Memoriando
Autogestión vs Estado
Colectivo Híjar
Hace cincuenta años, estudiantes y profesores hartos de los ejercicios reductores de la arquitectura a servicios suntuosos, cerraron los cursos, tomaron la dirección y en asambleas plenarias permanentes decidieron autogobernarse para sorpresa de quienes preparaban un pliego petitorio democrático para que todo cupiera y se negociara con las autoridades.
El Grupo Linterna fue fundado por los profesores de avanzada que prácticamente vivieron en la Escuela hasta consolidar el autogobierno. Dos de ellos llegarían a ser coordinadores generales: Jesús Barba y Ernesto Alva.
La revolución educativa encontró en la existencia de seis talleres, la autonomía relativa para concretar planes y programas construídos con los principios acordados: “Conocimiento de la realidad nacional, totalización de conocimientos, vinculación con el pueblo, praxis, autogestión y crítica y autocrítica”. La lectura a distancia y desde fuera del proceso podría objetar lo reiterativo de “los objetivos”, pero su formulación y acuerdo con los delegados de los talleres, exigió incluir los puntos relevantes defendidos por cada uno. A la larga, hubo calificaciones de teóricos para algunos, técnicos para otros, prácticos para los que pronto se articularon a los movimientos urbanos populares del momento. Hubo resultados en Ciudad Sahagún, la ciudad industrial urgida de hábitat para los trabajadores y Arturo Albores que portaba el apellido de la aristocracia caciquil chiapaneca, no solo impulsó un proyecto integral, sino contribuyó a la fundación de la primera Organización Campesina Emiliano Zapata, todo lo cual significó su encarcelamiento, su examen profesional en el patio de la cárcel de Cerro Hueco ante la interesada atención de reclusos y custodios.
Libre bajo fianza, regresó a atender su papelería-librería en cuyo umbral cayó asesinado. No es el único mártir del autogobierno de arquitectura, porque Eric Castelló cayó combatiendo con el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Un cartel de homenaje con otro sobre Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano, fueron entregados en Nicaragua durante el proceso de apoyo del Taller de Arte e Ideología a la Revolución Popular Sandinista. El primer coordinador electo y reelecto en asamblea del posgrado, partió a Nicaragua con este honroso encargo poco antes de que terminara su segundo período. Recibió en el acto presidido por el vicepresidente Sergio Ramírez, un diploma en piel del Primer Seminario de Formación de Promotores Culturales organizado por el Ministerio de Cultura, entre 1979-1980, con el nombre de Alberto Híjar y la firma de todos los participantes y otro con Zapata y Sandino en los costados para el Autogobierno de Arquitectura y el Cogobierno de Antropología e Historia. El viaje de ida estuvo acompañado de cajas de materiales necesarios para la Cruzada de Alfabetización. Las consecuencias han construido tendencia como en el caso del beneficiado con la formación en el cogobierno de Antroplogía y en el autogobierno de Arquitectura, Gaspar Morquecho Escamilla, diseñador y constructor de la reciente biblioteca “Raíz y memoria de Alonso Vázquez y la No violencia” en Acteal, Chiapas, inaugurada el 21 de diciembre de 2021.
Del movimiento del 68 sobrevivió la democracia directa de las asambleas, los delegados de ellas en un Consejo General y comisiones de enlace hasta llegar a los núcleos de activistas organizados en brigadas con las consignas y las decisiones tácticas. De la resistencia organizada después de la ocupación militar de Ciudad Universitaria, el Instituto Politécnico Nacional, Chapingo y otras escuelas, nació y creció el interés por las organizaciones clandestinas político-militares como respuesta a la masacre del 2 de octubre.
El internacionalismo creció pese a la estrategia priísta concretada en el apoyo al gobierno cubano y a los emigrados perseguidos por las dictaduras del Cono Sur, de Brasil y de Centro América con el patrocinio de la ideología del Tercer Mundo -ni soviético o chino ni capitalista ni socialista- que dio sentido a los movimientos anticoloniales africanos y al proyecto del presidente Echeverría de hacer del Centro de Estudios del Tercer Mundo la plataforma de despegue para llegar a la presidencia de la ONU. El regreso a las marchas callejeras del 10 de junio de 1971 en apoyo a la autonomía de la Universidad de Nuevo León con la renuncia del gobernador del Estado, redujo la “apertura democrática” a invitaciones a intelectuales y escritores de una izquierda sin más principios que gozar de los privilegios repartidos por el gobierno del responsable de las matanzas de Tlatelolco y de la Ribera de San Cosme.
Crecieron los proyectos autogestivos no sólo en el movimiento urbano popular y la Central Campesina Independiente, sino también en las universidades con emulación de la Universidad de Guerrero constructora de una educación “crítica, científica y popular”. Un maoísmo peculiar asumió la necesidad de hacer de la ideología revolucionaria, una tendencia popular fortalecida en células y asambleas. Organizaciones como Punto Crítico con Rolando Cordera, las hermanas Carmen y Magdalena Galindo, atraídas por el legendario Pino, la joven Rosario Robles, hicieron valer la revista con clara identidad gráfica a cargo de Rini Templeton. La rectoría de Pablo González Casanova, los trabajos académicos del que fuera Grupo Hiperyon con Víctor Flores Olea, Enrique González Pedrero, Francisco López Cámara, transformaron las ciencias políticas y sociales, actualizaron el marxismo y lo convirtieron en materia académica para superar su ausencia absoluta en las universidades antes de 1968. En la Europa “democrática” pero siempre colonialista, recuerda Sartre al movimiento obrero presente en huelgas, movilizaciones, coloquios, mientras en las universidades no existía el marxismo.
Creció lo que Raúl Fornet Betancourt llama “el marxismo transformado”, que es el nacido y crecido a partir de breves documentos esenciales entre militantes de organizaciones revolucionarias. La presencia de universitarios en ellas como Ignacio Salas Obregón y Raúl Ramos Zavala en los Encuentros en la Sierra (de Durango y Chihuahua) para organizar la lucha armada después del ataque al Cuartel de Ciudad Madera en 1965, dio lugar a organizaciones tan importantes como la Liga Comunista 23 de Septiembre y sus intentos fallidos de coordinación con el Partido de los Pobres encabezado por Lucio Cabañas y la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria de Genaro Vázquez.
Militantes del Partido Popular Socialista y del Partido Comunista Mexicano, que no son lo mismo en los estados que en la capital, participaron no solo en el proyecto político sino también en la práctica político-militar. Mujeres como Francisca Calvo Zapata, Martha Maldonado, Lourdes Uranga, Martha Alicia Camacho Loaiza, María Margarita Andrade, Alicia de los Ríos, Leticia Galarza, María Teresa Torres, Cristina Rocha, las compañeras Artemisa y María Violeta Tecla Parra, Julieta Glockner, Dení Prieto, Gloria Benavides, Elisa Irina Sáenz Garza, Carmen Ponce Custodio, Nora Rivera, Consuelo Espejel y tantas otras comunistas dispuestas a la praxis revolucionaria, pusieron en acción revolucionaria sus conocimientos universitarios.
A la par de las universitarias reconstruidas en la logística revolucionaria, las revolucionarias con escasa formación escolar son parte del marxismo sin la profundidad crítica característica de los clásicos europeos en constante discusión con los contrincantes social demócratas y entre ellos mismos. En Nuestramérica ignota, el marxismo transformado tendría que contar con los constructores de la nación en disputa con ideologías indigenistas diversas: las racistas y condenatorias, las integracionistas por la vía educativa industrial, las que remiten a los orígenes sin más, las inventoras de un pasado con todo y Conquista y resistencia. Lo cierto es la variedad no solo lingüística, sino también las diversas formas de organización productiva, comunitaria y caciquil. José Carlos Mariátegui sigue siendo vanguardia crítica de la cuestión nacional con la alerta de José María Arguedas que exigía precisión para distinguir comunidades y pueblos distintos entre sí.
En la hora de resurgimiento de la cuestión nacional en las condiciones impuestas por el capitalismo por despojo con su dimensión militar organizada por instituciones dominadas por los Estados de tradición imperialista colonial, el poder comunitario diverso que surge en todo el mundo es digno de atención como respuesta a la economía política y cultural de los estados-nación aterrorizados ante las invasiones militares, financieras, mercantiles, con el asedio constante y efectivo de la industria del espectáculo para cancelar, desprestigiar y reducir al mínimo, todo intento cultural de largo plazo con fundamento social consolidado.
Tenemos tiempo y modos de preservar la memoria necesaria de acontecimientos claves: el criminal ataque al campamento del Comandante Raúl Reyes en Sucumbíos con el apoyo de la base militar yanqui cercana como ocurre en todas partes del planeta. Hace catorce años que el gobierno de México no hizo nada por los cuerpos de las cuatro víctimas mexicanas y por la vida de la sobreviviente todavía amenazada por dos fichas rojas de Interpol a pesar de la pacificación de las FARC.
A cambio de noticias horripilantes para infundir miedo acompañado del noticiero deportivo y de los enajenados por las redes sociales que agotaron en media hora los boletos para ver en diciembre a un rapero y rompieron los récords de audiencia con los cuarenta millones de seguidores de Cristiano Ronaldo, escasean las noticias sobre el aniversario de la fundación de la normal de Ayotzinapa, la campaña internacionalista contra la Bonafont expropiadora de manantiales y el desinterés por aclarar el asesinato de Samir Flores y Francisco Vázquez, opositores del Plan Integral Morelos, la termoeléctrica en Huexca y el desvío del río, a pesar de que se sabe la responsabilidad en los asesinatos del cacique Homero Flores.
Es tiempo de planear el centenario de las normales rurales en 2024 para recuperar en pleno la formación del magisterio con todo lo avanzado por la CNTE. Frente al poder del Estado sin partidos políticos con proyecto nacional y popular, solo queda el trabajo desde abajo y a la izquierda en las comunidades y pueblos con proyectos autogestivos en marcha.