Disputas por el Territorio, Tensiones entre la Guerra y la Paz
La Verdad como reto social. Colombia
Alfonso Insuasty R*
Reconstruir la verdad para la no repetición, es una tarea compleja en una sociedad inducida a una mirada sesgada y hasta unilateral del conflicto, con actores decisivos en implementar estrategias de muerte ocupando puestos de poder y toma de decisiones, con la dispersión de grupos armados con control territorial como opción para una población negada, excluida y un sistema educativo que aún no asume la tarea esencial de formar conciencia crítica.
Hemos reiterado que, la disputa por el relato de realidad hoy, es un frente de lucha a modo de campo de batalla extendido.
Un escenario de guerra prolongada en donde resulta esencial la implementación de una estrategia de control social, cuyo objetivo es el de seguir alimentando un régimen a favor del poder instituido, para permita la pervivencia del poder hegemónico dominante.
La disputa por el relato de Verdad frente a un largo conflicto armado incluye para la élite dominante, una intencionada desfiguración de la realidad que pasa por la captura paulatina del relato, el posicionamiento de categorías de lectura de realidad prefabricadas e inoculadas cual virus en un sistema digital de redes.
Las representaciones sociales de hechos históricos, los recuerdos, los olvidos, los silencios, no son meras imprecisiones por ajustar en un escrito, en realidad son la evidencia de un campo de batalla en acto, la aplicación de una pedagogía del mal que posibilita la existencia de una sociedad bajo el dominio de un poder instituido incitador de ciclos de guerra, condiciones que de suyo le favorecen en tanto les permite conservar el estatus quo, el control del Estado, las instituciones y su incidencia en la gestión de sus mega-negocios.
Memoria hegemónica, representaciones inducidas.
Las recientes investigaciones lideradas por Villa, J.D y otros (2022) concluyen, luego de aplicar un importante número de encuestas en diferentes ciudades de Colombia a una población que llamaríamos del común, no organizadas, urbanas, allí se evidencia que las representaciones sociales en torno a los hechos históricos del conflicto armado, están marcadas por un sesgo cognitivo y mnémico, acompañado de olvidos y silencios y por procesos de atribución de responsabilidad en los que se asume como principal responsable y enemigo absoluto, único, a las guerrillas, especialmente a las FARC-EP, invisibilizando así la responsabilidad de otros actores (Paramilitares, Fuerza Pública y Estado). (Velásquez, et al, 2022)
Estamos así, de facto, ante la implementación exitosa de una memoria hegemónica y oficial, todo un proceso discursivo de posicionamiento difuso pero eficiente.
Se trata de una memoria hegemónica, dominante, devenida de la aplicación de constantes estrategias que buscan y logran una fuerte cohesión social en términos de dicho relato instaurado sobre lo que ocurrió.
En este propósito juegan un papel decisivo las orientaciones emocionales colectivas de rabia, odio, miedo e indignación hacia este enemigo (Villa, J.D, Rúa, S., Serna, N., Barrera, D., & Estrada, C., 2019) consolidando así, su ejercicio de dominación sobre la sociedad.
De esta manera se logra una sociedad distraída sobre la base de un relato básico y único de realidad ficcionada, evitando si, ver la complejidad que debe develar la llamada Verdad Histórica del Conflicto Armado, evitando su comprensión, la identificación de los múltiples actores en su real dimensión, actores que hoy pueden estar ocupando alcaldías, gobernaciones, cargos de poder, gerenciando o como propietarios de grandes conglomerados de empresas, actores que pueden ser nacionales y que de facto también son actores extranjeros sean personas, empresas o gobiernos, todos actores que juegan y ganan con la tragedia de muerte y distracción.
Es importante identificar las claves de estas formas vedadas pero efectivas de manipulación social, que buscan incidir en la toma de decisiones colectivas a favor de bloques de poder instaurados, aunque esto último signifique mayor daño colectivo.
Un logro de estas estrategias de control del relato es la configuración de sociedades autoritarias, escindidas de su identidad colectiva, por ende, desconectadas de su historia.
Se agrega que el neoliberalismo ha logrado minar la cultura al punto de configurar subjetividades para el mercado, aisladas, individuales, con una fragmentada lógica colectiva o comunitaria, despolitizada.
Ambos ambientes posibilitan un entorno donde surte un mayor efecto estas estrategias de manipulación colectiva, de inducción colectiva de olvidos, para inocular ciertas representaciones sociales difusas pero efectivas en tanto inciden en la toma de decisiones y en la manera de ver la vida, en la forma de relacionamiento y en la comprensión de futuro siempre favorables para un poder totalitario perviva y/o retorne cual péndulo entre la guerra, la violencia y el anhelo de paz.
¿Qué se busca?
A toda costa evitar una reacción social coherente y decisiva para poner límites y exigir la NO repetición.
Sostener un relato bajo una mirada pueril, de poca profundidad, netamente emocional y mal intencionada en la que los medios de comunicación masiva, sobre todo, juegan un papel decisivo (Villa Gómez, J. D., Velásquez Cuartas, N., Barrera Machado, D., & Avendaño Ramírez, M., 2020). y que el mismo sistema educativo en su conjunto, con claras excepciones, también se ha encargado de reproducir sea por acción, inacción, limitación, presión o evitación.
Romper procesos identitarios y evitar el darnos cuenta, potenciando representaciones sociales inoculadas, inducidas.
Es muy preocupante que estas miradas, inducidas siempre, son conducidas hacia las expresiones diversas de oposición política ligadas a la izquierda, de tal manera que estas expresiones no sólo se descalifiquen y deslegitimen, sino que se puedan crear climas emocionales y marcos simbólicos propicios para justificar los ataques, calumnias, bloqueos y persecuciones a estas expresiones políticas e, incluso, su exclusión y eliminación (Barrera Machado & Villa Gómez, 2021), una realidad recurrente que marca y sigue marcando la historia del país.
Se construye y sostiene así, una sociedad autoritaria con visos de fascismo (Santos, 2002, página: 57), facilitando una democracia inexistente o de baja intensidad donde la participación popular siempre será periférica o inferior a la imposición institucional o de sectores minoritarios, pero de gran poder.
Se reconfigura el sentir-pensar de la sociedad, promoviendo de facto la división, polarización, eliminación de otras formas de expresión de manera directa o vedada, un asunto que puede variar en intensidad pero que mantiene allí latente como lo evidencian las lamentables estadísticas en aumento de lideres sociales asesinados, masacres, desplazamientos, etc. Se regenera el ambiente propicio para que el poder instituido mantenga sus privilegios (Insuasty Rodríguez, 2020).
Mantener una suerte de sociedad sometida a una disociación funcional epistémica y valórica, bajo marcos de respeto por la vida pero, validando acciones de muerte, terror y opresión con sus iguales, una sociedad confundida, poco formada, manipulable, aún apegada a creencias sin sustento, apegada al rumor, a unas creencias no tramitadas, reflexionadas, como diría Dugin, A (2022) una suerte de arqueomodernidad, una sociedad basada en principios institucionales modernos, donde la razón, la ciencia, el saber, la equidad, la justicia se instauran como valores supremos, pero con una sociedad desde donde se impulsa de diversas formas un estado de sometimiento a ideas represivas, de exclusión horizontal, miradas autoritarias que median las relaciones cotidianas. Mantener a la sociedad en este estado de distracción es un ejercicio perfectamente inducido por una clase dominante (Dugin, 2022) un fenómeno que es necesario identificar, develar y desmontar.
Es esta, una realidad que permanece aún viva hoy.
Requerirá un gran esfuerzo formativo y cultural que tal vez tome generaciones, un problema de tal profundidad que va más allá de contar o no con un gobierno cercano a los reclamos sociales, símbolos e interpretaciones desde abajo como podría serlo el actual gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez (2022-2026), se trata de desactivar tal vez uno de los motores de permanencia de un régimen que perpetua el dolor y la pedagogía del mal.
Verdad Emancipatoria
Se propone una Verdad Emancipatoria, que permita a la sociedad darse cuenta, identificar patrones, constantes, dinámicas que posibilitaron el exterminio social dándole paso a lógicas de mercado de captura de territorios.
Fortalecer las identidades colectivas y recuperar las ya debilitadas es prioritario, identificarnos con nuestros territorios, grupos humanos de sentido, nuestras memorias cercanas y locales, nuestros relatos, lo que somos como pueblos en lucha, insumos necesarios para construir de manera autónoma memoria para la no repetición y la construcción de futuro autónomo no impuesto o inoculado, una tarea urgente, más en medio de una profunda crisis civilizatoria que amenaza incluso con devorar lo que resta de planeta.
Por tanto, se hace necesario avanzar en ese trabajo ubicado, territorial, con las diversas poblaciones en torno a la construcción de una memoria histórica liberadora, resaltando el papel de la Verdad, reconstruir las propias memorias locales, con el fin de romper estas dinámicas impuestas cual maquinaria del dolor, que permanentemente legitiman la violencia y la guerra.
Abrir la escuela y exigir a las universidades asuman en serio su labor, han jugado un papel decisivo en perpetuar el estatus quo, por acción, omisión, adaptación o efecto del exterminio, han perpetuado esta lógica de la dominación y la perpetuación de un relato inoculado, al evitar profundizar sobre estos temas de país desde una perspectiva crítica y ubicada con conciencia de lo que somos como pueblos en lucha, más preocupadas por sus estándares, indicadores y su existencia en una impuesta lógica del mercado.
Por ende, la construcción de la Verdad no se trata solo de la publicación de un texto de por sí, de gran importante, sino que se trata de una Verdad Emancipatoria como horizonte de posibilidad, comprende esto todo un entramado de acciones, interpretaciones colectivas, autónomas, territoriales que pongan fin a una lógica/dinámica de guerra continuada inoculada, impuesta.
Que ponga freno al despojo continuado, a la reproducción de una sociedad autoritaria, a esa permanente aplicación de un genocidio político continuado (Tribunal Permanente de los Pueblos, 2021) que se actualiza constantemente, a un poder desmedido hegemónico, a un Estado configurado para el despojo y la exclusión, que detenga la maquinaria de la Repetición.
Darle forma a un sistema educativo de facto atrapado y al servicio de un sistema de reproducción del capital que hoy tiene al planeta al límite, que insiste en formar individuos para el trabajo más que de sujetos políticos, críticos, ubicados, así transitar de un sistema de poder de pocos, para pocos a un sistema diverso, plural, múltiple en equidad con dinámica territorial.
El informe de la Comisión de la Verdad
En este contexto ubicamos la importancia y avance fruto del acuerdo de paz firmado entre las FARC – EP y el Estado (2016), el Sistema Integral de Verdad Justicia, Reparación y No Repetición, donde se inscribe la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad.
Esta Comisión de la Verdad que comenzó en noviembre de 2018 y que se desarrolló dentro de un enfoque de varios niveles para descubrir, comprender y analizar el conflicto armado que se ha extendido por medio siglo, pero que también hizo frente a múltiples ataques del gobierno de turno, del presidente del momento Iván Duque, a constantes problemas de financiación real y a un margen de tiempo sumamente corto para lograr su objetivo tan amplio y profundo.
Aun así, logra entregar el Informe Final de la Comisión de la Verdad del Conflicto Armado el pasado 28 de junio de 2022. (Comsión de la Verdad, 2022)
Lo esperado, la disputa por la verdad se evidencia en las tensiones sociales y de sectores de poder derivados de este informe, vale recordar que la Jurisdicción Especial para la Paz la JEP, aún sigue funcionando, que el conflicto armado continúa y que el actual gobierno de Gustavo Petro abre la puerta a lo que se ha llamado una Paz Total.
Este informe de gran importancia no puede asumirse como texto de cierre o final tal como lo manifestó su director Francisco de Roux, por el contrario, es un insumo para seguir construyendo una Verdad Emancipatoria, muchos insumos allí se resaltan y ya ha generado reacciones de élites de poder dominante anunciando la construcción de sus propios informes.
A la par, una mirada crítica frente al informe será necesaria para potenciar y profundizar este avance, muchos detalles quedan como discusión abierta, el papel del Estado como victimario, el Papel de los Estados Unidos esencial en profundizar la guerra con el fin de potenciar sus intereses de mercado, su tarea es incentivar técnicas violatorias de derechos humanos en el Ejercito Nacional, una fuerza pública como actor y promotor de la barbarie, acotes y situaciones que perviven aún hoy, el papel de los empresarios nacionales e internacionales, muchos de los cuales siguen activos hoy y con negocios pujantes configurando territorios anclándolos a lógicas de producción a costa del despojo cultural, valorativo, territorial de pueblos enteros, un modelo de despojo que articula criminalidad-empresa-estado (Zuluaga, Insuasty, 2020) en un reordenamiento violento de territorios, modelo que hoy sigue aplicándose en zonas de alto interés y productividad, la concepción del paramilitarismo como política de Estado, entre varios de los ejes a profundizar y de los que tal vez se esperaban mayores puntualizaciones al respecto (Gearóid Ó , 2022).
De nada servirá este importante insumo si no se constituye en un eje formativo de facto que irrigue los planes de estudio de la escuela entera, no puede traducirse en eventos múltiples que, si bien necesarios se olvidan rápidamente, la Cátedra para la Paz, por ejemplo, se constituyó en un escenario de difícil manejo, periférico y a ratos inútil en un sistema educativo ya dado.
Por el contrario, este Informe en su amplia dimensión, debe ser motor que impulse ejercicios propios, territoriales para seguir ahondando sobre esa verdad, motivar la articulación Universidad-Territorios-Comunidades para poner la investigación y la formación al servicio de estas construcciones que nos permita transitar como sociedad hacia otras condiciones evitando que la ley de la inercia de la exclusión, la inequidad, la guerra y la barbarie gane la batalla.
Este insumo debe marcar la cotidianeidad social, una tarea que por ahora no vemos concretarse al menos en los medios de comunicación masivos y plegados a un régimen de poder instituido, tampoco de manera cierta en los currículos de las universidades y aún una disputa en las escuelas y colegios.
*Docente Investigador Universidad de San Buenaventura Medellín, parte de REDIPAZ, e integrante del grupo autónomo Kavilando.
Se sugiere ver: El Relato, el olvido y el silencio: prefabricando el recuerdo en una sociedad en guerra. (1/3)
Referencias bibliográficas.
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