El paradigma de Abdullah Öcalan: redefiniendo la revolución
En general, la revolución se define como un cambio repentino, completo o marcado en algo. En ciencia política, una revolución (en latín: revolutio, “un cambio”) es un cambio fundamental y relativamente repentino en el poder político y la organización política, que ocurre cuando la población se rebela contra el gobierno, normalmente debido a la opresión percibida o la incompetencia política.
Hay diferentes definiciones, según la visión ideológica.
Cuando un grupo de estudiantes y trabajadores de izquierda de Kurdistán y Turquía, bajo el liderazgo de Abdullah Öcalan, comenzó a organizarse en la década de 1970, la revolución se definió a la luz de la teoría marxista. En el folleto “El camino de la revolución de Kurdistán”, que fue escrito por Öcalan en el verano de 1978, la tarea de la revolución se define como “crear un Estado kurdo independiente, unido y democrático”. Con la creación de un Kurdistán (República Popular Democrática) democrático, pretendían garantizar la liberación de todas las estructuras sociales. Para ello, se necesitaba, en primer lugar, una “revolución nacional democrática” y luego una “revolución socialista”. En su comprensión de esa época, después de la eliminación del colonialismo en todos los campos de la vida, Kurdistán podría emprender el camino hacia el desarrollo independiente en los ámbitos político, económico, y en las esferas culturales y sociales. La revolución de Kurdistán fue vista como parte de la revolución del proletariado mundial, que comenzó con la Revolución de Octubre y fue ganando fuerza a través de los movimientos de liberación nacional.
Con el tiempo, esta comprensión de la revolución dentro del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) cambió radicalmente. La redefinición de la revolución se basa principalmente en la crítica de Öcalan al positivismo y sus análisis del Estado y el poder. Si bien, como se mencionó anteriormente, el objetivo de la revolución en Kurdistán se definió como la creación de un Estado independiente, unido y democrático, junto con el colapso de la Unión Soviética (URSS), Öcalan tomó cada vez más una mirada crítica al Estado y al poder. Esta reconsideración se manifestó en los escritos carcelarios de Öcalan, después de su captura en 1999 y su paradigma de democracia, ecología y liberación de la mujer, desarrollado en prisión.
Öcalan analiza la civilización estatal de cinco mil años como una acumulación de poder y capital. Si bien anteriormente creía que la fundación de un Estado independiente, donde los kurdos se gobiernan a sí mismos, resolvería la cuestión de la libertad, más tarde llegó a la conclusión de que el Estado como estructura que reproduce continuamente las relaciones de poder está en contradicción con la libertad. El Estado no puede ser la estructura y la forma para lograr la libertad, porque es la expresión del poder y la dominación. Esa es la razón por la que el PKK cambió su estrategia, rompió con el objetivo de fundar un Estado-nación kurdo y en su lugar desarrolló el modelo del Confederalismo Democrático.
La “sociedad moral y política”
El análisis de Öcalan de la historia de cinco mil años del Estado y el poder es extremadamente completo y un tema en sí mismo. Por tanto, me centraré en aspectos relacionados con su comprensión de la revolución. En su libro “Sociología de la libertad” (escrito en 2008), Öcalan expone el papel más importante desempeñado por el Estado y el poder como “dejar a la sociedad débil y privarla de su capacidad para defenderse, asegurando que el tejido moral y político de la sociedad, es decir, su propio medio de existencia, se debilita continuamente hasta que ya no puede seguir desempeñando su papel”.
La sociedad moral y política es una de las nociones más centrales en el pensamiento de Öcalan. Para él, la sociedad moral y política representa el estado natural de la sociedad. Eso significa que rompe con las categorizaciones positivistas de la sociedad según sus relaciones de producción. Por ejemplo, según la teoría de Marx del materialismo histórico, las sociedades atraviesan seis etapas: sociedad comunista primitiva, sociedad esclavista, sociedad feudal, sociedad capitalista, sociedad socialista y, finalmente, sociedad comunista sin Estado. O hay conceptos como sociedad industrial, etc.
En opinión de Öcalan, una sociedad puede existir sin el Estado, la clase, la explotación, la ciudad, el poder o la nación, pero una sociedad desprovista de moral y política es impensable. La sociedad no puede mantener su existencia si no puede establecer las áreas clave de la moral y la política. El papel fundamental de la moral es dotar a la sociedad de las reglas necesarias para seguir existiendo y proporcionar la capacidad para implementarlas. El papel de la política es proporcionar a la sociedad las reglas morales necesarias y, mediante un proceso de discusión continua, decidir los medios y métodos necesarios para satisfacer las necesidades materiales e intelectuales fundamentales de la sociedad.
Cualquier sociedad que pierda las reglas que gobiernan su existencia y la capacidad de implementarlas, se convierte en nada más que una manada de animales y luego puede ser fácilmente abusada y explotada. Según Öcalan, el deber fundamental del poder y del Estado es evitar que la sociedad utilice su poder moral y político, las dos estrategias fundamentales para su existencia, y reemplazarlas por leyes y gobernantes en todo momento.
“Históricamente –escribe Öcalan-, el poder y los aparatos y relaciones estatales siempre han instituido la ley en lugar de la moral social, e impuesto la administración estatal en lugar de la política social. Esto es necesario para asegurar la acumulación de capital y el monopolio de la explotación. Cada página de la historia de cinco mil años de la civilización rebosa de ejemplos de cómo romper la capacidad moral y política de la sociedad, y reemplazarla con leyes y administración por monopolios de capital”.
Uno podría pensar: ¿qué tienen que ver la moral social y la política social con la revolución? Para que esto sea comprensible, tendré que definir la moral y la política de acuerdo con el paradigma de Öcalan.
Para Öcalan, moralidad significa conciencia social. Él enfatiza que durante el 98 por ciento de la historia humana, no fueron las leyes, sino las reglas morales, las que fueron válidas. Por eso usa el término sociedad moral. Define la moralidad como la mejor manera de satisfacer las necesidades básicas de la vida. La moralidad se refiere a realizar todas las actividades sociales, especialmente los esfuerzos económicos, de una buena manera. Así, todo lo social es moral y todo lo moral es social. La política como democracia directa es efectivamente la moralidad misma. La fuente de la moralidad (y de la democracia) es la mente colectiva de la práctica social y su capacidad de trabajo. Junto con el proceso de civilización, la moralidad fue reemplazada por normas estatales y, al hacerlo, se produjo una erosión de la sociedad moral. En todas las sociedades civilizadas, el alcance de la moralidad (así como de la democracia directa) se redujo, y el alcance de la ley aumentó.
La esencia de la política democrática
Pasemos a la definición de política de Öcalan.
Öcalan subraya que los asuntos políticos y los asuntos estatales no son lo mismo; por el contrario, están en abierta contradicción. Estado y poder son la negación de la política. Para Öcalan, la política es esencialmente los actos de libertad, igualdad y democratización necesarios para que la sociedad moral y política mantenga su naturaleza o existencia en todas y cada una de las circunstancias. La esencia de la política democrática se puede resumir de la siguiente manera: implementar sus principios morales, participar en cualquier discusión política sobre sus necesidades más básicas y tomar cualquier tipo de decisiones. La principal tarea de la política democrática es restaurar el libre funcionamiento de la sociedad moral y política. La conclusión es que política, libertad y democracia son inseparables y se definen mutuamente. Öcalan dice: “Si la libertad es el espacio dentro del cual se expresa la política, entonces la democracia es la forma en que se ejerce la política en este espacio”.
El papel y la tarea de los revolucionarios
Cuando Öcalan habla de sociedad moral y política, no habla de tiempos prehistóricos. Habla del estado natural de la naturaleza social, que se vive constantemente y seguirá existiendo mientras no se acabe la existencia de la sociedad. En palabras de David Graeber: “La sociedad moral y política existe como un sustrato reprimido en todas las sociedades”. El papel de la política es hacer que esta existencia sea libre, igualitaria y democrática. Ésta es la sociedad cuya realización busca Abdullah Öcalan. Porque, en su paradigma, la sociedad moral y política es la sociedad más libre y democrática. Un tejido y órganos morales y políticos que funcionen son la dinámica más decisiva, no solo para liberar a la sociedad sino para mantenerla libre. Porque aquí los individuos y los grupos se convierten en sujetos.
Según Öcalan, “las revoluciones son formas de acción social a las que se recurre cuando la sociedad se ve severamente impedida de ejercer y mantener libremente su función moral y política. Las revoluciones pueden y deben ser aceptadas como legítimas por la sociedad solo cuando no buscan crear nuevas sociedades, naciones o estados, sino restaurar la capacidad moral y política de la sociedad para funcionar libremente”.
Según esto, el papel y la tarea de los revolucionarios es contribuir al desarrollo de la sociedad moral y política. “El heroísmo revolucionario debe encontrar sentido a través de sus contribuciones a la sociedad moral y política -señala Öcalan-. Cualquier acción que no tenga este significado, independientemente de su intención y duración, no puede definirse como heroísmo social revolucionario. Lo que determina el papel de los individuos en la sociedad en un sentido positivo, es su contribución al desarrollo de la sociedad moral y política”.
Öcalan critica la comprensión y la práctica del revolucionario como “ingeniería social”. Critica la auto-concepción de los revolucionarios, que se ven a sí mismos como sujetos libres que han superado el sistema capitalista y objetivizan al pueblo que debe ser liberado del sistema. En la práctica de muchos movimientos revolucionarios, vemos que la revolución social fue vista como un vestido que la sociedad debería usar. Vemos que muchos cuadros no se reconocieron como parte de la cuestión social y estuvieron desconectados de la sociedad, como si no estuvieran socializados en ella y como si el sistema no se reprodujera en su pensar y actuar. Otro punto de la ingeniería social es creer que puedes decidir por la sociedad, que sabes cuáles son las necesidades de la sociedad, que sabes mejor que la sociedad lo que es bueno o malo para ellos y, al hacerlo, despojar a la sociedad de su poder de decisión. Tal comprensión y práctica no puede verse como una “sociedad liberadora”. Por el contrario, esta comprensión sirve para crear nuevas relaciones de poder, jerarquías y, al hacerlo, reproduce el sistema al que realmente se opone. En este contexto, Öcalan también subraya que “los intentos de ingeniería social son parte de lo que hace el liberalismo para crear monopolios de capital y poder”.
Esta comprensión errónea del revolucionarismo tuvo influencia dentro del movimiento revolucionario kurdo bajo el liderazgo del PKK durante muchos años y todavía lo hace. Por ejemplo, durante años, el término “crear una nueva sociedad” o “crear una sociedad libre” se utilizó dentro del movimiento revolucionario kurdo. Pero en su libro “Sociología de la libertad”, Öcalan critica este término y la comprensión detrás de él. Dice que “las revoluciones no pueden interpretarse como actos de recreación de la sociedad. Las revoluciones solo pueden definirse como revoluciones sociales en la medida en que liberan a la sociedad de la carga excesiva del capital y el poder”. Y para él, la única forma de hacerlo es luchar contra los factores que impiden el desarrollo y funcionamiento del tejido social moral y político. En este sentido, la tarea de los revolucionarios no puede definirse como la creación de un modelo social de su propia creación, sino más correctamente como su participación en la contribución al desarrollo de la sociedad moral y política.
Modernidad democrática
Pasemos ahora a otro componente esencial de la crítica de Öcalan. Reconoce la gran herencia que dejaron todas las revoluciones de la era moderna. Pero subraya que su mayor déficit fue no poder solidificar una modernidad alternativa. Por lo tanto, no pudieron evitar fusionarse dramáticamente dentro de la Modernidad Capitalista. Cree que el socialismo científico, especialmente la Revolución de Octubre y la Revolución China, no mostró la fuerza para superar las estructuras culturales materiales de la Modernidad Capitalista (instituciones económicas, sociales y políticas) y su mentalidad y mundo científico.
La conclusión de esta crítica es que las revoluciones deben basarse en las estructuras materiales e inmateriales de una comprensión alternativa de la modernidad. En el paradigma y la concepción de Öcalan, esto es la Modernidad Democrática. La redefinición de la revolución dentro del PKK se basa en la reconstrucción según los conceptos y la teoría de la Modernidad Democrática.
En la teoría de Öcalan, la Modernidad Democrática debe considerarse como un término específico para los últimos 400 años de Civilización Democrática. Existe como el polo opuesto cuando y dondequiera que se encuentren las redes de la Modernidad Capitalista (los últimos 400 años de la civilización clásica). Según Öcalan, “ya sea exitoso o no, ya sea libre o esclavizado, ya sea marcado por la similitud o la diversidad, ya sea que se acerque a la igualdad o muy alejado de ella, sea ecológico y feminista o no, haya alcanzado o no significado, en resumen, cerca a las características de la sociedad moral y política o distante de ellas. La Modernidad Democrática existe en el corazón de la Modernidad Capitalista siempre y en todas partes”.
La teoría de Öcalan de la Modernidad Democrática tiene tres dimensiones principales:
1. La mentalidad de una nación democrática como revolución de conciencia (Öcalan subraya que no puede haber una revolución social duradera o permanente sin una revolución de la mente).
2. Autonomía democrática como revolución de encarnación. (Esta dimensión trata sobre la gobernanza democrática más el refuerzo de la sociedad moral y política).
3. El Confederalismo Democrático como alternativa política de la Modernidad Democrática al Estado-nación de la Modernidad Capitalista.
Öcalan no desconecta la revolución social de la revolución política o sistémica. Para él, para superar los monopolios de capital y poder, es fundamental restaurar la capacidad moral y política de la sociedad para funcionar libremente. Cuanto más libre funcione la sociedad moral y política, más capital y monopolios de poder perderán su capacidad de funcionar libremente. La auto-organización democrática de la sociedad y la lucha contra todas las formas de poder y explotación son procesos paralelos. Por ejemplo, en Rojava la lucha política contra la dictadura de Al Assad y la lucha social para organizar a la gente con el fin de liberar y fortalecer las funciones de la sociedad moral y política (en forma de comunas de barrio, consejos populares, de mujeres y de jóvenes, organizaciones de base en todos los campos de la vida, etc.), tienen lugar simultáneamente. De hecho, el nivel de auto-organización determina la relación política entre el poder estatal y el movimiento revolucionario.
No hay “después de la revolución”
Por tanto, según Öcalan la revolución debe basarse en la simultaneidad. Rompe con un entendimiento positivista que alinea y prioriza algunos temas y pospone otros para un momento “después de la revolución”. Para Öcalan, no hay “después de la revolución”. Ha habido y hay movimientos revolucionarios cuya comprensión es muy positivista. Por ejemplo, en los años previos a la fundación del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, la mayoría de los movimientos de izquierda turcos dijeron que la cuestión kurda en Turquía se resolvería automáticamente con la revolución. Por lo tanto, no había necesidad de una organización separada de kurdos. Se esperaba que solo apoyaran al movimiento socialista en Turquía. Después de su victoria, los kurdos serían libres e iguales. Pero en realidad, la cuestión de la democracia y la libertad en Turquía se basa principalmente en la existencia de la cuestión kurda. La cuestión kurda no es un sub-conflicto, sino uno central en Turquía y, por lo tanto, la democratización del país solo es posible a través de una solución política a la cuestión kurda.
También hay muchos ejemplos en la historia en los que el tema de género se dejó atrás de la lucha de clases, y se argumentó que después de una revolución exitosa toda la sociedad, hombres y mujeres, serían libres. Öcalan también critica la comprensión de primero hacer una revolución y comenzar una vida socialista después de la revolución. En realidad, este entendimiento pospone la vida libre a un tiempo “después” de la revolución. Pero los revolucionarios son los que viven los valores de la revolución, ahora y aquí. Aquellos que no desafían continuamente a la Modernidad Capitalista en su propio pensamiento y acción, no podrán desempeñar un papel de liderazgo en la revolución. Eso significa que la vida de los revolucionarios debe ser revolucionaria. La revolución no pasa fuera de tu vida. No se puede rechazar el sistema capitalista sino vivir su modernidad. ¿Cómo vives? Como están tus relaciones. Eso es lo que determina el revolucionario. En el entendimiento de Öcalan, socialismo significa participación democrática en la sociedad, y vida consciente y activa contra el capitalismo.
Si bien Abdullah Öcalan se opone a la distinción entre conflictos primarios y sub-conflictos, le da a la cuestión de las mujeres un papel central. Porque en sus análisis de la historia del poder y la opresión, la degradación y esclavitud de la mujer constituyen el núcleo de todas las cuestiones sociales. Explica que, desde una perspectiva histórica y social, la cuestión de las mujeres constituye la cuestión más integral. Por tanto, ninguna cuestión puede resolverse sin la liberación de la mujer. Define la Modernidad Democrática como la era de la revolución y la civilización de las mujeres. Y subraya que el siglo XXI tiene que dar prioridad a la revolución de las mujeres. Una de sus principales críticas a los movimientos socialistas y revolucionarios de los siglos XIX y XX, es que no han puesto la liberación de la mujer en el centro de sus esfuerzos. De acuerdo con él, “liberar la vida es imposible sin una revolución radical de la mujer que cambiaría la mentalidad y la vida del hombre. Si somos incapaces de hacer las paces entre el hombre y la vida, y la vida y la mujer, la felicidad no es más que una vana esperanza. La revolución de género no se trata solo de mujeres. Se trata de la civilización de cinco mil años de la sociedad clasificada, que ha dejado al hombre en peor situación que a la mujer. Por lo tanto, esta revolución de género significaría simultáneamente la liberación del hombre”.
En este sentido, según el paradigma de Abdullah Öcalan, las verdaderas revoluciones sociales deben ser las revoluciones de una mujer, en el fondo. Ve una dialéctica entre la liberación de la mujer y la revolución. Y ve el siglo XXI como la época en la que, tal vez por primera vez en la historia del Estado y la civilización basada en el poder, la posibilidad de realizar la revolución de la mujer es mayor que nunca.
FUENTE: Meral Çiçek (integrante de REPAK – Oficina de Relaciones de Mujeres Kurdas) / Artículo publicado por primera vez en la edición de noviembre/diciembre de 2021 del Informe Kurdistán / ANF / Edición: Kurdistán América Latina