Chile: Por qué las capas medias abren camino a Kast, el Bolsonaro chileno

Todas las encuestas muestran que los cuatro primeros candidatos a la presidencia y todos los demás representan a las capas medias. La derecha tradicional consciente de ello llevó a un demócrata cristiano (Sichel) como su candidato que hace agua por todos lados, en tanto la socialdemocracia cargó sus dados hacia la demócrata cristiana Provoste, que no consigue asomar cabeza ante el ímpetu que ha adquirido la candidatura Kast y la necesidad de las izquierdas de estas capas medias o pequeña burguesía junto al reformismo de viejo cuño del Partido Comunista de concentrar los votos en la fracción ilustrada de las clases medias que aspira a atraer al pueblo por medio de un discurso y programa humanista y ecologista que no consigue prender en los barrios periféricos.



Por qué las capas medias abren camino a Kast, el Bolsonaro chileno

Por Jaime Yovanovic (Profesor J)

 

Todas las encuestas muestran que los cuatro primeros candidatos a la presidencia y todos los demás, salvo Artés que representa el peor estalinismo posible muy próximo al dogmatismo del Sendero Luminoso en Perú, todos ellos representan a las capas medias. La derecha tradicional consciente de ello llevó a un demócrata cristiano (Sichel)  como su candidato que hace agua por todos lados, en tanto la socialdemocracia cargó sus dados hacia la demócrata cristiana Provoste, que no consigue asomar cabeza ante el ímpetu que ha adquirido la candidatura Kast y la necesidad de las izquierdas de estas capas medias o pequeña burguesía junto al reformismo de viejo cuño del Partido Comunista (conquistando el estado puesto a puesto), de concentrar los votos en la fracción ilustrada de las clases medias que aspira a atraer al pueblo por medio de un discurso y programa humanista y ecologista que no consigue prender en los barrios periféricos de las ciudades de población agotada de 30 años de gobierno que no modificó el carácter excluyente y autoritario de la dictadura militar con una economía que era más que neoliberal, pues su carácter fuertemente extractivista y destructivo sobre la madre tierra la lanzaba derechamente en contra del pueblo golpeando duramente al pueblo mapuche y marginando cada vez más al pueblo chileno concentrado en los nidos de avispas de los barrios periféricos.

 

El estallido mostró la verdadera cara del pueblo, que no es esa pequeña porción de capas medias que participa en las elecciones porque no puede, no necesita y no le conviene modificar las reglas del juego que le permiten asegurar cada vez su buen ingreso, su status, un buen colegio para sus hijos, sus buenas vacaciones y cuenta bancaria. Esa clase media defiende el status quo aunque sabe que no podrá llegar al nivel de las clases altas con grandes propiedades, aviones y lo demás, y ahí está su frustración: quieren alcanzar y no pueden llegar al nivel superior quedándose al mismo nivel de los pobres, sabiendo que son meros instrumentos de la elite y así constituyen su universo en lo sicológico, familiar y social acompañado del odio a los pobres que se disfraza con una generosidad y humanismo de limosna al más puro estilo iglesias formando ONGs por todos lados, fundaciones y centros comunitarios o culturales desde donde irradiar su verdad luminosa de salvación de los miserables sin afectar la teta que les da leche: el empresariado, el dios del Olimpo, el ser supremo. De allí que se contentan con una empresa pequeña o mediana, las famosas pymes donde tienen “trabajadores” a su cargo y pueden posar de gerentes realizando así sus sueños y utopías en un mundo que “abre oportunidades para todos”, escondiendo y cerrando los ojos a la evidente exclusión y marginación que viva la gran mayoría de la población.

 

Pero también tienen miedo a esos pobres, que pueden asaltarlos, entrar a sus casas, violar a sus hijas y arriesgar lo que han construido como castillo en el aire, como burbuja de jabón que depende de la existencia de las grandes empresas extractivistas. Y allí entra Kast. El líder de la defensa contra los pobres sucios y hediondos, contra los mapuche que ahora son el cuco de esas capas medias que aplauden a los pacos que pisotean la bandera de ese pueblo.

 

El otro sector de esas capas medias, minoritario al parecer, no tiene miedo ni quiere pisotear banderas y quieren conducir a los pobres para juntos contrarrestar el peso de las grandes empresas utilizando el instrumento estado que ellos podrán manejar bien gracias a su educación universitaria, lo que les hace superiores y portadores del faro de luz que alumbra el camino, eso que se llama ilustración, donde los ilustrados consiguen ver mejor lo que les espera a todos más adelante. Por eso este sector penetra, infiltra y genera espacios y grupos ecologistas, artistas y feministas para contar con modos de agrupamiento y seguidismo dentro de las propias capas medias y sus barrios que intentan llenar de jardines, huertas, cajones de reciclaje, economía de solidaridad, alimentación orgánica, ropa hindú, ferias alternativas, yoga para todos, emprendimientos y servicios, superación personal, etc. Es claro que eso ha permitido crecer y mantenerse un fuerte grupo de economía, servicios y demás que sólo sobreviven si se mantiene el funcionamiento de las grandes empresas que hacen entrar dinero al país.

 

En ese terreno de disputa entre los del miedo y odio a los pobres contra los generosos que los utilizan predicando una ética superficial que ojalá no llegue a la casa a amenazar la estructura patriarcal, es allí que se dirime la elección presidencial y a nosotros nos quieren ellos convencer de que son el menor de los males, como que no tuviéramos opción.

 

Ambos sectores se oponen firmemente a cualquiera alternativa levantada desde el pueblo, salvo que algunos quieren tomar o conquistar el poder. A esos no les tienen miedo, pues para mantener ese poder igual deben recurrir a los empresarios y a los militares, como hace Ortega en Nicaragua y Maduro en Venezuela. Esos son sólo la competencia, a los que derrotan fácilmente en las elecciones y si van a la lucha armada los tendrán toda la vida peleando mediante el nuevo estilo de estado y de militarización. Algunos dicen que los mapuche están peleando, pero eso es una mentira, pues los mapuche no forman partidos ni luchan por el poder, priorizando por la autoorganización comunitaria de los lof para realizar desde allí la resistencia. Nosotros no contamos con esa autoorganización al estilo de los lof (hasta 200 o más familias articuladas horizontalmente en comunidad) y apenas estamos comenzando con la autogestión en las ollas comunes y huertas comunitarias, de manera que resulta chocante organizar partidos y grupos de combate entre algunos militantes y algunos estudiantes o crear órganos de “poder popular” que más bien se dedican al combate de algunos “en nombre del pueblo”. Eso no ha funcionad ni funcionó en ninguna parte del mundo y cuando ha dado resultado son atrapados por el estalinismo para impulsar el capitalismo de estado, que es lo mismo y así las peleas entre yanquis y chinos son mera competencia entre potencias.

 

Ninguno de los dos sectores de las capas medias está interesado en soltar la guaripola de la conducción de las masas, pero de todas maneras la votación será de apenas cerca de la mitad de los electores y el que gane lo hará con cerca de la mitad de esa mitad, mientras la gran mayoría de la población evade el proceso electoral y sigue su camino de cambiar el mundo desde el barrio, desde los vecinos, desde los cuerpos y cuerpas.

 

La situación irá cambiando cuando se haga masivo el proceso de autogestión y democracia directa en los barrios populares que consigan atraer a los sectores éticos de los barrios medios.

 

Mientras eso no suceda, todas las acciones de las capas medias progresistas e ilustradas se hacen en medio de esa realidad de miedo y odio a los sectores populares y como no tienen  como resolver esa situación, entonces terminan alimentando el individualismo y la fuga de esa población hacia la candidatura Kast. De modo que nuestra estrategia debe ser atraer a los sectores éticos de las capas medias a conocer y comprender la necesidad de la autogestión, la democracia directa y el autogobierno de barrios y comunas por parte de los propios vecinos, pero no mediante discursos, sino por medio de la práctica cada vez más creciente, que se vea que puede ser una alternativa para ellos, que no queremos gobernarlos ni que alguien los gobierne, sino que se gobiernen entre ellos mismos.

 

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