El patriarcado del salario de Silvia Federici
Richard Gunn y Adrian Wilding
Comunizar
Durante un período considerable de tiempo, la visión de Silvia Federici sobre el capitalismo y el neoliberalismo en particular nos ha parecido coincidente con el enfoque de Marx. La concepción del marxismo ortodoxo de un proletariado heroico y mayoritariamente masculino no está justificada por el contenido de El capital. Un pasaje clásico de Federici puede tomarse como resumen de las ideas de Marx:
Junto con el empobrecimiento, el desempleo, las horas extras, el número de personas sin hogar y la deuda, se ha producido un incremento de la criminalización de la clase trabajadora, mediante una política de encarcelamiento masivo de la clase obrera que recuerda al Gran Encierro del siglo XVII, y la formación de un proletariado ex-lege, constituido por inmigrantes indocumentados, estudiantes que no pueden pagar sus créditos, productores o vendedores de mercancías ilícitas, trabajadoras del sexo. Es una multitud de proletarios, que existen y trabajan en las sombras, que nos recuerda que la producción de poblaciones sin derechos ―esclavos, sirvientes sin contrato, peones, convictos, sans papiers― permanece como una necesidad estructural de la acumulación capitalista.”1
Dicho esto, el reciente Patriarchy of the Wage: Notes on Marx, Gender and Feminism de Federici (Oakland, PM Press, 2021) [El patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo, Madrid, Traficantes de sueños, 2018] nos recuerda que no se debe dar por sentada una identidad entre Marx y el feminismo del estilo de Federici. El argumento de Federici es de gran alcance y confronta al lector con líneas de pensamiento que tal vez prefiera dejar de lado.
¿Marx, en su crítica de la economía política, reconoció inadecuadamente la “creación de la familia de clase trabajadora” en el período posterior a 1860? El significado de la pregunta radica en que este cambio implicó “la creación del ama de casa proletaria y del propio trabajo doméstico como una rama específica de la producción capitalista, encargada de la reproducción de la fuerza de trabajo”.2 El trabajo doméstico de la esposa del proletario hace una contribución no remunerada a la reproducción capitalista y, por lo tanto, permite un aumento de lo que El capital denomina plusvalor relativo. ¿Cómo, debemos preguntarnos, puede un lector que simpatiza con Marx responder a la acusación de Federici? Aquí se consideran dos sugerencias. Una es enfatizar que, para Marx, el salario se calcula de manera que cubra el costo de sostener, no a individuos singulares, sino a generaciones de trabajadores que se suceden a lo largo del tiempo. Esto se enfatiza en pasajes de El capital donde, como muestra Federici, se mencionan cuestiones relativas a la familia. En el curso del capítulo de El capital sobre “Maquinaria y gran industria”, Marx se refiere a “una nueva base económica para una forma superior de familia y de relaciones entre los sexos”. El pasaje es, sin duda, muy general, pero tiene un final abierto prometedor.
La segunda sugerencia que mencionamos puede parecer evasiva a primera vista. Sucede que, independientemente de lo que se piense de los pasajes de El capital que cita Federici, su observación sobre el trabajo no remunerado de las mujeres y su contribución a la tasa de plusvalor puede considerarse como una teorización en el espíritu de Marx. La sugerencia deja de ser evasiva cuando se explicita su política. Podemos hacer esto agregando que la teorización en el espíritu de Marx toma en cuenta no solo ideas sindicalistas o, para el caso, leninistas. Tiene en cuenta una visión polifacética de la emancipación y debe elaborarse de manera feminista -así como ecológica-. No se puede intentar volver a los valores incuestionados del movimiento obrero. La crítica de Federici a Marx y al marxismo ortodoxo produce un impacto. La izquierda puede y debe aprender de esto.
El tema central que plantea Federici, y en el que insiste El patriarcado del salario, es el del trabajo no remunerado de las mujeres y el punto ciego del marxismo tradicional con respecto al ámbito de la reproducción. Pero hay más. Pasando de las cuestiones feministas a las ecológicas, Federici argumenta que ya no es possible -si es que alguna vez lo fue- que un marxista piense en el capitalismo simplemente como un desarrollo “progresivo” de los medios de producción, medios que luego podrían socializarse en el momento óptimo.3 Vemos hoy que la incesante revolución de la producción por parte del capital está destruyendo los propios cimientos biológicos planetarios sobre los que podría construirse una sociedad comunista. Seguramente Federici tiene razón en que nada de lo que el capitalismo ha desarrollado “puede ser asumido sin problemas y aplicado a un uso diferente”. De la misma manera que no podemos apoderarnos del Estado, tampoco podemos apoderarnos de la industria, la ciencia y la tecnología capitalistas, ya que los objetivos de explotación para los que fueron creadas dan forma a su constitución y modo de operación”.
Una visión ingenuamente “prometeica” de la tecnología, nos recuerda Federici, no es simplemente el dominio exclusivo del marxismo-leninismo. El mismo Marx habló de “los aspectos civilizadores del capital”.4 Compartimos la inquietud de Federici sobre tales formulaciones. Todo marxismo de hoy debe confrontar resueltamente los prejuicios decimonónicos de Marx. Sin embargo, también debe reconocer, como lo hace Federici, que hay aspectos dentro del propio trabajo de Marx que los contradicen. Una razón -entre muchas- para leer a Federici es que ella no ve la obra de Marx como algo terminado y cerrado, sino como un campo de tensiones, conflictos, un reservorio aún sin explotar de ideas revolucionarias. Es en este sentido que ella -de una manera que también aspiramos a hacer- piensa en el espíritu de Marx.
Junio de 2022
Notas:
1 S. Federici Revolution at Point Zero, Oakland, PM Press, 2012, p. 105 [Revolución en tiempo cero, Madrid, Traficantes de sueños, 2012, p. 172].
2 S. Federici: Patriarchy of the wage, ed. cit., p. 76-77 [El patriarcado del salario, ed. Cit., p. 63-4].
3 Kautsky y Hilferding, por ejemplo, pensaban que la generación de cárteles por parte del capital ofrecía el punto de partida potencial para el socialismo. Una simple mirada a los monopolios de nuestros días, como Amazon o Google, refuta dicha confianza.
4 K. Marx: Capital, Vol. 3, Harmondsworth, Penguin, 1981, p. 958. [K. Marx: El capital, tomo III, México, Siglo XXI, 1989, p. 1034].
Traducción al castellano: Alberto Bonnet