Los aportes teóricos de Immanuel Wallerstein

No es una teoría sobre el mundo social o sobre una parte de éste, sino más bien una protesta contra la forma en que quedó estructurada la investigación social desde su concepción a mediados del siglo XIX, a partir de una serie de suposiciones a priori normalmente incuestionadas.



Los APORTES TEÓRICOS de Immanuel Wallerstein (I)

Por Rodolfo Crespo

Posta Porteña http://www.postaportenia.com.ar/notas/12389/los-aportes-te%C3%B3ricos-de-immanuel-wallerstein-i/

La división del trabajo, frontera de los sistemas sociales

 

A los jóvenes cubanos Ivelisis Martínez, Luis Emilio Aybar, el trovador Tony Ávila y todo ese grupo de jóvenes cubanos conocidos como los “pañuelos rojos”.

 

“No estoy proponiendo un nuevo paradigma,más bien trato deestimular la búsqueda de un nuevo paradigma”     Immanuel Wallerstein

 

Rodolfo Crespo

 

Introducción a la serie de “Los aportes teóricos de Immanuel Wallerstein”

 

El profesor Immanuel Maurice Wallerstein (Nueva York, 28 de septiembre de 1930-Connecticut, 31 de agosto de 2019)? fue un sociólogo y científico social histórico estadounidense cuyos estudios sobre la historia y la sociología lo llevaron en la década de 1970 a enunciar  en su libro El Moderno Sistema Mundial (primer tomo en 1974, obra que, sin embargo conocería 3 tomos más), lo que él mismo llamó como la «perspectiva de análisis de los sistemas-mundo», en realidad una nueva teoría sobre las concepciones relativas a la historia y la sociedad, que negaba todo lo que hasta ese entonces se pregonaba en relación a las mismas y que  el mismo se encargaría de sintetizar, en 1987, en un artículo («El análisis de los sistemas-mundo») para un libro editado por A. Giddens y J. Turner (Social Theory Today) donde se le invitaba a exponer en pocas páginas las premisas teóricas específicas de la misma que ésta «no era una teoría sobre el mundo social o sobre una parte de éste, sino más bien una protesta contra la forma en que quedó estructurada la investigación social desde su concepción a mediados del siglo XIX, a partir de una serie de suposiciones a priori normalmente incuestionadas 1

Wallerstein, que llegó a ser el principal y casi único teórico del también conocido como análisis de sistema-mundo, en la Introducción a un conjunto de veinte ensayos recopilados en forma de libro en 1991, en un volumen titulado Impensar las Ciencias Sociales. Límites de los paradigmas decimonónicos, argumentaba que “es normal que los eruditos y los científicos repiensen los asuntos. Cuando nuevas evidencias importantes socavan viejas teorías y las predicciones no se cumplen, nos vemos obligados a repensar nuestras premisas. En ese sentido, gran parte   de las ciencias sociales del siglo XIX se repiensa constantemente en la forma de hipótesis específicas.  Sin embargo además de repensar -algo que es ‘normal’- las ciencias sociales del   siglo XIX, creo que   necesitamos ‘impensarlas’ debido a   que   muchas   de   sus suposiciones -engañosas  y constrictivas, desde mi punto de vista están demasiado arraigadas en nuestra mentalidad. Dichas suposiciones, otrora consideradas liberadoras del espíritu, hoy en día son la principal barrera intelectual para analizar con algún fin útil el mundo social 2

En otra parte, en una entrevista concedida en 1999 a Carlos Antonio Aguirre Rojas, se encargó también de describirla cuando expresaba que «considero a esta perspectiva, más bien como un movimiento intelectual…justamente, un movimiento que impulsa una transformación del modo de hacer las cosas que hasta ahora ha sido imperante 3

Esos nuevos aportes son los que, con esta primera entrega, pretendemos iniciar con el objetivo de servir de guía e iluminar la acción de todos aquellos que emprendan el camino de la transformación –que no reforma– del “sistema-mundo capitalista” en esta etapa en la que, después de entrar en “caos” se encamina hacia su “bifurcación”

 

I. La división del trabajo, frontera de los sistemas sociales

 

La división del trabajo constituye el indicador más importante para definir los contornos en los cuales existe y se desarrolla un determinado sistema social histórico; Immanuel Wallerstein dice que es “la característica definitoria de un sistema social 4

Lo anterior significa que existen (o han existido) tantos sistemas sociales como divisiones del trabajo hay (o han habido) y que, nunca encontraremos dentro de una misma división social del trabajo más de un sistema social.

Partiendo de lo dicho en el planeta puede haber un solo sistema social como coexistir varios de ellos al mismo tiempo, todo depende de la cantidad de divisiones del trabajo autónomas e independientes que haya.

Pero, qué elementos permiten identificar que estamos delante de una división del trabajo propia.

“Una división del trabajo se puede entender como una red sustancialmente interdependiente”, aquellos escenarios en lo que tiene lugar un “intercambio de bienes esenciales sistemáticamente sostenido”, “de forma que los distintos sectores o áreas dependen del intercambio económico recíproco para la satisfacción fluida y continua de sus necesidades 5

Aunque una división social del trabajo implica el concepto de “redes autosuficientes de relaciones de intercambio” es necesario, no obstante, hacer “una distinción entre intercambios esenciales y lo que se podrían llamar intercambios ‘de lujo’, algo que “es crucial si no queremos caer en la trampa de considerar cualquier actividad de intercambio como prueba de la existencia de un sistema. Los miembros de un sistema pueden vincularse mediante intercambios limitados con elementos situados fuera del sistema, en su ‘área exterior 6

¿Qué importancia teórica, política y práctica tiene la comprensión de la diferencia del comercio (intercambio de bienes) que tiene lugar entre un sistema social histórico y una “arena exterior” al mismo y el comercio que se da entre el centro y los sectores periféricos dentro de dicho sistema histórico?

Los vínculos entre un sistema histórico y los elementos situados fuera del mismo son “intercambios muy limitados”.

“Miembros de ambos sistemas pueden llevar a cabo un intercambio suntuario, de forma que cada uno de ellos exporta al otro lo que en su sistema está socialmente definido como de poco valor a cambio de la importación de algo que en su sistema se define como de mucho valor. (…) el intercambio suntuario entre sistemas-mundo puede ser extremadamente importante para su evolución histórica. La razón por la que es tan importante es que en un intercambio suntuario el importador está ‘cosechando un regalo del cielo’ y no obteniendo un beneficio. Ambos participantes en el intercambio entre distintos sistemas-mundo pueden cosechar tales venturas simultáneamente, pero cuando el intercambio se da dentro de un mismo sistema-mundo, sólo uno de ellos obtiene el máximo beneficio, ya que el intercambio de plusvalor dentro de un sistema es un juego de suma cero 7

Hay otras tres diferencias notables.

“En primer lugar, el comercio en el seno de un sistema-economía-mundo atañe a artículos de primera necesidad, y sin él la economía-mundo no podría sobrevivir. Implica una transferencia significativa de excedente, dado que la economía-mundo está basada en el modo de producción capitalista. Es un comercio que responde al mercado-mundo de la economía-mundo. El comercio entre dos sistemas-mundo separados concierne a los llamados ‘artículos de lujo’. En términos más precisos podemos decir que ese comercio supone el intercambio de productos  que ambos vendedores consideran de bajo valor, pero que ambos compradores consideran de alto valor. No es un intercambio capitalista, y en realidad es prescindible. Los comerciantes a larga distancia pueden obtener de él un beneficio, pero se trata precisamente del tipo de beneficio que han obtenido esos comerciantes durante miles de años, basado en las grandes diferencias de precio debidas a la escasez del producto en cuestión en el lugar de consumo u su abundancia en el lugar de producción”

En segundo lugar, el comercio en el seno de una economía-mundo capitalista debilita la estructura estatal de cualquier país periférico implicado en él, como atestigua, por ejemplo, el continuo declive del poder de los reyes polacos entre 1500 y 1800. El comercio con arenas externas no debilita y probablemente fortalece las estructuras estatales de los socios comerciales, como muestra el reforzamiento de los sultanes malayos durante ese mismo periodo.

Finalmente, el comercio dentro de una economía-mundo capitalista debilita el papel de la burguesía indígena de la periferia, mientras que el comercio con una arena exterior refuerza el papel de la burguesía indígena 8

Sobre la base de lo anterior se puede llegar a constatar que la amplia variedad de sistemas sociales históricos (abordada en la segunda entrega de esta serie Los aportes teóricos de Immanuel Wallerstein) que han existido (en correspondencia con el número de divisiones sociales del trabajo que ha habido) ya han desaparecido y que, desde finales del siglo XIX existe en el planeta un solo sistema social: el capitalista (cuestión abordada en la tercera entrega de esta serie Los aportes teóricos de Immanuel Wallerstein), el que ha absorbido/destruido en su proceso expansivo desde el siglo XV-XVI a todos los demás, integrándolos e incorporándolos a su órbita, y que el (mal) llamado sistema socialista mundial, del que tanto se ha hablado, establecido (según unos) desde la Revolución de Octubre de 1917 y/o (según otros) desde la expansión del mismo posterior a la segunda guerra mundial en Europa del Este, China, Viet Nam, Corea del Norte e incluso otros continentes (Cuba, por ejemplo, en América Latina) es un mito, un error teórico-práctico (tema que será abordado en la cuarta entrega de esta serie Los aportes teóricos de Immanuel Wallerstein) porque, ninguna de esas regiones (que en su momento abarcaron un tercio de la humanidad) erigieron una división del trabajo autónoma y distinta, desconexionada y diferente de la división social del trabajo reinante del capitalismo mundial.

Notas

* Introducción del Libro “Impensar las Ciencias Sociales. Límites de los paradigmas decimonónicos”. Immanuel Wallerstein. Primera edición en inglés, 1991.

1. Wallerstein, Immanuel. «El análisis de los sistemas-mundo«. Capítulo VIII del libro «Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo». Ediciones Akal. Madrid. España 2004. pág. 134. (las negritas resaltadas son nuestras)

2. Wallerstein. Immanuel. IMPENSAR LAS CIENCIAS SOCIALES. Límites de los paradigmas decimonónicos. Editorial Siglo XXI. Página 2 (primera edición en inglés, 1991)

3. Aguirre Rojas, Carlos Antonio. Immanuel Wallerstein: Crítica del sistema mundo capitalista (Estudio y entrevista a Immanuel Wallerstein). Editorial Era, 2004. (no se incluye la página porque el material de la entrevista que disponemos es una copia digital que el compañero Aguirre Rojas nos hizo llegar)

4. Wallerstein, Immanuel. Capítulo V. El ascenso y futura decadencia del sistema-mundo capitalista: conceptos para un análisis comparativo. Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. Ediciones Akal, S. A., 2004. Madrid. p 88.

5. Wallerstein, Immanuel. Capítulo IV. África en un mundo capitalista y Capítulo V. El ascenso y futura decadencia del sistema-mundo capitalista: conceptos para un análisis comparativo. Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. Ediciones Akal, S. A., 2004 Madrid. p 71 y 88 respectivamente. Negritas resaltadas nuestro.

6. Wallerstein, Immanuel. Capítulo V. El ascenso y futura decadencia del sistema-mundo capitalista: conceptos para un análisis comparativo.  Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. Ediciones Akal, S. A., 2004. Madrid. p 97. Negritas resaltadas por Wallerstein.

7. Ibídem p 97. Negritas resaltadas por Wallerstein y subrayado nuestro.

8. Wallerstein, Immanuel. Capítulo IV. África en un mundo capitalista. Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. Ediciones Akal, S. A., 2004. Madrid. p 74.

Próxima entrega: Los aportes teóricos de Immanuel Wallerstein II. Clasificación de los sistemas sociales históricos: minisistemas, imperios-mundo y economías-mundo.

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Clasificación de los sistemas sociales históricos: minisistemas, imperios-mundo y economías-mundo

Rodolfo Crespo

Los aportes teóricos de Immanuel Wallerstein II

A los queridos y entrañables profesores José María Tortosa Blasco (español) y Carlos Antonio Aguirre Rojas (mexicano) sin la ayuda de los cuales no hubiese llegado a conocer la obra de Immanuel Wallerstein como he llegado a conocerla. El abrazo fraterno y cordial para los dos.

«No estoy pidiendo superhombres intelectuales, sólo pido que nos pongamos unas lentes nuevas y que las utilicemos al mismo tiempo que las vamos ajustando»*
Immanuel Wallerstein

Para efectuar la clasificación de los sistemas históricos hasta nuestros días se han tomado, «grosso modo», como punto de referencia básicamente tres indicadores: la forma en que se utiliza, emplea y/o explota la fuerza de trabajo, la preponderancia de un tipo u otro de propiedad sobre los medios de producción fundamentales y el grado de participación de los individuos en las principales decisiones sociales.

Así llegó a consignarse que, sí la fuerza de trabajo empleada era esclava, el régimen social en el que se encontraba esa zona, región o país era el esclavista; de la misma forma que sí eran «siervos de la gleba» en un régimen de servidumbre, el sistema era feudal; mientras que si la característica fundamental era el trabajo asalariado, el sistema era capitalista.

La más célebre y difundida de estas clasificaciones (y prácticamente la única por lo avasalladora que fue) que tomaba en cuenta de una u otra forma todos los indicadores mencionados más arriba, es la clasificación que periodiza la historia de la humanidad como si de una escalera se tratara, siempre de peldaños inferiores a superiores, así de la Comunidad Primitiva se pasaba al Esclavismo, de éste al Feudalismo y posteriormente al Capitalismo, en el cual, decíase, maduraban las condiciones que hacían posible el tránsito al Comunismo, último peldaño de la escalera social para los marxistas del viejo movimiento obrero y comunista. Aunque la historiografía liberal también coincidía con ese tránsito de la historia por etapas siempre progresivas, es bueno precisar que nunca consideró el comunismo la última etapa, sino más bien una aberración en el decursar histórico, de ahí que interpretara los acontecimientos ocurridos entre 1989-1991 en Europa del Este y la Unión Soviética, como el «fin de la historia» (Fukuyama) y la comprobación que el capitalismo era en la periodización de la historia universal, el escalón superior y último de la misma.

Para los simpatizantes de esta clasificación, que eran casi todos, puesto que salvo el último escalón (el comunismo) era abrazada, tanto por liberales como por marxistas, el tránsito de una etapa a otra casi siempre se hacía de modo violento («la violencia es la comadrona de la historia», decía Marx), aunque tanto Marx como Lenin, trataron de darle al mismo cierta base objetiva. En el caso de Marx es célebre su bien conocida sentencia de que «Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua»[1]

Y de Lenin es sabida su visión al respecto en la definición que da de materialismo-histórico, cuando ve en el desarrollo de las fuerzas productivas el motor objetivo fundamental del tránsito social[2]. Aunque hay que destacar que en la visión marxista del cambio social, a medida que la sociedad avanza el factor objetivo pierde fuerza y protagonismo en relación al subjetivo («conforme aumenta la profundidad de la acción histórica, aumenta el volumen de la masa cuya acción es», Carlos Marx, La Sagrada familia), y un destacado líder revolucionario y político como Fidel Castro fue más enfático al respecto «en la construcción del socialismo el factor fundamental es la conciencia».

La creencia en este ascenso progresivo de la historia estaba tan arraigado en el pensamiento marxista que, cada vez que un movimiento revolucionario o fuerza progresista en el poder era derrotado y restaurado el antiguo régimen, la explicación se buscaba en que, el desarrollo era progresivo, pero no lineal, la historia se movía ascendente, pero no en línea recta, hasta llegaban a justificarse teóricamente los mismos, basándose en una de las leyes dialécticas enunciadas por el filósofo alemán Guillermo Federico Hegel, que concebía el progreso en forma de espiral, de ahí que cualquier retroceso no era una negación de la tendencia, siempre ascendente, sino que eran parte de los zigzag históricos admitidos hasta por la propia teoría (recuérdese que el marxismo siempre consideró la dialéctica hegeliana una de sus fuentes teóricas), por tanto, nunca serían retrocesos definitivos ni totales, sino temporales y parciales.

Como se ha expresado en otro lugar[3] Wallerstein consideraba que los sistemas sociales siempre están vinculados a una división social del trabajo, espacio en el que transcurre el intercambio económico recíproco entre los distintos sectores y áreas del mismo, sin embargo, tal intercambio económico puede darse en los límites de uno o de múltiples sistemas culturales, peculiaridad que lleva a clasificar los sistemas sociales respectivamente en: minisistemas y en sistema-mundo.

Esta clasificación pierde interés toda vez que los minisistemas ya no existen en el mundo actual, se encuentran únicamente en sociedades agrícolas o de caza y recolección muy simples, además de haber sido poco abundantes «ya que cualquiera de tales sistemas estaba normalmente vinculado a un imperio por el pago de un tributo en concepto de ‘costes de protección’ y dejaba por ese mismo hecho de ser un ‘sistema’, al dejar de tener una división del trabajo endógena. Para un área semejante, el pago del tributo suponía, en el vocabulario de Polanyi, dejar de ser una economía de reciprocidad y pasar a participar en una economía redistributiva más amplia».

«Dejando a un lado los minisistemas ya desaparecidos, el único tipo de sistema social existente es un sistema-mundo, que definimos simplemente como una unidad con una única división del trabajo y múltiples sistemas culturales. De ahí se sigue lógicamente que puede haber, no obstante, dos variedades de tales sistemas-mundo, según dispongan de un sistema político común o no. Los llamaremos respectivamente imperios-mundo y economías-mundo.»[4]

Resumiendo el profesor Wallerstein dice: «Aun aceptando la posibilidad de que podamos identificar otras formas o variedades, yo mismo he propuesto la hipótesis de que han existido tres formas o variedades conocidas de sistemas históricos, que he denominado minisistemas, imperios mundo y economías-mundo».

«Los ‘minisistemas’, llamados así porque su espacio es pequeño y su duración normalmente breve (unas seis generaciones), son muy homogéneos en términos de estructuras culturales y de gobierno. Su lógica elemental es la ‘reciprocidad’ de los intercambios. Los ‘imperios-mundo’ son estructuras políticas extensas (al menos en el apogeo del proceso de expansión y contracción que parece ser su destino) y abarcan gran variedad de patrones ‘culturales’. La lógica elemental de este sistema es la obtención de tributos de los productores directos (en su mayoría rurales) que por lo demás se autoadministran localmente; dichos tributos se envían al centro y de ahí se redistribuyen a una delgada pero crucial red de funcionarios. Las ‘economías-mundo’ son cadenas extensas y desiguales de estructuras de producción integradas, divididas no obstantes en múltiples estructuras políticas. Su lógica elemental es la distribución desigual del excedente acumulado en favor de quienes pueden ejercer varios tipos de monopolios temporales en las redes de mercado. Se trata de una lógica ‘capitalista’.»[5]

¿Cuál ha sido la historia de la relación y/o coexistencia de las tres variedades de sistemas históricos?

“En la era preagrícola había múltiples minisistemas, cuya desaparición constante solía depender en gran medida de percances ecológicos y de la escisión de grupos que habían crecido demasiado. Nuestro conocimiento al respecto es muy escaso; carecemos de documentos escritos y nos vemos limitados a reconstrucciones arqueológicas. Durante el periodo comprendido entre, digamos, 8000 a.de n.e. y 1500 de n. e., coexistieron en el planeta múltiples sistemas históricos de las tres variedades. El imperio-mundo era la forma ‘fuerte’ durante esa época, ya que, doquiera que se extendiera, destruía y/o absorbía tanto minisistemas como economías-mundo y, cuando uno de ellos se contraía, dejaba espacio para que se volvieran a crear minisistemas y economías-mundo. Gran parte de lo que denominamos la ‘historia’ de este periodo es la historia de dichos imperios-mundo, lo que es comprensible dado que mantenían a escribas culturales para que registraran lo que sucedía. Las economías-mundo eran una forma ‘débil’ que nunca sobrevivía mucho tiempo, ya que se desintegraban, se integraban o se convertían en un imperio-mundo (mediante la expansión interna de una sola unidad política)».

«Alrededor del año 1500, una de esas economías-mundo[6] se las arregló para no sufrir ese destino. El ‘sistema-mundo moderno’ nació, por razones que habría que explicar[7], de la consolidación de una economía-mundo, por lo que tuvo tiempo para alcanzar su pleno desarrollo como sistema capitalista. Debido a su lógica interna, esta economía-mundo capitalista se extendió más tarde hasta abarcar todo el globo, y en ese proceso absorbió a todos los minisistemas e imperios-mundo existentes. Así, hacia finales del siglo XIX existía por primera vez en la historia un único sistema histórico; nos encontramos todavía en esa situación».[8]

De las economías-mundo e imperios-mundo debemos agregar algunos aspectos característicos más para evitar confusiones.

«Desde un punto de vista empírico podemos constatar que las economías-mundo han sido estructuras inestables que evolucionaban hacia la desintegración o la conquista por un grupo que la transformaba en un imperio-mundo. Ejemplos de tales imperios-mundo surgidos de economías-mundo son las llamadas grandes civilizaciones de los tiempos modernos, como China, Egipto, Roma… (cada una de ellas en el periodo correspondiente de la historia). Por otro lado, los llamados imperios del siglo XIX, como Gran Bretaña o Francia, no fueron en absoluto imperios-mundo, sino Estados-nación con apéndices coloniales que operaban en el marco de una economía-mundo.» (En otro lugar, Wallerstein habla de ellas como «estructuras imperiales en el seno de la economía-mundo capitalista» lo que es muy diferente de imperios-mundo, mencionando entre ellas en los últimos cien años a Gran Bretaña, Austria-Hungría y más recientemente la URSS/Rusia) todas las cuales ya se han desintegrado).

«Los imperios-mundo eran básicamente redistributivos en su forma económica. Sin duda generaban conjuntos de mercaderes que se dedicaban al intercambio económico (primordialmente al comercio a larga distancia), pero tales grupos, por grandes que fueran, constituían una parte menor de la economía total y no determinaban básicamente su trayectoria. El comercio a larga distancia tendía a ser, como argumenta Polanyi, un ‘comercio administrado’ y no comercio para el mercado, que utilizaba ‘puertos comerciales’.»

«Hasta el surgimiento de la economía-mundo moderna en el siglo XVI en Europa no se produjo el pleno desarrollo y predominio económico del comercio mercantil. Se trataba del sistema llamado capitalismo. Capitalismo y economía-mundo (esto es, una única división del trabajo pero múltiples entidades políticas y culturas) son dos caras de la misma moneda. Una no es la causa del otro. Estamos simplemente definiendo el mismo fenómeno indivisible por diferentes características.»[9]

Notas

* Wallerstein, Immanuel. Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. Ediciones Akal, S. A., 2004. Madrid. p 69.

[1] Y continuaba: «Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, porque, mirando mejor, se encontrará siempre que estos objetivos sólo surgen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización. A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de progreso en la formación económica de la sociedad el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad humana.» Marx, C. Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política.

[2] «El materialismo histórico de Marx es una enorme conquista del pensamiento científico. Al caos y la arbitrariedad, que imperaban hasta entonces en las concepciones relativas a la historia y a la política, sucedió una teoría científica asombrosamente completa y armónica, que muestra cómo, en virtud del desarrollo de las fuerzas productivas de un sistema de vida social surge otro más elevado; cómo del feudalismo, por ejemplo, nace el capitalismo». Lenin, V. I. Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo.

[3] Crespo, Rodolfo. «Los aportes teóricos de Immanuel Wallerstein (I). La división del trabajo, frontera de los sistemas sociales».

[4] Wallerstein, Immanuel. Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. Ediciones Akal, S. A., 2004. Madrid. p 89. El concepto de costes de protección es de Frederic Lane en su libro Venice and History.

[5] Wallerstein, Immanuel. Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. Ediciones Akal, S. A., 2004. Madrid. p 142, 143.

Sobre el origen de estos conceptos, en su clasificación de los sistemas sociales históricos, en entrevista concedida al querido compañero profesor mexicano Carlos Antonio Aguirre Rojas, daba cuenta de la paternidad de los mismos: «lo que tomé de Fernand Braudel fue sobre todo el concepto de economía-mundo. Pienso que este fue el elemento principal que tomé de Braudel en esos años, y después, un poco como contrapartida de este término de economía-mundo, inventé el concepto de imperio-mundo. Pero el concepto de economía-mundo lo obtuve directamente de los trabajos de Braudel». Aguirre Rojas, Carlos Antonio. Immanuel Wallerstein: Crítica del sistema mundo capitalista (Estudio y entrevista a Immanuel Wallerstein). Segunda sección. Explorando la perspectiva del «análisis de los sistemas-mundo». Parte II. Rediscutiendo la historia del sistema-mundo capitalista. Editorial Era, 2004. (no se incluye la página porque el material de la entrevista que disponemos es una copia digital que el compañero Aguirre Rojas nos hizo llegar). Las negritas son nuestras.

[6] Para evitar confusiones es bueno aclarar qué significa mundo para Wallerstein en su clasificación, algo que aborda en dos artículos, para disipar posibles dudas en relación a lo que el conceptualizaba como economía-mundo, aunque la misma explicación es válida para comprender el mismo término en el concepto imperio-mundo. «Una economía-mundo, es un sistema largo-mundo, no mundial: un mundo, pero no el mundo. Un mundo largo que tiene en su seno varias entidades políticas, múltiples culturas, etc.» Immanuel Wallerstein. El capitalismo ¿Qué es? Un problema de conceptualización. Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades. Universidad Nacional Autónoma de México. México, 1999.

En su libro Las incertidumbres del saber, aclara mejor su interpretación del término economía-mundo, sus orígenes braudelianos y el significado conceptual y geográfico del mismo. «En el Mediterráneo, Braudel problematiza el concepto de unidad de análisis. El mundo mediterráneo, afirma, es una ‘economía-mundo’. El término proviene de la obra de un geógrafo alemán, Fritz Rörig, de la década de 1920, que hablaba de Weltwirtschaft. Braudel tradujo el término no como économie mondiale sino como économie-monde. Como ambos dejaríamos en claro muchos años después, la distinción era crucial, ya que se trataba de la diferencia entre économie mondiale, que significa ‘economía del mundo’ y économie-monde, que significa una ‘economía que es un mundo’. Las dos traducciones difieren, en primer lugar, en términos conceptuales. En la segunda, el mundo no es una identidad reificada dada dentro de la cual se construye una economía; más bien, las relaciones económicas definen los límites del mundo social. La segunda diferencia es geográfica. En la primera traducción, ‘mundo’ es equivalente a planeta; en la segunda, se refiere solamente a un gran espacio geográfico (dentro del que se encuentran muchos estados) que, sin embargo, puede ser, y a menudo es, más pequeño que el planeta, pero que también puede abarcar el planeta entero». Wallerstein, Immanuel. Las incertidumbres del saber. Editorial Gedisa. S.A. Barcelona 2013. p 79.

[7] Cómo y por qué resultó que esa economía-mundo europea particular del siglo XVI no se transformó en un imperio-mundo redistributivo, sino que se desarrolló definitivamente como una economía-mundo capitalista, esta tratado por el compañero Immanuel Wallerstein en su artículo «El Occidente, el capitalismo, y el sistema-mundo moderno», cuyo título original es: «The West, Capitalism, and the Modern World-System». Review (Fernand Braudel Center), Vol. 15, N° 4, año 1992. Traducido por Luis Garrido.

8. Wallerstein, Immanuel. Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. Ediciones Akal, S. A., 2004. Madrid. p 143.

9. Wallerstein, Immanuel. Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. Ediciones Akal, S. A., 2004. Madrid. Páginas, 89, 107 y 425.

Próxima entrega: Los aportes teóricos de Immanuel Wallerstein III. El capitalismo, es el sistema-mundo en el que vivimos desde fines del siglo XIX.

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Aportes teóricos de Immanuel Wallerstein III

Por Rodolfo Crespo

Posta Porteña  http://infoposta.com.ar

El capitalismo, es el sistema-mundo en el que vivimos desde fines del siglo XIX

Al sitio web anticapitalista cubano https://medium.com/la-tizay su colectivo, que se han sumado a la divulgación de la obra de Immanuel Wallerstein.

A Héctor (él sabe quién es) cuyas anécdotas de sus vivencias del capitalismo me han confirmado que la práctica es el mejor criterio para medir el acierto de la teoría.

“Yo no creo que exista ciencia social que no esté comprometida. Eso, no obstante, no significa que sea imposible ser objetivo. Pero la realidad social es distinta. Existe en el presente y desaparece al ir convirtiéndose en pasado. Sólo se puede narrar verdaderamente el pasado como es, no como era. Ya que el rememorar el pasado es un acto social del presente hecho por hombres del presente y que afecta al sistema social del presente. La ‘verdad’ cambia porque la sociedad cambia. En un momento dado, nada es sucesivo, todo es contemporáneo, incluso aquello que es ya pasado”*

                                                                                           Immanuel Wallerstein

Por Rodolfo Crespo rodohc21@gmail.com

 

Introducción a la presente entrega de aportes teóricos de Immanuel Wallerstein:

 

Este es quizás, de todos los escritos de divulgación popular de la serie, el más histórico de todos, el que más mención a hechos históricos tiene, en ese sentido, constituirá un goce adicional para todos aquellos que disfrutan leyendo esa ciencia social que es la Historia, pero como el objetivo de todas estas notas (como quedó dicho en la primera entrega de las mismas) era “servir de guía e iluminar la acción de todos aquellos que emprendan el camino de la transformación –que no reforma– del ‘sistema-mundo capitalista’ en esta etapa en la que, después de entrar en ‘caos’, se encamina hacia su bifurcación’”, nos permitimos resumir los aportes contenidos en los apuntes que más abajo se desarrollan para quienes no puedan o no dispongan de tiempo para leerla:

1. Desde finales del siglo XIX el planeta vive bajo las reglas de un único sistema social histórico: el sistema-mundo capitalista/moderno.

2. Cronológicamente el inicio del mismo puede datarse alrededor del siglo XV.

3. Geográficamente su expansión se produjo desde la economía-mundo europea.

4. El surgimiento del capitalismo solo podía ser posible a partir de una economía-mundo y no de un imperio-mundo, los dos sistemas histórico sociales conocidos.

5. El capitalismo no solo podía surgir únicamente desde los marcos de una economía-mundo, sino que una vez surgido y desplegado, solo podía desarrollarse dentro del contexto de una economía-mundo, por eso los múltiples intentos por transformarlo en un imperio-mundo fracasaron todos.

6. El “anómalo” fenómeno que, en el siglo XX, convivió dentro del sistema-mundo capitalista y que se dio en llamar sistema socialista mundial no fue otra cosa que, una semiretirada parcial de dicho sistema de un conjunto de países con un sistema sociopolítico diferente, y que acabó también por colapsar volviendo al redil del capitalismo mundial, del que se habían parcialmente alejado durante unas décadas.

Según se dijo en la primera entrega de esta serie Los aportes teóricos de Immanuel Wallerstein “La división del trabajo constituye el indicador más importante para definir los contornos en los cuales existe y se desarrolla un determinado sistema social histórico 1 que, en un momento dado, hay tantos sistemas sociales como divisiones del trabajo autónomas e independientes existan y que los mismos “según  dispongan de un sistema político común o no se clasifican respectivamente en imperios-mundo y economías-mundo 2. Esta es la situación que había en el mundo alrededor del año 1500: la existencia de una amplia variedad de sistemas sociales de ambos tipos. Sin embargo, es en esta época cuando, rompiendo con una tendencia que siempre las había caracterizado, como “una forma ‘débil’ que nunca sobrevivía mucho tiempo, ya que se desintegraban, se integraban o se convertían en un imperio-mundo (mediante la expansión interna de una sola unidad política)una de esas economías-mundo se las arregló para no sufrir ese destino. El ‘sistema-mundo moderno’ nació, por razones que habría que explicar, de la consolidación de una economía-mundo, por lo que tuvo tiempo para alcanzar su pleno desarrollo como sistema capitalista. Debido a su lógica interna, esta economía-mundo capitalista se extendió más tarde hasta abarcar todo el globo, y en ese proceso absorbió  a todos los minisistemas e imperios-mundo existentes. Así, hacia finales del siglo XIX existía por primera vez en la historia un único sistema histórico, nos encontramos todavía en esa situación 3

Esa economía-mundo, de la que parte el capitalismo, estaba situada en el noroeste de Europa y, aunque las evoluciones históricas no comienzan ni terminan en un día determinado del calendario, el momento del “parto” podría situarse alrededor del año 1500. Wallerstein lo dice así en su premonitorio primer tomo de El moderno sistema mundial“a finales del siglo XV y principios del XVI, nació lo que podríamos llamar una economía-mundo europea. No era un imperio, pero no obstante era espaciosa como un gran imperio y compartía con él algunas características. Pero era algo diferente y nuevo. Era un tipo de sistema social que el mundo en realidad no había conocido anteriormente, y que constituye el carácter distintivo del moderno sistema mundial. Es una entidad económica pero no política, al contrario que los imperios, las ciudades-Estado y las naciones-Estado. De hecho, precisamente comprende dentro de sus límites (es difícil hablar de fronteras) imperios, ciudades-Estado, y las emergentes ‘naciones-Estado’. Es un sistema ‘mundial’, no porque incluya la totalidad del mundo, sino porque es mayor que cualquier unidad política jurídicamente definida. Y es una ‘economía-mundo’ debido a que el vínculo básico entre las partes del sistema es económico, aunque esté reforzado en cierta medida por vínculos culturales y eventualmente, por arreglos políticos e incluso estructuras confederales 4

Lo que si hay que tener claro y sobre lo cual el profesor Immanuel Wallerstein hace hincapié es “en señalar cómo el capitalismo sólo es posible en el marco de una economía-mundo, y no en el seno de un imperio-mundo 5 algo que permite comprender porque, teniendo aproximadamente la misma población total entre los siglos XIII y XVI, el capitalismo dio a luz en Europa y no en China, si como dice elegante y magistralmente Pierre Chaunu “el Oriente Lejano como entidad comparable al Mediterráneo no resulta bajo ningún aspecto inferior, al menos superficialmente, al occidente lejano del continente euroasiático”, algo que hizo que Cristóbal Colón y Vasco de Gama no fueran chinos.

Wallerstein compara la relación entre el centro regional o el punto más avanzado con la periferia en una economía-mundo y en un imperio-mundo y saca conclusiones interesantes, que ratifican la incompatibilidad del desarrollo capitalista en los marcos de un imperio-mundo“un imperio es responsable de la administración y la defensa de una enorme masa de tierra y población. Esto absorbe atención, energía y beneficios que podrían haber sido invertidos en el desarrollo del capital. Tomemos, por ejemplo, la cuestión de los wako japoneses y su supuesto impacto sobre la expansión china. En principio los wako fueron menos problema para la China que los turcos para Europa. Pero cuando los turcos avanzaron en el este, no había ningún emperador europeo que pudiera hacer volver a las expediciones portuguesas. Portugal no se vio apartada de sus aventuras ultramarinas para defender Viena, porque Portugal no tenía ninguna obligación política de hacerlo, y no había ningún mecanismo por medio del cual hubiera podido ser inducida a hacerlo, ni ningún grupo social de dimensiones europeas cuyos intereses estuvieran de acuerdo con ello”

“Ni tampoco la expansión hubiera parecido tan inmediatamente beneficiosa a un emperador europeo como le pareció a un rey portugués. Hemos discutido cómo el emperador chino pudo considerar –y la burocracia, de hecho, consideró– las expediciones de Cheng Ho como un sumidero para el tesoro, mientras que la necesidad de incrementar las finanzas del Estado era precisamente uno de los motivos de la expansión de Europa. Un imperio no puede ser concebido como un empresario, a diferencia de un Estado en una economía-mundo. Ya que un imperio pretende ser una totalidad. No puede enriquecer su economía a expensas de otras economías, dado que él es la única economía. (Esta es sin duda la ideología china, y probablemente su creencia.) Se puede, por supuesto, incrementar la participación del emperador en la distribución de la economía. Pero esto quiere decir que el Estado busca no beneficios empresariales, sino tributo, y la misma forma de tributo puede resultar económicamente autodestructiva, en cuanto la fuerza política del centro disminuya, debido a que, bajo tales circunstancias, el pago de ‘tributo’ puede ser una forma disfrazada de comercio desventajosa para el imperio 6

Para ampliar lo anteriormente planteado insertaremos una extensa cita del profesor Wallerstein que corrobora la estrecha relación existente entre capitalismo y economía-mundo.

“…los imperios fueron una característica constante del panorama mundial a lo largo de cinco mil años. Existieron varios imperios en diversas partes del mundo de forma continua en cualquier momento dado. La centralización política de un imperio constituía al mismo tiempo su fuerza y su mayor debilidad. Su fuerza se basaba en el hecho de que garantizaba flujos económicos desde la periferia hacia el centro por medio de la fuerza (tributos e impuestos) y de ventajas monopolísticas en el comercio. Su debilidad yacía en el hecho de que la burocracia necesaria para su estructura política tendía a absorber un exceso de los beneficios, especialmente cuando la represión y la explotación originaban revueltas que aumentaban los gastos militares. Los imperios políticos son un medio primitivo de dominación económica. Si se quiere plantearlo así, el logro social del mundo moderno consiste en haber inventado la tecnología que hace posible incrementar el flujo de excedente desde los estratos inferiores a los superiores, de la periferia al centro, de la mayoría a la minoría, eliminando el ‘despilfarro’ de una superestructura política excesivamente engorrosa.

He dicho que la economía-mundo es un invento del mundo moderno. Esto no es del todo cierto. Existieron economías-mundo anteriormente. Pero siempre acabaron transformándose en imperios: China, Persia, Roma. La economía –mundo moderna podría haber ido en la misma dirección –de hecho esporádicamente ha dado la impresión de que iba a hacerlo– pero las técnicas del capitalismo moderno y la tecnología de la ciencia moderna, que como ya sabemos están un tanto ligadas entre sí, permitieron que esta economía-mundo creciera, produjera y se expandiera sin la emergencia de una estructura política unificada.

Lo que hace el capitalismo es ofrecer una fuente alternativa y más lucrativa de apropiación del excedente (al menos más lucrativa a largo plazo). Un imperio es un mecanismo para recaudar tributos, lo que en la significativa imagen de Frederic Lane significa ‘pagos recibidos a cambio de protección, pero pagos que superan el costo necesario para producir tal protección’. En una economía-mundo capitalista, la energía política se utiliza para asegurarse derechos monopolísticos (o algo lo más parecido posible). El Estado se convierte no tanto en la empresa económica central como en el medio de asegurar ciertos términos de intercambio en otras transacciones económicas. De esta forma, el funcionamiento del mercado (no su funcionamiento libre, pero no obstante su funcionamiento) crea incentivos para incrementar la productividad, y todo el conjunto de rasgos consiguiente que acompaña al desarrollo económico moderno. La economía-mundo es la arena en la cual transcurren estos procesos 7

De la misma forma que las condiciones estructurales en las que se desenvuelve la economía en un imperio-mundo no facilitaba dentro del mismo el surgimiento de las relaciones de producción capitalistas, una vez establecido el capitalismo como sistema, los capitalistas ofrecerán una tenaz resistencia a cualquier intento de transformación de dicha economía-mundo en un imperio-mundo; en efecto, en sus aproximadamente 500 años de existencia, se han dado tres serios intentos en ese sentido, todos los cuales han fracasado.

En relación con ello Wallerstein, como todo un maestro del análisis histórico, lo decía así: “lo más notable fue no que se creara una economía-mundo europea, sino que sobreviviera al intento de los Habsburgo de transformarla en un imperio-mundo, intentona seriamente emprendida por Carlos V. El intento español de absorber la totalidad del sistema fracasó porque el rápido salto adelante económico-demográfico-tecnológico del siglo anterior hizo toda empresa demasiado cara para que la base imperial pudiera sostenerla, especialmente teniendo en cuenta las muchas insuficiencias estructurales del desarrollo económico castellano. España no pudo proporcionar ni la burocracia ni el ejército necesarios para llevar a cabo aquella empresa, y por el contrario se vio arrastrada a la bancarrota, como le sucedió a los monarcas franceses que también realizaron un intento similar aunque menos creíble 8

Los otros dos peligrosos momentos que vivió la economía-mundo capitalista fueron cuando “Alemania probó la ruta de la transformación del sistema-mundo en un imperio-mundo, lo que ellos llamaron su tasendjähriges Reich. La ruta de la conquista imperial nunca ha funcionado como trayecto viable hacia el dominio en el marco de la economía-mundo capitalista, como ya antes había aprendido Napoleón. La acometida del mundo-imperial tiene la ventaja en el corto plazo del vigor militar. En el medio plazo tiene la desventaja de ser sumamente caro y de unificar a todas las fuerzas de la oposición. Tal y como la monarquía constitucional y cuasi-liberal de Gran Bretaña hizo que la autocrática Rusia zarista se enfrentara a napoleón, así la república representativa cuasi-liberal de Estados Unidos hizo que la estalinista Unión Soviética se enfrentara a Hitler: o mejor dicho, tanto Napoleón como Hitler hicieron un gran trabajo al unificar a los dos poderes en los extraemos de la masa continental europea en contra de una voraz estructura de poder situada entre ellos 9.

Tal vez por ello Immanuel Wallerstein llegó a la conclusión junto a Georgi Derluguian que “La mayor ironía del siglo pasado es tal vez el hecho de que el capitalismo liberal haya sobrevivido al intento nazi de conquistar el mundo en gran medida gracias a la industrialización comunista de Rusia 10, así de férrea ha sido la oposición de los capitalistas que ha unido, en el empeño de impedir la conversión en imperio de la economía-mundo capitalista, a elementos ideológicos tan distantes (aunque no tanto, como veremos en una futura entrega) presentes en su seno.  

 

Se ha dicho hasta aquí que el capitalismo nació a partir de la economía-mundo europea alrededor de comienzos del siglo XVI y que el profesor Immanuel Wallerstein consideraba que en realidad se hizo mundial, al abarcar todo el globo terráqueo, a finales del siglo XIX cuando fue capaz de absorber todos los demás sistemas sociales que existían en el planeta.

¿Cuál ha sido, entonces, el ritmo y la cronología aproximada de esas incorporaciones?

Aunque será tratado en una entrega futura debemos considerar, a la hora de conocer las “nuevas incorporaciones” a esa economía-mundo capitalista que tiene su punto de partida en la economía-mundo europea desde su centro geográfico en el noroeste de Europa que,  para el profesor Immanuel Wallerstein, ésta tiene una estructura: centrosemiperiferia y periferia y que, las “nuevas incorporaciones”, tienen lugar desde la “arena exterior” a esa economía-mundo, que son aquellas partes del planeta con las cuales ésta se vincula, pero no forman parte de ella, sino que integran otros sistemas sociales históricos (imperios-mundo y economías-mundo)  y zonas menos importantes económicamente, con las que no se vincula, pero que finalmente también son incorporadas a su órbita. 

Para aquellos que quieran conocer los contornos exactos de esa división del trabajo que es la economía-mundo capitalista/moderna, con lindes bien delimitados y límites perfectamente detallados es bueno destacar que, como dice Wallerstein, “no existen líneas de demarcación claras y sencillas”; no obstante, dicho esto, mostraremos un cuadro aproximado de las fronteras de la misma en sus distintas etapas de ensanche y ampliación hasta hacerse verdaderamente mundial, en el literal sentido de esta palabra, a fines del siglo XIX, desde la propia obra del creador de la teoría de “perspectiva de sistemas-mundo”.

Lo primero a tener en cuenta es que “la incorporación a la economía-mundo capitalista nunca se produjo a iniciativa de los que eran incorporados, este proceso se derivó más bien de la necesidad de la economía-mundo de expandir sus fronteras, una necesidad que era resultado de presiones internas de la economía-mundo. Además, procesos de gran alcance y escala, como esas incorporaciones, no son fenómenos abruptos, emergen del flujo de actividades continuas. Aunque podemos datarlos retrospectivamente (y en forma aproximada), los puntos de inflexión raras veces son nítidos y los cambios cualitativos que encarnan son complejos y compuestos. Sin embargo, su impacto es real y acaba por percibirse que han ocurrido 11

Para la población en general y para los trabajadores en particular, la incorporación a la economía-mundo capitalista significó un verdadero trauma, “no sorprende, por tanto, que al menos al principio y por cierto tiempo el aporte de trabajo que requería la producción para el mercado en una zona en proceso de incorporación tuviera que ser sometido por coerción, directa o indirecta, al trabajo en los lugares adecuados al ritmo adecuado 12, lo cual conllevó a que el proceso en algunos lugares trajera consecuencias apocalípticas para su población13.

Sobre el proceso de conformación y despliegue de la economía-mundo capitalista hasta abarcar definitivamente todo el planeta, Wallerstein dice:

“¿Y dónde estaba esta economía-mundo europea? Esto es también difícil de contestar. Los continentes históricos no son necesariamente geográficos. A finales del siglo XVI la economía-mundo europea incluía no solo el noroeste de Europa y el Mediterráneo cristiano (comprendida la península Ibérica) sino también Europa central y la región báltica. Incluía también ciertas regiones de las Américas: Nueva España, las Antillas, Tierra Firme, Perú, Chile, Brasil; o mejor dicho, aquellas partes de estas regiones que estaban sometidas a un control administrativo efectivo por parte de los españoles o de los portugueses. Las islas atlánticas y tal vez algunos enclaves en la costa africana podrían ser incluidos, pero no las áreas del Océano Índico, ni tampoco el Oriente Lejano, excepto durante un cierto tiempo parte de Filipinas; el imperio otomano, no; y tampoco Rusia, o en el mejor de los casos, estuvo incluida marginalmente durante un breve espacio de tiempo. No existen líneas de demarcaciones claras y sencillas, pero considero que lo más fructífero es considerar el mundo europeo del siglo XVI como construido a partir del entrelazamiento de dos sistemas primitivamente más separados, el sistema mediterráneo cristiano centrado en las ciudades del norte de Italia, y la red de comercio entre Flandes y la Hansa en el norte y el noroeste de Europa, y la adición a este nuevo conjunto del este del Elba, Polonia y algunas otras áreas de Europa oriental, por una parte, y por la otra de las islas atlánticas y de partes del Nuevo Mundo. En cuestión de espacio, esto constituyó una notable expansión pasando a control europeo de aproximadamente tres millones de kilómetros cuadrados aproximadamente siete (estabilizándose en este punto hasta finales del siglo XVIII)”14

El relativamente fluido comercio entre Europa y el Oriente Lejano y Océano Índico, a través de la Ruta de la Seda y el llevado a cabo por los portugueses primero y holandeses después en las islas Molucas, de “joyas, objetos preciosos y especias”, respectivamente, “convertidas estas últimas en afrodisíacos, como si la aristocracia europea no pudiera hacer el amor de otra manera”, ha llevado erróneamente a considerar algunos estas dos regiones como parte integrante de la economía-mundo capitalista desde aquellos primeros tiempos; sin embargo, Wallerstein no lo considera así, argumentando al respecto que “En esta época las relaciones entre Europa y Asia podían resumirse en un intercambio de objetos preciosos. El oro y la plata fluían hacia el este para decorar los templos, los palacios y las ropas de las clases aristocráticas asiáticas, y las joyas y las especias fluían hacia el oeste. Los accidentes de la historia cultural (quizá tan sólo la escasez física) determinaron estas preferencias complementarias (…) No obstante, yo soy escéptico en cuanto a que un intercambio de objetos preciosos, por grande que pareciera al pensamiento consciente de las clases elevadas europeas, pueda haber sostenido una empresa tan colosal como la expansión del mundo atlántico, y mucho menos aún explicar la creación de una economía-mundo europea. Los artículos de primera necesidad justifican a largo plazo los empujes del hombre en mucha mayor medida que los lujos 15

“Europa no conquistó Asia en el siglo XVI porque no podía hacerlo. Su ventaja militar existía solamente en el mar. En tierra estaba retrocediendo todavía ante el ataque otomano, y este equilibrio militar solo cambiaría con la revolución industrial. Lo que Asia suministraba a Europa en esta época eran bienes de lujo. Ahora bien, los bienes de lujo son importantes y nada despreciables, pero ocupan un segundo lugar con respecto a la comida (grano, ganado, pescado, azúcar) y la fuerza de trabajo necesaria para producirla. También quedan en segundo lugar con respecto a los metales preciosos, no como tales metales preciosos atesorados, sino como dinero (aunque era cosa de magia que los metales precisos pudieran ser utilizados como dinero, estando la magia en la posibilidad de sus uso eventual como mercancía, si fuera precisos)…En comparación con la comida, e incluso con los metales preciosos, una economía-mundo puede adaptarse con relativa facilidad a oscilaciones en el suministro de bienes de lujo 16, por eso la economía-mundo capitalista europea en expansión tampoco le interesaba ni le hacía falta “adquirir” Asia en esta etapa durante su primer movimiento expansivo.

A fines del siglo XVII “las potencias del centro (no sólo los Países Bajos, sino también Gran Bretaña y Francia) emprendieron la periferización de la arena del océano Índico, que realmente se consolidó a partir de 1750”17

Wallerstein considera “la nueva periferia del periodo comprendido entre 1600 y 1750, el gran Caribe 18 que abarcaba desde el nordeste de Brasil hasta Maryland, aunque en realidad agregaba netamente como nuevas incorporaciones, que se sumaban a las ya existentes en esta área, a  la mayoría de las islas que no habían conocido el control europeo (que eran todas, menos la isla de Trinidad y las llamadas Grandes Antillas, Cuba, Jamaica, la Española, Puerto Rico, que ya formaban parte de la economía-mundo capitalista desde sus inicios, formando parte de su vasta área periférica)

Es significativo de este periodo (demostración de que la historia no es inmutable) que “los Estados de la península Ibérica, que en el siglo XVI habían sido gloriosos colonizadores y controladores de oro y plata, decayeron tan ignominiosamente en el siglo XVII que llegaron a convertirse en meras correas de transmisión de las manufacturas de la Europa del noroeste 19, y Francia que había sido una potencia del centro corrió la misma suerte a finales de XVIII inicios del XIX, constatándose una regla que la veremos muchas veces a lo largo de la existencia del capitalismo como sistema “la asignación de roles en un mundo capitalista no es estática 20

Esta época de fines del siglo XVII y comienzos del XVIII es testigo también de la creación de varias zonas semiperiféricas en la economía-mundo capitalista (Suecia que se convierte en una “potencia de segunda fila”, Brandemburgo-Prusia, y en la Norteamérica británica el área constituida por Nueva Inglaterra y las colonias del Atlántico medio)

A finales del siglo XVIII se incorporan el Levante y el subcontinente Indio (que algunos toman como año simbólico la derrota ante los ingleses en Plassey en el año 1757), el imperio otomano, el imperio ruso y África Occidental.  

A mediados del siglo XIX se incorpora (por la fuerza) China, “el ritmo se aceleró y a finales de siglo XIX y principios del XX el mundo entero, incluso aquellas regiones que nunca habían formado parte del área externa de la economía-mundo capitalista fueron arrastradas a su interior 21, quedando bajo la órbita capitalista el planeta entero, el sistema se había hecho mundial y así continua siendo.

Por último, aunque será tratada en la cuarta entrega de estos aportes teóricos, si como dice Wallerstein aún nos encontramos viviendo en el sistema-mundo capitalista/moderno, cómo catalogar el proceso social histórico surgido en Rusia a raíz de la llamada Revolución  de Octubre en el imperio de los zares, al que se incorporaron varios países de Europa del Este posterior a la Segunda Guerra Mundial, y a los que se sumaron China, Corea del Norte, Vietnam y Cuba a partir de la victoria de los guerrilleros comandados por Fidel Castro y el Che Guevara en Sierra Maestra.

El (mal) llamado sistema socialista mundial, fenómeno y proceso que solo podía desplegarse a partir de estados ubicados en la semiperiferia del sistema-mundo capitalista/moderno, como Rusia y China (de hecho el resto de los países que lo conformaron solo fueron apéndices y/o satélites de los primeros) constituyó una semiretirada parcial de la economía-mundo capitalista, proceso que a la larga es revertido por sus mismo impulsores, reintegrándose nuevamente al mecanismo económico capitalista. Eso es lo que sucedió a partir de 1989-1991 en la Unión Soviética y Europa del Este, y en China (más gradualmente, pero de manera firme) a partir de las reformas de 1978 posterior a la muerte de Mao

Wallerstein lo deja claro “la creación de barreras ‘nacionales’ –genéricamente, el mercantilismo– ha sido históricamente un mecanismo defensivo de los capitalistas localizados en países situados en posición desventajosa en el sistema. Así sucedió con Inglaterra frente a los Países Bajos en 1660-1715, con Alemania frente a Gran Bretaña en el siglo XIX o con la Unión Soviética frente a Estados Unidos en el XX.  En este proceso gran número de países han creado barreras nacionales cuyas consecuencias iban a menudo más allá de sus objetivos iniciales, y entonces los mismos capitalistas que habían presionado a sus gobiernos nacionales para imponer las restricciones acababan juzgándolas asfixiantes. No se trata de una ‘internacionalización’ del capital ‘nacional’, sino simplemente de una nueva exigencia política de ciertos sectores de la clases capitalista, que ha buscado en todo momento maximizar sus beneficios en el seno del mercado económico real, el de la economía-mundo 22

Notas.

Wallerstein, Immanuel. El Moderno Sistema Mundial. Tomo I. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI. Editorial Siglo XXI. 2010. (primera edición en inglés 1974 y en castellano 1979) p. 15.

1. Los aportes teóricos de Immanuel Wallerstein I. La división del trabajo, frontera de los sistemas socialeshttp://www.postaportenia.com.ar/notas/12389/los-aportes-te%C3%B3ricos-de-immanuel-wallerstein-i/

2. Los aportes teóricos de Immanuel Wallerstein II. Clasificación de los sistemas sociales históricos: minisistemas, imperios-mundo y economías-mundo https://espai-marx.net/?p=11791

3. Wallerstein, Immanuel. Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. Ediciones Akal, S. A., 2004. Madrid. p. 143. Negritas resaltadas de Wallerstein, subrayado nuestro. En la obra fundacional de la “teoría perspectiva de sistemas-mundo”, El Moderno Sistema Mundial. Tomo I. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI, que vio la luz en 1974, lo plantea así: “Lo que está claro es que en el siglo XVI emerge una ‘era capitalista’, y que toma la forma de una economía-mundo. Sin duda, la ‘fragilidad de esta primera unidad del mundo’ es una crucial variable explicativa de la evolución política. Pero el hecho es que la unidad sobrevive, y que en los siglos XVII y XVIII llegó a consolidarse” p. 182 de la referida obra. Todo ello está en línea con la obra de Carlos Marx “Aunque los primeros inicios de producción capitalista ya se nos presentan esporádicamente en los siglo XIV y XV, en algunas ciudades del Mediterráneo, la era capitalista sólo data del siglo XVI” (Marx, Carlos. El Capital. Tomo I capítulo 26. Las negritas resaltadas de Marx)

4. Wallerstein, Immanuel. El Moderno Sistema Mundial. Tomo I. p. 21. Negritas resaltadas de Wallerstein. En Europa existieron, según Wallerstein, hasta el siglo XV varias economías-mundo (las más importantes de ellas centrada en Venecia y otra en las ciudades de la Hansa y Flandes), pero “hasta la creación de una división del trabajo europea a mediados del siglo XV el capitalismo no dispuso de unos firmes cimientos sobre los que desarrollarse…desde aquel momento su estructura fue la de una economía-mundo, no de Estados-nación individuales”Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. p. 101. Negritas resaltadas de Wallerstein.

En relación a la fecha de “arrancada” del capitalismo que, como se ha dicho, dio a luz desde la economía-mundo europea en el siglo XVI, Wallerstein dice: “Pero, ¿cuándo fue el siglo XVI? No es una cuestión tan sencilla, si recordamos que los siglos históricos no son necesariamente cronológicos… para la economía-mundo europea en su totalidad consideraremos a 1450-1640 la unidad de tiempo significativa, durante la cual se creó una economía-mundo capitalista, que sin duda era, como dice Braudel, ‘vasta pero débil’”El Moderno Sistema Mundial. Tomo I. p. 94. (Subrayado nuestro)

5. Wallerstein, Immanuel. Ibídem. Tomo I. p.74.

6. Wallerstein, Immanuel. Ibídem. Tomo I. p. 84-85. Negritas resaltadas son nuestras.

7. Wallerstein, Immanuel.Ibídem. Tomo I. p. 21-22-23. Negritas resaltadas de Wallerstein.

8. Wallerstein, Immanuel. Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. p 106-107.

9. Wallerstein, Immanuel. La decadencia del Imperio. EE UU en un mundo caótico. Editorial Txalaparta. 2005. p. 52. Primera edición en inglés The New Press, Nueva York/Londres, 2003.

10. De Iván el Terrible a Vladímir Putin: Rusia en la perspectiva del sistema-mundoImmanuel Wallerstein y Georgi Derluguian, Revista Nueva Sociedad. Nº 253 / Septiembre – Octubre 2014. Disponible en https://nuso.org/articulo/de-ivan-el-terrible-a-vladimir-putin-rusia-en-la-perspectiva-del-sistema-mundo/

11. Wallerstein, Immanuel. El Moderno Sistema Mundial. Tomo III. Editorial Siglo XXI 2010 (primera edición en inglés 1989, primera en castellano 1999). p. 179 (subrayado y negritas nuestros). En relación al proceso de incorporación de una zona que en un momento dado se encontraba en el área externa de la economía-mundo hasta llegar a encontrarse, en un momento posterior, en la periferia de la misma Wallerstein dice “concebimos esta transición como un periodo de duración media que denominamos periodo de ‘incorporación’. Por consiguiente, el modelo que estamos utilizando implica tres momentos sucesivos para una ‘zona’: encontrarse en el área externa, ser incorporado, ser periferializado. Ninguno de esos tres momentos es estático, todos implican procesos”. Wallerstein, Immanuel. Ibídem. p. 180. Y sobre la distinción de los dos momentos más importantes de éste proceso remarca: “Si puede permitirse una analogía, la incorporación implica ‘enganchar’ la zona a la órbita de la economía-mundo, de tal manera que, en la práctica, no tenga ya ninguna posibilidad de escapar; periferialización, por su parte, implica una transformación continua de las microestructuras del área en cuestión, transformación que a veces se describe como profundización del desarrollo capitalista” Wallerstein, Immanuel. Ibídem.p. 181.

12. Wallerstein, Immanuel. El Moderno Sistema Mundial. Tomo III. p. 220.

13. El historiador antillano Eduardo Torres Cuevas, llegó a calcular magistralmente el monto de dicho exterminio humano solo en la Isla de Cuba, una de las primeras zonas incorporadas a la economía-mundo capitalista, llegando a conclusiones espantosas. “Para 1510, se ha calculado un monto demográfico en el archipiélago cubano de unos 112 000 habitantes, aunque esta cifra puede ser modificada por estudios posteriores. De ese total se calcula que el 90% estaba compuesto por taínos y el resto por los demás grupos aislados, aunque los definidos dentro de los taínos podían ser también resultado de la unificación y transculturación. Se estima que esta población tenía una esperanza de vida entre 20 y 25 años y que se duplicaba cada 115 años. A los 32 años de establecido el dominio colonial, según las fuentes documentales, sólo quedaban 893 aborígenes; esto significa que el 99,21% había desaparecido, cifra que pudiera considerarse elevada si se tiene en cuenta la natalidad. Una cultura que llevaba diez siglos de evolución en Cuba -su llegada en el tiempo coincide con la invasión bárbara visigoda de España y el fin del imperio romano occidental- despareció pocos años después de la llegada a América, a fines del siglo XV, de los descendientes de los visigodos, los españoles. Este hecho fue presentado como un choque entre civilización y barbarie pero, quizás, a los ojos de los taínos, los términos resultarían invertidos. Si se tiene en cuenta que aquella era una cultura antillano-caribeña presente en casi todas las islas y que de un cálculo de más de un millón y medio de personas apenas quedaban unos cientos hacia 1550, se entiende la magnitud del holocausto. Pare ellos, que recibieron a los recién llegados con muestras de paz y amistad, el encuentro de esos dos mundos no sería, como afirmaron algunos conquistadores, el acontecimiento más importante después de la creación sino, por el contrario, el cumplimiento de la última profecía bíblica: el Armagedón pero sin sobrevivientes elegidos por Dios. Sería, en su realidad, el fin de la creación” Torres-Cuevas, Eduardo. Loyola Vega, Oscar. Historia de Cuba 1492-1898. Editorial Pueblo y Educación. La Habana 2001. Página 25-26. (este extraordinario libro se lo regaló al autor un escolar cubano en una de nuestras visitas a la Isla de Cuba)

14. Wallerstein, Immanuel. El Moderno Sistema Mundial. Tomo I. p. 94-95. “El centro de esta economía-mundo europea estaba hacia 1600 firmemente asentado en el noroeste de Europa, es decir, en Holanda y Zelanda, en Londres, los Home Counties y Anglia Oriental, y en el norte y el oeste de Francia. Las unidades políticas en las que estaban situadas estas zonas del centro eran muy diferentes en cuanto a tamaño, forma y política (…) pero económicamente presentaban más semejanzas que diferencias” Wallerstein, Immanuel. El Moderno Sistema Mundial. Tomo II. El mercantilismo y la consolidación de la economía-mundo europea, 1600-1750. Editorial Siglo XXI. 2010. (primera edición en inglés 1980 y en castellano 1984) p. 49.

15. Wallerstein, Immanuel. El Moderno Sistema Mundial. Tomo I. p. 58-59. Quince años después en el Tomo III de su magna obra, Wallerstein profundiza en el tema con una genialidad total, “la característica específica del comercio entre dos zonas que no se encuentran dentro de la misma división del trabajo gira en torno a la distinción, expresándonos en el lenguaje de épocas anteriores, entre el ‘comercio en artículos suntuarios’ (rich trades) y el comercio en artículos ‘en bruto’ o ‘bastos’ (coarse or gruff goods). Hoy hablamos de la distinción entre ‘artículos de lujo’, por un lado, y ‘artículos a granel’ o ‘artículos de primera necesidad’, por otro. El término ‘lujo’ es, por supuesto, una definición operacional que está en función de la evaluación normativa (…) Es difícil decidir cuándo un producto concreto –especias, té, pieles o incluso esclavos – pertenece o no, en un contexto dado, a las exportaciones de lujo, por no hablar del caso especial de los metales preciosos. Digo exportación de lujo porque desde un punto de vista económico no tiene mucho sentido la idea de una importación de lujo. Si un artículo se compra en un mercado, es porque alguien siente subjetivamente la ‘necesidad’ de ese artículo, y sería fatuo que el observador analítico afirmara que esa ‘necesidad’ no era real (…) El concepto exportación de lujo puede tener, sin embargo, una definición más analítica. Se refiere a la disposición de artículos de bajo valor social a precios muy superiores a los que pueden obtenerse de sus usos alternativos, concepto que únicamente puede aplicarse si se está tratando con el comercio entre dos sistemas históricos separados, en cuyo caso cabe concebir que tengan diferentes medidas del valor social. Por consiguiente, los conceptos de ‘lujo’ y ‘área externa’ van de la mano” Wallerstein, Immanuel. El Moderno Sistema Mundial. Tomo III. p. 182-183. En las p. 187 lo recalca “nuestra insistencia es que las importaciones nunca son lujos”. Negritas resaltadas de Wallerstein.

Para ampliar la comprensión de esto recomendamos la lectura de la primera entrega de esta serie La división del trabajo, frontera de los sistemas sociales   https://espai-marx.net/?p=11653

Insistimos tanto en ello debido a que su comprensión nos permite entender por qué el capitalismo no es un concepto aplicable a todos los espacios del planeta desde el propio siglo XV, como ha sido tratado por otras escuelas históricas, como la soviética, por ejemplo, que a través de su excelente Editorial Progreso la difundió por el mundo.

16. Wallerstein, Immanuel. El Moderno Sistema Mundial. Tomo I. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI. Editorial Siglo XXI. 2010. p. 469-470.

17. Wallerstein, Immanuel. El Moderno Sistema Mundial. Tomo II. p. 66.

18. Wallerstein, Immanuel.Ibídem. Tomo II. p. 217-218, 232 y 243.

19. Wallerstein, Immanuel.Ibídem. Tomo II. p. 267.

20. Wallerstein, Immanuel. La “crisis del siglo diecisiete”.   https://utopisticapol.wordpress.com/2009/10/24/la-crisis-del-siglo-diecisiete-por-immanuel-wallerstein/

21. Wallerstein, Immanuel. El Moderno Sistema Mundial. Tomo III. p. 179

22. Wallerstein, Immanuel. Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. p. 101-102. Negritas resaltadas nuestras.

Próxima entrega: Aportes teóricos de Immanuel Wallerstein IV: El (mal) llamado sistema socialista mundial es un mito, un error teórico-práctico, porque no ha existido.