El paradigma o marco teórico para reconstruir el común
Jaime Yovanovic (Profesor J)
Dice Eduardo Galeano que la utopía está en el horizonte y que cuando caminamos hacia ella al acercarnos se aleja y así caminamos nuevamente y se vuelve a alejar. Y pregunta ¿Entonces para qué sirve la utopía? La utopía entonces sirve para caminar.
Los zapatista dicen que caminando preguntamos, o sea el diálogo de los caminantes, de los que buscan la utopía, lo que quiere decir que no caminamos solos o al menos que hay muchos en el camino lo que indica que ya no se habla del sujeto individual, sino del sujeto común.
Marx dijo que el sujeto camina a la utopía que es el común y para ello había que conquistar el aparato de dominación que es el estado, lo que alegró a algunos de sus seguidores que se hicieron marxistas interesados en el poder estatal. Pero se enceguecieron y no vieron que Marx descartó posteriormente el estado y aprendió que la comuna lo sustituye, o lo vieron pero no les importó y siguieron caminando en pos del poder del estado mientras Marx cambiaba su objeto de estudios y escribió sobre la comunidad, sobre las comunidades campesinas rusas, sobre las comunidades indígenas de Asia y América y dijo que había un tercer modo de producción que llamó Modo de Producción Asiático y sostuvo que esas comunidades no necesitaban el capitalismo (no requerían el estado) para avanzar al común, a la sociedad sin clases, pues éstas no existían en las comunidades.
Los anarquistas buscaron la utopía entre la gente, aunque algunos salieron de la gente para asumir ellos las tareas de “destrucción” del poder siguiendo el camino de Ludd y los ludistas incendiando fábricas, poniendo bombas y atentando contra la vida, pero grandes anarquistas pensaron que había que acercarse a la vida y al mundo de la vida, como Kropotkin en Rusia, Murray Bookchin en Estados Unidos y David Graeber también en Estados Unidos.
Al encuentro de estas dos miradas o formas de caminar hacia la utopía se levantan los muertos no como zombis sino muy vivos saliendo de las selvas y bajando de las montañas aquellos que fueron colonizados por el “progreso” del capitalismo y había sido despojados de los territorios. Las formas ancestrales de vivir están siendo rescatadas hoy por los descendientes de los mayas como los zapatistas de Chiapas que han organizado las comunidades indígenas de todo el país y despliegan importantes experiencias de autonomía comunitaria y autogestión que están siendo aplicadas crecientemente en sectores campesinos y de periferias urbanas. Lo mismo están haciendo las comunidades kurdas en oriente medio que han llegado a contar con extensas redes horizontales que alcanzan a regiones de Irán, Irak, Siria y Turquía y ya cuentan con áreas de influencia en países vecinos. También están en lo mismo buena parte de los pueblos ocupados y obligados a ser “originarios” de los estados aunque los mapuche nunca se han considerado originarios.
Los que hemos sido educado bajo la ideología colonial con sus estados patriarcales, su cultura individualista, su economía capitalista y su visión eurocentrista lo más que hemos podido avanzar ha sido que algunos han intentado reformar dicho estado desarrollando el capitalismo de izquierda o capitalismo de estado.
De esa manera pensadores y grupos de izquierda, marxistas, anarquistas, zapatistas, autónomos, situacionistas, libertarios, ecologistas, feministas y otros se han ido acercando a las experiencias de esas comunidades ancestrales estudiando y recogiendo elementos de su cosmovisión pre-patriarcal, por lo que entre todos estamos en condiciones armar como rompecabezas una plataforma conceptual de principios y conclusiones para descubrir o diseñar aspectos de una nueva utopía del cambio civilizatorio, un nuevo marco teórico, paradigma, ideología, filosofía o cosmovisión cuyo eje principal son dos: la autonomía de cada diversidad y el común o lo común de todos.
El común se refiere a la no propiedad y que todo es de todos, en tanto la autonomía representa el hecho de que cada experiencia, comunidad, nicho ecológico, oikos es diferente de las otras y no depende de factor externo ninguno, ya sea un terremoto, ya sea un autor, ya sea el poder patriarcal.
Esa nueva cosmovisión obviamente se gesta o se está gestando desde una nueva subjetividad que engloba los aspecto de cada ideología y cosmovisiones que intervienen y potencian esos dos ejes centrales del cambio civilizatorio y pueden articularse para poder actuar juntas mediante la teoría de la complejidad que estudia considerando además del objeto de estudio aquellos que le influyen y a los cuales influye a su vez teniendo en cuenta las vertientes verticales, horizontales y rizomáticas del análisis.
La pedagogía de la construcción del paradigma del cambio civilizatorio
Introducción
Los aspectos pedagógicos y metodológicos de la construcción de una nueva subjetividad-cosmovisión que parta de los dos ejes propuestos de autonomía y el común en la diversidad, deben considerar distintos elementos que a su vez son cambiantes o dinámicos, aunque para la mentalidad racionalista, cómoda, tecnocrática, pasiva y utilitaria predominante resulta mejor buscar -o esperar que llegue- la fórmula, la solución o la estrategia por parte de un intelectual o un partido (intelectual colectivo), lo que otorga ventaja a la clase media ilustrada de profesionales universitarios educados en los antros del saber-poder, por lo tanto resulta mejor buscar, investigar y descubrir los brotes de la reflexión del cambio civilizatorio en las prácticas de los sectores populares como barrios periféricos de las ciudades y comunidades rurales en la misma forma que Sartre veía la resistencia de los franceses contra la invasión alemana:
“Jamás fuimos tan libres como bajo la ocupación alemana”. La célebre afirmación de Sartre se encuentra al comienzo de un artículo de 1944 titulado “La república del silencio”. ¿Cómo se explica esta paradoja, encontrar el máximo de libertad bajo un máximo de dominación?
Sartre podría haber escrito “contra” en lugar de “bajo”: la libertad a la que se refiere no se encuentra en ninguna forma de resignación a la ocupación (exilio interior, contemplación, etc.), sino en la resistencia activa contra ella. La resistencia fue una experiencia de libertad, insiste Sartre, porque articuló el “cada uno” y el “todos” en un vínculo intenso.
El sujeto común y la producción del nuevo saber en la práctica cotidiana de expresión y despliegue de las nuevas relaciones y forma de vida compartida.
El nuevo saber no se produce y reproduce por fuera del mundo de la vida como resultado de una operación mental de acción comunicativa (Habermas y el circuito de la acción comunicativa que tiene como inicio a los más preparados) o una traslación de conceptos de una mente a otra (el contexto de los pasivos que esperan al intelectual poseedor de la verdad) al estilo Freire y la evangelización que llamó “concientización para la liberación” o el estilo Harnecker reproducido por la Surda y sus hijos putativos del mal llamado autonomismo (que preconiza que la izquierda política dirige a la izquierda social), sino por el tejido de comunicaciones que van y vienen de forma oral, gestual y corporal entre los participantes de la acción de vida que normalmente debiera ser de carácter autogestionario o diríamos de minga, Es un acto común de transformación del mundo que se piensa y se conversa de tal modo que la continuidad puede contener cambios o mutaciones derivadas del análisis compartido por los intervinientes, que es la forma como llegaron nuestros ancestros a construir enormes pirámides y sistemas de regadío que son la admiración de los ingenieros de hoy.
Están-estamos construyendo mundo con las manos y con el análisis compartido de forma horizontal en un ciclo reiterativo, ascendente y cambiante como espiral o mejor aún como un rizoma (según Deleuze y Guattari). Esa es nuestra pedagogía, educación o construcción de saber, que traspasa la acción vertical del poder de la trasmisión de conocimientos y la supera sobrepasando y dando por resueltas las tesis alcanzadas de Freire con la concientización para la liberación, de Illich de la desescolarización y de Ranciere del maestro ignorante, para salir del juego y rejuego ideológico de quienes defienden o disputan el poder y sumergirnos en el mundo de la vida para descubrir que la memoria histórica de la especie que porta cada cuerpo y cuerpa se activa al encuentro de estas prácticas compartidas de recuperar el mundo común, sin propiedades, sin amos.
No se trata de construir o imaginar un nuevo mundo ideal confeccionado por la mente inteligente e ilustrada del nuevo saber-poder que conlleva la clase media que quiere sustituir a la oligarquía en la dirección del aparato estatal. Ahora se trata de representar mentalmente el nuevo mundo que hacemos con nuestras manos y con el tejido de oralidades y sensaciones que deviene de esa aproximación activa y dinámica de diferentes cuerpos, diferentes historias y diferentes ideologías con el acto transformador en común y con el contacto autogestionario con la madre tierra, esos tres elementos (sujeto común, acto común y naturaleza) constituyen en su interacción y en la influencia que cada uno realiza hacia los otros dos, la base material de la relación del común, una nueva relación o tejido de relaciones, que se asemeja a lo que Gabriela Mistral define como “ronda”, que no es sólo un juego-baile de niños, sino las espigas que se mueves con el viento o las olas que se mueves en el mar.
Ese sistema de relaciones múltiples que interactúan es un circuito de flujo vital energético por donde circulan básicamente los afectos, la espiritualidad, la energía, el amor, el newén, la potencia, etc, enmarcado en sistemas como un bosque, una montaña, un enjambre, un lof, un ayllu, un oikos, un nicho ecológico, pero no la voluntad, las ideas y las palabras, que forman parte de la base material por donde circulan esas energías enlazándonos en un todo del que surge la subjetividad o producción de sujeto.
De allí que hemos comunicado a miembros de la comunidad en formación que estaremos tomando notas de los actos comunes y las relaciones para graficar esto que estamos diciendo, o sea, no dictar las normas a seguir para cambiar el mundo sino descubrir y descubrirse en tanto sujetos transformadores y que los diálogos en lo inmediato para resolver un asunto -por ejemplo mil detalles para sacar un poste y cavar para instarlo más allá son nuestra propia escuela que además del poste nos teje relacionalmente, la paciencia, el compartir, el oír, el proponer, en entrecruzar anécdotas y chistes, el reír, el recordar, el conservar, el cuidarnos, el proteger a los niños, cuidar a los perros para que no sean atropellados, no pisar las plantas, en fin, esos diálogos y sensaciones son como agujas del tejido común, a diferencia de la tecnología moderna que al dejar de lado el tejido energético y afectivo de todas actividad, no contribuye ni incorpora el alimento necesario para nutrir las dinámicas vitales.
Escribir y comentar sobre ello permite una reflexión constructora de conciencia, ya que muchas actividades, actos y respuestas se han hecho casi de forma inconsciente, espontánea, sin embargo la idea es aprender a conocer las formas de vincularnos con lo inconsciente, pues así entramos en contacto con la memoria histórica de la especie presente en cada cuerpo y también podemos discernir elementos que han ingresado a nuestra psique y personalidad por vía subliminal. Será poco lo que se avanzará en hacer conciencia de ello, pues será un proceso largo que sabemos opera independientemente de nuestra voluntad.
De esa manera el contar con relatos de lo que se hace, se dice y se conversa servirá para analizar y evaluar la dirección material e intelectual de los procesos comunes y trabajos autogestionarios, para mejorarlos y así contribuir a la cohesión grupal no disciplinaria y normativa, sino afectiva, es decir que estamos teorizando sobre el asunto, lo que permitirá extraer o sistematizar algunos elementos que sean también de utilidad para otras experiencias transformadoras.
En conclusión al hacer una teoría de nuestros actos que apuntan al reencuentro de los cuerpos, corazones y naturaleza todo ello como forma de vivir con autonomía comunitaria, estamos haciendo un marco teórico o paradigma que servirá para sintetizar modos de desarrollar la reproducción cultural de lo que nos sea útil, placentero, equilibrado y armonioso para nuestra escuela propia donde los niños aprenderán incorporándose en este circuito en modos que aprenderemos en la misma práctica recogiendo de ella nuevos otros pasos y así en adelante, constituyendo nuevos usos y costumbres que de hecho no responden a la reproducción cultural de la sociedad patriarcal mercantil.