Chile: entre la revuelta, la convención y el gobierno progre

El proceso chileno que implica la continuidad compleja entre revuelta, convención constituyente y gobierno progre tiene algunas posibilidades de cortocircuitar el proceso de hiperacumulación y securitización totalitaria, en cierta escala y hasta cierto punto. Lo que es mucho.



Chile: entre la revuelta, la convención y el gobierno progre

Vitrina dystópica,

marzo de 2022

I. Colapso (y) política. Lo mucho que está en juego

Un gigantesco cartel en el sector más alejado de un parque de ya difícil acceso en la comuna de Vitacura1 consigna amenazante: ¡“nuestros glaciares están en su mínimo”! Uno podría preguntarse si dice nuestros porque ya los compraron o por querer generar un sentimiento de pertenencia tan falso como la preocupación de esta empresa. Después de todo, este estanque instalado en el Parque Bicentenario servirá únicamente para asegurar el suministro de agua a la privilegiada comuna donde se ubica2. Un poco más abajo, en el límite entre Providencia y Santiago Centro, se instala otro estanque subterráneo que, con una inversión inferior en mil millones, beneficia 7 comunas y 205 mil personas más3. En efecto, de los proyectos asociados a la mitigación de lo que, escondiendo el saqueo, se estima como una inevitable sequía, solo los que están ubicados en las comunas más adineradas son exclusivos para aquellas. En el extremo (simbólico y social) opuesto, en la localidad de Petorca a 220km al norte de Santiago, donde el extractivismo agrícola ha dado paso a mafias de aguastenientesaquellos que entregan una deficiente cantidad de agua en camiones aljibes pagados en urgencia con plata estatal son los mismos que la han privatizado y, a través de derechos adquiridos bajo el amparo de la Constitución Pinochetista, no solo riegan sus campos donde destruyen la tierra, explotan trabajadores temporales y martirizan migrantes, sino que teniendo excedentes venden “su” agua a los mismos que se la han robado. Esto, aunque muy concreto, es apenas una muestra de lo que con toda legitimidad puede llamarse administración de la ruina. Eso, de una u otra forma, parece estar en juego hoy por todas partes.

Es que, cabría insistir, aquello que se agita, que se tensiona, que estalla tiene la estructura de la distopía y no del fin del mundo. No hay verdaderamente la perspectiva de un fin, es todavía demasiado esperanzador. No hay suicidio del mundo, ni siquiera con una guerra nuclear. Habrá simplemente una agonía peor que la muerte. La cuestión está en que buscan, una vez más, blindar, monopolizar las condiciones de enfrentamiento del desastre que su sed infinita de acumulación vuelta única aspiración, ha provocado. El proceso chileno que implica la continuidad compleja entre revuelta, convención constituyente y gobierno progre tiene algunas posibilidades de cortocircuitar el proceso de hiperacumulación y securitización totalitaria, en cierta escala y hasta cierto punto. Lo que es mucho.

Tanto el acuerdo del 15 de noviembre (15N) que dio origen a la Convención Constitucional (CC), como la candidatura de Boric fueron miradas con recelo en la medida en que, como es simplemente cierto, venían a buscar atenuar, neutralizar, encausar las fuerzas destituyentes que irrumpieron en el oktubre-19. Sin embargo, ante la posibilidad a pesar de todo inédita de reconfigurar, por fin, un entramado institucional hecho a la medida del liberalismo autoritario impuesto por la dictadura y perfeccionado en su continuidad, una suerte de intuición colectiva enlazada a series de dispersas y menos dispersas reflexiones ha permitido, en ambos casos, ir más allá de la denuncia de la siempre renovada trampa democrática. La sospecha, podría decirse, devino método. La ironía, una técnica. El acuerdo por la convención fue espurio, pero una estrategia desplegada de distintos modos fue un proceder cauteloso, procurando llevar a los límites la instancia, sabiendo los riesgos a la vez que observando la radicalidad de una discusión jamás sostenida en el país, en un contexto nacional y global de disputa por la gestión de la catástrofe, es decir, por decidir quiénes pagarán los costos de la devastación, hasta aquí, tan rentable. Por eso, las perspectivas del fin del mundo participan de la mantención de su ruina, por eso la ironía entrega una clave.

 

II. Sospecha, ironía, ofensiva

La fórmula de la sospecha podría resumirse como: “una mierda y sin embargo”.

El acuerdo del 15N, firmado por todo el establishment político incluido el Frente Amplio y exceptuando al Partido Comunista, fue efectivamente una mierdasin embargo y con plena certeza de ello, se logró hackear para hacer ingresar modificaciones que permitieron una inédita representación paritaria entre cuerpos asignados mujeres y cuerpos asignados hombres. Además, escaños reservados para representantes de los pueblos originarios que, por ejemplo, en el caso del pueblo mapuche, permitió la participación histórica de la machi Francisca Linconao5 quien, apenas unos años antes, había sido secuestrada por el Estado Chileno en una fraudulenta asociación al ajusticiamiento del matrimonio de colonos Luchsinger-Mackay.

Asimismo, el sistema electoral D’hont que reemplazó al régimen binominal, burdo garante de la democracia tutelada, usado para elegir a las y los constituyentes, era una mierda pues obligaba a que los representantes fueran elegidos en listas previamente inscritas, tendiendo a debilitar la participación de activistas no alineados con partidos institucionales y, sin embargo, fue nuevamente sagazmente utilizado con diversas estrategias, permitiendo un desborde quizá imprevisto que ha terminado con una composición jamás vista en los “órganos democráticos” de la oligarca república chilena. “Demasiadas mujeres, demasiada población indígena, demasiada izquierda” parecen decir los convencionales de derecha cada vez que se quejan de que la tradicional sobrerrepresentación de los sectores dominantes no se ha mantenido en este nuevo órgano. Pobres patrones, qué pena, se sienten excluidos4.

En fin, la operación misma de la Convención podría haber sido una mierda y, sin embargo, ha procurado con más o menos éxito mantener canales abiertos, continuos y descentralizados de participación cuya incidencia real, si bien es relativa, sigue siendo mayor a lo acostumbrado no solo desde la dictadura, sino quizá en toda la historia, con excepción del período vinculado a la Unidad Popular. De todas formas, el resultado está abierto, es incierto y las tensiones se acumulan.

Es que lo más interesante sigue siendo que la justa sospecha con todo órgano cedido por la burguesía colonial y neoliberal imperante no ha hecho sino agudizar la actuación táctica y el desarrollo descentralizado de horizontes estratégicos. Ahora bien, no cabe jamás perderse en la ingenuidad, pues todo sigue siendo inestable y precario, a pesar de los indiscutibles cambios de escala que la política de colectivos autónomos ha ido adquiriendo en la continuidad compleja entre revuelta y mutación institucional. De hecho, pareciera que en el centro gravitatorio de la serie de acontecimientos a veces difíciles de seguir que se suceden desde 2019 se encuentran la fragilidad y la inseguridad. No es menor, en ese sentido, que una de las consignas que algunas compañeras feministas lanzaban en 2018 apuntara precisamente a la precarización de la vida5, como tampoco lo es que en este 2022 al otro lado de la cordillera apunten a que “la deuda es con nosotres.

Si las revueltas del 2019 fueron contra la precarización rentable que los autoproclamados dueños del mundo les imponen, por todas partes y en distintas intensidades, a los pueblos; la pandemia que le cayó encima no ha hecho sino agudizar aquella evidencia. Es esta arquitectura global del saqueo la que ha producido el agotamiento que resentimos, esta temporalidad del fin que no termina de llegar y frente a la cual la revuelta en el territorio chileno, como en otras partes, ha dicho no seremos una vez más nosotrxs quienes paguen el precio, ni la deuda, ni la culpa. A la vez, la política institucional se ha mostrado tantas veces impotente, tantas veces mero show de los capitales que se nutren de la ruina, que en un país con nuestra historia “democrática” toda confianza deja un gusto amargo. Por ello, no es de extrañar que muchas de las fuerzas presentes en la revuelta y que acompañaron cautelosamente el hackeo al pacto que dio origen a la convención constituyente, se restaran casi por completo de la primera vuelta presidencial, especialmente, luego de la primaria que puso a Gabriel Boric, emblemático rostro del Frente Amplio, como carta presidencial.

La relación entre las agrupaciones del Frente Amplio (FA), incluyendo la actual Convergencia Social (CS) a la que adscribe Boric6, con otras fuerzas populares y micropolíticas, ha sido desde los inicios distante. La composición principalmente universitaria del FA les ha puesto antes en la vereda de la renovación de las élites de centro izquierda que en la de una suerte de representación orgánica de sectores tradicionalmente excluidos. No obstante, parece posible pensar que aquello ha funcionado en favor de, por una parte, la mantención de una cierta autonomía de las potencias convocadas en el oktubre-19 y, por otra, de la paulatina y frágil emergencia de otra forma de relación con la representación.

La primera vuelta presidencial del 21 de noviembre de 2021, donde triunfó el candidato de ultraderecha, el nazi Kast como se le apoda a veces, tanto por su tradición familiar como por sus “ideas de futuro”, operaron un cambio anímico urgente en los movimientos e individualidades no alineadas a los partidos políticos. La ironía esta vez fue fundamental. No como cínica reacción frente a la impotencia, sino como táctica y técnica para pasar a la ofensiva. Ni Gabriel Boric, ni la alianza que le acompaña (Apruebo Dignidad) contaban con la simpatía o la confianza o el carisma para ganar por sí solos. El candidato fue incluso violentamente rechazado en una marcha en diciembre de 2019 por su papel en el pacto del 15N. Sin embargo, la dicotomía entre el nazi y Boric dio origen a un tratamiento irónico de su imagen y de la relación que distintas fuerzas de izquierda podían tejer con el anclaje institucional. Las redes sociales y los grupos de whatsapp se llenaron de memes, stickers, un verdadero devenir bot de distintos actores que derivó en un despliegue territorial de muchas fuerzas que se habían restado en la primera vuelta. En particular, movimientos sociales, ambientales y feministas, lo cual permitió su triunfo en segunda vuelta con 1.200.000 votos ausentes de la primera. En aquel momento, es decir, ante la amenaza al proceso constituyente que implicaba la elección de un gobierno pinochetista, parecía construirse un apoyo que se abstenía tanto de la fascinación, como de la lógica del mal menor y que, ironizando tanto con el candidato como con la coalición, parecía construir otra relación con la representación. El día de su elección hubo una alegría colectiva muy compartida, las calles del centro de Santiago y de otras ciudades se repletaron. La poca costumbre de tener razones para alegrarse daba paso a montones de encuentros, abrazos, conversaciones, perspectivas. La relación especular y espectacular con el presidente electo era aún minoritaria, atravesada por la imperiosa necesidad de cuidar la convención constituyente que para la fecha había hace poco comenzado a discutir, en comisiones, materias de fondo. Algo de eso, no obstante, ha ido cambiando.

 

III. La victoria no es un momento, ni la dignidad un texto

Mientras intentábamos escribir este artículo casi imposible ha llegado el 11 de marzo de 2022, el cambio de mando presidencial. La partida del criminal Sebastián Piñera, para muchos salvado en su permanencia por el propio acuerdo del 15N que originó la CC, fue reducida a la insignificancia por la asunción del gobierno encabezado por Boric y acompañado por otras figuras asociadas a las movilizaciones universitarias de 2011, como Giorgio Jackson y Camila Vallejos, además de una panoplia de nombres que fluctúan desde algunos sobrevivientes de la ex Concertación y Nueva Mayoría (incluidas figuras del Partido Socialista (PS) y del Partido Por la Democracia [PPD]), hasta independientes, militantes del Partido Comunista o Convergencia Social. En suma, la configuración de la nueva socialdemocracia chilena.

Ahora bien, en un país en donde por largas décadas todo lo que no fuera neoliberal o autocrático era considerado irreal, imposible, irracional, casi un sueño en opio de jipis o aspiraciones más o menos criminales según el grado de racialización con el que se juzgaba a los aspirantes, tal configuración es por cierto sumamente interesante. A condición, no obstante, de que no se quiera hacer aparecer la relación entre los tiempos electorales y los de configuración política como directa. Insistimos, entonces, en algo que de todas formas probablemente es siempre así: el pacto que da origen a la convención constituyente no es fruto orgánico de la revuelta del 2019; la elección de Boric y el conglomerado que compone su gabinete no es la expresión en el plano institucional de las fuerzas que, en la calle, rompieron la medida de lo posible posdictatorial. Estas distancias y estas tensiones, lo decimos una vez más, pueden favorecer todas las instancias convocadas en el proceso si se conjuran, si se mantienen a raya, por un lado, la fascinación con la institución y, por otro, el derrotismo por anticipado de las fuerzas políticas autónomas.

Tanto lo uno como lo otro es absolutamente comprensible. Las primeras horas del gobierno de Boric estuvieron plagadas de simbolismos: Maya Fernández, nieta de Salvador Allende, asume como Ministra de Defensa; el propio presidente no solo se acerca a la estatua del “compañero presidente” para rendirle homenaje, sino que se ha encargado de que, desde los marcos de sus lentes a la repetición de famosas consignas como “se abrirán las grandes alamedas”, algo en él evoque a Allende, pero no demasiado; la edecán de carabineros es una mujer por primera vez en la historia; el promedio de edad del gabinete es de 49 años, 7 son menores de 40, la mayoría son mujeres, por primera vez en 30 años un profesor será Ministro de Educación, una feminista Ministra de la Mujer, una ambientalista de Medio Ambiente; el día anterior a asumir la ahora Ministra del Interior, antes presidenta del Colegio Médico, Izkia Siches, anunció el retiro de 139 querellas por Ley de Seguridad Interior del Estado contra compañerxs que participaron en las jornadas de protesta durante la revuelta; esos mismos días previos, Boric, y la actual primera dama Irina Karamanos, también feminista, se iban a vivir al Barrio Yungay, un tradicional barrio en el centro de Santiago, entre la gentrificación, la migración y el narcotráfico; incluso, el presidente de los símbolos, transformó a un muy simpático perrito en mascota oficial y le hizo, por qué no, un perfil de Instagram7.

Y, no obstante, muchxs de los actuales presxs de la revuelta están imputados por delitos comunes y, otros, como típicamente cuando refieren al uso de molotov, están acusados de fabricación de material incendiario o incluso de homicidio frustrado a Carabineros. La medida es, en efecto, un buen gesto cuyas implicancias, eso sí, podrían ser mucho menores de lo que aparenta y, sobre todo, no incluye en el criterio de justicia una relación distinta con la violencia política que, no obstante, permitió no solo sostener una revuelta, sino incluso continuar con vida frente a la guerra que Piñera había declarado contra lxs sublevadxs. A la vez, Chile se encuentra fuertemente militarizado tanto por el norte como por el sur, con Estados de Excepción declarados. En el norte, el problema se considera la migración, particularmente, de personas que vienen de Venezuela, mientras que en el sur, en parte del territorio denominado por las comunidades mapuches como wallmapu, se trata de la ambición sinfín de las empresas forestales que, actualizando el proceso de colonización comenzado hace más de 500 años, buscan apropiarse de las tierras, destruyendo todo a su paso y, consecuentemente, haciendo emerger una resistencia cada vez más tenaz, frente a la cual el Estado ha siempre desplegado sus milicias. Respecto de la primera situación, Boric ha planteado extender la condición de excepcionalidad. Respecto de la segunda, se ha anunciado que no se prorrogará nuevamente, al menos “por ahora”.

Un ejercicio similar podría hacerse con cada una de las cosas que ha anunciado, todo gesto aparece desmentido de antemano por el peso de las historias. El presidente de los símbolos genera esperanzas y desconfianzas por igual. Un problema triste de lxs esperanzadxs, que subieron como la espuma luego de que el ejercicio comunicacional irónico fuera inclinándose a la fascinación, es que usualmente se acompaña de una igualmente rápida capacidad para defraudarse y arrojarse en un nihilismo reaccionario. Por otra parte, las desconfianzas se generan evidentemente por derecha y por izquierda. Las desconfianzas de derecha son tan obvias y grotescas que se reducen a no poder seguir siendo los “dueños de fundo” que siempre han sido, en sostener su alianza con los grandes capitales para depredar sin tranzar, todo lo que tan bien sabemos, todo frente a lo cual tantxs se han levantado y lo siguen haciendo. Sin embargo, el asunto de las desconfianzas de izquierdas es vital. Y aquí quizá lo último que podamos decir: si algo es posible aprender de esta continuidad compleja de procesos insurreccionales, destituyentes, constituyentes, restituyentes, etc., es que no es necesario confiar en la institucionalidad imperante para hacer uso de ella, es decir, que si bien las armas del amo no sirven para desmantelar su casa, talvez permitan acorralarle para “okupar la casa con gente adentro” y así insha’allah8 permitir el despliegue de otros modos de vida y pensamiento.

 

IV. A lxs amigxs y los-otrxs

Hay que sospechar, ser cautelosx, saber dónde pisar. No ansiar, ni para bien ni para mal, que la Constitución escriba una sociedad ideal, es decir, eliminar jurídicamente todo antagonismo. Por la misma razón, una “victoria” no puede considerarse un momento. No se puede decir “ganamos” en pasado con el peso histórico de una institucionalidad hecha y actualizada con base en la exclusión de los elementos juzgados riesgosos para el horizonte oligarca, terratienente, patriarcal, colonial, neoliberal y extractivista.

Y del mismo modo, cabe distanciarse de las posiciones que ya se han derrotado. Al menos, parte de las tensiones proliferantes de la(s) izquierda(s) están alojadas al interior tanto de la convención constituyente como del gobierno progre. A lxs amigxs, más o menos cercanos, que ahora se declaran oficialistas con más o menos poder, les cabe sobre todo la humildad de reconocer que no son ellos la resolución de las fuerzas de la revuelta y que, por sobre todas las cosas, es imperioso no atenuarlas ni perseguirlas cuando se lo recuerden en las calles. A lxs amigxs, más o menos cercanos, que de la incredulidad han pasado a la fascinación y la esperanza, les cabe sobre todo la tranquilidad para observar los límites y, por ende, no clausurar las críticas “por izquierda” acusando de traición o lo que sea, para luego ante el primer fracaso del espectáculo arrojarse ellxs mismxs al nihilismo y la impotencia. A los otrxs, quienes de diversas formas han buscado abrir otras formas de militancia para construir otrxs modos de vivir, nos cabe sobre todo un actuar cauto, el desarrollo de una proximidad estratégica, el contagio de otra forma de relación con la representación y, sobre todo, evitar activamente que las fuerzas sean devoradas, envueltas en el espiral de los tiempos institucionales, aprovechando las propias tensiones del proceso: sus trayectorias disímiles, la relación de continuidad compleja entre revuelta, convención y gobierno para dar consistencia al plano autónomo de la política, para dotar de infraestructura que permita, más allá de los tiempos electorales, el despliegue en el plano social de los deseos de transformación radical. A todxs, de una u otra forma, nos cabe detener el fascismo en todas sus expresiones que está ahí, esperando a los errores y las disputas, atento a la clausura de la politización crítica por izquierda, para conducir cualquier problema al lecho de muerte de su senil ansia de mantener todo como estaba para no pagar nada de lo que han hecho y que buscan perpetuar. Así, entonces, no esperar ni de la Constitución ni del Gobierno la resolución de todo, una vez más el fin de la política, sino la posibilidad de una continuidad de las luchas, en mejores condiciones con más y diversas armas para, a través de todas estas complejidades, arrebatarles de una vez la gestión de la ruina y dotando de consistencia a la organización de las autonomías sociales podamos no solo sobrevivir a la catástrofe, sino recomponer la posibilidad del placer de habitar dignamente juntxs.

Imágenes: Pablo E. Piovano

Notas:

1 Una comuna tradicionalmente de élite, parte de las “3 comunas” de la Región Metropolitana donde ganó el rechazo a la Convención Constitucional: https://lavozdelosquesobran.cl/no-fueron-30-fueron-tres-comunas-las-burbujas-del-rechazo

2 https://compromiso.aguasandinas.cl/proyecto-nuevo-estanque-subterraneo-en-parque-bicentenario

3 https://compromiso.aguasandinas.cl/proyecto-nueva-alimentadora-providencia

4 https://www.bcn.cl/procesoconstituyente/detalle_cronograma?id=f_cronograma-1

5 https://es.wikipedia.org/wiki/Francisca_Linconao

6 Proveniente a la vez de la fusión de otras agrupaciones más pequeñas del FA: https://es.wikipedia.org/wiki/Convergencia_Social

7 https://www.instagram.com/brownie_presidencial/

8 El árabe para nuestro conocido “ojalá”.