El trabajo teórico e intelectual de nuestro post estallido
Jaime Yovanovic (Profesor J)
El intelectual colectivo (el partido) y el intelectual orgánico ligado a las luchas sociales (militante de un partido o intentando aplicar la tesis de Marta Harnecker de que la izquierda política –la que lucha por el poder- “dirige a la izquierda social) se han encargado de expropiar la potencia y subjetividad del sujeto social vaciándolo de contenido para transformarlos en meros seguidores de la luz que irradia el partido y sus intelectuales, que en el caso chileno han fusionado ambas actividades en una nueva Ilustración de un nuevo Siglo de las Luces que tiene su non plus ultra en el estado.
Non plus ultra significa literalmente ‘no más allá’. Tiene su origen en la expresión que, según la leyenda, Hércules grabó en el estrecho de Gibraltar para indicar que no había tierra más allá, que ahí terminaba el mundo conocido. En español es locución nominal masculina y significa cosa que ha alcanzado la máxima perfección, el no va más.
Este gente, los intelectuales que no ven más allá del estado, en realidad no quieren ver, pues tienen por objetivo la fantasía de acabar con el poder sometiendo al pueblo a las empresas que siguen siendo el caballito de batalla del capital y por eso las empresas estatizada son tanto o más extractivistas destruyendo la madre tierra como el capital privado, lo que se traduce en la práctica en que los estado socialistas o simplemente progresistas forman parte de la maraña mundial del capital y compiten contra los estados que defienden el capital privado por el temor de que estos estatistas acaben con la competencia y así vivimos entre guerras y represiones.
Esta competencia transformada en política y en guerra ha llegado a límites intolerables amenazando la vida en el planeta por lo que es bastante reduccionista y miserable envolver a los pueblos en estas batallas en especial porque el desarrollo de las máquinas y la tecnología han acabado con la producción de plusvalía realizando así la reflexión de Marx en los Grundisses sobre la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, que significa que cada vez hay menos plusvalía, lo que ha terminado por modificar la ley del valor y la composición orgánica del capital llegando a un mundo donde la masa de mano de obra ligada a la producción de nuevo valor se está reduciendo aceleradamente reemplazada por cables y botones.
Ello corroe las bases de la ideología del proletariado que estos intelectuales no quieren abandonar porque permite justificar la conducción de las masas obreras en extinción a condición de que los pongan a ellos en los aparatos del poder, así los partidos de dicha ideología, reformistas o revolucionarios pueden presentar un modelo exitoso de sociedad ante la gigantesca masa de los excluidos, que a nivel mundial bordea el 80 o más porciento de la humanidad.
La vuelta a la Ilustración o nuevo siglo de las luces expresa esta nueva realidad donde los obreros ya no pueden ser la vanguardia que pasa ahora a la pequeña burguesía que maneja la tecnología con la punta de los dedos y “se parece” a la clase obrera que manejaba las máquinas a pulso. De esa manera los universitarios poseedores de este saber-poder que sólo puede expresarse dentro del esquema capitalista de la competencia que deriva en política y en guerra, se organizan y asumen la conducción de los intelectuales colectivos y se transforman en intelectuales orgánicos, en un proceso que en lo partidario reflejó por ejemplo en Chile la Surda que luego se transforma en varios grupos autonomistas donde algunos se unen a salidos del partido comunista (partido del viejo reformismo obrero que tras la muerte de Gladys Marín se convierte abiertamente en partido reformista pequeño burgués en manos de Teillier y la vieja aristocracia obrera devenida en nuevos pequebús ilustrados) y a algunos gramscianos gestando el partido Igualdad. Luego se agrupan todos los ilustrados arrastrando algunos libertarios o ex libertarios para constituir el Frente Amplio que se encuentra finalmente con las sobras del viejo movimiento obrero, hoy parte integrada de la nueva Ilustración y dispuestos a realizar su propia revolución francesa, lo que esperan realizar con una pata en el poder y otra pata entre los dominados, con lo que terminarán descuartizados al ser arrastrados por las nuevas dinámicas sociales.
El mismo proceso de “modificaciones” se ha dado en las vanguardias en todas partes que han terminado con la ETA en España, con Syriza en Grecia, con el PC y la antipolítica en Italia, con la izquierda española que se ahoga sin entender cómo y por qué crecen las corrientes fascistas, con las primaveras árabes, con los peronistas y la izquierda argentina, con las Farc de Colombia, con el PT en Brasil, con Evo Morales en Bolivia, Correa en Ecuador, el Frente Amplio uruguayo, etc. Y en forma más extrema en la transformación de los procesos revolucionarios en dictaduras abiertas asfixiadas por la competencia capitalista que se expresa en desbordes políticos y militares.
Por mantener los aparatos de estado y por mantenerse ellos como nueva clase burguesa han dejado de lado a sus propios pueblos que sin embargo se levantan de una y otra manera y es claro que vienen los rivales de la competencia a meter su cuchara, lo que no significa que manejan a las masas oprimidas que no son tan manejables como dicen ellos que las manejan como quieren.
Eso es lo primero que deben contener las reflexiones intelectuales de esta nueva época: poner en cuestión las ideologías y estrategias probadas hasta ahora, pero no es posible hacerlo antes de observar cómo se están desarrollando las nuevas relaciones y dinámicas en los pueblos. O sea que no se trata de cuestionar un camino mal hecho para mostrar el camino bueno si estamos viendo delante de nuestros propios ojos que los pueblos no esperan a nadie y están desplegando su propia potencia, formas de vivir y subjetividad, por lo tanto el papel de las reflexiones hoy en día está en esos propios pueblos que caminan. Lo más que podemos hacer son reflexiones sobre los pueblos, es decir pensar lo que hacen otros.
Algunos intelectuales colectivos que han debido pasar a la clandestinidad siguen aplicando los mismos paradigmas de interpretación y las mismas estrategias introduciéndose en las diferentes dinámicas sociales no para pensar lo que hacen otros sino para instalarse y ganar progresivamente la capacidad de conducirlas a la toma del poder, especialmente buscan o forman grupos feministas, lo que es un contrasentido puesto que los partidos son de origen, contenido, estructura y objetivos patriarcales, o penetran o montan sus grupos ecologistas y otros más, que también se van quebrando en diferentes colectivos según el partido a cargo, como sucedió con el movimiento del agua y el de Quintero.
Esos grupos de intelectuales colectivos que piensan lo que quieren que hagan otros son dirigidos por miembros de la vieja guardia derrotada política y militarmente por el poder y por el partido del orden (derecha, centro, izquierda y militares unidos). Su problema está en que se han cerrado en el dogma religioso de la vocación de poder, pues no ven otra salida teórica que la confrontación y ganarla, pero como las experiencias que pueden mostrarnos se han transformado todas en dictaduras al servicio del capital con sus pueblos enardecidos en contra, deben apoyarse en mantener en pie las propias experiencias que aunque finalmente derrotadas sirven para insuflar ánimo y llamar a otra gente a la competencia, de allí que deben basarse en el voluntarismo, con lo que alejan a la gente de las tareas de organización y desarrollo de la democracia directa y de la autogestión, en tanto buscan penetrar las experiencias que existen, como las asambleas territoriales u ollas comunes, en su propia competencia de ganarle el quien vive a los otros grupos, como pelearse un coto de caza. Podemos imaginar la pobreza intelectual y la mente colonizada y evangelizada de esas formas de pensamiento y de teoría, que quedan atrapadas en el círculo cerrado y pragmático de Max Weber de la racionalidad instrumental de la filosofía positivista o en los dogmas que enceguecen la vista obnubilados por la vocación de poder.
Por parte del pueblo, tenemos varios indicadores de por dónde va la micro: Durante el gobierno de Allende diversos sectores se organizaron para asumir desde abajo las dinámicas propias que permitían resistir al capital y construir nuevas formas de vivir, como los consejos comunales campesinos, la distribución popular en base a los almacenes populares donde llegaban los productos del campo y de las grandes distribuidoras que estaban en manos de sus trabajadores que se incorporaban a los cordones industriales, las redes de campamentos de pobladores sin casa y otras expresiones, que si bien estaban dirigidas por el Mir, representaban nuevas formas de vivir aunque la mayor parte de los dirigentes de ese mantenían sus viejas costumbres de orientarse por la vocación de poder, tan cerrada que cuando falleció Miguel Enríquez los dirigentes máximos corrieron a entregarse al estalinismo para ganar la competencia en tanto la resistencia se fue dividiendo en tres direcciones: la militar, la democrática y la social, que de ser direcciones operativas se convirtieron en divisiones de partido y patéticas campañas internas entre unos y otros.
Sin embargo fue el propio pueblo que se levantó en todos los barrios del país y de los territorios ocupados a otras naciones, llegando las jornadas de protesta y barricadas incendiarias a hacer temblar a la dictadura que se vio obligada a negociar la salida con los partidos que aseguran el orden y la continuidad de la ganancia capitalista. Así fue hecho y nos hicieron salir a las calles cantando el venceremos hasta que los actos de amor de los dos o tres primeros años post Pinochet estallaron en la revolución pingüina de 2006 donde esos niños, niñas y niñes nacidos del amor y la esperanza dijeron claramente su sentimiento tomando cientos de escuelas (Wikipedia y los partidos dicen que fueron 400 y se movilizaron 600.000 estudiantes, pero fueron muchos más, sólo el Clarín arriesga diciendo que eran un millón) organizando guardias, acampadas, olla común, democracia directa, viviendo y durmiendo juntos, mostrando que se puede vivir de otra forma y ganando así la simpatía y el apoyo de madres y apoderados que veían a sus hijos como actores de algo nuevo llegando a pasar el 80% de apoyo en las encuestas. Todos dijeron, incluso ellos mismos que era una lucha por la gratuidad de la educación, pero resultó en que los chicos mostraban que era posible y necesaria otra forma de vivir y de relacionarse. Obviamente la izquierda negoció en las mesas y el partido comunista vendió el movimiento.
Los pensamientos, reflexiones y subjetividad del movimiento pingüino fueron enmarcados en los límites y limitaciones de los intereses en pugna que tenían como eje la defensa o la toma del poder, lo mismo que se vivió en la revolución universitaria de 2011 que fue traicionada por los futuros líderes ilustrados mediante el plato de lentejas de los sillones parlamentarios.
Fin de la Primera parte, atentos a la segunda porque hay mucho que decir.