Moscú le corta el gas a Europa y pone en jaque su estrategia energética
Rusia confirma que no restablecerá el envío de gas a través del gasoducto Nord Stream. Se agudiza la crisis energética mientras Berlín y París visibilizan las tensiones y contradicciones entre las potencias imperialistas.
Se paró el envío de gas desde Rusia a Alemania y Europa a través del Nord Stream. El gasoducto, que ya funcionaba al 20% de su potencial desde junio tras la realización de una revisión programada, ahora cierra indefinidamente.
Y lo hace, según el Kremlin, por las medidas contra el sector energético ruso que desde el estallido de la guerra en Ucrania ha puesto en marcha la Unión Europea (UE). “No hay otras razones que puedan llevar a estos problemas con el bombeo”, subrayan desde Rusia.
Pocos creían el pasado viernes, cuando se anunció el cese de la actividad, que la parada del gasoducto se debía a problemas técnicos encontrados en la estación situada en suelo ruso.
La política imperialista de la UE y EE. UU. centrada en gran medida, aunque no solo, en sanciones económicas contra Rusia, sigue mostrando su efecto boomerang sobre las condiciones de la clase trabajadora y los sectores populares de la UE. No solo esas sanciones afectan en primer lugar a la población rusa, sino que además golpean a los sectores populares de la UE en forma de una inflación galopante que se come más y más los salarios.
El otoño y el invierno se prevén duros en Europa. Sumado a la inflación histórica, la oferta de energía y el precio de esta, dibujan un escenario de mucha incertidumbre.
Antes de esta medida de presión rusa, los precios de la energía, especialmente la del gas, ya eran desorbitados. A finales de agosto, Francia e Italia veían como el MWh alcanzaba los $ 700 euros, un nivel récord.
El pasado viernes se dio una escena particular en Nápoles. El Movimiento de Desempleados 7 de Noviembre organizó un “fuego artificial”, donde cientos de personas encendieron una hoguera con las facturas de electricidad, agua y gas, por los grandes aumentos que las hacen impagables, especialmente para los desempleados.
Tampoco la medida particular de Portugal y el Estado español (la excepción ibérica, centrada en desenganchar el precio de la energía del precio del gas) ha surtido efecto. El precio medio del MWh en agosto en el Estado español ha sido de $ 307,80 euros, un 19,3% más que en julio (258,10 euros), siendo además el mes más caro desde que hay registros, según los datos del Operador del Mercado Ibérico de la Electricidad (OMIE).
Como referencia, en EE. UU. el precio del MWh era $137 dólares en diciembre de 2021 y ronda los $ 146 a mitad de este año, según oficiales del gobierno estadounidense y con una paridad casi 1 a 1 entre el euro y el dólar.
No solo la economía del hogar se ve atacada por este escenario, la escasez de energía y los precios también está empezando a provocar paros y reducción en la producción, despidos, suspensiones y cierres en muchas fábricas.
El anuncio del cierre del gasoducto Nord Stream además ha hecho aflorar tensiones y contradicciones entre los socios europeos. Alemania, consciente del golpe que le supone el fin del suministro a través del mar Báltico, empuja para la construcción y puesta en marcha del gasoducto MidCat. Un canal que debería llevar gas desde la península al centro de Europa.
Para Macron es “falso, factualmente falso” que el MidCat resuelva los problemas y la carencia de gas. Tras la reunión con el canciller Scholz, que no ha sido capaz de hacer cambiar de opinión al Presidente francés, este ha retado a Pedro Sánchez por otras razones. “Si mañana el presidente Sánchez me dice: ‘he aquí los hechos’, yo estoy dispuesto a revisar mi posición”, ha asegurado Macron.
Pero más allá de este intercambio bañado de diplomacia, lo cierto es que el MidCat supone una piedra importante en la unidad de Berlín y París, dos socios centrales para la estabilidad de la UE.
Actualmente Francia es la entrada al norte de Europa desde el sur, algo que no va a ceder a Portugal y el Estado español, con la opción de que a corto plazo se conviertan en centros logísticos de primer orden, no sólo para la importancia de gas, sino también de mercancías.
Sumado a esto, el apoyo de Alemania para fortalecer la península ibérica, le acerca estratégicamente al Norte de África. De hecho la diplomacia entre Berlín y el régimen reaccionario de Marruecos pasa por un momento de paz, y tanto en Marruecos como en Argelia, Alemania quiere potenciar la producción de hidrógeno verde. Para Francia toda política en el mediterráneo y en el Norte de África se gestiona a través de París y no de Berlín. Valga decir que el Club Méditerranée habla francés. Es un enfoque histórico de París.
Y ligado al punto de las energías verdes, Macron también tiene cuentas pendientes con Berlín. El rechazo a la energía nuclear por parte de Alemania (al menos hasta antes del estallido de la guerra de Ucrania) perjudica seriamente los intereses de un país cuya seguridad energética y militar gira en torno a la energía nuclear.
El cierre del Nord Stream ha puesto más nubes en el otoño y en el invierno de la UE, pero también ha hecho saltar, quizá por primera vez y de forma más visible, las contradicciones que existen entre las potencias imperialistas, en este caso entre Berlín y París.
Europa se prepara para un invierno frío, con energía cara
Págian12
Desde París
El guion escrito desde hace meses cambió poco: Europa va a pasar el invierno sin el gas que llegaba de Rusia hasta antes de la invasión de Ucrania. Entre el fin de semana y este lunes, Francia y Alemania se movilizaron tanto para interpelar a la población a fin de que reduzca su consumo energético como para paliar el aumento del precio de la energía. Los días empiezan a enfriarse y en este clima el presidente francés Emmanuel Macron interpeló a la sociedad para que baje sus consumos de energía. La intervención presidencial se ubica en un momento muy grave de la extensión del conflicto entre Rusia y Occidente hacia el campo energético.
Este lunes, luego de que se hiciera evidente que Rusia cerraría el paso del gas que le vendía a Europa, el gas se cotizó con un treinta por ciento de aumento en el mercado mayorista. La estampida del precio y las intervenciones de París y Berlín derivan del corte total del suministro de gas proveniente de uno de los gasoductos claves para Europa, el ruso Nord Stream 1. Después de varias interrupciones que ya habían suscitado muchas controversias, el gasoducto volvió a pararse el pasado fin de semana y es muy probable que ya no vuelva a estar en servicio. Sería improbable que Rusia le siguiera vendiendo sus hidrocarburos a los países occidentales que, a su vez, le proveen armas a Ucrania para que se defienda de la invasión rusa del mes de febrero de 2022.
Nord Stream 1 funcionaba a un veinte por ciento de capacidad hasta el viernes dos de septiembre y debía volver a recuperar su plena capacidad el sábado tres. Sin embargo, la empresa rusa Gazprom que gestiona el gasoducto anunció que no podía mantener abiertas las válvulas “en condiciones de seguridad” suficientes hasta que no se haya obstruido una fuga en una turbina. En principio, la reanudación de las actividades del Nord Stream 1 estaba agendada para el sábado a la una de la madrugada, pero quedó atrapada en el engranaje de la guerra en Ucrania y sus expansión colateral. Moscú ya había adelantado que las sanciones que Occidente adoptó contra Rusia complicaban tanto el funcionamiento como el mantenimiento de Nord Stream 1. Ello conduce a suponer que hasta que no se levanten las sanciones, el gasoducto no volverá a activarse.
Las acusaciones
Como de costumbre, la avalancha de acusaciones contra el presidente ruso Vladimir Putin no tardó en activarse. Alemania lo acusó de llevar a cabo una “guerra psicológica energética” y la presidenta de la Comisión Europea Úrsula von der Layen, dijo que el presidente ruso estaba “manipulando el mercado de la energía”. La dirigente de Bruselas propuso en ese contexto que se le pusiera un límite al precio del gas para evitar esa “manipulación”.
En lo concreto, el precio mayorista del gas se multiplicó por cinco desde agosto de 2021. En la perspectiva futura, el incremento del hidrocarburo podría aun ser mucho mayor, tanto más cuanto que Europa depende en poco más del cincuentas por ciento de los hidrocarburos rusos. La semana pasada, la empresa rusa Gazprom ya había interrumpido totalmente las provisiones de gas el grupo francés Engie. Hasta febrero de 2021, Francia dependía en un veinte por ciento de los hidrocarburos rusos. Como otros países, Francia buscó soluciones alternativas, en especial el gas norteamericano, lo cual le permitió garantizar el noventa por ciento de sus reservas estratégicas de gas, según la plataforma europea Agregated Gas Storage Inventory, AGSI.
Sin embargo, no parece ser suficiente si se mira a largo plazo. En este contexto, en el curso de una conferencia conjunta con el canciller alemán Olaf Scholz, el presidente francés Macron trazó una suerte de hoja de ruta para explicar cómo Francia haría para “pasar el invierno”. El jefe del Estado sintetizó los tres principios del viaje a través del otoño y del invierno: las reservas de gas, la sobriedad energética y la concertación europea. El jefe del Estado insistió en que se alcanzara el objetico de “un diez por ciento de economía de energía”. Macron puntualizó luego: ”si colectivamente sabemos comportarnos de manera sobria, no habrá ni racionamiento, ni cortes”. La narrativa presidencial, ya multi desplegada en los medios por varios ministros, gira en torno a la llamada “sobriedad energética” como poción para amenguar los efectos de la guerra energética. Se trata, según Macron, de usar “menos el aire acondicionado cuando hace calor y menos la calefacción cuando hace frio”. Todo indica que vamos derecho al sacrificio climático.
Las megaganancias
El otro elemento nuevo de esta crisis radica en que el jefe del Estado francés volvió a rechazar que se aplicara un mega impuesto nacional a las empresas energéticas que realizan lo que se llama “super ganancias”, pero en cambio aceptó que la Unión Europea imponga una contribución a los operadores energéticos que realicen “beneficios indebidos” mediante el aumento de los precios al por mayor de la electricidad en Europa. En suma, en vez de un castigo fiscal a escala nacional, lo que se propone en un mecanismo fiscal europeo armonizado, lo cual, en principio, permitiría que se recuperara una parte de los beneficios que reciben los productores de electricidad renovable o nuclear que la producen a bajo costo y la revenden por los cielos.
Por último, Macron se mostró favorable a que Europa proceda a la compra de gas conjuntamente para “que sea más barato” y también adhirió al principio de que se ponga un techo oficial al precio del gas. Estos son apenas los primeros pasos en una crisis que, según el rigor del invierno, multiplicará sus impactos en una línea destructora para las personas más frágiles. Macron pide “sobriedad energética” pero durante esos seis meses de guerra no ha habido la más mínima sobriedad en los precios. La inflación especulativa fue masiva y, en muchos casos, tramposa. Otra vez ganarán las empresas y perderán los ciudadanes.