Gobierno mexicano como el PC chileno, con una pata apoya a Cuba y Venezuela, y con la otra sirve al capitalismo y a Estados Unidos.
Jaime Yovanovic (Profesor J)
El Partido Comunista chileno es famoso por caminar cojeando con una pata en el aparato del poder y la otra reclutando seguidores entre los oprimidos. La estrategia del capital en nuestro continente pasa por apoyar gobiernos de izquierda blanda (negociadora) como los de México y Argentina, y subordinar gobiernos de izquierda dura. Veamos cómo hacen eso:
La izquierda dura utiliza a la izquierda negociadora para ganar espacios en los estados y municipios, y una vez que acceden a dirigir el estado estos duros empujan a los negociadores y los hacen a un lado acusándolos de contrarrevolucionarios o de agentes yanquis mientras abren su democracia restringida a los partidos de derecha y al empresariado. Eso hizo Maduro en Venezuela empujando y aislando al partido comunista de ese país para negociar las elecciones parlamentarias con los partidos de derecha.
También en Nicaragua Ortega, el dictador de izquierda, tomó prisioneros a los sandinistas disidentes que se han sumado a la resistencia popular y dejó participar en las elecciones solamente a los partidos de derecha que aceptan subordinarse a la burocracia y al capitalismo de estado. En Bolivia Evo Morales envalentonado por la victoria de su partido en las presidenciales se lanzó equivocadamente contra los cocaleros de Yungas, contra los indígenas del Tipnis y hoy día contra las organizaciones sociales de Potosí y otros estados. Izquierda dura que no se resigna y golpea a los sectores populares ofreciendo leyes favorables al gran capital para atraerlo como hicieron sus colegas de Venezuela y Nicaragua.
La misma estrategia que sigue la alianza chilena del PC con el Frente Amplio que han constituido su gabinete privado entre familiares de grandes empresarios con la alcaldesa comunista de Santiago, hija de uno de los principales barones de la exportación de frutas, con el alcalde de Recoleta ligado a poderosos familias del empresariado de origen árabe, con el alcalde de Valparaíso hijo de uno de los más grandes empresarios latifundistas de Magallanes, con el propio candidato presidencial, hijo de uno de los principales empresarios ovejeros del sur, etc. La izquierda chilena está bien relacionada con el empresariado capitalista a través de la juventud universitaria de la nueva Ilustración chilena que aspira a tener su propio siglo de las luces, de allí que da en lo mismo votar a los que temen y odian a los pobres como a los que los utilizan con un bello discurso de papá Noel que busca enredarnos con la vieja artimaña de los males el menor, el menos malo para asegurar una violación con vaselina y preservativo evitando la violación a lo brutanteque. Con el discurso de estos hijitos de papá engatusan a varios, pero aún está por ver si el pueblo se deja engañar por el lobo disfrazado de abuelita o si mantiene la victoria abstencionista.
En México la izquierda ha seguido el camino europeo de pasar del comunismo al eurocomunismo (quasi socialdemócratas) y de éste a la socialdemocracia abierta, al igual que el PT de Brasil y el Forro de Porto Alegre que se encargó a aniquilar a la Acción Global de los Pueblos y al extraordinario y pedagógico crecimiento de las asambleas autónomas de Argentina destruidas por dentro por los partidos trotsquistas y los “marxistas” que fueron a las escuelas de cuadros del brazo agrario del PT en Brasil, como Miguel Mazeo que encabezó el pogrom contra el MTD Solano y otros autónomos y hoy posa de avanzado picoteando un poco del zapatismo y otro poco del luxemburguismo o similares.
El empresariado mexicano encabezado por el poderoso magnate Carlos Slim, catalogado entre los 10 o 15 más ricos del mundo definió que para expandir el capitalismo necesitaban una nueva campaña de despojo territorial, pues hoy las fábricas ya no necesitan trabajadores, sino solamente técnicos capacitados para operar las máquinas, robots y computadoras (la nueva clase media ilustrada) y había que invadir las extensas zonas habitadas por pueblos indígenas en una nueva conquista del Oeste Far West al igual como el estado chileno atacó también el Wallmapu en 1881.
Dicho y hecho embarcaron a los gobiernos en esta aventura de muerte y subordinaron a la izquierda que se sumó alegremente a la epopeya de “civilizar” a los millones de indios que allí habitan interactuando y resguardando la madre tierra, que sin dudarlo se comenzaron a reorganizar en modos que rescataban lo ancestral y desde el levantamiento zapatista
se multiplican las formas de municipios autónomos y autogobiernos en todos los estados del país. Ello quebró a las izquierdas generando lo que llamaron la izquierda de abajo, la que no lucha por el poder del estado, sino que organizan sus modos de vivir y los defienden.
La izquierda en el gobierno los acusó de contrarrevolucionarios y de conservadores, pues no estaban por el “progreso”, y fueron lanzados abiertamente los mega proyectos que habían comenzado los empresarios con los gobiernos anteriores invadiendo los territorios con nuevos trenes, hidroeléctricas, aeropuertos y otros proyectos gigantes.
Pero la resistencia ha sido tan fuerte que el gobierno progresista acrecentó la militarización, creó una nueva fuerza armada llamada la Guardia Nacional que bloqueó el paso de inmigrantes y rodeó protegiendo cada mega proyecto entregando algunos de ellos a los militares para que administren las ganancias que vendrán, como hizo Pinochet con el 10% del ingreso del cobre o como hizo Maduro formando una empresa minera del ejército para la invasión territorial del Arco Minero del Orinoco.
Tampoco consiguieron doblegar a la resistencia, de modo que el gobierno entró a apoyar directamente a los paramilitares del narcotráfico que empezaron a rodear las comunidades en resistencia atacando por diferentes lados, lo que tampoco consiguió detener las acciones y movilizaciones que se extendían por el país presentando en tribunales acciones jurídicas que pudieran contener el avance de la destrucción, lo que algunos jueces finalmente accedieron despertando la ira del gobierno que sacó una declaración de que los megaproyectos son de “seguridad nacional” y las autoridades debían dejarlos pasar aún en contravención de otros derechos.
Esa actitud dictatorial del gobierno no ha sido recibida en silencio por las decenas y cientos de comunidades en resistencia, que han citado a una conferencia de prensa para entregar un análisis y acuerdos sobre esta situación.
El ecologismo de izquierda queda subordinado a los intereses y necesidades de la ganancia, por lo que quienes hablan de un gobierno que defenderá la madre tierra quedan atrapados en mentira debido que si no rompen con la dependencia a las empresas, entonces seguirán destruyendo a la madre tierra y a las comunidades y pueblos en resistencia. Ya no hay gobierno sin subordinarse a las empresas por lo que la salida es construir el protagonismo popular y los autogobiernos locales dejando fuera a las organizaciones e ideologías que luchan y nos arrastran a la toma del poder.