La trascendental elección del PKK en el norte de Siria – 1/4
Renuncia de responsabilidad: Los puntos de vista y opiniones expresados en este artículo son los de sus autores y no reflejan necesariamente la posición de Rojava Azadi.
FUENTE: International Crisis Group
FECHA: 04/05/2017
Resumen ejecutivo
Seis años después del inicio de la guerra civil en Siria, el mapa militar y político en el norte ha quedado drásticamente rediseñado. Los actores locales más dinámicos, los socios políticos en Siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), éste último con base en Irak, -las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) y el Partido de la Unión Democrática (PYD)-, que controlan amplias zonas de la frontera entre Siria y Turquía, anunciaron una región federal y establecieron una autonomía local. Pero el éxito militar de las YPG está golpeando importantes barreras geopolíticas y demográficas, colocando al PKK ante una opción difícil: continuar subordinando su proyecto en Siria a su lucha contra Turquía o priorizar el autogobierno kurdo en Siria. Teniendo en cuenta los recientes realineamientos regionales, la última opción es mejor: para que YPG-PYD se convierta en lo que declara ser: un partido kurdo sirio, ideológicamente vinculado al PKK y su fundador Abdullah Öcalan (encarcelado en Turquía), pero independiente desde el punto de vista operativo. Los ataques de Turquía el 25 de abril contra una base de las YPG, que presuntamente albergaba a miembros del PKK en el norte de Siria, y una base del PKK en el norte de Iraq auguran una grave escalada de su conflicto. Para evitarlo, otros actores, en particular los EE.UU., deben adaptar su apoyo a YPG-PYD para promover tal objetivo.
Después de que el PKK desplegara su estructura en Siria en julio de 2012, ha cooperado con Occidente en la lucha contra el Estado Islámico (ISIS), avanzando hacia el oeste desde los distritos mayoritariamente kurdos de Jazeera y Kobani, en el noreste de Siria, hasta el distrito kurdo de Afrin, al norte de Alepo. Al tratar de crear este puente terrestre, el PKK y sus socios tenían un doble objetivo: controlar un cinturón militarizado contiguo a lo largo de la frontera sirio-turca y establecer lo que denominan la autogestión democrática, que comprende tanto comunidades kurdas como no kurdas. Cuando las YPG, bajo el paraguas de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), se apoderó de la ciudad árabe de Manbij en agosto de 2016, parecía estar cerca de alcanzar sus objetivos estratégicos.
Hoy, sin embargo, los realineamientos regionales están obstaculizando las ambiciones de YPG-PYD y haciendo incompatibles los objetivos gemelos del PKK. Desde mediados de 2015, después del alto el fuego entre Turquía y el PKK, Ankara se ha esforzado por estrangular la región administrada por YPG-PYD. Su acercamiento a Moscú permitió a las tropas turcas entrar en Siria en agosto de 2016 sin temor a los ataques aéreos rusos o del régimen (Operación «Escudo del Eufrates»). Luchando junto a aliados rebeldes sirios, su objetivo era derrotar al ISIS, pero, especialmente, detener la expansión de las YPG al oeste del Éufrates. En febrero de 2017 tuvieron éxito, dejando a las YPG rodeadas y dependiendo de Damasco para poder moverse entre los distritos de mayoría kurda. Mientras tanto, puesto que el PKK ve el norte de Siria básicamente como un campo de reclutamiento y una potencial plataforma de lanzamiento de ataques a Turquía, sin que compense mucho invertir en el proyecto de autogobierno, aquéllos, especialmente en las YPG-PYD, que se muestran dispuestos a considerar una solución siria, han sido incapaces de arraigar localmente o establecer instituciones de gobierno con amplia legitimidad.
Para que el autogobierno de las YPG sobreviva, supere el embargo y deje de depender del régimen, necesitará del apoyo de actores externos más poderosos. Sin embargo, encontrar un protector fiable será un desafío. Los candidatos más capaces son Rusia y los Estados Unidos; las YPG han forjado relaciones con ambos, pero podrían ser amigos inconstantes. La prioridad básica de Moscú sigue siendo la supervivencia del régimen de Assad y la recuperación de la soberanía. También parece premiar el acercamiento con Turquía. A este ritmo, YPG-PYD puede convertirse pronto en una víctima de un cambio de opinión de Rusia.
Eso deja a los Estados Unidos. La pregunta es si los liderazgos de YPG-PYD y PKK son lo suficientemente ágiles como para corregir el rumbo para ayudar a que su proyecto de autogobierno sirio sobreviva. Si el primero quiere que los Estados Unidos otorguen garantías a más largo plazo y se comprometa contra la renuncia a Turquía, el régimen sirio o ambos, el PKK casi con certeza deberá ajustarse para permitir que Washington lo haga sin poner en peligro sus lazos con Turquía. El medio más eficaz sería volver a un alto el fuego entre Turquía y el PKK y a las conversaciones de paz. Pero esto no parece realista a corto plazo.
En cambio, mientras que los Estados Unidos aún necesiten a las YPG para cumplir sus objetivos anti-ISIS, el PKK debería pedirle a Washington que medie un compromiso con sus rivales kurdos en el norte de Siria y norte de Irak. Como parte de tal trato:
- El PKK y sus afiliados aceptarían retirarse de Sinjar, dentro de Irak, a cambio de que las autoridades kurdas iraquíes abrieran completamente la frontera entre Siria e Irak para activar el comercio. Si bien Sinjar no se relaciona directamente con los acontecimientos en el norte de Siria, Estados Unidos podría ayudar a reducir la escalada de un conflicto local entre dos grupos con los que mantiene estrechos vínculos, las YPG y el Partido Democrático del Kurdistán (PDK) de Masoud Barzani. Esto podría no resultar suficiente para reducir también las tensiones en el norte de Siria, pero podría ser un primer paso crítico que es relativamente más factible;
- en el norte de Siria, el PKK renunciaría a su pretensión de conectar los dos cantones orientales de mayoría kurda con Afrin, y permitiría que YPG-PYD buscara una solución siria para los kurdos sirios. Esto implicaría diluir su dominio político, otorgando a otros partidos kurdos y no kurdos un rol de gobernabilidad local viable, especialmente en la administración del presupuesto y designación de altos funcionarios, y eliminar a las YPG de responsabilidades de gobierno. Esto podría hacer que la «autogestión democrática» del partido único YPG-PYD sea menos antidemocrática; y
- las YPG deberían abstenerse de apoyar activamente la violencia del PKK en Turquía, ya sea a través de suministros de armas o proporcionando personal y capacidades tácticas, y establecer una sala de operaciones militares de las SDF, por medio de la cual los comandantes de las YPG y no YPG pudieran interactuar con los Estados Unidos.
A cambio, los Estados Unidos:
- coordinarían y brindarían apoyo y asesoramiento militar a través de la sala de operaciones de las SDF que establecerían las YPG; el reclutamiento y entrenamiento de combatientes locales exclusivamente a través de las SDF; brindarían apoyo para la estabilización y fondos para la reconstrucción a las administraciones locales de Jazeera y Kobani, siempre que el PYD haga que su regla sea más inclusiva, como se indicaba anteriormente; y apoyaría el intento del PYD de ser incluido en las negociaciones de Ginebra junto con otras partes kurdo-sirias; y
- mantendrían las patrullas en el área de autogobierno YPG-PYD al este del Éufrates instituidas tras los ataques aéreos turcos del 25 de abril de 2017 sobre la zona, y se comprometerían a usar su influencia con Ankara para evitar nuevos ataques turcos en ese área. Esto último implicaría intercambiar garantías con Ankara de que el gobierno YPG-PYD en Siria se está diluyendo de hecho según lo descrito.
Conjuntamente, estos esfuerzos podrían mejorar las posibilidades de YPG-PYD de establecer una estructura de gobierno viable y construir rutas comerciales alternativas no dependientes de Damasco; transformar su papel militar, pasando del servir a la agenda anti-Turquía del PKK a un esfuerzo legítimo para proteger a las poblaciones del norte de Siria en ausencia del control del Estado central; obtener alguna protección externa; y, potencialmente, ayudar a otorgar al PYD un papel en las conversaciones de paz de Siria y la redacción de una nueva constitución.
Los Estados Unidos deberían tener un gran interés en lograr esto: bajo la trayectoria actual, sus esfuerzos por derrotar al ISIS en Raqqa corren el riesgo de resultar complicados; el conflicto Turquía-PKK podría ser empujado a nuevos escenarios, con riesgo para la estabilidad regional en su conjunto; y la asociación entre Estados Unidos y Turquía podría verse comprometida.
Mientras el PKK requiera que sus filiales prioricen la lucha contra Turquía, podría perder mucho, si no todo, lo que las YPG han ganado en el norte de Siria. Si permite a sus socios locales echar raíces en Siria de una manera tanto aceptable como significativa para una población diversa, tiene alguna esperanza, aunque sea estrecha, de pasar una nueva página.
Ankara / Qamishli / Bruselas, 4 de mayo 2017