El barrio de Sants, en Barcelona. La retaguardia económica de las resistencias y los cambios

Sants fue el barrio obrero de la ciudad industrial que a fines del siglo XIX ya contaba con sólidas organizaciones obreras y una vasta gama de asociaciones territoriales como cooperativas y espacios de ayuda mutua. Es uno de los territorios catalanes con la mayor densidad asociativa imaginable. Un caso muy particular es Can Batlló, la fábrica textil del siglo XIX que en 2011 fue recuperada y que ahora funciona como Espacio Comunitario y Vecinal Autogestionado (https://canbatllo.org). En ese enorme espacio funcionan 25 comisiones, desde biblioteca popular y circo hasta huertas y rocódromo, una quincena de talleres y diversos proyectos todos autogestionados.



El barrio de Sants, en Barcelona. La retaguardia económica de las resistencias y los cambios

Raúl Zibechi

Caminar por las callejuelas de Sants, un barrio popular muy cerca del centro de la mega ciudad, es tanto como recorrer una historia de clase y un presente de búsquedas, atadas por el hilo de la resistencia y la dignidad.

Saliendo de las grandes avenidas, internándose en el corazón del barrio, decenas de pequeños comercios delatan la diferencia con las catedrales del consumo: mientras éstas presentan cientos de mercancías aquellos se especializan en unas pocas, en las que depositan la diferencia frente a la monótona repetición de las grandes superficies.

Sants fue el barrio obrero de la ciudad industrial que a fines del siglo XIX ya contaba con sólidas organizaciones obreras y una vasta gama de asociaciones territoriales como cooperativas y espacios de ayuda mutua. Es uno de los territorios catalanes con la mayor densidad asociativa imaginable.

“Es una larga historia de 150 años”, explica Ivan Miró, sociólogo, cooperativista e investigador de la economía solidaria, al que encontramos en La Comunal, uno de los espacios cooperativos del barrio donde funciona, entre otros, un restaurante y el periódico La Directa. “Sants es un antiguo pueblo que fue absorbido por la industrialización del siglo XIX. Los grandes industriales que tenían el Paseo de Gracia y el modernismo, tenían sus fábricas aquí. Can Batlló es de 1870, y esa industrialización convirtió al pueblo en un suburbio proletario que generó una clase obrera muy activa”

Explica que la primera huelga general en el Estado Español, en 1855, estalló en Sants bajo el lema “asociación o muerte”, todo un programa en apenas tres palabras. El congreso de Sants de 1918, influenciado por Salvador Seguí y el anarcosindicalismo, crea los sindicatos únicos de industria de la CNT. Con el cooperativismo de consumo, los ateneos obreros y las escuelas racionalistas, conforman una esfera pública proletaria, libertaria, socialista, republicana y catalanista que explica este movimiento”.

En los 60 nace bajo el franquismo un movimiento popular urbano muy potente que lucha para convertir estos espacios industriales reconvertidos por el capital en equipamientos sociales como parques, centros de salud, educativos, mientras el capital quería convertir en espacios especulativos. “Ese movimiento le gano al franquismo al impedir que la reconversión industrial se convirtiera en especulación inmobiliaria”, remata Ivan.

“Nosotros somos hijos de esa experiencia, somos chicos de barrio de los 90 que intentamos superar la cesura de la transición y la derrota de las posiciones rupturistas, logrando subvertirla a comienzos de los 90 con nuevas formas de acción diferentes a las de la vieja izquierda, ocupando centros sociales y convirtiendo al barrio en un sujeto político de cambios sociales”.

Esta historia de luchas y resistencias se fortaleció con el movimiento 15M, el feminismo, el antifascismo y una fuerte identidad popular que recupera su memoria barrial. “La memoria es parte de nuestro proyecto político”.

El humus vecinal

Cuando le preguntamos a Ivan por las organizaciones que existen en Sants, parece ingresar en un terreno en el que se siente cómodo porque le resulta familiar. En un trabajo con Jordi Estivil1, afirma que en Cataluña habría más de 10 mil iniciativas de economía social y solidaria, que agrupan en cuatro vertientes según sus opciones: “la inserción en el mercado capitalista; la complementariedad con las políticas públicas; la hipótesis de un mercado social alternativo y la experimentación de relaciones comunitarias y emancipadoras de reciprocidad no mercantil” (https://bit.ly/3omVxJ9).

Considera que el tejido asociativo barrial es “como el humus” que permite que florezcan iniciativas asociativas de cultura popular, como los castillos humanos “que tienen una dimensión de cooperación social”, a los que agrega las organizaciones de madres y padres en las escuelas, agrupaciones de jóvenes incluyendo un gimnasio público de gestión social, “cosas que luego se traducen en lo político”.

El Impulso Cooperativo de Sants con 35 cooperativas de trabajo, de consumo y de vivienda y varias asociaciones populares, es una de las principales coordinaciones de iniciativas alternativas en el barrio, con las cuales “pretendemos crear estructuras económicas populares para que sean una herramienta con la que la comunidad pueda afrontar sus necesidades”.

Un caso muy particular es Can Batlló, la fábrica textil del siglo XIX que en 2011 fue recuperada y que ahora funciona como Espacio Comunitario y Vecinal Autogestionado (https://canbatllo.org). En ese enorme espacio funcionan 25 comisiones, desde biblioteca popular y circo hasta huertas y rocódromo, una quincena de talleres y diversos proyectos todos autogestionados. En la página, definen el espacio como “un “bien común urbano”, que ha albergado a cientos de iniciativas comunitarias y ha contribuido , desde la experiencia práctica, a hacer posible un urbanismo desde abajo, transformador y popular”.

Una de las nuevas organizaciones que están creciendo en Cataluña, son los sindicatos de barrio que luchan por la vivienda organizando a quienes ya no pueden pagar los alquileres. Ivan define la especulación con el suelo y la vivienda como “violencia inmobiliaria que es uno de los vectores de explotación más potentes”. Los barrios comienzan a poblarse de sindicats de llogaters (inquilinos), sindicatos de barrio como el de Poble Sec, en los cuales concluyen inmigrantes.

De hecho, en Rubí, un municipio del cinturón de Barcelona de cien mil habitantes, en la acampada por la vivienda había muchas familias marroquíes, quizá porque, como destaca Ivan, “el movimiento por la vivienda es donde más se ha dado la hibridación entre el catalán nacido en Cataluña y la gente que tiene orígenes distintos”.

La destitución popular de la monarquía

El diálogo va desembocando, casi inevitablemente, en el debate sobre la independencia, que tantos malos entendidos ha generado. Siento que este sector de militantes apoya la soberanía, la separación de la monarquía española, sin sentirse necesariamente nacionalistas, en el sentido tradicional y excluyente del término. Su enfoque es básicamente social y anticapitalista. “Nos interesan mucho las infraestructuras económicas populares, la retaguardia económica popular que es fundamental para sostener la vida pero también el conflicto social”, apunta Ivan.

Sostiene que los Comités de Defensa de la República, fueron una de las experiencias más potentes de los últimos años “donde todo este tejido asociativo fue el que organizó esta especie de poder popular”. Fue una experiencia que mostró la fuerza que tiene el “proceso destituyente de la monarquía española y de instituir algo distinto que aún no es claro”, pero que se asienta en la soberanía popular, “en la auto organización y control territorial que ha sido lo más interesante”.

A diferencia de la derecha y el centro catalanes, que hablan del procés de independentista, este sector lo devine como “proceso de destitución popular de la monarquía”, que sienten aprisiona los impulsos emancipatorios y es funcional al fascismo. “Eso explica porqué queremos la independencia de Cataluña, cuando en mi caso no soy nacionalista ni defiendo el rollo étnico sino la posibilidad de ruptura democrática con el Estado Español, que es un Estado no democrático y en el día de hoy la monarquía da vergüenza”.

– ¿Cómo desearías que siga el proceso por abajo?

– Me gustaría que toda al fuerza constituyente catalana entendiera que uno de los debates centrales es el cambio del modelo económico, la crisis ecológica, porque la soberanía de la que se habla no es posible en el capitalismo. El otro día una marcha de 25 mil personas contra la ampliación del aeropuerto, pero a la vez tenemos que crear una economía popular no mercantil ni capitalista mezclando municipalismo, cooperativismo, comunalismo y con los bagajes de las luchas sociales y migrantes.

1 Publicado en Sobiranies el 27 de mayo de 2020.