“Seguimos 529 años de lucha de las comunidades indígenas”

Cuando llegamos a la toma nos dimos cuenta de que nosotros no solo necesitamos una vivienda digna, sino que también necesitamos una mejor educación, alimentación, salud, justicia, libertad, paz, democracia, autonomía, que eso es lo que para nosotros nunca nos lo han dado y nunca hemos tenido ese derecho.



 
 

Entrevista a los voceros de la Casa de los Pueblos Indígenas en Ciudad de México

“Seguimos 529 años de lucha de las comunidades indígenas”

El 1 de enero se cumplió el 28 aniversario del alzamiento zapatista en Chiapas, un acontecimiento que tuvo alcance global, en parte, gracias a los primeros usos políticos de las incipientes nuevas tecnologías de la comunicación, capaces de coordinar un movimiento de solidaridad internacional.

Dos años más tarde, el 12 de octubre de 1996, a iniciativa del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), se crea el Congreso Nacional Indígena (CNI), una coordinadora de los pueblos indígenas de México, precisamente en una fecha simbólica para mostrar que si hay algo que celebrar es la lucha y resistencia de las comunidades indígenas. El mismo 12 de octubre, pero de 2020, la comunidad otomí de la Ciudad de México ocupó la sede del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), organismo federal gestionado por el Gobierno de López Obrador, y la renombró como Casa de los Pueblos Indígenas. Los ocupantes, integrantes del quinto pueblo indígena más numeroso del país, lo hacían con una doble reivindicación: una local, de acceso a una vivienda digna tras décadas de lucha en la capital del país; otra federal, de reivindicación de los derechos de los pueblos indígenas del país. Coincidiendo con el primer aniversario de la ocupación y con el anuncio de que el edificio pasaría a ser la sede nacional del Congreso Nacional Indígena, conversamos con Gilberto Margarita, concejal de la comunidad otomí en el Congreso Nacional Indígena y con Anselma Margarita y Julieta Flores, de la comisión de comunicación.

Habitualmente la imagen de la lucha del movimiento indígena en México se asocia al movimiento zapatista, pero en Ciudad de México también existen comunidades indígenas integrantes del Consejo Nacional Indígena

Gilberto Margarita (GM). La comunidad otomí lleva más de 20 o 30 años en la ciudad, incluso algunos llevan más de 50 años. Muchos emigraron porque no hay trabajo en nuestros pueblos y se vinieron a vender la artesanía que se elabora allá, como la famosa muñeca Lele. En la ciudad muchas familias tenían que vivir en la calle porque no encontraban renta y se quedaban alrededor de los hospitales, en las salidas del metro, en las centrales de autobuses, donde les agarrara la noche. Estuvimos mucho tiempo así. La gente venía por 15 días, traían sus productos, sus artesanías y se regresaban.

Anselma Margarita (AM). Mis papás tuvieron que emigrar a la ciudad pues los jóvenes no teníamos la oportunidad de poder estudiar allá en el pueblo. No es lo mismo cuando uno estudia allá que cuando viene aquí a la ciudad, porque allá ni siquiera hay escuelas o centros de salud o un lugar seguro en donde puedas salir y sentirte a salvo para poder disfrutar del día. Entonces mis papás migraron hacia acá para que nosotros pudiéramos tener una mejor vida y pudiéramos enfrentar las cosas.

Ha sido muy difícil porque no es que llegáramos a la ciudad y ya la gente nos aceptara diciendo “qué bueno los indígenas llegaron”. No, llegamos y sufrimos discriminación, represión, despojo y uno ya ni siquiera se siente seguro con su vestimenta. Ya no puedes salir a las calles porque sales aquí a la esquina y hay personas que dicen “ahí va una india, una que viene a invadir aquí”. También ha pasado con la salud, muchas compañeras cuando han tenido atención médica las han tratado mal, les han dicho que si no tienen dinero es por qué tienen muchos hijos, como si ellos mantuvieran a nuestros hijos. Cuando nosotros somos indígenas y México nos corresponde a nosotros. Yo creo que los que no deberían estar aquí son las empresas grandes que solo vienen a invadir nuestra madre tierra y a despojarnos de nuestra agua.

P. Estamos en el edificio que solía albergar las oficinas del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI). ¿Cómo llegasteis aquí y cuál fue el proceso de ocupación?

AM. Tomamos el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas el 12 de octubre de 2020. Con la pandemia nos decían “quédense en sus casas, resguárdense, lávense las manos, tomen su distancia” y nosotros nos preguntábamos “¿cómo vamos a guardar distancia si ni siquiera tenemos un espacio donde dividirnos?”. Estamos en una casa donde compartimos todo, donde viven y duermen muchas personas y es muy difícil poder tener una distancia. Si no tenemos agua, cómo nos vamos a lavar las manos, si no tenemos las condiciones de higiene. Entonces nosotros venimos aquí por eso mismo, solo exigíamos tener una vivienda digna, tal y como se menciona en el artículo 4º (de la Constitución mexicana). Pero cuando llegamos aquí nos dimos cuenta de que nosotros no solo necesitamos una vivienda digna, sino que también necesitamos una mejor educación, alimentación, salud, justicia, libertad, paz, democracia, autonomía, que eso es lo que para nosotros nunca nos lo han dado y nunca hemos tenido ese derecho.

GM. Nosotros antes de que tomáramos el INPI estuvimos durante más de 20 años exigiendo y tocando puertas de los gobiernos y de las instancias correspondientes, cerrábamos calles, organizábamos marchas y mítines en todos lados y nunca nos hicieron caso, nos daban largas. Nos decían que en quince días habría una agenda para esto o lo otro, pero nunca se llevó a cabo. Entonces la comunidad decidimos en una asamblea lo que íbamos a hacer, porque todo lo que se hace en la comunidad es por medio de una asamblea. Ya no podíamos tocar más puertas y se dijo “tenemos que tomar las instalaciones para que nos dejen de voltear porque ya hicimos lo que pudimos”. Cuando ya entramos al INPI empezamos leyendo un comunicado hecho por la comunidad explicando por qué habíamos llegado, por qué habíamos tomado estas instalaciones y por qué iba a ser definitivamente para la comunidad, porque no se había dado respuesta a nuestras demandas. Nosotros entramos pacíficamente, no entramos con golpes, invitamos a la gente a irse y se fueron.

P. Elegisteis el 12 de octubre que es una fecha muy simbólica ¿Cómo surge esta elección de fecha para ocupar el INPI y erigir la Casa de los Pueblos Indígenas?

Julieta Flores (JF).  Nos organizamos pensando que era una fecha muy importante para nosotros. Fecha que dicen que tenemos que celebrar y nosotros dijimos de celebrarlo a nuestra manera: vamos a hacer la Casa de los Pueblos Indígenas y que todo el mundo y el mal Gobierno se entere de que esto va a pasar a ser parte del Congreso Nacional Indígena.

GM. El 12 de octubre, que es la Conquista aquí en México, es una fiesta para celebrar que vinieron los españoles y todo lo demás. Para nosotros, los pueblos indígenas, no lo es. Vinieron a saquearnos, a llevarse cosas. Los españoles vienen y tienen proyectos, tienen mineras, tienen grandes empresas extractoras. Se fueron de gira por Europa 177 compañeros zapatistas y 14 compañeros del Congreso Nacional Indígena para recordar a sus países y decirles a sus empresarios que dejen de saquear, que dejen de traernos sus proyectos, que dejen de llevarse nuestras aguas. Además, van a sembrar semillas. Van a hacer encuentros de la lucha y de las resistencias, de cómo está la cosa aquí en México. Van a sembrar las semillas para que nazca un fruto que sea una organización para la lucha de todo el mundo. Porque toda la problemática que está pasando aquí, está pasando en otros países. En la comunidad se nombró a dos compañeras para que fueran a contar la problemática de aquí y para decir que no nos conquistaron, que seguimos 529 años de lucha y resistencia de las comunidades indígenas.

P. Os habéis referido a la Gira Zapatista “Por la Vida”, que ha recorrido varios países de Europa en los últimos meses llamando a estrechar los lazos fraternales entre los pueblos.

AM. Es un paso muy grande que ha dado la comunidad y el CNI. Han viajado a Europa a alzar la voz por todos los pueblos. Para que nuestra lucha sea reconocida por todo el mundo y eso es un beneficio muy grande para nosotros, porque no solamente van a hablar de la lucha de acá, si no que también vamos a escuchar las de allí. Nosotros sabemos que hay muchas personas allí que nos apoyan, aunque estén lejos. Sabemos que han hecho sus marchas y sus mítines contra el hostigamiento de los paramilitares a los zapatistas. Igualmente, nosotros enviamos mensajes de apoyo y de que no hostiguen a los compañeros de allí. Hemos estado en sus luchas y ellos en las nuestras. Por eso es tan importante alzar la voz y estar unidos. Cuanto más unidos estemos más probabilidades tenemos de chingarnos al mal Gobierno.

P. Actualmente tenéis el proyecto de que este edificio, la Casa de los Pueblos Indígenas, se convierta en la sede del Congreso Nacional Indígena.

GM. Desde el principio hemos participado en las luchas del Congreso Nacional Indígena. A través de una asamblea del propio Congreso se decidió que esto iba a pasar a ser la Casa de los Pueblos del Congreso Nacional Indígena, hicimos la propuesta a todos los compañeros del CNI y estuvieron de acuerdo. Esta lucha es de todos, no solamente de nuestra comunidad. Colaboramos con compañeros de Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Querétaro, Morelos, etc.

JF.  Cuando tomamos esto, invitamos a otros pueblos y otras comunidades a que vinieran a alzar la voz y expresar sus demandas. Aquí se han hecho encuentros de luchas, de resistencias, de mujeres y de otros colectivos. Por ello, le pusimos este nombre, pues, así como ellos nos acompañan en nuestra lucha, nosotros lo hacemos en la de ellos. Este lugar es para todos.

P. En 2018 el nuevo Gobierno creó en este edificio el INPI, en sustitución de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. ¿Qué cambios ha supuesto la entrada de López Obrador a la presidencia?

GM. López Obrador fue al Zócalo a entregar el bastón de mando a varios de los compañeros indígenas, pero nosotros no nos incluimos ahí, porque realmente nunca estuvimos de acuerdo con eso, con entregar el bastón de mando. Para nosotros era algo para que la gente creyera que él estaba con los pueblos indígenas, pero nada más.

En una reunión en octubre de 2018, los compañeros zapatistas y el Congreso Nacional Indígena ya tenían claro qué es lo que iba a venir. Nos dijeron “tenemos que organizarnos, llega este Gobierno que nos va a destruir, nos va a quitar la vida, nos va a quitar los bosques, nos va a quitar la Madre Tierra”. Pero varios, como es mi caso, lo veíamos diferente. Teníamos esperanza. En el momento de involucrarme es cuando veo las cosas y pienso que es cierto lo que dicen los compañeros. Ya son 19 o 20 personas del CNI las que han muerto bajo el mandato de este Gobierno. Como veis en los carteles, estamos demandando justicia por la muerte de nuestro compañero Samir Flores, que nos lo mató el Gobierno para acallarlo.

Este Gobierno para nosotros es malo, igual que los que se fueron, y los que vendrán van a ser malos, porque sólo buscan el beneficio para ellos y para la gente que está más cercana a ellos. Nunca miran a la pobreza de las comunidades. Dicen que les están dando carreteras, que están haciendo esto o lo otro, pero no es nada más, porque no hay escuelas, no hay universidades, no hay hospitales. Y mucha gente levanta la voz, pero mucha gente no, por miedo. Nosotros en la comunidad decimos que el miedo ya se nos quitó. Nosotros nos enfrentamos a un Gobierno muy fuerte.

P. Una de las principales líneas de lucha del CNI es contra los megaproyectos que el Gobierno de López Obrador se comprometió a paralizar pero que, finalmente, parece estar activando. ¿Podríais contarnos un poco más?

GM. Sí, estos proyectos vienen de muchos años atrás. Enrique Peña Nieto y otros Gobiernos salientes ya lo venían trabajando. Entonces llega López Obrador, con 30 millones de votantes, y dice «voy a hacer el Tren Maya, el Corredor Interoceánico, la Refinería de Dos Bocas, el Aeropuerto de Santa Lucía». Son varios los proyectos que han salido de aquí, precisamente del INPI. Se han hecho consultas entre las comunidades, pero estaban amañadas. Ellos preguntan: “¿Por qué están en contra del Tren Maya si eso beneficia a la comunidad?” Eso no beneficia a la comunidad. Además, nunca le han explicado a la gente lo que supone en realidad. Nunca dicen para qué va a ser beneficioso para la comunidad. Sí han dicho que va a tener beneficios, pero para empresarios, para gente a la que le compren los terrenos. Es un dinero que va a llegar, pero que no le va a servir a la comunidad. Ahora la comunidad va a ver el saqueo que van a hacer. Vamos a ver los terrenos que van a despojar a nuestros compañeros. Los que van a enriquecerse son los promotores, porque van a traer inmobiliarias, Oxxos, Walmarts y todas las tiendas. Es con estas cosas con las que no estamos de acuerdo. Y es por eso por lo que estamos en contra de todos esos megaproyectos de muerte. Estamos en contra de todo lo que este mal Gobierno ha hecho imponiendo proyectos por todos lados. En eso también estamos luchando. No es la lucha de la comunidad en particular, es de todos. La lucha es local y federal.

Javier Moreno y Joan Pedro-Carañana son vocales de la junta directiva de la Unión Latina de la Economía Política de la Información, la Comunicación y la Cultura – Sección España (www.ulepicc.es)