Chile: el golpe militar y la resistencia popular

El gobierno reformista del grupo de partidos de izquierda y de centroizquierda de la Unidad Popular que posteriormente forman la Concertación con los golpistas de la Democracia Cristiana, que si bien contaba con aspectos avanzados como todo gobierno izquierdista de discurso y capitalista de hecho, pecó de distanciamiento con las principales dinámicas populares que se opusieron al integrismo de los partidos y la CUT de impulsar el sometimiento del pueblo a las tareas de consolidación del capitalismo de estado teniendo como principio orientador la economía del welfare state o estado de bienestar y los frentes populares que nacieron subordinados a los Partidos Comunistas que viraron al eurocomunismo y la socialdemocracia que nunca renegó de su vocación capitalista y estatista.



Chile: el golpe militar y la resistencia popular

Jaime Yovanovic (Profesor J)

 

El gobierno reformista del grupo de partidos de izquierda y de centroizquierda de la Unidad Popular que posteriormente forman la Concertación con los golpistas de la Democracia Cristiana, que si bien contaba con aspectos avanzados como todo gobierno izquierdista de discurso y capitalista de hecho, pecó de distanciamiento con las principales dinámicas populares que se opusieron al integrismo de los partidos y la CUT de impulsar el sometimiento del pueblo a las tareas de consolidación del capitalismo de estado teniendo como principio orientador la economía del welfare state o estado de bienestar y los frentes populares que nacieron subordinados a los Partidos Comunistas que viraron al eurocomunismo y la socialdemocracia que nunca renegó de su vocación capitalista y estatista.

 

La sorpresa de ese bloque de partidos en el gobierno, como la sorpresa de la partidocracia ante el estallido de 2019, fue que el pueblo no se dejó manipular salvo las burocracias de la CUT dirigida por esos mismos partidos y surgieron en todas partes formas propias de organización y de enfrentar las tareas de la vida con autonomía y autogestión, donde se encontraban miristas, socialistas de base, mapucistas de base, anarquistas y autónomos formando en todas partes los cordones industriales a los que se sumaron grupos trotskistas que sólo luchan para obtener el estado, que si no lo obtienen son críticos a reventar pero se oponen a la autonomía y la autogestión que construyen nuevas formas de vivir y resolver situaciones.

 

Crecieron como callampas las tomas de terrenos urbanos que se fueron articulando horizontalmente desarrollando almacenes populares donde llegaban productos agrícolas suministrados por las tomas de tierras campesinas que a su vez se articulaban en Consejos Comunales Campesinos, o sea que se estaba construyendo otra sociedad desde abajo y hasta los soldados y marineros empezaron sus formas de autoorganización.

 

El gobierno de la UP se lanzó en picada contra la autonomía social y las formas propias del pueblo de cambiar sus formas de vida, envió el grupo móvil a enfrentar las corridas de cerco en el campo y las luchas urbanas de los sin casa, igual como todos los gobiernos de izquierda y derecha militarizan y persiguen al pueblo mapuche, a los vendedores ambulantes, a los inmigrantes y a los estudiantes.

 

Los milicos obviamente aprovecharon que la izquierda se retiró del parlamento al ser votada la ley de control de armas y con ella se lanzaron contra las fábricas y barrios reconociendo el terreno para medir la capacidad de respuesta social, y la respuesta fue del gobierno invitando jefes militares a integrar el gabinete, igual que Boric, que ante los problema integra a viejos cuadros de la Concertación que el estallido había rechazado.

 

Ante la manifiesta debilidad y retrocesos del gobierno y ante el crecimiento de la autonomía y autoorganización social donde se destacó la presencia del MIR en todas partes, los mandos del ejército y la marina arrastran a la Fach, carabineros, investigaciones, gendarmes y otros aliados a reprimir primero internamente a los uniformados que se organizaban, luego cortaron las comunicaciones en todo el país y salieron en guerra abierta contra el pueblo, seleccionando a sus dos enemigos: los partidos de gobierno y los partidos rebeldes por una parte y el pueblo organizado por la otra, o sea gobierno, con el bombardeo a La Moneda, y población con el bombardeo a barrios populares y cerco inmediato con detenciones y asesinatos de los campamentos de pobladores sin casa y de las tomas campesinas y mapuche.

 

Poco a poco los barrios se van recuperando hasta llegar en los años 80 a las masivas barricadas incendiarias que abarcaban todos los barrios del país, mientras en el pueblo mapuche se produce una notable recuperación de la identidad de pueblo nunca perdida.

 

En todos los barrios se desarrollaban colonias urbanas y otras dinámicas de autoorganización que aprovechaban el alero de la iglesia católica y de allí salían también distintas modalidades de la resistencia. En el Partido Comunista se da una fuerte discusión interna de entrar a la lucha armada y el sector pequeño burgués encabezado por Teillier mete a todos los críticos en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez como el frente armado del partido y los lanza al sacrificio en el que llamaron año decisivo, que si resultaba algo sería crédito para el partido y se fracasaba sería crédito para el frente. Lo que no esperaban es que el frente se desligó del partido y se alió a una de las fracciones en que se dividió el MIR coincidiendo ambos en que la lucha es por la toma del poder del estado y no por cambiar el mundo sin tomar el poder como hacía el movimiento popular de resistencia contra la dictadura continuando con la dinámica de autoorganización heredada de los cordones y consejos campesinos.

 

De forma extraña muchos miembros de la resistencia además se sorprendieron de que el “apoyo” de la iglesia católica sólo buscaba domesticar sectores del pueblo para que aceptaran la salida negociada de los milicos con la partidocracia, pero al interior de ese partido religioso también se dieron fracturas como el querido cura Rafael Maroto que fue vocero del MIR en plena dictadura militar y otros curas en diferentes poblaciones del país.

 

De esa manera el eje de la memoria de la resistencia al gobierno militar deja de estar en los presos, desaparecidos y actos heroicos de la lucha armada, para trasladarse a ese pueblo que se organizaba en lo cotidiano para salir a expresar su descontento en las barricadas incendiarias que iluminaban las noches de los gorilas uniformados. Y ese pueblo insurrecto que estallaba en las calles en forma unitaria es lo más importante que podemos ver virando la vista hacia atrás y mirando hoy nuestro estallido del 2019 que puso en su verdadero rincón putrefacto de la historia al acuerdo de la partidocracia que gozaba su engaño conciliador con la dictadura que le pasó la economía capitalista neoliberal en contra del pueblo que ha seguido protestando silenciosamente como el topo de las historia evadiendo el falso debate Apruebo-Rechazo mandándolos a todos a la basura.

 

La resistencia nos ha enseñado que la política de los acuerdos es sólo el acomodo de los sectores dominantes a los cuales se ha sumado hoy la pequeña burguesía universitaria ilustrada que gobierna muchos municipios (como aquel que nos gobierna en Valparaíso), asientos parlamentarios, otras cosas y hasta el gobierno. Del acuerdo milicos-partidocracia para frenar la resistencia popular contra la dictadura pasamos al acuerdo por la paz para frenar el estallido, que como no les funcionó hora viene el acuerdo de la partidocracia para enchufarnos otra constitución que no cambiará el sistema de poder ni la propiedad, ni el capitalismo ni las empresas que destruyen la madre tierra.

 

Por lo tanto hoy día hace falta mirarnos entre nosotros y con la naturaleza para seguir en resistencia y construyendo nuevas formas de vivir, de ahí la importancia de las huertas urbanas y la autoorganización de vecinos en cada barrio.

 

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