Rumbo al éxito

En el mes de agosto del 2021 un grupo de más de cincuenta jóvenes indígenas de diferentes territorios del departamento del Cauca, Valle del Cauca, Choco, Nariño, Putumayo, Huila y del vecino país Ecuador acudieron a la Universidad Autónoma Indígena Intercultural -UAIIN– con el propósito de asistir al periodo introductorio del tejido de Comunicación Propia Intercultural en la segundo cohorte. Al proceder de diferentes pueblos llegan con sus propios idiomas, costumbres, formas de pensar, de ver el mundo, pero también de soñar un futuro para sus comunidades. Allí contaron de dónde vienen, encontrando que hay quienes deben desplazarse durante varias horas a pie, a caballo, en canoa, barco o avión. Saliendo de lugares de difícil acceso y en algunos casos no lo pudieron hacer precisamente porque la madre naturaleza se reveló y causó daños en las vías que pueden ser caminos, carreteras o el crecimiento de ríos donde existen puentes peatonales o tarabitas.

Dentro de ese variado grupo hay una mujer de contextura menuda como diría mi padre, habla como niña contemplada diría mi hermano pero, su fuerza por superarse la trajo desde una apartada región del Cauca para estudiar comunicación, oficio del que se enamoró desde que estudiaba el bachillerato. Conocí su historia antes de hablar del tema con ella y me encontré que no es de la gran ciudad como buena parte de sus hermanos de pueblo, que estudió en la escuela y la institución educativa de su comunidad porque quería hacer parte de los primeros bachilleres de la naciente institución.

En el sitio donde nos encontramos ha llovido en los últimos días con tanta fuerza que los ríos destruyeron puentes, cultivos, dañaron las vías y aún son notorias las afectaciones.

Hasta la gran «plaza» llega el rumor de las aguas del caudaloso río, el cantar de las aves en algunos momentos con mucha fuerza a lo que se agrega el croar de las ranas y el ruido que generan los animales domésticos como patos y gallinas. Es en un lugar como éste donde la joven comunera inicia su historia de formación y a donde quiere retornar algún día con los conocimientos y su título en comunicación propia intercultural.

No fui a estudiar a la ciudad primero por el tema económico. No había dinero para pagar vivienda, transporte y sostenimiento asegura mientras observa la selva que inicia al otro lado del caserío. Lo otro es que continuar en esta institución permitía que tomara fuerza y por eso hice el recorrido teniendo en cuenta que cada año se iba creando un nuevo grado y así culminé el bachillerato, agrega mientras se toma un sorbo de guarapo de caña en medio del sofocante calor. Dice que también tuvo en cuenta que su padre fue dirigente de su resguardo, luchó constantemente por la organización de su comunidad y especialmente por contar con un establecimiento educativo y por lo tanto debía ser consecuente con esa lucha y seguir su ejemplo poniendo en práctica esas enseñanzas.

Inicialmente quería ser psicóloga porque eso le permitiría apoyar a la comunidad pero cuando adelantó un curso en esta área del conocimiento pudo darse cuenta que esta no era su vocación y que debía pensar en otro programa educativo que bien podía ser la comunicación desde donde, dice ella, podría fortalecer el proceso organizativo. Afirma que lee libros de Gabriel García Márquez y de ahí puede nacer el atractivo por la comunicación que nació hace varios años. Terminado el bachillerato debía hacer realidad sus sueños e inició la búsqueda y en hora buena uno de sus profesores le comentó que la Universidad Autónoma Indígena Intercultural había abierto la convocatoria para acceder a ese tejido de formación. Les hizo el comentario a sus padres que les pareció una buena idea, mostraron su disposición de apoyarla y sin más palabras procedió a realizar la respectiva inscripción y esperó a que le convocaran formalmente.

Aunque ya había hecho el ejercicio de salir fuera de su territorio, le asaltaba el temor de encontrarse con personas muy diferentes a las de su zona, de otros pueblos y especialmente que debe ser por más tiempo. Había que dejar de lado al menos temporalmente a sus padres, hermanos, amigos y así llegada la fecha de asistir a su encuentro con la universidad debía hacerlo pese al mal estado de la vía que la conduciría a Popayán.

Su señora madre, coloca en su maleta el camping, la cobija, revisa los enseres personales y pregunta si se le queda algo mientras ella, revisando sus cosas en medio de una sonrisa porque soy testigo del hecho responde que ya tiene todo preparado. El viaje es tedioso porque a cada instante el automotor debe detenerse para esperar a que limpien el derrumbe, a que terminen de barrer la calzada en medio de la lluvia que no se ha detenido en los últimos días. Piensa mientras mira por los cristales del bus la lluvia que cae en las frías montañas, que no le teme a enfrentarse a la nueva realidad, considera que el esfuerzo vale la pena, que será una gran profesional y que el camino soñado está comenzando.

Después del periodo introductorio considera que los primeros temores ya están superados, que la carrera de largo aliento ha comenzado y que espera superar los obstáculos que se le presenten en este camino. Se sonroja y alzando la mirada con sus pequeños ojos dice que no cree que sea «contemplada» y que el tratamiento de sus padres es igual para todos, aunque agrega que es la menor de la familia. Participa activamente en talleres de formación con la comunidad, ya cuenta con bastantes conocimientos en su idioma nativo en proceso de recuperación y se refleja la alegría en su rostro y en su cuerpo cuando danza al son de aires de música tradicional.

 

Serán varios días en la fase inicial y cinco años en actividades presenciales, virtuales y trabajo con la comunidad donde ya dejó de escuchar música popular por interesarse por la música indígena y las danzas tradicionales cuando la carrera apenas se inicia.Así como ella, hay muchos hombres y mujeres con historias similares con el común denominador de buscar la superación sin mirar todo el esfuerzo que se debe hacer cuando se vive en los más apartados sitios de la geografía caucana. Serán comunicadores con muchas historias por contar porque los territorios necesitan quien dé a conocer las realidades que no publica la «gran prensa».

Por: Programa de comunicaciones CRIC – Comunicador Pueblo Yanakona