Perú: Pedro Castillo se aleja de sus bases y cambia su gabinete
Primero fue la concesión de cederle a las presiones de la derecha el cargo del Canciller Héctor Béjar, y como siempre ocurre “entregar esa pieza” (tan valiosa para el movimiento popular latinoamericano) no calmó a las fieras, y aumentaron las presiones. Así se puso en el blanco al ministro de Trabajo Iber Maraví y por supuesto, como desde el principio, al premier Guido Bellido. Dejando además a la intemperie al presidente del partido Perú Libre, Vladimir Cerrón, al que le allanaron la vivienda y también locales de su agrupación política, paradójicamente la que llevó a Pedro Castillo a la presidencia.
Luego, y por consejo de sus ministros centristas, surgió la visita a EEUU, donde el Presidente Castillo habló en la OEA, insistiendo en que “no somos comunistas” y coqueteó con los inversores megamineros. Más tarde, surgió la decisión firme de Bellido de advertirle a la empresa gasífera Camisea que si no aceptaba las condiciones del Estado para bajar el precio del gas, la iba a nacionalizar. Y además, el premier planteó apurar la recogidad de firmas para convocar a la Constituyente. A esta altura, el terrorismo mediático y la derecha de todos los colores, bramaban y pedían su cabeza de inmediato.
En medio de discrepancias internas entre miembros centristas y progresistas del gobierno, el presidente Pedro Castillo decidió cambiar su gabinete ministerial. Lo anunció la tarde de este miércoles en un breve mensaje al país. El primer gabinete del gobierno de Castillo, que estaba encabezado por Guido Bellido, cae después de solo poco más de dos meses de gestión. El presidente señaló que cambiaba su gabinete para favorecer “la gobernabilidad”: la derecha aplaudió la decisión de Castillo. Por el contrario, en la dirigencia del partido oficialista Perú Libre (PL), del cual Bellido es congresista y dirigente, la salida del miembro más izquierdista de un gobierno en el que conviven diferentes sectores de centro y de izquierda no cayó bien. En los movimientos sociales, la prensa de izquierda y el partido oficialista hablaron de “traición” por este cambio.
Como nueva jefa del gabinete ministerial juramentó la noche del miércoles la exlegisladora Mirtha Vásquez, abogada y política de centroizquierda que fue presidenta del Congreso. No es militante de PL. Vásquez asumió la presidencia del Congreso en medio de la grave crisis política de noviembre de 2020, cuando el país tuvo tres presidentes en una semana, y ejerció ese cargo hasta el fin del gobierno de transición de Francisco Sagasti, en julio pasado. Como presidenta del Congreso tuvo una conducta dialoguista y conciliadora, y demostró habilidad política para manejar un Parlamento fraccionado y complicado.
“Memoria histórica”
Fueron cambiados siete ministros y doce ratificados. Además de la jefatura del gabinete, los cambios se dieron en Interior, Educación, Trabajo, Energía y Minas, Producción y Cultura. Un nombramiento significativo ha sido el de Gisela Ortiz en Cultura. Ortiz es hermana de uno de los estudiantes de la Universidad La Cantuta asesinados por el gobierno de Alberto Fujimori, uno de los casos por los que el exdictador ha sido condenado a 25 años. Juró por “la memoria histórica”. Aunque no es un gabinete paritario, la representación de las mujeres se eleva de dos a cinco, y una mujer encabeza el gabinete.
La crisis ministerial se produce en un contexto de extrema tensión entre el Ejecutivo y el Congreso, cuando el Parlamento unicameral controlado por la derecha se preparaba para censurar en los próximos días al ministro de Trabajo, el izquierdista Iber Maraví, uno de los cambiados, para lo cual ya tenían asegurados los votos necesarios, y la derecha había subido el tono a sus exigencias para la salida de Bellido. Los sectores más extremistas, con el fujimorismo al frente, embarcados en maniobras golpistas, habían amenazado con una posible destitución de Castillo si Bellido, al que acusan de “izquierdista radical”, continuaba en el cargo.
Sin embargo, Maraví y Bellido habían respondido amenazando con aplicar un artículo de la Constitución que permite al presidente destituir al Congreso si fracasa dos veces en censurar a ministros. A pesar de que la derecha temía esa movida, perfectamente legal, Castillo optó por alejarse de sus bases y ceder a las exigencias oligárquicas
Bellido en la mira
La gestión de Bellido, congresista y dirigente de PL, ha sido duramente criticada por la derecha parlamentaria y los medios, pero también había sido cuestionada por sectores centristas del propio gobierno por declaraciones que colisionaban con lo dicho por el presidente y otros ministros, y que más de una vez pusieron en problemas al gobierno. Lo último fue su amenaza hace unos días de la nacionalización del gas, que Castillo, que poco antes había negado cualquier posible estatización, asustado debió desmentir.
Bellido pugnaba por radicalizar la presidencia de Castillo. Pero además de PL, los otros sectores del gobierno son los aliados de otros partidos de centroizquierda convocados por el presidente y el grupo de dirigentes magisteriales muy cercanos al profesor Castillo, sectores a los que Bellido y Cerrón les resultan demasiado rojos.