Sobre Pasolini y su centenario
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De fascismos, algoritmos de dominación y malentendidos de larga duración
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Cíclicamente volvemos a la vida y obra de Pier Paolo Pasolini. Mucho sobre la vida (y la muerte), menos sobre las obras, mucho citado pero poco leído o, en el caso de las películas, visto.
Esta vez volvemos a Pasolini por la redonda recurrencia que no puede ser más redonda: hoy [5 de marzo] es precisamente el centenario de su nacimiento, y desde hace días nos vemos envueltos en una agencia de cosas buenas, malas y malas, incluidas conferencias, exposiciones, documentales, podcasts, monólogos teatrales, retrospectivas cinematográficas, reposiciones televisivas, reediciones críticas y acríticas, cocodrilos disecados en el ’75, memes con citas fuera de contexto.
El rostro de Pasolini sobresale por encima de todo, y sus marcados pómulos siempre lo hacen parecer hueco. La figura de Pasolini se convirtió primero en un icono, luego en una estampita, luego en un significante de cualquiera para asociar con cualquier significado.
Traté mucho de la arbitrariedad con la que se plantea a Pasolini en la segunda mitad de la década de 2010. Escribí sobre esto en Giap y en la edición en línea de Internazionale . El artículo de 2015 en el que desmantelé la obscena mentira sobre “Pasolini que andaba con la policía” sigue siendo uno de los más leídos en la historia de ese sitio, y ha sido traducido a muchos idiomas. También he escrito mucho sobre cómo cierto uso de las categorías de «fascismo» y «antifascismo» por parte de Pasolini está en el origen de graves malentendidos, que algunos han aprovechado para fabricar verdaderas falsificaciones.
El 18 de mayo de 2018 participé en la conferencia «Pasolini. En el origen del posmodernismo”, organizado en Forlì por Paolo Andreoni, Andrea Mandolesi y Michele Drudi. En aquella ocasión hice una síntesis de todas mis reflexiones sobre Pasolini, el fascismo, el neofascismo, el consumismo, etcétera. Las actas de la conferencia se publicaron al año siguiente para los tipos de L’Arcolaio. En el libro, mi discurso se titula Pasolini y el neofascismo. De la mercancía como nuevo fascismo al neofascismo como mercancía: un bosque de malentendidos durante cuarenta años. El centenario me parece la ocasión adecuada para hacerlo disponible en pdf.
En muchas partes, considero este texto más actual que cuando lo escribí. Pero se ha vuelto más relevante no siguiendo una trayectoria lineal, sino de manera oblicua.
Básicamente, estamos hablando aquí de cómo el uso equivocado del concepto de «fascismo», uso que da demasiado por sentado la comprensión de quienes leen y escuchan, puede generar monstruos.
El «fascismo» utilizado como figura retórica -alegoría, metáfora, metonimia, sinécdoque- puede dar lugar a malentendidos que, sobre todo, limitan la comprensión del fenómeno al que se hace referencia. Y puede ocurrir algo peor, como cuando el fácil recurso al epíteto «fascista» sustituye el análisis por una sentencia sumaria preliminar, y basta no firmar inmediatamente esta condena, basta pedir un «suplemento de investigación», ser señalados como enemigos, y como fascistas por asociación .
Piense en un movimiento de masas tan inesperado, precursor y enigmático como los Chalecos Amarillos que en 2018-2019 movilizó a millones de personas en toda Francia y obligó a Emmanuel Macron a una represión policial sin precedentes. En gran parte de la «izquierda» italiana -es algo muy cisalpino- la opinión común sigue siendo que se trataba de un movimiento «fascista», y quienes lo niegan evidentemente tienen simpatías por los fascistas. Así, sin haber entendido nada de los Chalecos Amarillos, era imposible entender nada de otras erupciones sociales similares que estallaron en 2020-2021.
Pensamos precisamente en los dos años de la emergencia pandémica, es decir del militarismo pandémico, del encierro, de la polarización extrema manejada por políticos e influencers a su vez alentados por algoritmos tecnológicos que a su vez son producto de algoritmos sociales, es decir de la lógica del capitalismo actual.
En estos dos años raramente no hayan sido acusados -obsesivamente, absurdamente, incluso carinosamente- de «fascismo», o al menos de «estar con los fascistas», aquellos que -incluidos los demás Wu Ming- impugnaron el peligroso entramado retórico de la “guerra contra el virus”, denunciaron las hipocresías y el juego de culpas de la gestión gubernamental, señalaron la irracionalidad de muchas medidas, o se expresaron sobre las muchas incongruencias del pase verde.
Parece que nos alejamos de Pasolini. En realidad no, porque estos son precisamente “sus” temas: la hipocresía criminal de la clase dominante; la arrogancia del ratiosuprematismo y de quienes utilizan el conocimiento, la cultura y la ciencia como clubes de clase; la rendición cíclica de la “izquierda” al statu quo calificado de “progresista”, y las ambigüedades fatales de la revuelta a una dominación que no se percibe como tal sino que se ejerce a través de una nueva semiótica de los cuerpos, a través de una nueva proxémica.
Partiendo del empirismo herético, Pasolini se esfuerza por explicar -incluso inventando palabras, cuando no encuentra ninguna que transmita la idea- que las relaciones entre los humanos han comenzado a funcionar según nuevos algoritmos sociales, procedimientos computacionales sistemáticos. El lenguaje también es remodelado por él. En el «neocapitalismo» todos somos aparentemente más libres pero a merced de automatismos más numerosos y sinérgicos.
En Petrolio, Pasolini se acerca mucho a imaginar el «metaverso», sin haber imaginado antes las tecnologías digitales y menos las redes sociales. La Italia neocapitalista se describe como dividida entre lo real y lo virtual, y varios personajes de la novela, comenzando por el protagonista Carlo, tienen algo así como un avatar. Pero este puesto de «señalización» no es el lugar para desarrollar tales ideas.
El acercamiento a Pasolini, sin embargo, no puede ser meramente apologético, todo santini e ipse dixit. Algunos errores de planteamiento de Pasolini, ensayista y «polemista», han tenido un efecto bola de nieve. Ciertas tendencias que vio como de larga data se detuvieron antes de lo que pensaba, otras que vio de corta duración todavía están activas.
Aprovecho para informar también de mi breve y muy modesta contribución al podcast ¿Por qué Pasolini?, editado por Walter Siti y producido por Chora Media para Archivio Luce. Siti me entrevistó en la calle, en Bolonia, hace un tiempo, y parte de lo que le conté se puede escuchar en el primer episodio, disponible desde hoy en varias plataformas.
5 de marzo de 2022