La columna de lxs que sobran
Ecuador: entre resistencias, pactos y estados de excepción
Desde el Margen
Después de cinco meses de gobierno y terminada la fábula de las “mil y una vacunas” la realidad de la población del país es siempre más cruda. La falta de trabajo y las consecuencias de la pandemia se ven más reflejadas en la masiva desocupación y el trabajo informal. Así mismo, más personas terminan trabajando para grupos criminales; lo que ha aumentado la inseguridad en el país.
Aprovechando esta situación y para capitalizar el temor de la ciudadanía, Guillermo Lasso el lunes 18 de octubre declaró el estado de excepción en todo el país, dando la orden a los militares de salir a controlar las calles; todo esto bajo un discurso de “seguridad” que convence a las clases medias y altas. A más de esto, la crisis carcelaria que vive el país ha sido la excusa para generar, en el imaginario popular, un enemigo común que es el narcotráfico; como si el Estado no estuviera involucrado directamente en este negocio y no fuese causante directo del problema social que esto genera. La estrategia es similar a la usada por los gobiernos de Colombia, Chile, México y otros. Se habla de narco terrorismo también para mencionar a quien resiste en los territorios contra el extractivismo y el despojo.
Esta fue la primera estrategia de Lasso para recuperar consensos; la segunda consistió en reunirse con Pachakutik (el brazo político de la CONAIE) y llegar a un supuesto acuerdo donde el gobierno se comprometía a congelar el precio de los combustibles. El gobierno antes de anunciar el congelamiento, decidió aumentar nuevamente el precio, generando la sensación de haber cedido, cuando en realidad había logrado el objetivo de volver a subir, una vez más, los precios de la gasolina. Esto causó división dentro del movimiento indígena y de hecho debilitó las manifestaciones que se estaban preparando para el martes 26 de octubre.
Así llegó el día de movilización nacional. En los territorios hubo fuertes movilizaciones con bloqueos de carreteras y marchas que denunciaban las políticas de Lasso. En la ciudad de Quito la respuesta fue menos fuerte, a pesar de que al final de la marcha hubo momentos de confrontación entre muchos jóvenes y la policía. El denominador común de estos dos momentos fue la fuerte represión policial y militar, que de hecho fue la única respuesta del Estado a las demandas de la población.
Militarizar y generar una estrategia de miedo y terror es la respuesta del gobierno frente a la crítica situación que vive el país. Esto le va a permitir seguir con su plan de privatizaciones. Con el decreto Ejecutivo 238, por ejemplo, el pasado 27 de octubre, el gobierno abrió las puertas a la posibilidad de privatizar el sector eléctrico y de aumentar las tarifas en el 2022. De la misma manera, el nuevo Ministro de Defensa, Luis Hernández, anunció que vuelve la instrucción premilitar a los colegios públicos. Su intención es clara, controlar y adoctrinar a los y las jóvenes estudiantes.
En plenas movilizaciones, Lasso decidió viajar a Europa y los movimientos sociales e indígenas suspender las protestas en vista del feriado por el día de los muertos (que se celebra con mucha fuerza, principalmente en las comunidades). Antes de viajar, el gobierno invitó a dialogar al presidente de la CONAIE, Leonidas Iza, el cual declaró que eso se podía realizar solo de manera pública (el diálogo debía ser televisado *como lo fue en octubre de 2019), para que la discusión y los acuerdos sean visibles a todos y todas; frente a esto, la Ministra de Gobierno, Alexandra Vela, manifestó que el gobierno no cederá a esta petición; con lo que parecería que este diálogo no se llevará a cabo.
Mientras el gobierno trata de recuperar capital político para seguir gobernando, la pregunta es: ¿Cómo logramos organizarnos sobre todo a nivel urbano, para poder fortalecer la resistencia real a las políticas neoliberales? Esto, mucho más allá del gobierno de turno, el cual simplemente representa los intereses del Estado y sus lacayos.
Dentro de una disputa de mandos, entre los que quieren mantenerse en el poder y los que quieren poner a otro caudillo más en su lugar, ¿cómo podemos resistir sin ser utilizados, creando alternativas que logren generar cambios reales? Salir a las calles y resistir es algo que tenemos que hacer, pero nos falta una estrategia colectiva más clara, agendas propias, autonomía y organización territorial; todo esto pensado principalmente desde las mujeres.
La insurrección de octubre 2019 aún está viva; once compañerxs perdieron la vida, por más de 10 días resistimos codo a codo en las calles; y meses después, luego de habernos desmovilizado, el gobierno de Lenin Moreno logró aprobar otro decreto que eliminaba gradualmente el subsidio de los combustibles. Después de dos años salimos a las calles nuevamente, contra lo mismo; sobrevivientes de la pandemia y con una población que lucha día a día para poder llevar el pan a casa.
Se cambió de gobierno, probablemente Guillermo Lasso no logre terminar su periodo; llegaran otros y el Estado patriarcal seguirá ahí imponiendo su agenda, destruyendo territorios, reprimiendo. Tenemos mucho camino por recorrer, mucho por aprender y desaprender.