Fuente: Avispa Midia

04 jul 2022

 

Después de esperar siete años para que continuara el proceso de demarcación de sus tierras, un grupo de 180 indígenas Pataxó recuperó la finca Santa Bárbara, territorio que se encuentra en la zona que debe ser demarcada como Tierra Indígena (TI) Comexatibá, en el sur de Bahía. El Informe de Identificación y Delimitación Circunstancial (RCID), publicado por la Fundación Nacional del Indio (Funai) en 2015, reconoce la presencia de ese grupo en la región desde el siglo XVI.

Una semana después de entrar en el territorio, los indígenas siguen temiendo la posibilidad de represalias por parte de los finqueros de la región. “En este momento nos sentimos intimidados en la retomada  porque sabemos que los pistoleros y los ganaderos se están organizando, reuniéndose en alguna finca con la intención de atacarnos aquí”, dice uno de los coordinadores del movimiento. El temor no es injustificado: en 2000, la acción violenta de los ganaderos contra una recuperación de tierras cercana culminó con la muerte de un indígena.

Aun con el temor a las represalias, los indígenas están limpiando la zona del antiguo caserío, que está abandonado. Mientras algunos cortaban la maleza que ha crecido alrededor de los edificios, otro grupo recogía la basura. A través de aplicaciones de mensajería, todos se ponían en contacto con hermanos y hermanas indígenas de otros pueblos y territorios para unirse a la recuperación de tierras.

Ver también: Brasil: REDD sigue la ruta del colonialismo en tierras de los guerreros Pataxó

La finca está situada en el corazón de la TI de Comexatibá, donde confluyen el Río del Norte, el Río del Sur y el Río Cahy. Según los dirigentes indígenas, la zona ocupada por la hacienda está totalmente dentro del perímetro de la Tierra Indígena. También denuncian que la finca, que actualmente produce eucaliptos en asociación con Suzano Celulose, hace un uso intensivo de pesticidas que afectan directamente a las ocupaciones indígenas y a la calidad de los cursos de agua. Otro problema descrito por los indígenas es el impacto de esta actividad en los manantiales de la región. Afirman que una gestión inadecuada por parte de los finqueros pone en peligro el agua de la zona.

Para los líderes, la recuperación de la tierra es el inicio de un proceso que pretende aumentar la seguridad territorial y alimentaria de los indígenas, actualmente confinados en pequeñas partes del territorio. “La tierra es nuestro cuerpo, los ríos son nuestras venas. Sin ella, el pueblo Pataxó no puede vivir”, dice un dirigente de la recuperación. El objetivo del grupo es que, en unos años, esta zona  se recupere y con el bosque reconstituido pueda albergar una nueva aldea del pueblo Pataxó.

“En Brasil, son los indígenas los que demarcan la tierra, no el gobierno”, resumió un dirigente.

Además, la recuperación de tierras busca llamar la atención del gobierno sobre los conflictos y la necesidad de proceder con el proceso de demarcación de la TI Comexatibá, llevando a cabo la desocupación de las áreas controladas por los no indígenas. Otra exigencia es que se responsabilice a los agentes causantes del impacto ambiental y se indemnice por los daños causados. Esta compensación se utilizaría en la producción de alimentos y la recuperación de la zona.

Historia del pueblo Pataxó de Comexatibá

Según el informe de la Funai, la población Pataxó lleva cinco siglos sufriendo la expulsión de sus tierras y el confinamiento en zonas cada vez más pequeñas del territorio.

Además de los conflictos con madereros y ganaderos, los Pataxó de Comexatibá también se vieron envueltos en disputas por la creación de un Proyecto de Asentamiento por parte del INCRA (Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria) con funcionarios de organismos ambientales -primero el Ibama (Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales) y luego el ICMBio (Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad)- debido a la creación (1999) y posterior implementación del Parque Nacional del Descobrimento. Los líderes Pataxó afirman que su existencia nunca se tuvo en cuenta en la implantación del asentamiento o del parque.

Cada vez más vulnerables y con la expropiación de su territorio y la destrucción de sus recursos, los Pataxó han recurrido, desde 1999, a la estrategia de retomar tierras para recuperar el control de partes importantes de su territorio. Las recuperaciones de tierras se multiplicaron rápidamente, provocando una violenta reacción por parte de los ganaderos.

Presionada por la intensificación de los conflictos, la Funai (Fundación Nacional del Indio) inició el proceso de demarcación de las Tierras Indígenas Comexatibá en 2005. El informe tardó 10 años en publicarse y, aun así, el proceso de deslinde y desindexación de la Tierra Indígena sigue paralizado. Según un artículo publicado por el Instituto Socioambiental en 2016, una de las razones de la lenta conclusión del proceso es su judicialización y la cantidad de ocupaciones no indígenas en la zona: hay 170 impugnaciones y 78 ocupaciones.

Manifiesto de las recuperaciones

En un video divulgado el domingo (26), uno de los dirigentes acusó a Suzano Celulose de ser uno de los responsables de la degradación ambiental en la región y en particular en el territorio de Comexatibá. El video, un manifiesto de la retomada, muestra el descontento de los Pataxó con la destrucción de su territorio ancestral y sagrado.

Ni la Secretaría de Seguridad Pública de Bahía, ni la Funai hicieron comentarios al equipo de este reportaje hasta el cierre de esta edición.

En un comunicado, Suzano informó de que estaba al tanto “del incidente en la zona de su socio forestal y está siguiendo el caso”. La empresa también reitera en el texto “su compromiso con el diálogo frecuente y transparente con las diversas comunidades de las regiones donde opera, incluidas las poblaciones urbanas, rurales y tradicionales”, diciendo que también repudia “cualquier tipo de violencia y que espera que haya agilidad en la solución de este caso”.

La Asociación Bahiana de Empresas Forestales (ABAF) dice que “el incidente en un área de plantaciones de eucalipto en el municipio de Prado, en el extremo sur de Bahía, no ocurrió en un área perteneciente a ninguna de las empresas asociadas que operan en esta región del estado, sino a un socio que suministra madera a la industria de la pulpa y el papel. La asociación dice que repudia “cualquier tipo de violencia” y que está “siempre disponible para contribuir con lo que sea necesario, con el fin de aclarar y resolver cualquier conflicto”.