Feminismo para el 99%: el siglo XXI y una nueva lucha de clases ampliada
Mariano Pacheco
Redactado por Nancy Freser junto a Cinzia Arruza y Tithi Bhattacharya, el “Manifiesto de un feminismo para el 99%” fue publicado en castellano en 2019 por editorial Herder y no ha dejado de despertar debates al compás del movimiento que en todo el mundo viene funcionando como un espectro emancipatorio que marca fuertemente la época.
La centralidad del trabajo
El Manifiesto parte de rescatar la de la perspectiva feminista actual su capacidad de recrear la histórica herramienta de lucha de la clase obrera que es la huelga, ampliando la noción misma de trabajo (“el trabajo remunerado y no remunerado sostiene al mundo”) en esto que caracterizan como una “nueva fase de la lucha de clases” (marcada por su carácter anti-racista y anti-xenófobo, ecologista e internacionalista).
Este feminismo, que denominan del 99%, es un feminismo que abraza la lucha de clases anticapitalista y cuestiona al feminismo liberal por plantear una igualdad de género centrada en el mercado, que se propone diversificar las jerarquías pero no abolirlas. Por eso insisten en correlacionar la opresión de género con la explotación capitalista. Así, el sexismo aparece funcionando como parte de la estructura capitalista, que se sostiene sobre la división entre producción de seres humanos y producción de beneficios, asignando la primera tarea a las mujeres y subordinándola a la segunda (la reproducción social no sólo aparece feminizada, subordinada a la producción, sino también fuertemente racializada).
Entre las once tesis redactadas aparece con fuerza la denuncia sobre la violencia de género, que se presenta intensificada en épocas de crisis, cuando las masculinidades hegemónicas estallan al verse amenazadas. Violencia de género, violencia capitalista que se expresa no sólo en los planos económicos y políticos sino también culturales. “Violencia que coloniza nuestras mentes, deforma nuestros cuerpos y silencia nuestras voces”. Violencias que se presentan como profundamente ligadas al conjunto de relaciones sociales capitalistas, marcadas asimismo por la violencia racista, colonial, imperialista. Por eso en el Manifiesto sostienen: “entendemos que nada que merezca el nombre de `liberación de la mujer` se puede conseguir en una sociedad racista o imperialista. Pero también entendemos que la raíz del problema es el capitalismo, y que el racismo y el imperialismo son parte suyas”.
Agendas contemporáneas
La liberación sexual, el ecologismo y la democracia aparecen como otra tríada reivindicada por este feminismo para el 99% que, como ya se ha señalado, se declara abiertamente anti-capitalista.
Respecto de la liberación sexual, el Manifiesto plantea que la lucha por una nueva forma social no capitalista debe asegurar las bases materiales para la liberación sexual, y que en ese camino, se debe prestar atención a un doble movimiento: por un lado, el que realiza el capital, cada vez más financierizado, globalizado y desfamiliarizado, que ya no se opone implacablemente a las manifestaciones de sexo/género queer y no-cis, situación que si bien habilita importantes victorias legales de igualdad formal de género, lo hace en un marco de regulación ampliada del Estado que fomenta el individualismo, el consumismo y la domesticación. Por otro lado, el riesgo de que los movimientos de liberación no tomen en sus manos estas agendas, entregando a las mujeres y al colectivo lgbtq+ a la dominación religiosa o patriarcal.
En cuanto a la crisis ecológica en curso, si bien reconocen que no es la primera en la historia, sí subrayan su carácter global y apremiante, y destacan que la preservación del planeta y la liberación de las mujeres van de la mano en un planteo de superación del capitalismo, porque así como no hay feminismo pleno bajo la lógica del capital, tampoco hay defensa de la naturaleza sin defensa del bienestar material de las comunidades. “No fue la humanidad en general, sino el capital el que extrajo los depósitos carbonizados forados bajo la corteza terrestre durante cientos de millones de años”, destacan, a la vez que subrayan que las mujeres constituyen el 80% de los refugiados climáticos y son también quienes se sitúan a la vanguardia de las luchas contra la creciente catástrofe ecológica.
En lo concerniente a la cuestión democrática, el Manifiesto enlaza una reivindicación elemental de defensa de la paz y los derechos elementales con un planeo más de fondo en relación a la capacidad de decidir de forma colectiva cuestiones fundamentales que el capitalismo suele privar a las grandes mayorías, como ser dilucidar qué y cuánto producir, con qué base energética y a través de qué tipo de relaciones sociales.
Por eso el Manifiesto insiste en que el feminismo para el 99 % busca “unir movimientos existentes y futuros en una insurrección global de amplia base anticapitalista”, en la búsqueda por superar oposiciones familiares obsoletas entre “política de identidad” y “política de clases”, asumiendo que la lucha puede ser una escuela pero también una oportunidad: para hacer más onda la comprensión que tenemos de la explotación y la opresión que padecemos, para expandir nuestros sentidos de lo que es posible.
El Manifiesto funciona como un auténtico “texto-caja-de-herramientas”, no sólo para los feminismos sino para toda política que se pretenda emancipatoria, ya que busca obstinadamente ejercitar desde una posición determinada (desde un punto de vista feminista, podríamos decir) una reconceptualización, una comprensión ampliada del capitalismo contemporáneo. Y lo hace asumiendo que la lucha teórica es inescindible de la lucha política. Por ello no duda en aclarar que no perciben los contornos precisos de una alternativa, “ya que esta debe surgir en el transcurso de la lucha por crearla”. Lucha que entiende debe crear “alianzas sólidas y de amplia base”, sin por ello dejar de tomar muy en serio las diferencias que se producen al interior del propio campo de lucha. “El feminismo para el 99 % encarna esa visión del universalismo: siempre en formación, siempre abierto a la transformación y al cuestionamiento, y siempre afirmándose de nuevo a través de la solidaridad. El feminismo para el 99 % es un feminismo impacientemente anti-capitalista, un feminismo nunca satisfecho con equivalencias si no tenemos igualdad, nunca satisfecho con derechos legales si no tenemos justicia, y nunca satisfecho con la democracia si la libertad del individuo no se mide de acuerdo con la libertad de todos”.
Por último, cabe destacar que, abriendo desde la reproducción social una lectura política de la actualidad, el Manifiesto deja entrever asimismo una pregunta ontológica: ¿cómo se produce un cuerpo? O más bien: ¿qué es y cómo se hace una vida? Interrogante fundamental si pretendemos agujerar los horizontes de sentidos que impone la era del realismo capitalista.