Crece el Caracol de Oventic. En cientos de comunidades la autonomía cobra cuerpo, incluso donde no se han conformado municipios rebeldes

18.May.04    Análisis y Noticias

El caracol sigue creciendo

En el caracol de Oventic se han consolidado las nuevas estructuras autónomas de Los Altos. A nueve meses de su creación, la sede regional zapatista ya cuenta con oficinas para todos los concejos municipales, y también es sede de diversas cooperativas indígenas, como la Sociedad Cooperativa Yach’il Xojobal Chu’lcha’n (”nueva luz del cielo” en tzotzil), Sociedad de Solidaridad Social, que reúne a productores cafetaleros y comercializa el grano.

Otros colectivos con oficinas en el caracol de Oventic son de mujeres artesanas, médicos tracionales y productores de calzado. A éstos se agregan una escuela primaria autónoma y una secundaria, la clínica “Guadalupana”, que fue ampliada en meses pasados, y un pequeño centro de comunicaciones que ya cuenta con línea telefónica y equipos de filmación y edición para los videoastas indígenas.

Recientemente se inauguraron las instalaciones, de madera y lámina, para las representaciones de los municipios autónomos San Andrés Sakamch’en de los Pobres, San Juan de la Libertad, Polhó, Santa Catarina, San Juan Apóstol Cancuc y 16 de Febrero, cuyos concejos laboran en las respectivas cabeceras municipales autónomas, pero se coordinan permanentemente con la JBG.

Al pie de la carretera San Andrés-Puerto Caté, la tienda “Che Guevara” vende artesanías y música zapatista y posee un modesto restaurante para los constantes visitantes indígenas, así como los que proceden de muchas partes del país y el mundo. Esta tienda, así como el auditorio, la clínica, la secundaria, la biblioteca y el gran centro de reunión al final de la calzada, son herencia del viejo Aguascalientes, el cual ha cambiado su fisonomía en lo que va de 2004.

Después de la creación de los caracoles, anunciada aquí en agosto pasado, un indígena aseguraba a La Jornada que Oventic se iba a convertir en una “ciudad”. Quizás hablar de “ciudad” aún resulte metafórico, pero el caracol es ya un importante centro de gobierno regional y de actividad cultural. Aquí se imparten clases de castellano y tzotzil. No dejan de aparecer nuevos y coloridos murales en las paredes de las proliferantes construcciones. La comisión de vigilancia y la JBG reciben contínuamente delegaciones indígenas y no indígenas, nacionales e internacionales.

En cientos de comunidades, parajes y centros urbanos de Los Altos, la autonomía cobra cuerpo, inclusive en donde no se han conformado municipios rebeldes. El caracol es el centro neurálgico de la resistencia, las formas alternativas de conciliación intercomunitaria y de gobierno indígena