Desde el conuco
Arco minero, capitalista y salvaje
“O cambiamos nuestro sistema productivo o tendremos que cambiar de planeta”
Preferiría que como el presidente Gustavo Petro, mi gobierno tomara una postura ecologicamente clara y ambientalmente contundente. Que valiente y decidido resultó Petro en su primer discurso como presidente constitucional de Colombia al abordar el tema del ambiente, justicia ambiental le llamó y anunció la defensa del entorno ambiental mostrando un viraje hacia las energías limpias en sustitución de las fósiles. Convocó a los gobiernos del mundo especialmente a los industrializados y ricos a cerrar filas para detener el desastre ecológico planetario.
Por el contrario, mi gobierno está provocando uno de los mayores desastres ambientales del planeta al desarrollar el llamado arco minero que ahora es un espacio brutalmente agredido por la práctica de la minería abrasiva y destructora provocando uno de los mas grandes ecocidios ocacionados por el ser humano en este planeta al que han decidido acabar sin ningún miramiento.
Mientras se ufanan de estar construyendo socialismo, en la práctica en materia ambiental tienen un comportamiento claramente capitalista y por demás salvaje. De nada vale hablar de ecosocialismo si continuan promoviendo una política extrativista que pasa del rentismo petrolero al rentismo minero así como si nada y como si fuera un gran avance.
En materia ecológica y de protección ambiental estamos aplazados, esa materia como decía Alí Rodríguez al igual que la agricultura también la llevamos de arrastre. Es triste, pero no es solo que no hay la menor intención de construir una propuesta ecológica en defensa del mundo natural, si no que están provocando uno de los mayores desastres ambientales que conozca el planeta. La explotación el arco minero del Orinoco es una vergüenza construida en nombre del socialismo y muchos lo aplauden sin conocer la magnitud de este problema. ¡Ah mundo! Que falta hace una Asamblea Nacional con diputados socialistas y con coraje que no se permita callar este adefesio.
Mucha hipocresía y otro tanto de miedo visten a nuestro parlamento nacional, mientras los dirigentes están resultando muy tímidos, al punto que la madre tierra espera que sus hijos hechos voces y brazos salgan en su defensa y protección.