Chile: Gana la abstención, seguida por las capas medias. El pueblo no quiere ser gobernado. Quiere gobernar.
Jaime Yovanovic (Profesor J)
Ha quedado claro que hoy día son las clases medias las que determinan las elecciones, pues el empresariado no se importa quien gobierne y el pueblo ya dijo en el estallido que no quiere más la partidocracia burocrática y parasitaria. Tienen toda la razón en querer volver al voto obligatorio, pues la población les está dando una paliza tras la otra, pero piden más, y regresan, y viene la otra paliza. No aprenden, o más bien no quieren aprender, así que van a cortar por lo sano y nos pondrán el voto obligatorio. Eso de una vez la derecha, otra vez la izquierda y así sucesivamente ya nos tiene cansados a todos y los únicos felices son los propietarios de las empresas que destruyen la madre tierra y los cafiches del estado: partidos políticos, funcionarios estatales y uniformados.
Las clases medias que viven de las migajas que les chorrea el mercado y el estado, se dividen en dos grandes grupos: los parásitos chupasangre enchufados al mercado, básicamente propietarios de algún medio como taxi colectivo, tienda, parcela o micro empresa que obviamente defienden su pega y son conservadores. Por el otro lado están los parásitos del título universitario, que al no tener propiedad productiva se enchufan al estado y lo defienden a brazo partido, o a una empresa, por lo que defienden el capitalismo, o como alternativa arman su think tank, su centro cultural, su consultorio “autogestionado”, su partido político, su fundación, su ONG, etc. Algunos al parecer bien intencionados montan su tienda de productos orgánicos, su academia de yoga, su veterinaria o consultorio espiritual y cientos de otros “emprendimientos” dirigidos quienes tienen cierta capacidad consumo.
Un think tank (cuya traducción literal del inglés es «tanque de pensamiento»), laboratorio de ideas, instituto de investigación, gabinete estratégico, centro de pensamiento o centro de reflexión es una institución o grupo de expertos de naturaleza investigadora, cuya función es la reflexión intelectual sobre asuntos de política social, estrategia política, economía, militar, tecnología o cultura.
Para eso ha servido la proliferación de universidades donde partidos, estado y empresas han invertido enormes cantidades de dinero con una educación comercial para formar estas capas de micro capitalistas de izquierda y de derecha.
Este sector ha superado los límites agotados de los partidos de izquierda y derecha que vivían administrando el liberalismo y el socialismo que ya han llegado a las fronteras del estado tradicional y se abre paso el estado regido por instrumentos tecnológicos de gran desarrollo que se insertan especialmente en las áreas básicas del poder: la producción (como las metodologías del extractivismo, la nano tecnología y los transgénicos), la represión (la proliferación del armamentismo y la militarización), la prevención de contrainsurgencia (el panóptico y más) y las comunicaciones (la uberización de todas las relaciones sociales y comerciales, el metaverso, etc). Así el nuevo estado que surge de la crisis económica, de la crisis de las instituciones y de la crisis pandémica, es un estado más centralizado y represivo (ver los casos extremos de Trump y Bolsonaro por la derecha y de Maduro y Ortega por la izquierda) cuya síntesis la presenta el estilo del capitalismo de estado chino.
En este estado el factor principal es la clase media que es el nuevo “proletariado” del capital mientras la mayoría de la población queda al margen vendiendo cualquier cosa por la calle, entregándose al trabajo esclavo, comercializando su propio cuerpo o ingresando a las filas del narcotráfico en los ejércitos de la economía paralela del lado oscuro del poder.
De allí que la pelea del clásico eterno entre izquierda y derecha que no es más la forma de disputar el estado que antes era codiciado por los partidos vinculados a la aristocracia obrera en la época que el obrero aún producía nuevo valor, hoy se presenta entre los miembros de esa clase media que articula los componentes del tinglado de la sociedad del espectáculo. Entre ellos como caballeros se disputan los asientos del poder que comparten los políticos con los empresarios que los alimentan.
Así da lo mismo un Kast que teme y odia a los rotos que un Boric que los utiliza, puesto que ambos representan al sector parasitario de una sociedad donde el trabajo es sustituido por la máquina, el computador y la virtualidad y así se forman ellos pensando que esa es la forma honesta de vivir, obviamente si se les esconde la realidad como el animalito que ha vivido siempre en jaula y no sabe que puede pensar, filosofar y ver más allá la verdad de la milanesa, dejándole esa tarea a “los seres de luz”, a los iluminados de la nueva Ilustración, los que ahora nos van a llevar como pollitos a una segunda vuelta cuando el pueblo ya sabe el final, uno de esos dos gallos va a quedar y el otro lamiéndose las heridas va a seguir con la canción para ver si en otros cuatro o seis años “ahora si que si” vendiendo pomadas disfrazadas de esperanza para evitar que cada uno de nosotros miremos hacia el lado dejando de mirar hacia el cielo. Esa es la función de esos sujetos que suben al escenario a brillar: evitar que miremos a los vecinos, Pues descubrir que nos tienen separados y peleando como tontos entre izquierda y derecha sería algo subversivo, pues podemos encontrar allí la solución a nuestros problemas y dejar de rezar a los santitos. Y así es en realidad, veamos:
Es estallido dijo no a todos esos gallos, la gente salió a expresar su indignación contra todo lo que nos rodea: el sistema, el estado, la economía, los partidos, etc sin presentar una alternativa o una solución que sin percibirlo estaba en ellos mismos y después los partidos legales e ilegales corrieron a tapar la vista para mostrarse ellos como la alternativa, evitando el descubrimiento de la propia potencia social. Todos los partidos, de izquierda y derecha, legales e ilegales se empujaban unos a otros para ponerse en la visual, obviamente si quieren ser vanguardia, ponerse a la cabeza y decir al pueblo que ellos tienen el camino de salvación, que no es otro que reconocerlos a ellos, los perlas, como los seres de luz que alumbran el camino, o sea ser ratones del flautista de Hamelin, enanos de la princesa, seguidores de los salvadores de la patria.
Pero el pueblo ha sido sabio y ha bajado la participación electoral, votaron 7.067.476 personas, lo que equivale al 47% del padrón, compuesto por 15.030.974 personas habilitadas para sufragar. Es decir, hubo una abstención del 53%. Digamos claramente que ya no estamos frente a una tendencia, sino a una hecho consumado: Más de la mitad de la población da la espalda a las instituciones y a los partidos, no ven allí una solución, y el tema está en que aún la ven pocas personas a pesar de que cada día se incorporan más y más vecinos a las tareas, lo que significa que tenemos dos grandes tareas por delante:
La primera tarea es consolidar y ampliar las prácticas y experiencias en los barrios periféricos y campamentos de tomas de terrenos la democracia directa y la autogestión.
Primero hay que decir que eso se consigue con el pueblo unido, lo que se dificulta por la presencia de partidos clandestinos que aparecen como grupos o personas autónomas, pues en vez de pueblo unido se trataría del terreno o coto de caza para el reclutamiento y la competencia de otros que hacen lo mismo, lo que hoy se verifica en la lucha de tendencias en las asambleas territoriales que sólo son “resueltas” mediante acuerdos secretos entre partidos, así como las actividades o campañas a ejecutar que no vienen de los vecinos sino que sin colocados allí por los partidos según su estrategia general que es la misma en todas partes, y eso es aniquilar el protagonismo y autonomía vecinal para colocarlos a todos bajo las orientaciones del partido. Hemos visto que todos dicen “aquí hay un acuerdo de funcionar sin partidos”, pero la insistencia los delata, pues buscan armar las coordinadoras o redes para atar verticalmente los espacios que controlan o buscan organizar lo que llaman el “poder popular”, lo que delata las intenciones de acumular fuerzas para el asalto al poder central y la toma del poder del estado, con lo que estaríamos cayendo en lo mismo.
El pueblo unido no es una organización de izquierda, pues en ese caso no sería pueblo unido sino una parte del pueblo que hace enemigos con la otra parte, los de derecha o de centro a los que hay que derrotar, vencer y aniquilar. Todos los vecinos, independientemente de su color político, son el pueblo unido.
Con todos ellos hay que fortalecer las ollas comunes, las mingas y las huertas comunitarias, espacios donde sus participantes resuelven problemas en común, practican la autogestión y aprenden que es mejor estar juntos y hacer comunidad como las abejas antes que andar y luchar cada uno para su santo. Esa escuela es la formadora de la unidad y hay que armarla donde no hay y no hay que “invitar” otros vecinos como quien invita a una concentración sino que debe verse y oírse. Viendo la olla y como se reparte a mucha gente, puede atraer vecinos a apoyar, pero no vienen si levantamos carteles de la resistencia, ya que así sólo vendrán los convencidos, Hay que guardar a los reconocidos izquierdistas del barrio para que otros vecinos puedan acercarse.
Así podemos aprender a administrar todos los asuntos del barrio en lo que sería como un autogobierno barrial, lo que resultará sumamente provechoso cuando dos o tres barrios puedan comenzar los primeros brotes del autogobierno comunal.
En segundo lugar hay que aprender a trabajar hacia los barrios de clase media y eso sólo se puede hacer mediante los hechos, pues mediante elementos como la sensibilidad y la ética, muchos de ellos, pueden ser atraídos a intercambiar experiencias y entretejer economías, cultura, etc. Hasta que entiendan que sólo están nutriendo a las grandes empresas y mejor harían aprendiendo a administrar entre ellos mismos sus asuntos barriales.
La población mayoritariamente se cansó de este modo de vivir y de administrar el país. Es la hora de los barrios periféricos y de las comunidades, entonces fortalezcamos la democracia directa y la autogestión donde la hay, hagamos otras donde no las hay, aprendamos a administrar el barrio y busquemos intercambio con productores campesinos, con los lof mapuche y los ayllus andinos.
Salga el gobierno que salga no podemos estar a la espera de que caiga maná del cielo. Manos a la obra.