La armonía como práctica artesanal

Convengamos que luchar por liberar a las sociedades humanas del imaginario agresivo del capitalismo, así como de las relaciones sociales que éste justifica, va de la mano con explorar las potencialidades de vivir con la naturaleza en lugar de vivir contra ella.



Umbrales de emancipación

La armonía como práctica artesanal

Stavros Stavrides

 

La mayoría de nosotros vivimos en un mundo en el que la vida se vuelve cada vez más difícil. Ver que el clima está cambiando para peor y que la economía global funciona de una manera que no podemos controlar o cambiar crea un sentimiento de impotencia: parece que todo está fuera de equilibrio, algo que a menudo no podemos localizar ha arrojado la existencia humana en la tierra a una precariedad caótica.

Ciertas sociedades indígenas han entendido y practicado de manera diferente la construcción de sus mundos. Y lo que parece ser la característica más distintiva de su enfoque de la vida (en comparación con lo que podemos reconocer como modernidad capitalista) es que buscan relaciones de armonía en lugar de antagonismo. Una alternativa muy seductora a nuestras experiencias de precariedad laboral, migración forzada, racismo y sexismo: todos esos fenómenos están promoviendo formas de relaciones humanas belicosas. ¿Qué significa sin embargo soñar con armonía?

La palabra proviene de una descripción del conocimiento y la práctica de un artesano. Para los antiguos griegos, la armonía describe el proceso y el resultado exitoso de unir las tablas de un barco. Crucial para esto es la forma en que se hacen las juntas. La palabra en realidad proviene de armos, la palabra griega para articulación.

Parece que la armonía ya se usaba en la antigua Grecia para describir el orden en términos del gobierno de las personas o del mundo. Zeus, el jefe del Dodecatheon, estaba gobernando el mundo asegurando el orden de la armonía. Recientemente, la armonía se usó para describir un mundo más allá del orden devastador capitalista: vivir en armonía con la naturaleza se convirtió en la proclamación central de las constituciones de Bolivia y Ecuador. Inspirándose en las cosmovisiones de los pueblos indígenas de ambos países, el tema de la armonía se convirtió en el centro de las aspiraciones de restablecer el equilibrio de un mundo que gira hacia la destrucción. Vivir en armonía con la “Madre Tierra” está explícitamente ligado a la idea de que debe haber una especie de equilibrio entre todas las formas de vida.

A pesar de sus hermosas resonancias de paz eterna y cooperación, sin embargo, el Buen Vivir, considerado como vida en armonía, necesita integrarse a una política de superación del capitalismo y formas jerárquicas de gobierno con un cuidadoso replanteamiento de la idea de armonía. Esto podría significar volver a la imagen inicial del hábil artesano que está en la raíz etimológica de la armonía. Colocar los tablones para la construcción de un barco es ciertamente un trabajo de habilidad: hay que saber hacerlo pero también hay que saber improvisar, teniendo en cuenta las circunstancias de la construcción del barco, la madera disponible, las herramientas, personas para ayudar, etc.

La cooperación es crucial en este proceso, por lo que la armonía tiene que ver con probar y establecer relaciones humanas. Unirse, encajar, no es simplemente ajustar los “recursos” materiales y humanos de un modo totalmente predeterminado. Es cierto que el resultado de tal proceso parece estar de acuerdo con los usos de la palabra que lo conectan con un resultado logrado o exitoso: un barco, un universo bien gobernado, vida en equilibrio. Sin embargo, la armonía puede convertirse en la palabra para describir el proceso de ajuste en lugar de su resultado final. El artesano hábil, en realidad inventa las juntas o las usa de manera inventiva para producir el ajuste de tablones adyacentes (o de baldosas en un piso de piedra, etc.). La junta, ese elemento intermedio, está ahí (escondido y expuesto) para expresar la magia de un artesano: lo que conecta se basa en una separación que se trabaja para hacer posible la unión. ¿No podría ser esta una imagen adecuada para un mundo que puede incluir muchos mundos orientados hacia la emancipación colectiva? ¿No podríamos ver todos esos movimientos que luchan por un mundo más justo, en cooperación con la naturaleza, como hábiles artesanos colectivos?

Trabajar para idear articulaciones, pero en realidad para dar forma a los contornos de varios mundos para que puedan unirse para la construcción de una vida liberada compartida puede ser una tarea para el futuro. ¿Hay un final para este proceso? ¿Armonía eterna? ¿Un orden fijo en el que todo está en equilibrio? No, debemos evitar que el potencial metafórico de la palabra armonía se relacione con el proceso de exploración del ajuste. Mientras luchamos, encajar es siempre una práctica negociada, inventiva y también precaria. Respetar las diferencias, mientras se busca un terreno común acordado que posibilite relaciones de cuidado mutuo, igualdad y solidaridad, es un proceso continuo. De hecho, necesitamos convertirnos en los hábiles artífices de un futuro que se está gestando. Abandonemos entonces una visión arcádica de la armonía, que proyecta hacia el futuro un orden social totalmente equilibrado y apoyemos la armonía como un proyecto de elaboración de este terreno común de liberación y coexistencia. Exploremos las formas en que las sociedades humanas pueden coexistir y cooperar con los ecosistemas naturales al darnos cuenta de que los ecosistemas en sí mismos son procesos dinámicos de reorganización y adaptación a las circunstancias cambiantes. La armonía, entonces, es un proceso de convivencia que no está cerrado a un futuro repetible predeterminado.

Entonces, convengamos que luchar por liberar a las sociedades humanas del imaginario agresivo del capitalismo, así como de las relaciones sociales que éste justifica, va de la mano con explorar las potencialidades de vivir con la naturaleza en lugar de vivir contra ella.