El próximo estallido social, ¿cuándo y dónde?

Si el aumento del coste de la vida en Europa y Estados Unidos está creando fuertes tensiones sociales, el Sur Global se ha convertido en un polvorín. América Latina es una de las áreas más vulnerables



El próximo estallido social, ¿cuándo y dónde?

Andy Robinson Río de Janeiro ,

11/04/2022

Si el aumento del coste de la vida en Europa y Estados Unidos está creando fuertes tensiones sociales, el Sur Global se ha convertido en un polvorín. América Latina es una de las áreas más vulnerables

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A mediados de diciembre de 2021, poco después de anunciarse las últimas cifras del hambre que afectaban de manera directa a casi 20 millones de brasileños, se produjeron una serie de ocupaciones de supermercados en nueve ciudades del gigante latinoamericano, desde Porto Alegre a Recife.

En la protesta –organizada por el Movimiento de lucha en los barrios, villas y favelas–, no hubo ni saqueos ni violencia. Pero, para muchos comentaristas brasileños, fue una advertencia de lo que puede ocurrir en uno de los países más golpeados por la pandemia que ahora se encuentra inmerso en una crisis socioeconómica caracterizada por subidas disparadas de los precios de los alimentos básicos y el combustible. Desde el estallido de la guerra en Europa del Este, con un impacto explosivo sobre los precios del petróleo y los cereales, la situación se ha vuelto crítica. 

“La carne de segunda (cortes inferiores) ha subido de 45 reales a 100 reales en un año y los frijoles están a diez reales un kilo cuando valían cinco; todo se disparó”, explica Ángela María Ronce Chaves, de 56 años y madre de dos hijos, que vive en la periferia humilde de Río de Janeiro y trabaja limpiando casas en la acomodada zona sur. “Es muy difícil. Por el momento aguantamos”.

Brasil es solo un ejemplo de un país donde la inflación de los principales alimentos ha vuelto a crear problemas de hambre y posibles estallidos. Toda América Latina, Medio Oriente, África y partes de Asia se enfrentan a una grave crisis de seguridad alimentaria. También en los países ricos el encarecimiento del combustible y los alimentos empieza a crear problemas de hambre. 

Incluso antes de la guerra en Ucrania, crecía la preocupación por el impacto social de las subidas de precios de alimentos en los países del Sur Global. El índice de precios de materias primas alimentarias había subido el 50% entre 2019 y el 2021, tras caídas de la producción de cereales debido a sequías en Brasil y Argentina, –importantes productores de soja–, una ola de calor en Canadá e inundaciones en Alemania. Pero tras la subida del precio del crudo por encima de 100 dólares el barril –lo que genera inflación en todos los alimentos contratados en mercados internacionales y locales– y el colapso de las exportaciones de cereales de Ucrania y Rusia, ya se teme una grave crisis de seguridad alimentaria. Y esto suele ser terreno abonado para los estallidos sociales.

 

Casi una tercera parte de la población de Brasil –el primer país exportador mundial de soja, azúcar y carne bovina y pollo– dice que sus ingresos ya no alcanzan para comprar suficientes alimentos. “Es totalmente inaceptable en el país conocido como el granero del mundo”, declaró en una entrevista Marcelo Neri, investigador de la fundación Getulio Vargas en Río.  

 “El mejor remedio para los precios altos de los alimentos son los precios altos; incentivan la producción”

Pero el Ministerio de Agricultura del presidente ultraconservador Jair Bolsonaro –capturado por el lobby del agro negocio– se fía del mercado: “El mejor remedio para los precios altos de alimentos son los precios altos; incentivan la producción” , dijo Silvio Farnes, secretario de comercialización del Ministerio en declaraciones a Folha de Sao Paulo. 

Bolsonaro ha creado un nuevo programa de ayuda bajo el nombre Auxilio Brasil que proporciona 400 reales mensuales –menos de 80 euros– a una de cada cinco familias. Pero con una tasa de inflación superior al 11%, que es más alta en el caso de los alimentos y el combustible, no deja de ser un paliativo. Uno de los motivos por los que Lula puede imponerse en la primera vuelta de las elecciones de octubre es que parte de la clase media y hasta grandes empresarios, antes visceralmente antipetistas (contra el Partido de los Trabajadores), temen una grave crisis social si Bolsonaro sigue en el poder.

Lo mismo ocurre en el resto de América Latina, África subsahariana, Medio Oriente y partes de Asia. Si el aumento del coste de la vida en Europa y EE.UU. está creando fuertes tensiones sociales, el Sur Global se ha convertido en un polvorín.

Expertos del FMI advirtieron, a partir de un análisis de millones de noticias, que los estallidos sociales suelen producirse tras las pandemias

Hace exactamente un año, expertos en estadística del Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtieron –a partir de un análisis cuantitativo de millones de noticias de medios de comunicación– que, a lo largo de la historia, los estallidos sociales suelen producirse tras las pandemias, aunque con un retraso de uno o dos años.

 

Un año después de esa advertencia, se suman las subidas descontroladas de los precios de alimentos básicos y combustibles –otro histórico indicador adelantado de brotes de violencia. Los principales factores para explicar explosiones de descontento en el pasado “incluyen la inflación de los precios de alimentos, así como una tradición de protesta social y la presencia de estallidos en países vecinos que provoca un efecto mimético”, se explica en un nuevo informe del FMI.

 

“Sabemos que los precios de los alimentos están relacionados con episodios de malestar. En nuestro estudio no queremos determinar de forma simplista causa y efecto, sino solo correlacionar los factores. Pero sí hemos comprobado un papel importante de precios de alimentos en estallidos como, por ejemplo, la primavera árabe en el 2011”, explicó Chris Ridi, uno de los autores del informe, en una entrevista. La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, ha advertido que “cuando los precios se disparan, los pobres salen a las calles” días antes de la asamblea de la institución financiera multilateral, que arranca el 18 de abril.

Antes de la guerra en Ucrania, el precio del petróleo en el mercado internacional había subido en los 12 meses anteriores el 66%; el del gas, el 81%; la gasolina el 36%; las cabezas de vacuno, el 20%; las materias primas agrícolas como la soja o el trigo, el 24%… Ahora, los precios se disparan aún más. El precio del trigo en el mercado internacional había subido de cinco a ocho dólares la fanega entre el 2019 y el 2021. Desde el estallido de la guerra –conforme el suministro de este cereal producido en Ucrania y Rusia se retira del mercado– se ha disparado hasta doce dólares por fanega. Ucrania y Rusia, en tiempos normales, suministran uno de cada tres kilos de trigo contratado en el mercado mundial.

La última vez que se cortó la exportación de cereales de Ucrania fue en el verano del 2010, y resultó ser el detonante de la Primavera Árabe

“Ucrania es muy importante como productor de alimentos y habrá un impacto muy fuerte sobre los precios globales de alimentos”, dijo Michael Klare, experto en geopolítica de Hampshire College en EE.UU. “La última vez que se cortó la exportación de cereales de Ucrania fue en el verano del 2010 después de una ola de calor y fue el detonante de la Primavera Árabe. “Esto va a pasar otra vez y quién sabe qué clase de malestar desatará”, añadió.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, según sus siglas en inglés), el número de personas que lidian con el hambre subió hasta 811 millones en 2020, 161 millones más que en el 2019. De las 7.753 millones de personas que habitaban el mundo en 2020, 2.400 millones no tenían acceso a una alimentación suficiente. Tras la explosión de precios en el último año, los datos actuales serán mucho peores.

 

Aún no se han producido los fuertes estallidos sociales que ocurrieron tras la última ola de inflación de materias primas entre 2007 y 20011, que disparó el precio del trigo importado en países como Egipto y fue el catalizador de las revoluciones de la Primavera Árabe. Pero hay motivos –y estudios estadísticos los respaldan– para pensar que, tras la pandemia, llegarán las protestas. Ya se han producido escenas de violencia en un puñado de países, desde Kazajstán a Suráfrica. El índice de precios de alimentos esenciales elaborado por la FAO se sitúa ya en un récord histórico, más alto aún que el que se registró en febrero del 2011, al inicio de la Primavera Árabe.

“Hace tiempo que estoy esperando a ver las consecuencias de las subidas de precios”, manifestó en una entrevista en la radio pública estadounidense Ida Redolasen, especialista en el impacto social del hambre del Instituto de Investigación de la Paz en Oslo.

Redolasen sostiene que los países más vulnerables al hambre son los que importan mayor número de alimentos, como Afganistán, Chad, Camerún o Yemen, que está ya en una crisis grave de seguridad alimentaria. Según un nuevo informe de la oenegé Acción contra el Hambre, 35 millones de personas en Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania y Níger ya sufren inseguridad alimentaria y desnutrición.

Los disturbios suelen ocurrir en los países de renta media, sobre todo si cuentan con movimientos sociales para liderar el descontento

El hambre golpeará más al África subsahariana. Pero los disturbios suelen ocurrir en los países de renta media, como los de América Latina o Medio Oriente –explica la especialista–, sobre todo si éstos cuentan con movimientos sociales para liderar el descontento. “No son los más pobres los que se lanzan a las calles”, sentencia Redolasen. En Colombia, los grandes estallidos sociales que se produjeron el año pasado en ciudades como Cali “tenía que ver, en parte, con la subida del coste del a vida, que se sumó a un hastío general con el gobierno”, declaró Hollman Morris, aliado del candidato de izquierdas Gustavo Petro a las elecciones presidenciales del 29 de mayo. Esta semana, en Paraguay se han registrado protestas por las subidas de precios.

 

En Chile, donde se produjeron grandes estallidos sociales en el 2019, en parte debido a subidas del coste de la vida, el hambre vuelve a las barriadas en la periferia de Santiago, aunque el nuevo gobierno de Gabriel Boric cuenta con más apoyo que su antecesor. 

América Latina, en general, es especialmente vulnerable, según un nuevo informe sobre el riesgo político en la zona de la Universidad Católica en Santiago de Chile. El estudio sostiene que “Argentina, Brasil, México, Perú y Chile enfrentan la mayor inflación en diez años, afectando entre otros a los alimentos y servicios básicos, lo que constituye una nueva fuente de malestar social”. Tras el fuerte aumento del gasto público durante la pandemia, “los gobiernos se verán forzados a reducir las ayudas sociales y a introducir reformas fiscales de carácter impopular. Ello puede disparar más protestas”, advierte el informe. Si los gobiernos latinoamericanos optan por “militarizar esos escenarios, podrían incrementarse los enfrentamientos violentos poniendo en serio riesgo (…) la estabilidad de la democracia”. Y esto fue escrito antes de la guerra europea.