Medios alternativos en España: la contrainformación como estandarte
El poder mediático en España está concentrado en unas pocas empresas que fuerzan a su antojo la agenda informativa diaria. Nada diferente a lo que sucede en Argentina o en la mayoría de los países de América Latina.
Frente a esta situación, a ambos lados del océano Atlántico surgen medios de comunicación alternativos, populares, independientes y autogestionados. En estos proyectos comunicacionales, el oficio periodístico se sostiene en el esfuerzo y el compromiso con los temas sociales y políticos que los mass media descartan y, en muchas ocasiones, intentan ocultar. En España, grupos como PRISA, Planeta, Mediaset, Mediapro o Vocento responden a sus propios intereses económicos, además de ser defensores de las ideas que permitan la reproducción del status quo.
La tinta habló sobre la actualidad mediática española y la contrainformación que generan los medios alternativos con los equipos editoriales de Nueva Revolución (NR), LoQueSomos (LQS) y con la periodista Tania Lezcano (TL), co-directora de Radio Conectadas.
El poder mediático en España está concentrado en unas pocas empresas que fuerzan a su antojo la agenda informativa diaria. Nada diferente a lo que sucede en Argentina o en la mayoría de los países de América Latina.
Frente a esta situación, a ambos lados del océano Atlántico surgen medios de comunicación alternativos, populares, independientes y autogestionados.
El poder mediático en España está concentrado en unas pocas empresas que fuerzan a su antojo la agenda informativa diaria. Nada diferente a lo que sucede en Argentina o en la mayoría de los países de América Latina.
Frente a esta situación, a ambos lados del océano Atlántico surgen medios de comunicación alternativos, populares, independientes y autogestionados.
Los inicios
—LQS: Con el inicio del siglo, muchas nos informatizamos en nuestras casas, y ahí vimos que existían voces disidentes que informaban de los “nadies” y llenaban los silencios mediáticos: Rebelión, La Haine, Kaos, La Insignia, Indymedia, Nodo 50… Internet nos abría una nueva puerta al mundo, y hace 19 años, cuando creamos la web, la información alternativa o contrainformación estaba empezando. En ese entonces, apenas apostaban los grandes medios por el ciberespacio, porque tenían el poder en los diarios en papel y la TV.
Necesitábamos protestar, disentir y, sobre todo, queríamos dar voz a lo que no aparecía en los mass media, a lo silenciado, y por primera vez en mucho tiempo la CNN, El País, IBM o LoQueSomos ocupaban el mismo espacio: una página web vista desde una pantalla. Hablamos de cuando Indymedia tenía más visitas que elpais.com. A pesar de todo, la web sigue siendo, todavía, más democrática que la TV o la prensa para seguir creando voces críticas de conciencia insurreccional.
—NR: La política española se encontraba, en 2014, en una vorágine de cambios. Era un momento en el que parecía que la sociedad había cogido el toro del bipartidismo por los cuernos y que iba a doblegarlo (el tiempo demostraría que no era así). Las fuerzas de izquierda de siempre (comunistas, anarquistas, partidos ecologistas…) parecían que quedaban relegados a ser absorbidos o morir. Nueva Revolución nació en diciembre de ese año como un blog personal de Javier F. Ferrero, pero derivó rápidamente en un medio para dar espacio a las distintas voces de izquierda, más allá de los populismos en los que se veía sumida la opinión pública y que parecía que copaba todo el sistema. Cada vez fue uniéndose más gente al proyecto y sirvió como un espacio de encuentro para distintas opiniones políticas, en el que primaba la conciencia social y un lugar de denuncia de injusticias políticas, sociales, medioambientales o humanas, siempre intentando hacerlo desde una perspectiva plural y analítica, respetando la diversidad de opinión.
Trabajo cotidiano
—TL: Mi trabajo cotidiano no es en medios alternativos, tengo otro trabajo que es el que me da de comer, y no es como periodista. La realidad del periodismo es pésima, pero lo grave es que los grandes medios pueden permitirse ofrecer condiciones laborales y salarios dignos y no lo hacen, condenando a los periodistas a buscarse la vida como puedan y encima exigiendo exclusividad. Al menos, en los medios alternativos sabes que nadie se está enriqueciendo a costa de tu trabajo sin pagarte o pagándote poco. Aunque existen algunos que se dicen alternativos y no pagan las colaboraciones, cuando la directiva sí tiene importantes ingresos. ¿Es un trabajo escribir en medios alternativos? Obviamente, no. Muchas veces no es retribuido y, las que sí, es una cantidad muy pequeña. Por eso, no me puedo dedicar a ello a tiempo completo. En mi caso, escribo artículos cuando puedo y a los que me comprometo, pero no puedo vivir de ello y por eso tampoco me sobrecargo.
—LQS: La palabra sería militancia. Un compromiso diario en la búsqueda de informaciones veraces, de opiniones a contracorriente y atender-coordinar las decenas de cómplices que cuentan con nosotras para contar sus luchas, resistencias y propuestas. Es sacar tiempo de donde casi nunca lo hay, pero las que hacemos esto también nos movemos en las calles, y somos conscientes de la necesidad de contar lo que otros callan y de atender todas las colaboraciones e informaciones que nos llegan. Sostener LoQueSomos, aparte de nuestras buenas intenciones, no nos aparta de la realidad. Como medio militante y voluntarioso llegamos hasta donde podemos. Muchas veces nos gustaría más, pero es imposible. Por eso, también creemos en la necesidad de que existan medios con personal especializado, y dedicado en exclusiva a trabajos de investigación o información, lo que llaman periodismo, pero realizado desde unos principios éticos, sin objetivos comerciales y donde el informador-comunicador viva dignamente.
—NR: Somos un medio que se mantiene, única y exclusivamente, con sus propios recursos, con nuestros suscriptores y con lo que el propio equipo pone de su bolsillo. Hay otros medios alternativos que han nacido con campañas de mecenazgo y otros que se sostienen gracias a la publicidad. Nosotros hemos tenido varias veces ese debate en la redacción, pero si bien la publicidad es una inyección económica importante, que te ayuda a afianzar el proyecto y te permite desarrollar nuevas ideas, no queremos perder ni un ápice de nuestra independencia. Somos un periodismo sin ataduras ni mordazas. Trabajamos en red, continuamente conectados, con un pequeño equipo repartido por Cataluña, Galicia y Andalucía. Cada uno de nosotros coordina un área y decide sobre sus contenidos. Esto nos permite subir hasta una docena de artículos diarios en las secciones Internacional, Memoria Antifascista, Derechos, Economía. También hacemos un esfuerzo especial por realizar entrevistas periódicas, tanto escritas como en formato de vídeo. Además, tenemos un buen número de colaboradores externos, tanto en nuestra sección de 30 días 30 voces, donde contribuyen con un artículo mensual, y en el que, especialmente, le damos voz a los colectivos sociales, como en colaboraciones puntuales desde lugares tan lejanos como Armenia, Colombia, Etiopía o Líbano.
Las diferencias
—TL: La diferencia con los grandes medios es la libertad tanto en el tema elegido como en el tratamiento dado. He escrito artículos en medios que defienden una postura diferente a la mía en algún tema o, al menos, han publicado artículos con esa visión, y jamás he tenido ningún problema para publicarlos y nadie ha cambiado ni una de mis palabras. Tampoco existe una exigencia de artículos por parte del medio, más allá de a lo que te has comprometido. Nunca hemos de permitir que nos exijan más allá de a lo que nos comprometemos, especialmente cuando no hay remuneración, o es escasa, y esto es aplicable al periodismo y a todo lo demás. En mi opinión, un medio alternativo debe ofrecer la oportunidad de debatir todas las ideas y así mostrar una diversidad de opiniones para que la gente pueda pensar por sí misma. Frente a la avalancha de insultos y discursos fáciles y superficiales, deben promover el pensamiento crítico.
—NR: Si dejamos de lado la parte económica -y con ello la principal de las censuras que sufre el periodismo en las democracias burguesas, que no es otra que la precariedad de los y las periodistas-, quizás lo que diferencia en mayor medida al periodismo alternativo y a los grandes medios de comunicación en el Estado español, es la capacidad de los primeros para seguir desempeñando la tarea de buscar y transmitir la realidad a la población, más allá de las presiones y las necesidades que el sistema impone a todos los trabajadores. En tiempos de agencias de verificación y programas especiales, tan solo el periodismo alternativo sigue buscando la verdad en los barrios, los centros de trabajo, las cooperativas o todas esas comunidades en las que suceden cosas que no repercuten en los balances económicos de las empresas de la comunicación, pero que sí resultan vitales para una transformación social profunda.
Ningún tipo de periodismo es neutral, ningún tipo de periodismo se encuentra exento de ideología, así que teniendo esto claro, la diferencia entre el periodismo alternativo y los grandes medios de comunicación se basa principalmente en que nuestro periodismo, el periodismo alternativo, sigue dando voz a la clase trabajadora, sigue representando un periodismo realizado por y para los de abajo.
—LQS: “Los alternativos” a lo indigno, llenamos los silencios que deja intencionadamente la información comercial, la del capitalismo. Que existamos ya es de por sí un indicador de que somos necesarias, precarios en medios pero fuertes en principios comunicacionales. Somos voz de resistencia frente a la apisonadora mediática del pensamiento único. No somos empresas, ni queremos, no dependemos de la publicidad, nos autogestionamos, defendemos la horizontalidad y entendemos nuestros medios como una herramienta para el activismo social y político, narrar desde abajo, desde el compromiso con la realidad. Frente a sus planes comerciales o de manipulación, nosotras defendemos solidaridades y utopías.
Somos una respuesta a las perspectivas que el medio comercial no satisface. Los medios comerciales se concentran en pocas manos, cada vez más, y de esta manera se disminuyen las posibilidades de acceso a la información. Nosotras defendemos el derecho a participar de forma abierta en la información-opinión, y el derecho a ser informado veraz y oportunamente. No buscamos solo quedarnos en la queja, en la denuncia, que es una parte importante de la realidad, sino que buscamos completar con la información de lo que se está haciendo o se pretende hacer para superar los problemas. Buscamos una visión lo más completa de los hechos, por eso hablamos de luchas y de calle.
Feminismo y comunidad
—TL: El feminismo está viviendo una época de crisis y es atacado desde todos los frentes. Existen muchas polémicas que hay que coger con pinzas, desgraciadamente, porque enseguida te tachan de todo. Pero si algo permiten los medios alternativos -o deberían-, es el debate y la exposición de diferentes puntos de vista. Precisamente, lo contrario a los grandes grupos mediáticos, que tienen unos claros intereses, defienden un único punto de vista, en muchas ocasiones liderado por lobbies políticos y económicos, y rara vez permiten disidencias.
En mi opinión, un medio alternativo debe ofrecer la oportunidad de debatir todas las ideas y así mostrar una diversidad de opiniones para que la gente pueda pensar por sí misma. Frente a la avalancha de insultos y discursos fáciles y superficiales, deben promover el pensamiento crítico.
Otro punto importante es que el trabajo comunitario es esencial porque nos recuerda constantemente que somos seres sociales y necesitamos a los demás. Y, frente a la feroz competitividad que existe en el periodismo, este trabajo comunitario nos recuerda que la cooperación siempre multiplica, mientras que la competencia solo resta.
Contra las fake news
—LQS: La “armada mediática” tienen una capacidad de cinismo y coordinación muy rápida. Para ellos, es facilismo expandir una noticia falsa: la envían al mismo tiempo desde diferentes puntos del planeta, a través de la prensa hegemónica y de medios digitales creados para tal fin, al mismo tiempo que activan bots y cuentas falsas en redes sociales. Nosotras, frente a ese gigante, somos una “china” en el zapato. Pero estamos obligadas a comprobar las noticias, llegar a la procedencia de la información da muchas pistas. Buscar, analizar, consultar… y como caminamos, también erramos. Pero lo que diferencia a unos y otras es la intención, la maldad de mentir ante la bondad de narrar.
Los sistemas comunicacionales han evolucionado de manera muy rápida en estas dos últimas décadas, el paso del tiempo va ensañando a diferenciar (o sospechar) lo que es verdadero de lo falso. Es lento, pero es un proceso de aprendizaje colectivo.
Ahora mismo, con la guerra de Ucrania hemos tenido el ejemplo, demoledor, de cómo funciona la mentira en los grandes medios de información. Lo peor de las “filfas”, o noticias falsas, es que cuando se destapa la farsa, la noticia sigue corriendo, y los medios que la han lanzado no se molestan en rectificar.
¿Qué es una noticia falsa? Esos medios que se visten con el traje de prensa o prensa seria (sean o no progresistas), pueden informar sin rubor de una noticia importante, que termina rodeada de otras noticias que no son más que anuncios sensacionalistas, sexistas y mil cosas más que ni el propio medio controla.
El poder de las redes sociales
—NR: Con el desarrollo de las nuevas tecnologías, las redes sociales se han convertido en un elemento fundamental para los medios alternativos. Un buen manejo en redes puede ayudar a difundir contenidos de forma masiva, que contribuye a fortalecer un periodismo de denuncia de carácter más horizontal. En la era digital, ningún proyecto de comunicación contrahegemónico puede prescindir de estas plataformas. En este sentido, se han abierto enormes oportunidades, incluso desde el periodismo freelance.
Ahora bien, paralelamente a esto aflora la cuestión de la soberanía tecnológica. Las redes sociales están en manos de grandes corporaciones capitalistas. No existe, a día de hoy, una plataforma independiente con millones de usuarios que pueda competir con estas empresas. Esto nos sitúa en una posición de dependencia que nos tiene que hacer reflexionar. No se trata de renunciar a dar la batalla en la trinchera de las redes sociales hegemónicas, pero sí ser conscientes de la realidad para poder reaccionar cuando es debido. En momentos de agudización de la confrontación social, los propietarios de estas corporaciones toman partido y censuran información, cierran cuentas, e incluso limitan el alcance de las publicaciones. Es algo que vemos a diario y que nos recuerda que jugamos en “campo contrario”.
*Por Leandro Albani para La tinta