Ecuador: El permanente estado de excepción

Si entendemos que millones de seres humanos no tienen acceso a la alimentación, a la salud, al trabajo, a la educación, a una vivienda y a un ambiente medianamente seguro, bienes básicos para vivir con dignidad, entonces, carecer de ellos supone vivir en un “estado excepción”. Como diría Benjamín, la norma es el “estado de excepción” y lo que se requiere es de un verdadero estado de excepción que transforme la sociedad para que el ser humano pueda vivir dignamente.



El permanente estado de excepción

 “La tradición de los oprimidos nos enseña que la regla es el «estado de excepción» en el que vivimos. Hemos de llegar a un concepto de la historia que le corresponda. Tendremos entonces en mientes como cometido nuestro provocar el verdadero estado de excepción; con lo cual mejorará nuestra posición en la lucha contra el fascismo.” (Benjamín Walter)

Si entendemos que millones de seres humanos no tienen acceso a la alimentación, a la salud, al trabajo, a la educación, a una vivienda  y a un ambiente medianamente seguro, bienes básicos para vivir con dignidad, entonces, carecer de ellos supone vivir en un “estado excepción”. Como diría Benjamín, la norma es el “estado de excepción” y lo que se requiere es de un verdadero estado de excepción que transforme la sociedad para que el ser humano pueda vivir dignamente. Una sociedad sometida a la crueldad del sistema de la acumulación y la ganancia ilimitada de un grupúsculo de sujetos que condenan a la miseria a millones de personas privadas de alimento, salud, educación, vivienda  y trabajo, tiene un Estado que ha declarado el  “estado excepción” como norma. El hecho de que haya familias como la del presidente Lasso que dicen tener un patrimonio de casi 40 millones de dólares en un país donde el 70% de la población laboral está desempleada, es una excepción a la coherencia, la justicia y la ética. Más antiético aún es sacar la riqueza obtenida de la sociedad a paraísos fiscales y descapitalizar el país que tanto dicen querer.

El “estado de excepción” declarado para depredar la naturaleza, acabar con los territorios de los seres humanos y de las otras especies, y poner en riesgo la vida es del que no se habla. El “estado de excepción”  que nos han impuesto los gobiernos de turno para, en alianza con la gran empresa, saquear los fondos públicos de manera sistemática y con impunidad, es el que conduce a un deterioro acelerado de la miseria de millones  de ecuatorianos y ecuatorianas que son lanzadas a la violencia depredadora del capital legal e ilegal. El “estado de excepción” que expulsa a miles de hombre y mujeres a la emigración, donde son explotados de todas las formas posibles por los traficantes de personas. El “estado de excepción” para reprimir la resistencia y la lucha social, perseguir encarcelar y  asesinar dirigentes que defienden sus derechos humanos y sus territorios naturales, sociales y simbólicos.

Después de haber impuesto el “estado de excepción” que ha destruido la naturaleza y los lazos sociales, donde descansa la vida del ser humano, y haberlo condenado a la violencia generalizada y salvaje que se muestra de forma cruda en los asesinatos registrados en las cárceles y en los barrios empobrecidos de nuestro país, el gobierno declara el “estado de excepción” para detener la escalada de violencia y los asesinatos en las calles. En una especie de declaratoria de guerra contra las drogas, estrategia ya fracasada en el continente y que ha generado más derramamiento de sangre, se quiere en 60 días y con  más violencia estatal detener el resultado de una historia de “estados de excepción”, que son los responsables reales de la violencia que está matando a nuestros jóvenes en las cárceles y en las calles del país, que expulsa poblaciones enteras en búsqueda de sobrevivencia, que expone a mujeres niños y niñas a las mafias de explotación sexual, que mata a nuestros niños de desnutrición y hambre, etc.

Hay que provocar el verdadero estado de excepción que mejore la lucha de los pueblos en contra del capitalismo, del fascismo, del colonialismo, del machismo y nos devuelva una vida digna donde nuestras hijas e hijos tengan un futuro y no sean condenados a morir asesinados en una cárcel,  en una calle, en una ruta migratoria, en un prostíbulo, explotadas, violentadas y humilladas.