos solamente con agentes externos
que garanticen la continuidad del proyecto
colectivo. En este contexto, las prácticas insurgentes
establecen como principio garante la inclusión de la
comunidad a lo largo de todo el proceso, generando
empoderamiento y reproducción del capital social
comunitario.
E3. Participación en canales clientelares,
contradicciones comunitarias.
Los canales de participación directa con el
estado, y su modelo de participación ‘desde arriba’ se han
convertido en una relación clientelar naturalizada que
permite vislumbrar dos posiciones: Un descrédito
generalizado hacia la labor que realiza la JAC, porque no
representan ampliamente los intereses de la comunidad y
porque la población no logra hacerse partícipe del
proceso; esta situación ha deslegitimado esa OCB
tradicional porque los lazos de confianza y
cooperativismo han desaparecido, el capital social
comunitario se ha convertido en capital social individual
actuando en detrimento del proyecto colectivo. Si bien
hay un consenso general que indica que este no es el
deber ser de las cosas, los hallazgos también evidencian
que, aunque se acepta la naturaleza clientelar de estos
canales de participación, se reconocen también como
posiciones estratégicas para acceder a contactos políticos
que resuelven con rapidez las necesidades de la población.
Esta situación coincide con la expuesta por Auyero
(2004) quien argumenta que ante la deficiencia de la
estructura estatal estos vínculos clientelares se convierten
en elementos fundamentales para la subsistencia en
ámbitos marginales. Sin embargo, en oposición a los
hallazgos del autor, la evidencia en Siloé es clara al
mostrar que esta dinámica clientelar más allá de
menoscabar el capital social comunitario, ha logrado
propiciar el surgimiento de las OCB insurgentes que
pág. 51
abanderan una lucha autónoma para legitimar su
labor comunitaria desde el distanciamiento crítico
de los lazos clientelares, en orden de garantizar la
autonomía de su lucha. Estos argumentos los presenta
también Miraftab (2009) para apoyar la idea de
‘movimientos insurgentes’ que emergen en oposición a
las relaciones opresoras con agentes de poder.
5.1.2 PRINCIPIOS COMUNITARIOS DE LA LUCHA
INSURGENTE
En segundo lugar, la investigación se planteó caracterizar
las OCBs alternativas e identificar las motivaciones y
objetivos que dirigen su lucha. En este sentido, los
hallazgos permitieron la identificación de cuatro criterios
de operación fundamentales para el funcionamiento de
las OCB insurgentes: (1) Visión global, (2) Trabajo de
campo permanente, (3) Trabajo horizontal con
autonomía política y (4) Comunidad activa. En torno a
estos criterios de acción, el trabajo empírico permitió
identificar dos situaciones particulares,
E4. Paradoja de la organización comunitaria.
Los relatos permiten vislumbrar que la bandera de trabajo
de las OCB insurgentes se erigen sobre principios de
autonomía y en este sentido, adquiere un carácter
voluntario. Sin embargo, también es evidente que esta
naturaleza insurgente genera inestabilidad en la lucha
comunitaria toda vez que, el trabajo desinteresado y sin
remuneración demanda mucho tiempo y entra en
conflicto con los proyectos de vida de las personas. Por
tanto, la labor comunitaria pasa a un segundo plano y se
convierte en una actividad extracurricular de carácter
esporádico y discontinuo. Esta situación coincide con ‘la
paradoja de la organización comunitaria’ de Logan y
Molotch (1987), que retrata que, si bien este tipo de
comunidades vulnerables son las que más necesitan de la
acción colectiva, también es a las que más les cuesta
mantenerlas en el tiempo. Ante estas limitantes, las OCB
han vuelto a los lazos de parentesco, y desde el
‘capital social de unión’ logran enraizar las nuevas
luchas desde grupos pequeños que, con un accionar
permanente logran reavivar y expandir las redes de
cooperación y confianza hacia la reproducción del ‘capital
social comunitario’.
Esta lucha insurgente se desarrolla en una dinámica
globalizadora bajo modelo económico de consumismo
del que no se logra escapar Siloé. Este escenario dificulta
la participación activa de la comunidad, toda vez que
antepone como prioridad la adquisición de bienes
personales dejando de lado la lucha colectiva. Sin
embargo, el ingreso a la dinámica global también ha
otorgado herramientas para impulsar la lucha que se
adelanta desde las OCB alternativas, el uso de las redes
sociales se ha transformado en un instrumento
fundamental para el accionar colectivo. Estrategias de
trabajo que, como lo argumentan Toret (2013) y García
et al (2014), son canales de diseminación de su lucha, pero
principalmente a través de estos medios logran ampliar
sus redes de acción y ganar adeptos. En algunas
ocasiones, como el caso de Soñadores Siloé, el uso de
estas herramientas tecnológicas son claves para el
surgimiento de OCB de jóvenes que prefieren este tipo
de canales virtuales. Sin embargo, de acuerdo a las
evidencias el capital social que se genera en torno a
este tipo de convocatorias virtuales tiene un carácter
esporádico, es menos fuerte y de menor impacto. Sin
duda, un escenario digital que, si bien posibilita el
intercambio de información rápido y constante,
genera una acción colectiva menos comprometida.
E5. Autonomía política como legitimador y
limitante.
Como característica de su lucha, las OCB
insurgentes declaran con ahínco que su trabajo es
políticamente autónomo, alejado de instituciones
dominantes como las iglesias, militares y partidos
políticos. En términos de Nel-lo (2016), se constituyen
como un agente urbano auténtico que trabaja fuera de las
instituciones establecidas ‘desde arriba’, alejados de las
situaciones clientelares que repercuten negativamente en
la acción colectiva. Sin embargo, alejarse de esta
dinámica política ha implicado paralelamente
renunciar a la posibilidad de lograr cambios
estructurantes que generen sostenibilidad al proceso
comunitario. Aunque la dinámica insurgente se
glorifica de su autonomía política, no obstante, este
mismo carácter resulta su condena; esta preocupación
se torna evidente en los líderes comunitarios que son
conscientes de su inestabilidad, pero al mismo tiempo
pág. 52
aseveran que no están dispuestos a acceder a estos
espacios ‘desde arriba’ ni a vincularse con agentes de
poder que actúen bajo relaciones dominantes. En este
contexto, las prácticas insurgentes no demuestran
capacidad de sostenibilidad y se encasillan como prácticas
curativas sin un plan a largo plazo.
Si bien los líderes comunitarios son conscientes
de la condición de dependencia de su naturaleza
insurgente, esto no los inhibe de exigir, ante las
instituciones externas, el cumplimiento de los principios
normativos que rigen la dinámica relacional. Es claro que
la autonomía política de su accionar, como regla
general de su trabajo, no son negociables. Sin
embargo, para poder mantener el control del proceso
‘desde abajo’ se enfrentan a la necesidad de cuestionar los
criterios de vinculación con externos, siempre consientes
del carácter de dependencia como naturaleza de su
calidad insurgente.
5.1.3 ALIANZAS ESTRATÉGICAS CON INSTITUCIONES DE
PODER ECONÓMICO
Como tercer objetivo de investigación, se planteó el
análisis de los vínculos con agentes externos y los
mecanismos establecidos para concretar acciones. En
orden de mantener la autonomía política las OCB han
establecido vínculos con empresas privadas bajo RSE, las
cuales se enmarcan en asimetrías ineludibles, por un lado,
un agente externo que ostenta un capital económico
considerable y capacidad de agenciamiento y en el otro
extremo una comunidad que posee el capital social
comunitario y el conocimiento del territorio. En este
contexto, para mantener la autonomía del proceso y
conscientes que el carácter capitalista del externo entra en
conflicto con los principios de izquierda de la OCB, la
relación se rige bajo cuatro principios normativos: (1) la
población es quien propone, (2) la población activa en
todas las fases, (3) vínculo estrecho entre población e
institución y (4) no privatización de espacios. Estos
principios han logrado establecer una relación horizontal
y generar ‘capital social puente’ con agentes capitalistas
bajo un modelo sinérgico y cooperativo en el que ambas
partes aportan los recursos que poseen. En este contexto,
las prácticas insurgentes han logrado establecer su propio
modelo de participación ‘desde abajo’ que como
argumenta Mitlin (2008) se ha convertido en la estrategia
de la comunidad para asegurar el mejoramiento del
territorio a través de relaciones de poder.
E6. Espacios inventados como contrapropuesta a
los espacios invitados.
Ante la necesidad imperante de conseguir apoyo
externo para llevar a cabo iniciativas insurgentes, algunas
OCB alternativas han intentado ingresar a los canales de
participación estatales, siempre bajo el precepto de hacer
un trabajo autónomo y colectivo; este hallazgo coincide
con los expuesto por Nel-lo (2016) quien argumenta que
estas acciones se registran principalmente como estrategia
para ganar espacio dentro de las instituciones y
promocionar sus objetivos ‘insurgentes’. No obstante, los
líderes afirman que ha sido difícil la labor dado que estas
redes de trabajo son clientelares por naturaleza y moverse
entre ellas se torna desgastante e ineficaz. Además, este
tipo de ‘inclusión formal’ (Sandercock, 1998) no resulta
favorecedor para la autonomía de la lucha colectiva
porque no permite mantener un control del proceso
‘desde abajo’ pues se actúa desde un ‘espacio invitado’
que en términos de Miraftab (2009) relega a la comunidad
a un segundo nivel.
En este contexto, la forma de trabajo que
predomina es la alianza con empresas privadas, en el
marco de la RSE, con quienes se ha establecido una
‘amistad interesada’ que reconocen en la comunidad
valores como la capacidad de negociación y la autonomía
(Schröter, 2010). Esta dinámica de trabajo entre la OCB
y la empresa privada ha generado un modelo de
‘coproducción’ que de acuerdo con Watson (2004)
garantiza el control del proceso ‘desde abajo’. La
comunidad logra establecerse en un rol central,
manteniendo el poder de decisión en su dominio, la
institución capitalista adquiere un papel de
intermediador encargado de posibilitar espacios
sinérgicos a través de la gestión de alianzas y
recursos con otros externos estratégicos, y la OCB
insurgente como veedor del proceso. Así las cosas, la
OCB logra una ‘inclusión real’ (Sandercock, 1998) en el
proceso de planificación. Esta dinámica coincide con el
concepto de ‘espacio inventado’ de Miraftab (2009),
entendido como un modelo de cogestión en donde los
procesos comunitarios informales liderados desde
estrategias insurgentes han tomado el protagonismo.
pág. 53
E7. Economía solidaria incipiente.
Si bien las OCB tienen como agenda principal la
consolidación física de la comuna, dentro de sus labores
colectivas se encuentra el desarrollo de trabajos sociales,
culturales y económicos. Respecto a estos últimos, resulta
relevante anotar que la comunidad registra procesos
como Silopintas o las distintas fami-empresas que,
partiendo del ‘capital social unión’ que los
caracteriza, de forma asociativa han logrado
desarrollar propuestas comerciales para vincular a la
comunidad con la dinámica económica de la ciudad,
llenando el vacío laboral que el mercado ha
generado. Si bien estas actividades micro-empresariales
han partido de los lazos familiares, posteriormente han
logrado ampliar las redes dentro de la comunidad y gestar
así una propuesta económica colectiva que aporta los
materiales para el desarrollo de la pintatón y además
genera productos para vender en la ciudad. Finalmente,
la comunidad también ha aprovechado esta situación para
dar publicidad positiva para la comuna, imitando el
trabajo de mercadotecnia de FundaSIDOC.
5.1.4 CONFLICTOS Y LIMITACIONES INELUDIBLES.
Como último objetivo, el estudio estableció la
identificación de las principales problemáticas y
limitaciones de la dinámica relacional. En el marco de la
naturaleza asimétrica de este vínculo, los líderes afirman
con fuerza que no se fundamenta en la confianza, sino en
el dinero que la empresa ostenta; esta desconfianza se
explica en el carácter capitalista de la empresa que se
opone a la naturaleza izquierdista de la OCB. Reconocen
además que la alianza tiene credibilidad porque los
principios operativos han logrado establecer un proceso
a largo plazo y además les otorga capacidad de
negociación para exigir el respeto de su autonomía, desde
su calidad de veedor comunitario. Las evidencias
empíricas en torno a este objetivo se discuten en dos
problemáticas claves,
E8. Búsqueda de autonomía, no de independencia.
La autonomía política de la lucha colectiva
insurgente lo enmarca en una dinámica de dependencia
de la inversión privada, como único agente que acepta
hacer parte de un modelo de coproducción en donde el
control se establece desde la comunidad. En este
contexto, la institución privada ha adoptado el rol de
capacitador para empoderar a la comunidad y hacerlo
agente activo de lo público hacia la idea de enseñarles a
alzar la voz y exigir los derechos.
El agente externo reconoce que en algún
momento se va a ir del territorio, y por tanto debe dejar
una capacidad reactiva instalada en la comunidad para
garantizar que el proyecto colectivo continúe cuando la
ayuda privada se retire. Teniendo en cuenta los recursos
económicos que residen en la comunidad, que Logan y
Molotch (1987) lo refiere como ‘multiplicar cero por
cero’, esta dependencia hace parte de la naturaleza
insurgente de las OCB alternativas. Con esto en mente, la
práctica insurgente tiene muy claro que no buscan la
independencia, toda vez que su naturaleza no se los
permite, lo que ellos siempre han buscado es la
autonomía, tener la facultad de obrar según el
criterio comunitario sin ser controlados por el
patrocinador. Desean actuar con libertad, tomar sus
propias decisiones con los riesgos que esto conlleva. En
este aspecto, los líderes son muy claros, es un proceso de
aprendizaje y a pesar de las crisis no están arrepentidos
del vínculo con el privado. Contrario a esto, reconocen
que el trabajo comunitario es siempre un desafío
cambiante que debe saberse abordar con astucia para
sacar el mayor beneficio.
E9. Discurso estigmatizador, ¿vuelta al
clientelismo?
Desde el principio las OCB reconocen que el
trabajo de las empresas privadas a través de RSE no es
pura filantropía, pues su naturaleza capitalista las motiva
a obtener algún beneficio asociado; los líderes afirman
que se percibe como una forma de inversión para vender
la imagen corporativa. Pero no demuestran
inconformidad con este hecho, porque declaran que ellos
han sabido aprovechar esta situación para obtener los
mayores beneficios y sopesar el mínimo músculo
financiero de su práctica insurgente. En este sentido,
aducen que este vínculo no se fundamenta en la
confianza, sino que hay una credibilidad en el proceso
porque los intereses de la empresa garantizan que se va a
invertir dinero en el territorio. Se evidencia una relación
estratégica para las dos partes, en términos de Kurucz et
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al. (2008) ‘ganar-ganar’, en donde se logra el
mejoramiento físico del entorno y además la empresa
logra posicionar su marca y ampliar su mercado. Sin
embargo, si bien en la práctica los principios normativos
establecidos han logrado mantener beneficios hacia las
dos partes, en el discurso público se exponen las
intervenciones como obras de beneficencia y como
afirman los lideres no hay un reconocimiento de la
comunidad como protagonista. Esta situación ha
generado un efecto indeseado en la reproducción del
discurso estigmatizador hacia la comuna.
Por otro lado, los eventos políticos recientes han
levantado más desconfianzas en la comunidad. Cuando
llega al puesto de alcalde el propietario de la empresa que
se ha vinculado con la comunidad la última década. Los
entrevistados afirman que no votaron por él, porque no
comparten su ideología, y esto lo confirman los registros
electorales que no evidencian preferencia de voto por el
candidato en cuestión. Sin embargo, el trabajo
comunitario fue utilizado como bandera de la campaña
política para demostrar su voluntad de trabajo genuino
por la ciudad. En este sentido, la autonomía política en la
que se desarrollaba el modelo de coproducción se ha visto
contaminada por la vinculación de hechos políticos,
generando inconformidades en la comunidad.
Considerando la aproximación de Schröter (2010), quien
argumenta que el clientelismo no siempre está
relacionado con la coaptación desde agencias estatales
sino que también se da a través de privados que
posteriormente recuperan la inversión en la esfera
pública, se evidencia que la dinámica insurgente de la
comuna se encuentra inmersa en una relación ‘semi-
clientelar’, en donde la institución privada fomenta
la organización autónoma y la capacidad de gestión,
siendo posibilitadores de la reproducción del capital
social. Si bien Durston (2003) conceptualiza el termino
en relación a vínculos estatales, en este caso podría
adoptarse para la empresa privada.
En este contexto, resulta interesante comprender
la dinámica desde los postulados de Bourdieu (1986)
sobre la conversión de capital, entendiendo que el ‘capital
económico’ que dispone la empresa, en conjunto con el
‘capital social’ de la comunidad, a largo plazo se
convierten en ‘capital simbólico’. Si bien el propietario de
la empresa ha sabido utilizar muy bien el capital simbólico
que ha acumulado como producto del trabajo
comunitario en Siloé, hacia el lado de la OCB esto ha
representado la acumulación de capital simbólico
negativo, reproductor del estigma asociado a la
comuna. Esto último en oposición al objetivo
comunitario de visibilizar positivamente el territorio.
Con base en el análisis de los resultados del
estudio, a continuación, se responde a la pregunta de
investigación principal examinando la hipótesis que se
propuso en el capítulo primero. Frente al objetivo
principal de analizar la dinámica relacional que se gesta
entre las OCBs alternativas y los agentes externos
involucrados en el actual proceso de consolidación física
del asentamiento de Siloé, los hallazgos empíricos
permiten comprobar que,
Primero, el surgimiento de las prácticas
insurgentes se fundamenta en el conocimiento y las
enseñanzas que han tenido las organizaciones
comunitarias a lo largo de su accionar y les ha permitido
configurarse como un agente comunitario legitimado en
el territorio. Se trata de un proceso evolutivo moldeado
por las circunstancias del contexto sociopolítico y las
necesidades específicas de la comunidad. Esta naturaleza
dinámica y cambiante de las formas organizativas del
territorio, se ve enmarcada dentro de momentos cúspide
en el que logran mejoras significativas desde la
participación comunitaria activa, pero también en crisis
que ponen a prueba la continuidad el proyecto colectivo.
Más allá de disminuir la lucha, lo que se registra es
un cambio en el carácter de su trabajo comunitario,
deja de ser el mero mejoramiento físico, para
adquirir una mirada integral bajo la cual gestiona
proyectos sociales, culturales y económicos, en
orden de mejorar la calidad de vida de las personas.
Segundo, las OCBs ‘alternativas’ como etapa
evolutiva ultima del historial comunitario posee una alta
capacidad organizativa para establecer mecanismos
adecuados con agentes externos estratégicos en orden de
transformar los conflictos de intereses en vinculaciones
sinérgicas y cooperativas. Proponen estructuras no
jerárquicas, proclives al horizontalismo y la
profundización de la democracia. Mediante el
establecimiento de principios normativos de vinculación
logran instalar un escenario controlado ‘desde abajo’ que
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se concibe hacia formas de coproducción de un proyecto
colectivo autónomo. Estas reglas preestablecidas les
permiten generar credibilidad en el proceso, legitimar las
alianzas con agentes externos en quienes se tenga ponga
confianza.
Tercero, la estructuración de un propio espacio
de participación en oposición a los canales
institucionalizados que se controlan ‘desde arriba’, les ha
permitido determinar los roles dentro de los que se
enmarca la dinámica relacional con agentes externos. En
esta estructura de trabajo insurgente se instala el
poder de decisión en las OCB como actor principal
del proceso, y el agente externo adquiere un rol de
acompañamiento y apoyo. Estos roles definidos han
permito aprovechar al máximo los recursos que cada
una de las partes aporta, y además su
funcionamiento normado es garante de la
autonomía comunitaria. Si bien los principios son
estrictos, y en la práctica se logran alcanzar los objetivos
trazados por la alianza dentro de una relación ‘ganar-
ganar’, la realidad del discurso público es otra, detonando
un conflicto de intereses que pone a prueba la capacidad
reactiva de la OCB.
Cuarto, el establecimiento de un entorno de
trabajo comunitario autónomo políticamente restringe
ampliamente los agentes externos susceptibles a ser
vinculados en el modelo insurgente. Si bien la limitación
de vínculos con agentes de poder privados ha repercutido
en el mejoramiento significativo del entorno, al
apartarse radicalmente de la esfera pública se
prescinden también de la posibilidad de avanzar en
cambios estructurales. Por tanto, la sostenibilidad
de la práctica insurgente es un factor crítico, en vista
de que se configura bajo una dinámica de dependencia
pura con los agentes externos patrocinadores. Sin
embargo, el estudio revela que esta calidad de
dependencia es natural a su carácter insurgente y
comunitario, siendo conscientes de esto, las OCB
alternativas son reiterativas en la búsqueda de la
autonomía comunitaria mas no de su
independencia.
Finalmente, a pesar del establecimiento de
principios normativos que velan por la autonomía política
del modelo insurgente, la dinámica relacional no está
exenta de situaciones críticas y puede presentar fallas por
los vacíos que su estructura pueda permitir. En este
sentido, la comunidad se ha visto envuelta en hechos de
clientelismo indirecto que se aleja de la forma tradicional
de compra de votos. Si bien, esto se genera en una
dinámica empoderadora y capacitadora, también los aleja
de la autonomía política y pone en riesgo la estabilidad
del proyecto colectivo.
5.2 IMPLICANCIAS POLÍTICAS.
Teniendo en cuenta que se encuentra en formulación la
política de Mejoramiento Integral del Hábitat para la
comuna del caso de estudio, la investigación plantea dos
reflexiones que aportan al entendimiento de la naturaleza
específica del fenómeno de Siloé,
Primero, es imprescindible reconocer las
preexistencias de formas organizativas y los valores de
informalidad que han moldeado las OCB insurgentes que
lideran el desarrollo urbano de la comuna. El
reconocimiento de sus formas de operar permite
entender la dinámica comunitaria que actualmente se vive
en el territorio, sus desconfianzas y proyecciones. Con
base en este reconocimiento, el Estado podrá establecer
estrategias para ingresar al territorio y vincularse con el
modelo insurgente que controla el proceso ‘desde abajo’,
sin llegar a establecer un modelo de desarrollo alternativo
que se imponga en el territorio comunal. En este
contexto, el Estado entra a ser parte del modelo
insurgente, reconociendo a la comunidad como actor del
desarrollo urbano de su comuna, sin llegar a imponer
estructuras burocráticas de la planificación heredada del
norte.
Segundo, al ingresar como agencia estatal al
modelo insurgente de desarrollo, el Estado debe adquirir
un rol de intermediador igual que una institución privada
o un agente no gubernamental. Deberá cumplir con los
principios normativos que rigen este espacio de
participación para garantizar la legitimidad de sus
acciones. Esta posición aportará fundamentalmente al
proceso de planificación desde la comunidad y no desde
la agencia de planificación estatal permitiendo el
desarrollo de acciones de planificación contextualizada.
En definitiva, los hallazgos permiten vislumbrar
características de la lucha popular contemporánea que
pueden ser adoptadas en los ‘espacios invitados’ para
lograr acercar a la comunidad a la esfera pública en
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búsqueda de la defensa de sus derechos hacia la
sostenibilidad comunitaria.
5.3 LIMITANTES.
A lo largo del proceso de investigación,
específicamente en el desarrollo de la metodología, se
encontraron las siguientes limitaciones:
Primero, la imposibilidad de hacer el trabajo de
campo paulatinamente debido a la distancia obligó a
acortar la realización de entrevistas a lo largo de tres
semanas. Aunque con anticipación se intentó agendar
telefónicamente las citas para las entrevistas, fue
imposible lograr la totalidad que se tenía prevista.
Además, después del proceso de análisis de las mismas no
fue posible volver al territorio y aclarar las dudas que
surgieron con el tiempo.
Segundo, la situación de seguridad de la comuna
que, impide entrar libremente y buscar autónomamente
la información requerida, encausó la búsqueda de OCB
activas en el territorio a través de la técnica de ‘bola de
nieve’ que guio las entrevistas hacia las organizaciones
que se encuentran en estrecha relación con el ‘portero de
campo’, en este sentido, el estudio se limitó en cierta parte
a este círculo cercano de la Fundación Nueva Luz. Para
mitigar esta situación de posible sesgo investigativo,
mediante la revisión de publicaciones en redes sociales y
el periódico comunitario se logró el contacto de otros
líderes fuera de la red de la fundación mencionada.
Tercero, por ser periodo de vacaciones para los
funcionarios públicos, no fue posible realizar la entrevista
a la directora del C.A.L.I. 20, quien dirige el comité de
planificación. En su lugar se entrevistó a la funcionaria
encargada, quien solamente estaba capacitada para dar
información general del proceso participativo, pero
desconocía completamente el escenario especifico de la
comuna 20. Esto impidió ahondar en el estudio del
proceso de participación de las OCB insurgentes en
‘espacios invitados’. Por tanto, la investigación se
desarrolló en profundidad sobre la práctica insurgente en
los ‘espacios inventados’.
Finalmente, en principio se habían programado
entrevistas a habitantes ‘no lideres’ para evaluar la
representatividad de amplia base de las OCB insurgentes,
pero esta labor resultó dificultosa dado que la población
se encuentra recelosa a este tipo de participación. Se
lograron solamente cortas conversaciones informales sin
grabación de audio por petición de los informantes. Por
tanto, la información no fue suficiente para ahondar en el
fenómeno de estudio desde la perspectiva de los
pobladores. Este aspecto del fenómeno dejó más
preguntas que respuestas.
5.4 FUTURAS LÍNEAS DE ESTUDIO.
Es claro que las OCB insurgentes lideran el
desarrollo físico de la ladera, lo que no queda claro es si
estas prácticas insurgentes tienen la representatividad de
amplia base que aducen los líderes de las OCB. Una
aproximación desde la mirada de los pobladores podría
dar luces sobre la real inclusión de la comunidad en el
proceso, o si por el contrario la OCB adquiere el rol
determinante y el adjetivo que califica el proceso
insurgente ‘desde abajo’ no sea fiel.
Como declara la investigación, las OCB se
estructuran sobre una lógica de autonomía política con
una dependencia naturalizada en su carácter insurgente.
Con esto en mente, no queda muy claro si la función de
estas organizaciones es la de encontrar respuestas
reactivas a los problemas más urgentes o si es la de liderar
modelos de participación más sostenibles que en realidad
garanticen la continuidad del proyecto colectivo.
Respecto a la dependencia natural del modelo del
‘espacio inventado’, es imperante ahondar en el estudio
de las OCB insurgentes dentro de los ‘espacios invitados’.
Esta posición podría resultar fundamental para lograr una
articulación sostenible de la práctica insurgente; un
estudio exhaustivo sobre las iniciativas de
empoderamiento que buscan convertir a la comunidad en
agentes políticos, para alzar la voz y exigir sus derechos,
resulta imperante para el futuro de las prácticas
insurgentes dado que pueden significar la llave a la
sostenibilidad del proceso comunitario que desarrollan.
Finalmente, los indicios de Economía Solidaria
que se han evidenciado abren las puertas a una temática
interesante sobre posibles formas de inclusión de la
población empobrecida en la dinámica económica de la
ciudad. Con esto en mente, el estudio de estos hechos
puede arrojar información estructurante para la
configuración de una política de mejoramiento realmente
integral.
5.4 REFLEXIONES FINALES.
De esta manera, el presente documento de
investigación ha presentado una aproximación al
fenómeno de las prácticas insurgentes con el objetivo de
entender la especificidad de la dinámica de coproducción
entre las OCB que toman distanciamiento de los canales
clientelares y de los agentes privados que bajo la
modalidad de Responsabilidad Empresarial ingresan a los
territorios marginados. Aunque en principio puede
parecer una relación de ganancia para ambas partes, la
asimetría de poder es evidente, y el establecimiento de
principios normativos se hace necesario para garantizar la
reproducción del capital social comunitario bajo un
modelo sinérgico alejado del asistencialismo tradicional
que imponen los agentes externos. Este modelo es
posible si el poder de decisión se tiene ‘desde abajo’, si la
comunidad logra ser establecida como actor central del
proceso, y el agente externo adopta un rol de
intermediador y posibilitador.
Teniendo en cuenta que la lucha de las actuales
OCB se torna multifacética y apunta hacia la consecución
de la calidad de vida integral de la población, el aporte del
agente externo se torna fundamental como ente
capacitador. La lucha comunitaria se expande más allá del
mejoramiento físico del territorio, y propende por
proyectos sociales, culturales y económicos hacia la
búsqueda de llenar los vacíos que la ausencia estatal y el
mercado han dejado en estos territorios marginados. En
este contexto, la educación y los programas laborales se
añaden a la agenda comunitaria, otrora solamente física.
En el actual contexto de políticas de
Mejoramiento Integral, resulta fundamental atender estos
aspectos de la dinámica comunitaria actual. Involucrar a
la comunidad como agente principal en el desarrollo
urbano de los territorios, reconociendo las preexistencias
organizativas que lideran la consolidación
actual.